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PolíticaHistoriaBiografía

Muhammad al-Mutasim, Rey de la taifa de Almería (ca. 1038-1091).

Rey de la taifa de Almería nacido hacia 1038 y muerto el 12 de junio de 1091.

Hijo de Ma'n Ibn Sumadih, Muhammad fue el segundo rey tuchibí de la dinastía de los Banu Sumadih que reinó en Almería. Su familia, de origen árabe, se había establecido en la Península Ibérica a comienzos del siglo VIII y había establecido un reino en Huesca durante el siglo X. Por parte de madre, Muhammad fue nieto del rey de Valencia Abdel Aziz. A la muerte de Ma'n en 1052 Muhammad heredó el reino de Almería contando unos catorce años, por lo que se hizo cargo de su tutela su tío Abu Utba.

Durante su minoría, se alzó contra él el gobernador de Lorca, Ibn Sabib, que aprovechó la minoría de Muhammad y la debilidad de Abu Utba para tratar de hacerse independiente. El regente solicitó la ayuda de Badis Ibn Habbus de Granada para tratar de reducir al rebelde y los ejércitos de ambos lograron apoderarse de los castillos de Amin, Tebar, Puentes y Telí. Pero Ibn Sabib, que contaba con la ayuda de Abdel Aziz de Valencia, consiguió resistir los envites de sus atacantes y pudo consolidar la definitiva separación de Lorca y las comarcas de los Vélez y Vera del reino de Almería.

Todo esto ocurrió antes de 1054, año en el que murió Abu Utba y Muhammad finalizó su minoría. En un principio sólo tomó los títulos honorificos de Siradj al-Dawla y Muizz al-Dawla, aunque cuando vio que los demás reyes de taifas, sobre todo el rey de Sevilla, adoptaban títulos califales, tomó él mismo los títulos de al-Mutasim y al-Wathik bi-fadhli-llah, que fueron los que usó en las monedas que acuñó. A comienzos de su reinado infeudó sus dominios al rey de Granada a cambio de su protección contra los posibles enemigos exteriores. Cedió además al-Mutasim a su protector una parte del diezmo que se cobraba en Almería a los mercaderes que traficaban en su puerto; a esto se sumó una claúsula que permitía a los granadinos ejercer un control sobre dichos ingresos; esta claúsula suponía una humillación para los Banu Sumadih, que eran árabes puros, mientras que los ziríes de Granada eran beréberes.

En 1061, muerto Abdel Aziz de Valencia y sucedido por Abd al-Malik al-Muzaffar, al-Mutasim trató de arreabatar del reino de Valencia algunas fortalezas que le permanecían fieles, probablemente en Vera, que por lo visto había logrado escapar a la influencia del nuevo señor de Lorca, y para ello solicitó la concurrancia de los granadinos. Pero al-Mutasim y Badis se retiraron del combate sin intentar tomar la fortaleza cuando llegaron las tropas de Abul Hassan Yahyade Toledo, a quien al-Muzaffar había pedido ayuda.

En 1066 al-Mutasim rompió el pacto de vasallaje con Badis e intentó conquistar su reino. Según las crónicas, el instigador de este proyecto fue José, un visir judío de la corte zirí de Granada. Al-Mutasim envió a Granada a Ibn Arqam, su privado, para que desempeñase el doble papel de embajador ante los granadinos y contacto con el conspirador José, pero Ibn Arqam renunció a conjurar contra Badis, por lo que al-Mutasim envió a Granada a un hermano de su privado para que colaborase en los planes del judío José. Éste consiguió que Badis alejase de la ciudad a sus principales caudillos y después informó a al-Mutasim de que en Granada sólo quedaban jefes militares de pequeña importancia y de que él le abriría las puertas de la ciudad. El régulo almeriense entró en el reino de Granada por la comarca de Fiñana y comenzó por apoderarse de Guadix, donde recibió de José noticias apremiándole a dirigirse a Granada, pero al-Mutasim retrasó su partida de Guadix; durante este retraso José fue muerto por la plebe granadina. Cuando al-Mustasim conoció su muerte marchó a Almería dejando en Guadix a sus principales jefes militares. Mientras, Badis volvió a solicitar la ayuda de Yahya de Toledo y juntos marcharon a cercar Guadix, donde, después de un largo asedio, los oficiales de al-Mutasim ofrecieron la rendición de la plaza a cambio de sus vidas. Una vez recuperada Guadix Yahya se retiró a sus estados y Badis comenzó a invadir el reino de Almería como represalia por la acción de al-Mutasim. El rey de Almería pidió entrevistarse con el granadino para solicitar su perdón. Badis aceptó perdonar a al-Mutasim, pero a cambio le impuso pesados tributos.

Tras la muerte de Badis Ibn Habbus en 1073 Al-Mutasim encontró la ocasión propicia para vengarse de la humillación sufrida en 1066: la ciudad de Baza, que entre 1066 y 1073 había basculado entre los reinos de Toledo y Granada, queriendo desvincularse del reino de Granada ofreció su soberanía a al-Mutasim, que aprovechó la eventual guerra entre las taifas de Granada y Sevilla y la imposibilidad de atender los asuntos de Baza del nuevo rey de Granada, Abdallah Ibn Buluggin, se apoderó de Baza y de sus fortalezas circundantes, entre ellas el castillo de Siles. Abdallah de Granada firmó una tregua con al-Mutasim por la que el segundo devolvió Siles a Granada y a cambio obtuvo la fortaleza de Sant Aflay, situada entre Fiñana y Tabernas.

En 1082 al-Mutasim se enfrentó al rey de Sevilla Abul Qasim Muhammad Ibn Abbad cuando éste le disputó la fortaleza de Sorbas y otras que en las memorias de Abd Allah son mencionadas como "las fortalezas de la montaña" y que el historiador Tapia Garrido identifica como las de Mojácar, Teresa y Cabrera o los castillos de Lubrín y Tahal. La guerra entre ambos reyes no puso fin al conflicto fronterizo que había desatado los hostilidades, ya que en 1088 ambos acudieron al campamento de Aledo para solicitar arbitraje al respecto del dirigente almorávide Yusuf Ibn Tashufin, pero se sabe que en el mismo año 1082 al-Mutasim e Ibn Abbad tuvieron un encuentro amigable en las tierras de Sorbas, lo que limita el tiempo de guerra al mismo 1082. Tras la entrevista de Sorbas al-Mutasim acogió como huesped durante tres semanas al rey sevillano, que después volvió a su país.

Al-Mustasim volvió a entrar en guerra con Granada hacia 1086, cuando Abdallah Ibn Bulugin ocupó la fortaleza de al-Munturi y para evitar que el almeriense entrase en su reino, puso defensas en las fortalezas que protegían el acceso a su territorio. Se daba la circunstancia de que al-Mutasim había acogido en Almería a Samaya, que había sido visir regente de Abdallah durante su minoridad y, había sido expulsado de Granada en 1082, año en que se decretó la mayoría de edad de Abdallah. Parece ser que el odio que el rey de Granada profesaba hacia su anterior visir y el hecho de que el almeriense lo acogiese fue la causa que desató las hostilidades entre ambos reinos. El mismo rey granadino, en sus memorias, explica que fue él mismo quien propuso firmar la paz y comenzó a desmantelar las fortalezas levantadas contra su enemigo.

Probablemente Abdallh firmó la paz porque aquel año de 1086 los almorávides desembarcaron en la Península Ibérica y su líder, Ibn Tashufin, reclamó la unión de todos los musulmanes contra las fuerzas de Alfonso VI. Al-Mutasim no acudió a la batalla de Sagrajas (1086), el gran trinfo almorávide contra los cristianos, aduciendo su avanzada edad, pero en su lugar envió a su hijo Muizz al-Dawla con tropas almerienses y un gran número de regalos para el líder magrebí. También colaboró al-Mutasim con los almorávides en la toma de Aledo (1088), donde envió un artilugio de asedio con forma de elefante.

Muhammad al-Mustasim murió pocos mese antes de que los almorávides acupasen el reino de Almería y lo cedió a su hijo Muizz al-Dawla, aunque los Banu Sumadih abandonaron Almería en noviembre de 1091.

Al-Mutasim tuvo cinco hijos y una hija: Muizz al-Dawla, Obaidala, Izz al-Dawla, Abu Chafar y Omalquirán. Fue un hombre de letras que reunió en su corte a lo más granado de la intelectualidad de su época. Según las crónicas fue un monarca religioso que se rodeó de alfaquíes y cortesanos para discutir sobre los textos del Corán y las tradiciones relativas a Mahoma. Durante su largo reinado se ocupó de embellecer Almería con construcciones como el palacio de la Alcazaba y la Sumadihiya, una finca de recreo situada a la entrada del valle de Pechina; realizó además importantes obras públicas como la construcción de la primera fuente pública de la ciudad, lo que junto con su piedad y su sentido de la justicia le valió la popularidad de los almerienses.

Bibliografía

  • DOZY, R. Histoire des Musulmanes d'Espagne juste la conquete de l'Andalusie pas les Almoravides. París, 1932.

  • JOVER ZAMORA, J. M. (dir). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

  • TAPIA GARRIDO, J. A. Historia General de Almería y su Provincia. T. III. Almería Musulmana I (711-1172). Almería, 1986.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero