Mariam Mengistu Hailé (1937-VVVV). El militar que dirigió Etiopía durante la Revolución Marxista
Mariam Mengistu Hailé, nacido en 1937 en Etiopía, se erige como una de las figuras más controvertidas de la historia moderna de África. Militar de formación y político de ambición, fue una pieza clave en la Revolución Etíope de 1974, la cual resultó en el derrocamiento del emperador Haile Selasie y en el establecimiento de un régimen marxista. Durante más de una década, su figura se vinculó estrechamente con el destino del país, enfrentando no solo desafíos internos, sino también una creciente presión internacional. Su influencia en la política africana y mundial se vio reflejada en su paso por la presidencia de la Organización para la Unidad Africana (OUA), donde abogó por la autonomía de los pueblos africanos frente a las potencias extranjeras. Sin embargo, su legado está marcado por la violencia y las tragedias humanas, especialmente a través de la llamada «Campaña del Terror Rojo». Su posterior huida a Zimbabue y su condena por genocidio en 2006 dejaron una mancha indeleble en su historia personal.
Contexto de su Nacimiento y Formación
Mariam Mengistu nació en una Etiopía en plena transformación. Su educación en la Academia Militar de Holeta le proporcionó las bases necesarias para ingresar a la Tercera División del Ejército Etíope. A finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, el país estaba inmerso en una crisis económica y social, la cual generó un descontento generalizado hacia el gobierno del emperador Haile Selasie. Durante este periodo de agitación política, Mengistu, con una formación militar sólida y una creciente orientación hacia ideologías marxistas, comenzó a tomar relevancia dentro del ejército.
La situación interna del país, marcada por un gobierno monárquico, comenzó a ser cuestionada por grupos de oficiales, estudiantes y la clase trabajadora. La creciente desigualdad y el autoritarismo de la monarquía fueron elementos fundamentales que crearon el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de un régimen radical que prometiera soluciones inmediatas. Este contexto de crisis política y social jugó un papel crucial en la consolidación de Mengistu dentro de la estructura del DERG, el Comité Coordinador de las Fuerzas Armadas, que se convirtió en el motor del cambio en 1974.
Logros y Momentos Importantes de su Vida
En junio de 1974, Mengistu fue nombrado miembro del DERG, un comité militar que se alzó contra el régimen de Haile Selasie. En ese momento, el país atravesaba una grave crisis debido a la falta de comida, el desempleo, y la creciente desconfianza en la monarquía. La intervención del ejército fue el catalizador para lo que muchos consideraron un giro en la historia de Etiopía. Mengistu, dentro del DERG, tuvo un papel fundamental en los eventos que llevaron a la destitución del emperador y el establecimiento de una dictadura militar.
En noviembre de 1974, Mengistu logró hacerse con la jefatura del Comité Ejecutivo del DERG, lo que marcó el comienzo de su ascenso al poder absoluto. Este periodo fue testigo de una transformación radical del país, impulsada por la ideología marxista-leninista que Mengistu adoptó con entusiasmo. En 1977, se consolidó como presidente del Consejo de Ministros, y al año siguiente asumió la presidencia del Estado de Etiopía, dando inicio a un régimen de corte soviético que se mantuvo durante más de una década.
Entre los momentos más trascendentales de su vida política, destaca su intervención en la Organización para la Unidad Africana (OUA), donde asumió la presidencia en 1983. Su discurso ante la OUA fue contundente: instó a los países africanos a rechazar las bases militares extranjeras y acusó a los Estados Unidos de impedir que los pueblos africanos fuesen dueños de su destino. Esta postura reflejaba su ideología pro-soviética y su lucha contra la injerencia de las potencias occidentales en los asuntos africanos.
Impacto en la Sociedad y su Tiempo
La era de Mengistu fue una de profundos cambios para Etiopía. Su gobierno adoptó políticas radicales en un intento por transformar la estructura económica y social del país, basándose en principios marxistas. Su régimen implementó una serie de reformas agrarias que buscaban redistribuir las tierras entre los campesinos, pero el proceso se acompañó de represiones brutales que incluyeron la ejecución de opositores y la eliminación de lo que el gobierno consideraba «enemigos del pueblo». Esta política se materializó en la temida «Campaña del Terror Rojo», que entre 1977 y 1978, resultó en miles de muertes, incluidas las de figuras prominentes de la sociedad etíope.
El impacto de su gobierno se sintió no solo en la estructura interna del país, sino también en las relaciones internacionales de Etiopía. Su cercanía con la Unión Soviética permitió que el régimen recibiera apoyo militar y económico, lo que a su vez intensificó la confrontación con las fuerzas guerrilleras que operaban en diversas regiones del país, como Eritrea y Tigray. Además, las críticas a las potencias occidentales y su postura en la OUA reflejaron un intento por posicionar a Etiopía como un líder dentro del bloque socialista africano.
Sin embargo, su régimen no estuvo exento de fallos. La falta de estabilidad económica, las crecientes luchas internas y la presión de las guerrillas en el norte fueron minando la fortaleza de su gobierno. La intervención soviética y la llegada de la Perestroika en la Unión Soviética marcaron un cambio en las dinámicas internacionales, lo que afectó directamente la posición de Mengistu, quien pasó a ser considerado un aliado incómodo de Moscú.
Legado y Controversias Posteriores
El legado de Mengistu está profundamente marcado por la violencia y la represión. Su mandato es recordado por las atrocidades cometidas durante la «Campaña del Terror Rojo», una de las fases más oscuras de la historia reciente de Etiopía. La condena que sufrió en 2006 por genocidio, junto a otros miembros de su gobierno, refleja el peso de las decisiones tomadas durante su mandato. En su juicio, Mengistu fue declarado culpable de la muerte de miles de personas, lo que evidenció la magnitud de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante su gobierno.
Sin embargo, su figura sigue siendo un tema de debate. Algunos lo consideran un líder que luchó por la autonomía africana y la justicia social, mientras que otros lo ven como un dictador que sumió a Etiopía en el caos y la violencia. La controversia en torno a su legado ha sido alimentada por su exilio en Zimbabue, donde vive en relativa tranquilidad mientras enfrenta cargos que le vinculan con crímenes de lesa humanidad. Su figura es utilizada de manera polarizada: algunos lo recuerdan como un símbolo de resistencia ante el colonialismo y la injerencia extranjera, mientras que otros lo señalan como responsable de las tragedias que asolaron al pueblo etíope.
Reflexión Final: Un Legado Controvertido
La figura de Mariam Mengistu Hailé continúa generando reflexión y análisis en el ámbito político y académico. Su vida y su obra siguen siendo objeto de debate, especialmente en el contexto de las políticas que él implementó y las repercusiones de su régimen en la sociedad etíope. Si bien su influencia en la política africana no puede ser ignorada, el costo humano de sus decisiones y su violación de los derechos humanos dejan una huella que se discute hasta el día de hoy.
El caso de Mengistu invita a la reflexión sobre el precio del poder, la ideología y el sacrificio humano. A pesar de su dimisión en 1991 y su posterior exilio, su historia sigue siendo un testimonio de los dilemas políticos y las contradicciones que marcaron una etapa crucial en la historia de Etiopía y de África en general.