Robert Wise (1914-2005). El director visionario que revolucionó el cine estadounidense
El nombre de Robert Wise está indisolublemente ligado a la historia del cine estadounidense del siglo XX. Nacido el 10 de septiembre de 1914 en Winchester (Indiana) y fallecido el 14 de septiembre de 2005 en Los Ángeles, Wise destacó como director, productor, actor y montador, logrando que su sello personal trascendiera la pantalla y perdurara en la memoria colectiva. Su versatilidad y pasión por el séptimo arte lo llevaron a convertirse en un referente de la industria cinematográfica, capaz de adaptarse a géneros tan diversos como el cine negro, el western, la ciencia ficción, el musical y el drama. Su obra no solo fue reconocida por la crítica y la taquilla, sino que también contribuyó a transformar los cánones de la narrativa audiovisual en la segunda mitad del siglo XX.
Contexto de su nacimiento y formación
Robert E. Wise nació en una pequeña localidad del estado de Indiana, en el seno de una familia modesta que enfrentó las dificultades de la Gran Depresión. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Winchester, donde el cine se convirtió en una ventana de escape y fascinación para el joven Wise. La vida cotidiana en esta ciudad estadounidense, caracterizada por un ambiente rural y la sencillez de sus habitantes, forjó en él una sensibilidad artística que, inicialmente, se canalizó hacia la literatura. Su deseo de ser periodista lo llevó a matricularse en el Franklin College, donde empezó a soñar con las palabras y las historias. Sin embargo, la crisis económica que sacudió a su familia lo obligó a abandonar los estudios y a buscar trabajo para contribuir a la economía doméstica.
La oportunidad de entrar en el mundo del cine se presentó gracias a su hermano David, que trabajaba como contable en la RKO. Con apenas diecinueve años, Robert ingresó en los estudios cinematográficos como recadero, iniciando un recorrido que cambiaría para siempre su destino. En aquellos primeros años, los platós de la RKO eran un hervidero de creatividad e innovación, y Wise supo aprovechar cada ocasión para aprender y demostrar su talento.
Logros y momentos importantes de su vida
La trayectoria de Robert Wise en el cine comenzó en los departamentos de sonido y música, donde se destacó por su minuciosidad y su sentido narrativo. Su primer crédito oficial llegó con el montaje del corto A Trip Through Fijiland, un proyecto que evidenció su capacidad para contar historias con precisión y emoción. Sin embargo, su consagración como montador llegaría en 1941, cuando Orson Welles lo eligió como el montador de la legendaria película Ciudadano Kane. Esta colaboración no solo consolidó su reputación en Hollywood, sino que también le permitió formar parte de un proyecto que transformó las reglas de la cinematografía con sus innovadoras técnicas narrativas y visuales.
El salto de Wise a la dirección se produjo de manera inesperada. Durante el rodaje de The Curse of the Cat People (1944), el director original fue despedido y Robert asumió la responsabilidad de completar la película. A partir de entonces, comenzó a dirigir largometrajes de serie B que, sin embargo, revelaban su habilidad para imprimir carácter y solidez a cada historia. Obras como Born to Kill (1947) y The Set-Up (1949), por la que obtuvo el Premio de la Crítica del Festival de Cannes, fueron algunos de los primeros éxitos que cimentaron su prestigio como cineasta.
En los años cincuenta, Wise consolidó su posición como uno de los directores más sólidos de la industria. Dirigió películas de géneros tan dispares como el western, con La ley de la horca (1955), el drama histórico Helena de Troya (1955) y el cine negro con ¡Quiero vivir! (1958), esta última aclamada por su estilo realista y comprometido.
El reconocimiento mundial le llegó con dos de las películas más icónicas de la historia del cine: West Side Story (1961) y Sonrisas y lágrimas (1965). Ambas no solo se convirtieron en éxitos de taquilla, sino que también le valieron sendos premios Oscar a la mejor película y a la mejor dirección. Wise demostró que podía abordar con igual destreza los ritmos vibrantes de un musical y la ternura de una historia autobiográfica, siempre con una mirada innovadora y humana.
No obstante, Wise nunca se encasilló en un solo género. Su filmografía incluye auténticas joyas como Ultimátum a la Tierra (1951), una película de ciencia ficción con un poderoso mensaje pacifista, y Star Trek (1977), la adaptación cinematográfica de la mítica serie televisiva que marcó un hito en el género y que dio lugar a varias secuelas.
Impacto en la sociedad y su tiempo
La obra de Robert Wise dejó una huella profunda en la sociedad y la industria cinematográfica. Su versatilidad lo convirtió en un director que supo captar las pulsiones de su tiempo y trasladarlas a la gran pantalla. Películas como Ultimátum a la Tierra abordaron temáticas de gran resonancia en la Guerra Fría, como el miedo a la aniquilación nuclear y la necesidad de un entendimiento entre las potencias. Con West Side Story, llevó a la pantalla las tensiones raciales y sociales de la juventud urbana estadounidense, mientras que Sonrisas y lágrimas ofrecía un mensaje de esperanza y resistencia frente a la adversidad.
Wise también influyó en las estructuras de producción y narración cinematográfica, consolidando un estilo de dirección que combinaba la solidez técnica con una gran sensibilidad artística. Como director de actores, supo crear atmósferas de colaboración y confianza, logrando interpretaciones memorables que enriquecieron sus películas y redefinieron los cánones interpretativos de Hollywood.
Además, su trabajo como montador se convirtió en un referente para toda una generación de cineastas. La precisión de su montaje, la fluidez de sus narraciones y su dominio del ritmo narrativo sentaron las bases para muchas de las técnicas que se utilizarían en décadas posteriores.
Legado y controversias posteriores
La figura de Robert Wise ha sido objeto de revisiones y análisis a lo largo de los años. Su legado como uno de los grandes artesanos del cine estadounidense es indiscutible, y sus películas siguen siendo estudiadas en escuelas de cine y admiradas por cinéfilos de todo el mundo. Sin embargo, también ha habido debates sobre su tendencia a la diversidad de géneros y su disposición a asumir proyectos de corte comercial. Algunos críticos lo han acusado de falta de un estilo propio o de renunciar a una voz autoral más definida en favor de las exigencias de la industria.
Pese a estas controversias, lo cierto es que Wise demostró que la versatilidad y el dominio de los recursos cinematográficos no son sinónimos de superficialidad. Su capacidad para adaptarse a cualquier género y mantener altos estándares artísticos le permitió contribuir de manera sustancial al desarrollo del cine moderno. Su trabajo en películas como The Set-Up o The Haunting (1963) continúa siendo objeto de análisis por su atmósfera y su manejo del suspense, elementos que revelan la profundidad y la complejidad de su estilo.
En tiempos recientes, el cine de Wise ha sido reivindicado como un ejemplo de la profesionalidad y la ética de trabajo que caracterizó a los grandes estudios de la era dorada de Hollywood. Su disposición a experimentar con nuevos géneros y técnicas lo convierte en una figura de referencia para las generaciones actuales, que ven en su trayectoria un modelo de integridad y creatividad.
Perspectivas actuales sobre su figura
La vigencia de la obra de Robert Wise se refleja en la influencia que sigue ejerciendo en el cine contemporáneo. La claridad de su narración, su dominio del lenguaje visual y su respeto por el público continúan siendo valores admirados y buscados por directores de todas las latitudes. Además, su vida y su carrera plantean interrogantes sobre la relación entre la creación artística y las dinámicas industriales del cine, un tema que cobra cada vez más relevancia en la era de las plataformas digitales y la producción globalizada.
Wise dejó un legado que desafía las categorizaciones simples. Su afirmación en el seminario del American Film Institute, donde señaló que lo único que importaba era la calidad y la originalidad del material, resume la filosofía que guio su carrera y que sigue resonando en la actualidad. Lejos de limitarse a un solo estilo o a un solo género, Robert Wise se mantuvo siempre abierto a la experimentación y al aprendizaje, demostrando que la pasión por el cine es, en última instancia, el motor que impulsa las grandes obras.
En este sentido, su figura invita a reflexionar sobre la importancia de la curiosidad y la disposición al riesgo en el arte cinematográfico. Su legado, lejos de ser un monumento estático, continúa siendo una fuente de inspiración y debate, recordándonos que el cine no es solo un espectáculo, sino también un arte capaz de transformar la mirada de quienes lo crean y de quienes lo disfrutan.