Víctor Ullate (1947-VVVV). El pionero del ballet contemporáneo español que llevó la danza a nuevas alturas
Víctor Ullate (1947-VVVV). El pionero del ballet contemporáneo español que llevó la danza a nuevas alturas
Víctor Ullate es un nombre que
resuena con fuerza en el mundo de la danza clásica, no solo en España
sino internacionalmente. Nacido en Zaragoza el 9 de mayo de 1947, su
carrera se ha forjado a través de una extraordinaria combinación de
talento natural, dedicación incansable y una visión única que lo ha
convertido en un referente del ballet contemporáneo. Como bailarín,
coreógrafo, maestro y director artístico, Ullate ha sido una figura
fundamental para el desarrollo del ballet en España y, en especial,
para la difusión y modernización de esta disciplina.
Contexto de su Nacimiento y Formación
En pleno auge del franquismo y una
España que aún luchaba por salir de la posguerra, el entorno de Víctor
Ullate fue crucial para moldear su carácter y visión del arte.
Zaragoza, su ciudad natal, no era precisamente el centro de la danza
clásica, pero su interés por el ballet lo llevó a desplazarse a Madrid,
donde comenzó su formación en la Escuela de María de Ávila. Fue ahí
donde se gestó el primer capítulo de una carrera que marcaría la danza
en el país. Su inicio en la danza fue temprano, comenzando en 1961, una
época donde las opciones para formarse en ballet en España eran
limitadas.
No obstante, el joven Ullate tuvo
la suerte de asistir al Teatro de la Zarzuela de Madrid en 1964 para
presenciar la visita de Maurice Béjart y su compañía, el Ballet du XXe
Siècle. Esta experiencia resultó ser un punto de inflexión en su vida.
Tras audicionar para la compañía de Béjart, Ullate no solo logró un
puesto, sino que fue contratado en tan solo 15 días. La influencia de
Béjart y su enfoque revolucionario sobre la danza marcarían
profundamente su carrera.
Logros y Momentos Importantes de su Vida
El trabajo de Víctor Ullate no se
limitó solo a su papel como bailarín, sino que se expandió rápidamente
hacia la coreografía y la dirección artística. Durante su tiempo en el
Ballet du XXe Siècle, Ullate se destacó en varios ballets de Béjart,
como Ni Fleurs ni Couronnes (1968), Offrande Chorégraphique (1971) y Nijinsky, Clown de Dieu
(1971), entre otros. Estos trabajos no solo pusieron a Ullate en el
radar de la danza internacional, sino que también lo transformaron en
un intérprete excepcional. Su habilidad para asumir roles complejos y
emocionalmente cargados, como L’Oiseau de Feu o Le Sacre du Printemps, le permitió destacar en el repertorio clásico más exigente.
Además, su carrera se extendió a
escenarios internacionales, siendo invitado a colaborar con el Ballet
Clásico de Francia, el London Festival Ballet, el Ballet Nacional de
Canadá y el Ballet Nacional de Cuba. En estos escenarios, Ullate
interpretó papeles emblemáticos como el Pájaro Azul de La Bella Durmiente, con coreografía de Rudolf Nureyev, el Espíritu de la Rosa en El Espectro de la Rosa, y Mercutio en la versión de Romeo y Julieta
de John Cranko. La influencia de estos grandes nombres, como Nureyev,
sin duda contribuyó a la formación artística de Ullate, quien se
perfilaba cada vez más como un artista completo.
En 1979, Ullate regresó a España para asumir la dirección artística del recién creado Ballet Nacional de España-Clásico, puesto que ocupó hasta 1983. Durante su gestión, coreografió varias obras notables, entre ellas Paso a Dos (Saint-Saëns, 1980) y Rapsodia Portuguesa
(Halfter, 1981). Este fue un paso crucial para el desarrollo de la
danza clásica en España, ya que Ullate comenzó a dar forma a una
tradición española dentro del ballet moderno.
Impacto en la Sociedad y su Tiempo
Víctor Ullate no solo fue un
bailarín destacado, sino que también tuvo una profunda influencia en la
sociedad española a través de su trabajo en la educación y la promoción
de la danza. En 1983, fundó el Centro de Danza Víctor Ullate
en Madrid, una institución que se convirtió en un pilar fundamental
para la formación de nuevas generaciones de bailarines. A través de
esta escuela y su compañía, que fue respaldada por el Ministerio de
Cultura, Ullate proporcionó una plataforma para la danza clásica en
España, desarrollando obras como Arraigo (Maesso, 1988) y Amanecer (Mendelssohn, 1988), que consolidaron su reputación como coreógrafo.
La relación de Ullate con la
Comunidad de Madrid, que en 1996 le otorgó el estatus de compañía
oficial, es un testamento de su importancia dentro de la cultura
española. Coreografió numerosas obras para la compañía, como Psicosis (Herman, 1990), De Madrid al Cielo (Chueca, 1991) y El Amor Brujo
(Falla, 1994), que fue finalista en los premios de coreografía de 1995.
Estas piezas fueron fundamentales no solo para la danza, sino también
para la preservación y modernización de la tradición cultural española,
fusionando elementos del ballet clásico con la música y la danza
folclórica española.
Legado y Controversias Posteriores
A lo largo de su carrera, Víctor Ullate se ha ganado numerosos premios, entre ellos el prestigioso Premio Nacional de Danza del Ministerio de Cultura (1989), la Medalla de las Bellas Artes (1996) y la Medalla de Honor del Festival Internacional de Música y Danza de Granada
(1998). Estos galardones, junto con su influencia en la danza, le han
asegurado un lugar destacado en la historia cultural de España. Sin
embargo, también ha sido objeto de críticas y controversias,
especialmente respecto a sus decisiones artísticas y a la forma en que
gestionó su carrera. Algunos críticos han señalado su enfoque muy
tradicionalista en ciertos momentos, mientras que otros valoran su
esfuerzo por mantener el equilibrio entre la vanguardia y la tradición.
La figura de Ullate ha sido
interpretada de diversas maneras, pero es indiscutible que su
influencia en el ballet y su contribución al panorama cultural español
son incuestionables. En años posteriores, su trabajo sigue siendo una
referencia para los jóvenes bailarines y coreógrafos que aspiran a
alcanzar la excelencia en la danza clásica y contemporánea.
El Pionero de la Danza Española
Víctor Ullate ha logrado mucho más
que convertirse en una estrella de la danza. Su vida y obra siguen
siendo una fuente de inspiración y reflexión. La creación de la Fundación para la Danza Víctor Ullate
en 2000, con el objetivo de fomentar la formación de bailarines y la
promoción de la danza en sus diversas formas, refleja el compromiso de
Ullate con su legado. A través de su fundación, ha trabajado para
asegurar que la danza clásica siga siendo una disciplina viva,
accesible para las futuras generaciones.
Su
carrera, marcada por su visión artística y su capacidad para enfrentar
desafíos personales y profesionales, deja una huella indeleble en la
historia de la danza. El arte de Ullate sigue provocando debates,
inspirando nuevas creaciones y renovando la importancia de la danza
clásica en un mundo que siempre busca fusionar lo antiguo con lo
moderno. La figura de Víctor Ullate, lejos de desvanecerse con el paso
del tiempo, sigue siendo un punto de reflexión sobre cómo el arte puede
trascender generaciones, continentes y estilos.