Rafael Soto Moreno (1940-VVVV). El toreo gitano que dejó huella en la historia de la tauromaquia

Rafael Soto Moreno, conocido en el mundo taurino como «Rafael de Paula», es uno de los matadores de toros más singulares y enigmáticos que ha dado España. Nacido en Jerez de la Frontera, Cádiz, el 11 de febrero de 1940, su vida y carrera están marcadas por la irregularidad y la genialidad. Con una capacidad única para crear momentos de arte sublime en la plaza, pero también una tendencia a la inestabilidad, su figura ha dejado una huella profunda en el corazón de los aficionados al toreo, especialmente en Andalucía. Su toreo, influenciado por el flamenco y su herencia gitana, ha sido alabado por muchos, pero también criticado por su falta de consistencia en ciertos momentos clave de su carrera.

Contexto de su Nacimiento y Formación

Rafael de Paula nació en el emblemático barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera, una ciudad con una rica tradición taurina que influyó de manera significativa en su carrera. Desde niño, estuvo rodeado por el ambiente de la tauromaquia, pero no fue hasta los 16 años que comenzó a formarse como torero. En sus primeros años, su formación fue más casual, y no mostró la precocidad habitual de muchos grandes toreros. Fue en la dehesa del ganadero Fermín Bohórquez donde comenzó a tomar contacto con el capote, y su potencial fue rápidamente reconocido por los aficionados que presenciaron sus primeros lances.

El joven Rafael Soto decidió enfundarse el traje de luces y debutó en la plaza de toros de Ronda el 9 de mayo de 1957. Su trayectoria comenzó con novilladas y en el año siguiente, en 1958, se presentó en su Jerez natal, donde se enfrentó a un encierro de la ganadería de Juan Belmonte. Este fue un momento clave en su carrera, pues el propio Juan Belmonte, considerado uno de los mayores genios del toreo, fue quien respaldó a Rafael de Paula desde el principio, viendo en él un potencial para conmover a la afición con su toreo inspirado.

Logros y momentos importantes de su vida

A lo largo de su carrera, Rafael de Paula vivió altibajos marcados por momentos de gloria y otros de frustración. En 1960, tras haber participado en varias novilladas y obteniendo un modesto éxito, recibió su alternativa en la plaza de Ronda, apadrinado por el matador madrileño Julio Aparicio Martínez y con Antonio Ordóñez Araujo como testigo. Aquella tarde, en la que se enfrentó a un toro de don Atanasio Fernández, dejó una primera impresión brillante, ganándose la admiración de los presentes. Sin embargo, a pesar de esta prometedora alternancia, las siguientes temporadas fueron difíciles para él. En los años 1960 y 1961, apenas logró destacarse en la profesión, entrando en una fase de estancamiento.

El punto de inflexión en su carrera llegó el 28 de junio de 1964, cuando se encerró en solitario en su Jerez natal con seis toros de la ganadería de Salvador Guardiola. Aquella tarde, desorejó a varios toros y obtuvo un éxito rotundo, consolidándose como una figura regional del toreo. Aunque su carrera nunca alcanzó la cumbre que algunos predecían, se ganó el cariño de la afición andaluza, donde su toreo flamenco y su duende gitano calaron hondo.

En 1974, tras catorce años de estar alejado de Las Ventas, decidió confirmar su alternativa en la plaza de Madrid. En esta ocasión, el joven torero se presentó junto a José Luis Feria Fernández y Avelino Julio Robles Hernández. Aunque no alcanzó la brillantez que muchos esperaban de él, su entrega y su torero particular lograron un reconocimiento en la afición madrileña. En el mismo año, tuvo la oportunidad de torear en Vista Alegre junto a los grandes Antonio Mejías Jiménez, «Antonio Bienvenida», y Francisco Romero López, «Curro Romero», con quien compartía el estilo de toreo artístico pero irregular.

Impacto en la Sociedad y su Tiempo

El impacto de Rafael de Paula en la tauromaquia española fue profundo, pero en ocasiones complejo. Su estilo, con un aire de improvisación y un toque de duende gitano, le permitió conectar emocionalmente con la afición, especialmente con los espectadores andaluces. Sin embargo, su carrera estuvo marcada por la irregularidad, algo que ha sido tanto su mayor virtud como su mayor obstáculo. Su toreo, que rozaba la genialidad, a menudo se veía eclipsado por fallos en su ejecución o por la falta de capacidad para mantener la intensidad durante toda la faena.

La crítica taurina, con figuras como José Bergamín, elevó su estilo a las alturas del arte, al comparar su toreo con «la música callada». No obstante, la falta de constancia y sus problemas con el manejo del acero impidieron que «Rafael de Paula» llegara a estar entre los grandes del toreo en el mismo nivel que otros contemporáneos, como José Luis Galloso o Antonio Bienvenida.

Legado y Controversias Posteriores

El legado de Rafael Soto Moreno, más conocido como Rafael de Paula, es una mezcla de admiración y controversia. Sus faenas memorables, como las que protagonizó en Jerez de la Frontera en 1979 o en Madrid en 1987, siguen siendo un referente en la historia del toreo. En estas ocasiones, su capacidad para crear momentos de emoción pura, como el faenón ante el toro «Corchero», lo consolidó como un torero único y especial. Sin embargo, su carrera estuvo salpicada por altibajos y por un episodio de gran controversia personal: su implicación en un proceso judicial que lo llevó a prisión por un ataque de celos hacia su esposa.

El incidente fue un giro inesperado en la vida del torero, quien tras cumplir su condena, regresó a los ruedos en contadas ocasiones, pero su carrera ya estaba marcada por la falta de estabilidad tanto profesional como personal. A pesar de ello, su figura sigue siendo venerada en los círculos taurinos, y su homenaje en Las Ventas en 2006, a pesar de sus dificultades económicas y personales, mostró la admiración de la afición hacia un torero cuya trascendencia está más allá de los resultados en los ruedos.

Reflexiones sobre su Legado

El caso de Rafael de Paula invita a la reflexión sobre la naturaleza del arte taurino. A pesar de sus fallos, de sus decisiones erráticas y de sus limitaciones, dejó un legado de inspiración. El toreo de Paula fue como una melodía que solo algunos podían entender en toda su profundidad, y aunque su carrera no fue la más brillante en términos de resultados, sí fue una de las más apasionantes. La figura de Rafael de Paula es una de esas que genera debate: ¿es el toreo más importante que los triunfos en las plazas? ¿Es su arte suficiente para dejar una huella en la historia de la tauromaquia?

Rafael de Paula sigue siendo un personaje fascinante, cuya historia es un reflejo de los altibajos de una carrera marcada por la genialidad, la pasión y la tragedia. Su figura sigue siendo un referente para todos aquellos que aman el toreo desde el fondo del alma.