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LiteraturaBiografía

Ycaza Tigerino, Julio (1919-2001).

Poeta, ensayista, abogado y político nicaragüense, nacido en Estelí (capital del departamento homónimo) el 21 de octubre de 1919, y fallecido en Managua el 18 de abril de 2001. Humanista fecundo y polifacético, revestido de una sólida formación intelectual, desplegó a lo largo de toda su vida una fructífera actividad literaria, filosófica y política que le sitúa entre las figuras cimeras del panorama social y cultural centroamericano del siglo XX.

Vida

Impulsado desde su temprana juventud por un vivo amor hacia el estudio, cursó su formación secundaria en el Colegio Centro-América, sito en la localidad nicaragüense de Granada y regentado por los padres jesuitas. Ya en posesión del título de bachiller, pasó a la ciudad de León para cursar estudios superiores de Leyes, carrera que concluyó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Managua, de donde egresó con una licenciatura que le habilitaba para ejercer la abogacía. Al tiempo que cumplía con sus obligaciones estudiantiles, Julio Ycaza empezó a mostrar su acusada inclinación hacia la escritura creativa, que le llevó a integrarse en los principales foros y cenáculos literarios de Managua. Así, además de pertenecer a la Cofradía de Escritores y Artistas Católicos del Taller de San Lucas, asumió en 1940 el cargo de secretario general del colectivo de autores integrado, entre otros escritores nicaragüenses ya consagrados, por el poeta y ensayista Luis Alberto Cabrales (1901-1974), el gran poeta vanguardista José Coronel Urtecho (1906-1985) y el también vanguardista y folclorista Pablo Antonio Cuadra (1912-2002).

En el transcurso de aquel mismo año de 1940, Ycaza Tigerino fue detenido, encarcelado y deportado a la isla del Maíz, de la que no se le permitió salir hasta 1941. Regresó entonces a Managua y volvió a matricularse en la Universidad Central para obtener, en 1942, el título de doctor, y al año siguiente marchó a Chile para ampliar allí sus conocimientos de Leyes y especializarse en Derecho del Trabajo. En el país andino comenzó a colaborar con cierta asiduidad en algunas publicaciones periódicas, entre las que destaca la revista Estudios, dirigida por su maestro Jaime Eyzaguirre; a raíz de estos primeros escritos, adquirió un notable prestigio intelectual y empezó a recibir invitaciones para colaborar en otras publicaciones hispanoamericanas e impartir conferencias en diversos países de habla hispana. Así, tras una fructífera estancia en Buenos Aires, cruzó el Atlántico y llegó a España en 1946, donde tomó parte activa en el XIX Congreso Mundial de Pax Romana, en calidad de delegado oficial de Nicaragua, que envió una delegación integrada por diez representantes (Rafael Paniagua Rivas, Pablo Antonio Cuadra Cardenal, Carlos Molina Argüello, Manuel Pérez Alonso, León Pallais Godoy, Federico Argüello, Carlos Martínez Rivas, José Adnán Guerra Molina, José Dampiels y el propio Julio Ycaza Tigerino).

Afincado en la capital de España, aprovechó este viaje para seguir ampliando sus conocimientos y consolidar definitivamente su prestigio intelectual, que quedó bien plasmado en la conferencia que impartió, en diciembre de 1946, en la Universidad Central de Madrid, bajo el título de "Génesis de la independencia hispanoamericana". Al año siguiente, el texto de esta disertación fue publicado en las páginas de la revista Alférez, en la que pronto volvieron a aparecer otros artículos ensayísticos de Ycaza Tigerino, centrados casi todos ellos en el tema de la Hispanidad y en el lugar que -en opinión del autor nicaragüense- debía ocupar España "en la magna misión redentora de superar la crisis de Occidente" (téngase en cuenta que, por aquel entonces, el mundo entero trataba de recuperarse de los devastadores efectos de una atroz conflagración bélica internacional). También colaboró asiduamente en la Revista de Estudios Políticos (de Madrid), y, ya convertido en uno de los grandes especialistas universales en lo referido a las relaciones entre España e Hispanoamérica, durante los meses de abril y mayo de 1949 dictó diez conferencias en el marco de los "Cursos de Problemas Contemporáneos", organizados por el Instituto de Cultura Hispánica en colaboración con el Patronato Saavedra Fajardo (perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

A su regreso a Nicaragua (1950), Ycaza Tigerino se incorporó a la carrera judicial y empezó a desplegar una intensa actividad política que le situó a la cabeza de los ideólogos del Partido Conservador, en el que había formalizado su ingreso tan pronto como hubo retornado a su país natal. A partir de entonces, su presencia constante en la vida pública de su nación le condujo hasta el Parlamento de Nicaragua, en calidad de diputado, en dos etapas distintas (1957-1967 y 1972-1979); y le deparó otras misiones políticas de alta responsabilidad, como la desempeñada en el seno de la Delegación del Gobierno de Nicaragua enviada la XIV Asamblea de las Naciones Unidas (a la que acudió como representante del Partido Conservador), o la que llevó a cabo en septiembre de 1965 como integrante de la Delegación del Congreso Nacional en la 54ª Conferencia de la Unión Interparlamentaria Mundial, celebrada en la ciudad canadiense de Otawa.

Al mismo tiempo, su dimensión de escritor e intelectual le introdujo en las principales instituciones culturales y académicas de Nicaragua. El día 5 enero de 1954 ingresó como miembro de número en la Academia Nicaragüense de la Lengua, donde pronunció un lúcido y elocuente discurso -fruto de su brillante dedicación a la crítica literaria- sobre la obra del mayor poeta nicaragüense de todos los tiempos ("Los nocturnos de Rubén Darío"); y al cabo de diez años (1964) fue nombrado Secretario Perpetuo de dicha institución. Además, Julio Ycaza Tigerino ha sido Presidente del Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica; miembro del Instituto de Estudios Políticos de Madrid y de la Asociación Internacional de Sociología; y fundador y director de la revistar Encuentro, editada por la Universidad Centroamericana.

Relegado de nuevo en la década de los ochenta a raíz del triunfo en Nicaragua de la Revolución Sandinista, fue otra vez víctima de la persecución política y el encarcelamiento, ahora por su defensa airada de su ideología católico-conservadora. Finalmente, su figura y su obra fueron rehabilitadas tras la llegada al poder de la Unión Nacional Opositora (UNO), liderada por Violeta Barrios de Chamorro; y en 1999, cuando el escritor de Estelí alcanzó la condición de octogenario, la delicada situación por la que atravesaba su país -recientemente devastado por el huracán Mitch- no impidió que Julio Ycaza Tigerino fuera objeto de numerosos homenajes tributados al unísono por la prensa y las instituciones culturales y políticas nicaragüenses. A su muerte, sobrevenida en la primavera de 2001, dejaba atrás una lúcida y extensa producción literaria y reflexiva compuesta por treinta y tres obras (entre libros y separatas) y centenares de artículos publicados en periódicos y revistas de todo el mundo.

Obra

En opinión de la crítica especializada, Julio Ycaza Tigerino fue "uno de los pocos pensadores de Nicaragua a nivel continental" (vid. infra, en "Bibliografía", Jorge Eduardo Arellano). Empeñado en reflexionar sobre la crisis cultural y espiritual de Occidente con mayor dedicación y hondura que cualquier otro analista centroamericano, fue asimismo un estudioso tenaz y meticuloso del concepto de Hispanidad y de las raíces históricas, culturales y políticas de los pueblos americanos de habla hispana. Y, al mismo tiempo, supo abstraerse de estas arduas cuestiones para ir pergeñando en silencio una honda y emotiva producción poética que, partiendo de la exaltación lírica del paisaje de su país, avanza hacia innovadoras posiciones temáticas y estéticas que preludian el quehacer de otros grandes poetas nicaragüenses contemporáneos, como Ernesto Cardenal.

Ensayo

Siempre en la brecha abierta por los polemistas, Ycaza Tigerino aborda su estudio de la Hispanidad desde una tensión que, sostenida por la brillantez y tersura de su prosa, busca el enfrentamiento directo con las nociones o las ideas ya acuñadas, pero nunca la diatriba ad hominem; dicho de otro modo, la suya es una polémica abierta en torno a las ideas, los principios, los mitos, los dogmas y los postulados políticos, sociales y culturales que han ido conformando, desde cualquiera de sus aspectos, el concepto de Hispanidad, pero no un ataque frontal contra las propuestas de un pensador concreto o una escuela determinada.

En lo tocante a este magno y complejo tema de la Hispanidad y su implicación en la historia de Occidente, la obra ensayística del escritor nicaragüense es deudora, en parte, del legado de otros pensadores como el historiador y economista británico Arnold Joseph Toynbee (1889-1975) y el filósofo alemán Oswald Spengler (1880-1936). Influido por sus métodos y propuestas, Julio Ycaza aborda el tema desde diferentes perspectivas, en una búsqueda tenaz de las posibilidades reales de los pueblos hispánicos en función de la Historia Universal (que le condujo, entre otras conclusiones, a atribuir a España esa "misión redentora de superar la crisis de Occidente", a través de sus relaciones con Hispanoamérica). Ycaza sistematizó el concepto de Hispanidad en una visión global de una comunidad de naciones que tenían unas mismas exigencias y un mismo destino histórico, bien matizados en un discurso que pronunció el día 12 de octubre de 1961, en el que habló de "drama", "dolor" y "misión". Para el pensador nicaragüense, la Hispanidad es dramática en la medida en que se aleja del mundo moderno por culpa de su apego y fidelidad al cristianismo, vínculo que la presenta como un elemento hostil frente al racionalismo de la sociedad contemporánea; pero, en su afán de polémica, Ycaza no reduce esta visión a una mera profesión de su fe católica, ya que busca también una lectura política: "su sentido de la igualdad humana [el de la Hispanidad cristiana] la hace abominable a los usufructuarios del imperialismo económico y político del mundo actual, a los discriminadores de razas y pueblos de nuestra época paradójicamente antropocéntrica".

Asimismo, la experiencia unitaria de la Hispanidad es dolorosa porque los pueblos que la integran, debido a su incapacidad para adaptarse al racionalismo frío y materialista de la sociedad contemporánea, tratan desesperadamente de evadirse de la Historia por las vías -casi siempre insensatas y cruentas, según el pensador nicaragüense- de la revolución y la anarquía ("el hombre hispánico, portador de valores espirituales que están de baja en el mercado social y político del mundo de hoy, padece soledad al no encajar en las estructuras de la sociedad deshumanizada y mecanizada de nuestro tiempo"). Por eso la conclusión de Ycaza Tigerino -en plena coherencia con su fe religiosa- apunta necesariamente a la idea de misión: los valores que encierran los pueblos hispánicos son eternos, y en tal condición deben ser nuevamente asumidos por la conciencia de la humanidad, lo que salvaría no sólo al cristianismo, sino también -siempre según su personal punto de vista- a la civilización occidental.

Estas y otras ideas similares de Julio Ycaza Tigerino hallan un amplio desarrollo en sus libros y artículos titulados "Génesis de la Independencia Hispanoamericana" (en rev. Alférez [Madrid], 1947); "La Hispanidad en retórica" (en Alférez [Madrid], nº 3 [1947]); "Sentido y ubicación de México" (en Alférez [Madrid], nº 4 [1947]); "Notas sobre la Hispanidad" (en Alférez [Madrid], nº 9-10 [1947]); Sociología de la política hispanoamericana (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1950); Originalidad de Hispanoamérica (Madrid: Cultura Hispánica [Cuadernos de monografías, nº 9], 1952); Hacia una sociología hispanoamericana (Madrid: Cultura Hispánica [Cuadernos de Monografías, Temas Políticos, vol. 15], 1958); Perfil político y cultural de Hispanoamérica (Madrid: Cultura Hispánica, 1971); La cultura hispánica y la crisis de Occidente (Madrid: Ministerio de Cultura [Colección Cultura y Comunicación, nº 19], 1981) -obra distinguida con un accesit en el Concurso «Premio Hispánico 1980», convocado por el Ministerio de Cultura de España-. Además, Ycaza Tigerino es autor de dos ensayos centrados en la lengua común de los pueblos hispanos: Situación y tendencia del español en Nicaragua (Managua: Academia Nicaragüense de la lengua, 1980) y "Reflexiones sobre la evolución actual de nuestra lengua" (en Presencia y destino: el español de América hacia el siglo XXI [Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1992], t. II, págs, 149-160).

Antes de concluir el apartado dedicado a la producción ensayística de Julio Ycaza Tigerino, es forzoso aludir también a sus valiosas aportaciones, hechas desde su condición de poeta y crítico literario, a la poesía de su nación, y, de forma muy señalada, a la obra genial de su compatriota Rubén Darío (1867-1916). En este sentido, la moderna filología nicaragüense le reconoce el mérito de haber sido el primero en introducir, dentro de la crítica literaria nacional, la estilística de la fuentes, instrumento metódico del que se sirvió para aproximarse a la poesía del gran difusor del Modernismo. Fue también uno de los primeros estudiosos que ensayó una interpretación conjunta y general de la poesía nicaragüense, así como el auténtico introductor en los estudios literarios centroamericanos, a mediados del siglo XX, de la crítica sociológica, que aplicó por vez primera en su libro titulado La insurrección Solitaria, de Carlos Martínez Rivas (1957), obra galardonada con el prestigioso Premio Nacional "Rubén Darío". Entre sus ensayos y estudios literarios más notables, cabe recordar los titulados La poesía y los poetas de Nicaragua (Managua: Academia Nicaragüense de la Lengua, 1958), Los nocturnos de Rubén Darío y otros ensayos (Madrid: Cultura Hispánica, 1964), Estudio de la poética de Rubén Darío (Managua: Comisión Nacional del Centenario de Rubén Darío, 1967) -escrito en colaboración con el poeta y crítico literario Eduardo Zepeda-Henríquez y La palabra y el ritmo en Rubén Darío (Managua: Impresiones Técnicas, 1987). Estos trabajos convirtieron a Ycaza Tigerino en uno de los más solventes dariístas de la comunidad filológica internacional, y, tal vez , en el crítico que mejor ha sabido interpretar globalmente la producción literaria de Rubén Darío.

A modo de conclusión, puede afirmarse que las ideas de Julio Ycaza Tigerino se enmarcan dentro de esa vasta corriente de pensamiento tradicionalista en la que se movieron tantos otros intelectuales hispanoamericanos de su generación, corriente que pronto perdió vigencia ante la pujanza de una ideología más progresista e innovadora. A pesar de ello, sus reflexiones siguen representando con firmeza y coherencia esa búsqueda constante de un nuevo modelo humanista que, sin desprenderse del legado secular de la cultura tradicional, se impone el deber de indagar en la conciencia histórica de Hispanoamérica y en la realidad común que comparten los pueblos que la conforman.

Poesía

Frente a la evidente caducidad de la mayor parte de las ideas postuladas por Ycaza Tigerino en sus ensayos históricos, políticos y sociológicos, su producción poética -ciertamente escasa- conserva una vigorosa y fecunda actualidad, y ello a pesar de que su dimensión de hombre público y de intelectual volcado en la sociología de la cultura ha oscurecido, en la memoria cultural de muchos, su honda y arraigada condición de poeta. Su primer poemario, publicado a finales de la década de los cincuenta bajo el título de Poemas del campo y de la muerte (Madrid: Ediciones Ágora, 1959) mereció los elogios unánimes de la crítica y los lectores, y puso de manifiesto la irrupción de una poderosa voz lírica empecinada en exteriorizar las emociones derivadas de la contemplación del paisaje. El ya citado poeta Pablo Antonio Cuadra, amigo de Julio Ycaza y compañero suyo en antiguas andanzas literarias juveniles, dejó escrito que el autor de Estelí "fue el primero en responder, desde Chinandega, al llamado de la Vanguardia con una poesía fuerte, narrativa, nueva y de admirable ojo para el paisaje". De nuevo, pues, se presentaba Ycaza Tigerino en los cenáculos culturales de su nación como pionero, aunque esta vez desde una íntima sensibilidad poética que, unida a los vastos conocimientos adquiridos en el ejercicio de la crítica literaria, le permitía introducir en las Letras nicaragüenses -como bien señalaba Cuadra- los mejores hallazgos de la Vanguardia europea. Pero esta primera colección de poemas del autor de Estelí no sólo causó admiración en los mentideros artísticos e intelectuales de su tierra: publicada en Madrid, llegó a manos del gran poeta de la Generación del 27 -y futuro Premio Nobel de Literatura- Vicente Aleixandre (1898-1984), quien dedicó a los Poemas del campo y de la muerte de Ycaza estas elogiosas palabras: "He disfrutado mucho leyendo esta obra y he comulgado con la palpitación de naturaleza y espíritu que ellos acercan inmediatamente a su lector"; por su parte, el célebre hispanista italiano Oreste Macrí (1913-1998) calificó la primera incursión poética de Ycaza Tigerino como "un dechado de matizado equilibrio y fusión entre lo culto de la nítida, preciosa palabra poética y el ansia de lo humano".

Un año después de la aparición de su primer volumen de versos, el autor nicaragüense volvió a los anaqueles de las librerías con una segunda entrega poética titulada Tierra de promisión (Managua: Ministerio de Educación Pública, 1960), obra en la que la aprehensión lírica del paisaje y su armoniosa exteriorización cedían paso a un tenue y equilibrado acento épico que, como no podía ser menos en un pionero como Ycaza Tigerino, iba a ser también precursor de nuevos afanes intelectuales y creativos -v. gr., el poemario El estrecho dudoso (1966), de Ernesto Cardenal, forjado por evocaciones del pasado histórico.

Absorbido por sus ocupaciones políticas y sus trabajos ensayísticos, Julio Ycaza se sumió en un largo silencio poético del que no habría de salir hasta que, ya en plena vejez, volvió a tomar la pluma para recuperar ese aliento lírico que en el fondo nunca le había abandonado. En sus últimos poemas, publicados en diferentes revistas literarias, reaparecen los viejos temas de su opera prima, con singular presencia de la muerte y la evocación del paisaje, como bien puede apreciarse en los dos sonetos que a continuación se copian, ambos fechados a finales de 1994: "Cuando me muera, por favor, no llores. / No hagas ostentación de tu pesar. / Tan sólo una oración, algunas flores, / y este poema para recordar. // Ni mortaja, ni féretro, ni honores. / Nadie venga mi rostro a escudriñar. / No se ocupen de mí los difusores. / Que me consuma el fuego sin tardar. // Y mis cenizas deja en la corriente / mezclarse con el agua de la fuente / que se pierde en la tierra o en el mar. // Entonces tal vez oigas en el viento / los versos que guardé en mi pensamiento / y aunque me muera no podré olvidar" ("Cuando me muera", septiembre de 1994). "Recuerdo un río y una poza clara, / había tigüilotes junto al río, / clamor de pájaros, viento entre las ramas, / arenas blandas en el lecho frío. // Sumergido en el agua yo jugaba / con perezas y estrellas encendidas; / en la luz de la luna me enjuagaba, / y la corriente sin cesar fluía. // Agua de mi niñez, corriste río / hacia el abismo del no-ser sombrío. / Todo lo arrastra el tiempo en su agonía. // Sólo nostalgia llena este vacío. / No sé si hay tigüilotes junto al río. / Tampoco sé si hay río todavía" ("Río en el recuerdo", noviembre de 1994).

Bibliografía

  • ARELLANO, Jorge Eduardo. "Ycaza Tigerino, Julio" en MEDINA, José Ramón [dir.]: Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina (DELAL) (Caracas: Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1995), vol. III, págs. 5082-5083.

  • CABRALES, Luis Alberto. "1821, poema de Julio Ycaza Tigerino", en Educación (Managua), nº 9 (julio-agosto de 1960), págs. 55-60.

  • GIL REMUYA, Rodolfo. "Reseña de Perfil político y cultural de Hispanoamérica", en Revista de Política Internacional (Madrid), nº 111 (1972).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.