Téllez Girón y Beufort Spontin, Mariano. XII duque de Osuna (1814-1883).
Diplomático español nacido en Madrid el 19 de julio de 1814 y fallecido en Beauraing (Bélgica) el 2 de junio de 1883
Era el segundo hijo de Francisco de Borja, décimo duque de Osuna, y de la marquesa de Beaufort. A la muerte de su padre, ocurrida en 1820, su hermano Pedro hereda el título de duque de Osuna. Muerto su padre y con su madre muy delicada de salud (María Francisca sobrevivió a su esposo muy pocos años), la educación de los dos niños quedó a cargo de su abuela, María Josefa Pimentel, condesa duquesa de Benavente. Cuando ya era duque el primogénito Pedro (que tenía once años cuando sucedió a su padre), fue para él la educación más esmerada, por lo que a Mariano le quedó el papel de segundón de la Casa. Cuando los dos Téllez crecieron, y Pedro se hacía cargo del patrimonio y el enorme peso del apellido Osuna, Mariano optó por ingresar en el ejército como cadete de los Guardias de Corps. Al poco obtuvo la banderola de cadete supernumerario de la Segunda Brigada del Primer Escuadrón del Real Cuerpo de Guardias de la Real Persona.
Tas cumplir destino en los Reales Sitios de la Granja, el Pardo, Segovia y Riofrío, partió al ejército del Norte para formar parte de las tropas isabelinas, donde llegó a obtener el rango de general, título que le llenó de orgullo, y que llegó a preferirlo frente a otros que le correspondían por derecho de sangre. Ya entonces su hermano mayor le había concedido el título de marqués de Terranova, que llevaba aparejadas muchas propiedades en Italia. Más adelante, y por los méritos contraídos en la campaña realizada al mando del general Luis Fernández de Córdoba, se le concedió la Cruz de San Fernando de Primera Clase, y una más tras participar en el asalto de Irún a las órdenes del general Espartero.
En 1838, y por presiones de sus familiares, que creyeron que los rigores del campo de batalla no eran los mejores para la salud de Mariano, que nunca fue buena, la reina Isabel II le concedió el rango de exento supernumerario de Guardias Reales. Acabó así la carrera militar de Téllez Girón, que nunca quiso recibir un sueldo del ejército, e hizo entrega de su asignación a obras benéficas del Cuerpo de Guardias Reales.
Se instaló en Madrid y se convirtió en importante pieza del entramado aristocrático de la capital. En esa época se prometió en matrimonio con su prima Ángela Camarasa, a la que acabaría abandonando. El mismo año de 1838, la reina lo envió como caballero agregado en la embajada extraordinaria que España enviaba a la coronación de la reina Victoria de Inglaterra en 1838. En ese viaje, donde Téllez Girón se reveló como un hábil diplomático, sirvió al segundón de la Casa de Osuna para descubrir otras capitales europeas, a las que viajó frecuentemente.
El 25 de agosto de 1844, Pedro Téllez Girón, XI duque de Osuna, murió repentinamente en la finca familiar de "El Capricho". El marqués de Terranova recibió la noticia de la muerte de su hermano mayor cuando se encontraba de camino a París. El fallecimiento de Pedro (al que estaba muy unido) llevó a Mariano a convertirse en el XII duque de Osuna, y a heredar, además de una cincuentena de títulos nobiliarios, una inmensa fortuna que incluía propiedades a los largo y ancho del país y aún fuera de él, pues su familia tenía también posesiones en Europa, la más notable de ellas el fabuloso castillo de Beauraing, en Bélgica. Mariano tenía su residencia ducal en el madrileño "Palacio de las Vistillas", muy próximo al palacio real, y allí y en la finca de "El Capricho", que había sido decorada por Goya y contaba con un enorme parque, empezó a distinguirse como uno de los anfitriones más generosos de la Corte. A menudo ofrecía a cenas y bailes en alguno de sus palacios, y al parecer llegó a distribuir por Madrid tarjetas nominales que daban derecho a su portador a entrar en el palacio de "Las Vistillas" o en "El Capricho", quedarse a comer o a cenar, pasear por el parque o montar a caballo, estuviese o no el duque presente.
Téllez Girón contaba con todo un ejército de sirvientes, a los que pagaba con gran esplendidez y entregaba a menudo generosas propinas. Fue mecenas de artistas y también colaboró en innumerables obras sociales. Tenía un guardarropa inabarcable, y es famosa la anécdota de que el mismo Próspero Merimee envidiaba sus corbatas. Se le consideraba uno de los caballeros más elegantes de Madrid, y sus títulos y su riqueza hicieron que la reina Isabel II contase con él para otras misiones diplomáticas. Así, en 1852 el duque de Osuna representó a España en Londres en el funeral del duque de Wellington, y después en París con motivo de la boda de Eugenia de Montijo con el emperador de Francia, donde actúa como testigo de la novia. En 1865, y como reconocimiento a sus probadas habilidades diplomáticas, el duque de Osuna fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el zar de Rusia, Alejandro II. El traslado de Mariano Téllez Girón a San Petersburgo (en el que le acompañaron su ayudante, el coronel Quiñones, y el escritor Juan Valera, en calidad de secretario) fue realizado con cargo al patrimonio personal de Osuna, que rechazó los aranceles que le correspondían por hallarse en misión diplomática.
En San Petersburgo en duque se instaló en un palacio frente al Neva que acondicionó sin reparar en gastos y que pronto se convirtió en el mejor escenario para recepciones, cenas y fiestas. En la Corte rusa se comentaba la grandeza y la esplendidez del enviado español, y la posición de Osuna en la corte se consolidó hasta el punto de convertirse en uno de los favoritos de Alejandro II. El duque correspondía a su amabilidad haciéndole regalos increíbles y carísimos que se extendían a la zarina. Frecuentemente llegaban a San Petersburgo procedentes de España objetos de lujo y hasta alimentos españoles que el duque ofrecía a sus invitados. Es fácil entender que pronto Mariano Téllez Girón se convirtiese en uno de los hombres más populares de la corte Petersburguesa. Sin embargo , su extremada dadivosidad, sus gastos desmesurados, sus constantes dispendios, iban haciendo mermar la fortuna del duque, por lo que su patrimonio disminuía, como le habían hecho saber sus administradores en España. Pero el duque de Osuna no quería ni oír hablar de reducir su tren de vida.
En 1861, el duque dejó la Corte de los zares para seguir sirviendo a España en otras misiones diplomáticas. Durante algún tiempo viajó por distintas capitales europeas. Precisamente, sería en Viena donde, en 1885, conoció a la princesa de Salm Salm, María Leonor. Se casaron a principios de 1886, cuando la joven contaba sólo con 24 años, frente a los 52 del duque. La nueva duquesa de Osuna demostró tener un carácter tan derrochador como el de su marido, y de las arcas de la casa ducal seguían saliendo cantidades de dinero que asustaban a los asesores de Mariano Téllez Girón, que ya tenía que recurrir a los préstamos para mantener su tren de vida. Junto a su esposa viajó por distintas ciudades europeas, y en 1873 representó a España en la inauguración de la Exposición Universal que se celebró en Viena, donde volvió a destacar por su esplendidez y su obsequiosidad. En 1874, Osuna fue nombrado vicepresidente del Senado, y los duques ofrecieron grandes fiestas en los palacios de "Las Vistillas" y "El Capricho". Los Osuna dependían ya completamente de los préstamos y las hipotecas sobre los bienes de la casa.
En febrero de 1881, el duque de Osuna fue enviado a Berlín por Alfonso XII como representante español a la boda del futuro kaiser Guillermo II. También esta vez sus dispendios fueron incontables, y los regalos que hizo a los recién casados causaron el asombro del propio emperador. Pero este viaje acabó por agotar al duque, quizá por haber tomado conciencia de lo desesperado de su situación económica. Osuna ya no volvió a España, sino que se instaló en sus propiedades belgas de Beauraing, donde murió.
En el momento de su deceso, existía en contra del duque de Osuna un pasivo de más de cuarenta millones de pesetas. Gran parte de las propiedades de la casa de Osuna fueron embargadas, y ni aún el escultor a quien se encargó su ataúd, el italiano Frápoli, pudo cobrar la factura por su trabajo, pues la duquesa (que no tardó en casarse de nuevo) ni siquiera llegó a percibir una pensión de su marido.
Bibliografía
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VALERA, J. Cartas desde Rusia. Barcelona, Laertes de Ediciones, 1986
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MARICHALAR, A. Riesgo y ventura del duque de Osuna. Madrid, Ediciones Palabra, 1998.
MRV