Rogelio Salmona (1929-2007). Arquitecto colombiano y su legado perdurable

Rogelio Salmona (1929-2007) fue un arquitecto colombiano que, a lo largo de su vida, logró establecer un estilo único, combinando la modernidad con la tradición autóctona. Su obra dejó una huella imborrable en el urbanismo y la arquitectura de Colombia y de América Latina, destacándose por el uso de materiales locales y la adaptación de sus diseños al entorno natural y social.

El impacto de Salmona trasciende sus construcciones, convirtiéndose en un referente de la arquitectura latinoamericana contemporánea. Su trayectoria, influida por las corrientes modernas europeas y por la riqueza cultural colombiana, le permitió desarrollar un lenguaje arquitectónico que ha sido admirado y estudiado por generaciones posteriores.

Contexto de su nacimiento y formación

Rogelio Salmona nació en 1929 en Colombia, en un país que, durante las primeras décadas del siglo XX, experimentaba importantes transformaciones sociales y políticas. Su infancia y juventud transcurrieron en medio de un contexto de cambios, donde la arquitectura local empezaba a dialogar con las tendencias internacionales y se cuestionaban las formas tradicionales de construcción.

La vida de Salmona dio un giro decisivo cuando interrumpió sus estudios en Colombia para trasladarse a París. Allí trabajó de 1949 a 1958 en el estudio de Le Corbusier, uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Esta etapa marcó profundamente su formación. En el entorno parisino, Salmona se impregnó de las ideas del movimiento moderno, asistiendo también a los seminarios de Pierre Francastel en La Sorbonne. El contacto con estos círculos intelectuales y arquitectónicos amplió su visión y consolidó su compromiso con la arquitectura como una disciplina capaz de transformar el entorno y la sociedad.

Tras casi una década en Francia, Salmona regresó a Colombia. Retomó sus estudios en la Universidad de los Andes, donde se graduó como arquitecto en 1962. Este retorno significó no solo la continuación de su formación académica, sino también el inicio de un proceso de reinterpretación de lo aprendido en Europa para adaptarlo a las realidades y necesidades de su país natal.

Logros y momentos importantes de su vida

La carrera profesional de Rogelio Salmona se caracterizó por una búsqueda constante de integración entre el entorno natural, la cultura local y las tendencias modernas. Uno de sus primeros proyectos relevantes fue el diseño, junto a Guillermo Bermúdez, de la urbanización El Polo. Allí, utilizó el ladrillo visto, un material característico de la región de Bogotá, y lo combinó con elementos modernos como las ventanas corridas dispuestas horizontalmente, logrando un diálogo entre la modernidad y la tradición constructiva colombiana.

En 1965, Salmona colaboró con H. Vieco en el conjunto de viviendas de San Cristóbal. Este proyecto destacó por su composición con rasgos expresionistas, donde las casas se plegaban tanto en sentido horizontal como vertical. Las calles y los espacios de servicio se organizaban de manera orgánica, generando un ambiente acogedor y funcional. Este enfoque prefiguró uno de los sellos más característicos de su obra: la creación de espacios que fomentan la convivencia comunitaria.

La Sociedad Colombiana de Arquitectos, construida en 1970, es otro ejemplo de cómo Salmona supo jugar con las formas y la luz. Mediante quiebros en los muros, logró resaltar los juegos de luces y sombras, aportando dinamismo y riqueza visual a las fachadas. Este recurso lo había explorado previamente en viviendas unifamiliares, perfeccionándolo en este edificio institucional.

Sin embargo, la obra que consolidó a Salmona como una figura fundamental de la arquitectura latinoamericana fue el conjunto de las Torres del Parque en Bogotá. Estas torres, situadas junto a la plaza de toros Santa María, se destacan por sus formas curvas y su perfecta adaptación al paisaje urbano y montañoso de la ciudad. El escalonamiento de los volúmenes no solo servía de contrapunto a la cordillera de los Andes, sino que también permitía distintas vistas desde el parque anexo, estableciendo un diálogo armonioso entre la naturaleza y la construcción.

A lo largo de los años, Salmona desarrolló numerosos proyectos que siguieron explorando la relación entre arquitectura, paisaje y cultura. El edificio del Automóvil Club de Colombia, diseñado en 1972, presentaba una forma semicircular y estaba dispuesto en terrazas a distintos niveles, demostrando su maestría para integrar las construcciones con la topografía del lugar.

La Casa de Aragón (Bogotá, 1980) y el edificio de viviendas Alto los Pinos (1981) son otras muestras de su enfoque sensible hacia el medio ambiente. En este último proyecto, ubicado en una ladera, Salmona respetó la vegetación existente, diseñando dos bloques paralelos con volúmenes escalonados que realzaban la armonía con el paisaje.

Su versatilidad y compromiso con la tradición y la modernidad también quedaron reflejados en la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, construida entre 1980 y 1981 en Cartagena de Indias. Este complejo, realizado con piedra y ladrillo, se organizaba alrededor de siete patios (dos centrales y cinco periféricos). Las zonas de paseo techadas, los espejos y las láminas de agua conferían al conjunto una atmósfera de serenidad y sofisticación, resaltando el uso de materiales autóctonos y la reinterpretación de la arquitectura colonial caribeña.

Impacto en la sociedad y su tiempo

La obra de Rogelio Salmona no solo transformó el paisaje urbano de Bogotá y otras ciudades colombianas, sino que también redefinió la manera de concebir la arquitectura en América Latina. Su uso innovador del ladrillo y su sensibilidad hacia las particularidades del entorno establecieron un precedente para generaciones posteriores de arquitectos, quienes encontraron en su trabajo una inspiración para vincular la tradición con la modernidad.

Salmona comprendía la arquitectura como una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas. Sus diseños privilegiaban la interacción social y la creación de espacios comunes que fomentaran el encuentro y el diálogo entre los habitantes. Esta visión humanista contrastaba con las tendencias meramente funcionalistas o estéticas de la época, proponiendo una arquitectura comprometida con la comunidad y el entorno.

Además, Salmona participó activamente en la vida cívica y cultural de Colombia. Como fundador de la Fundación Pro-Ciudad, trabajó por la protección y el desarrollo de Bogotá y otras ciudades, entendiendo que la arquitectura debía contribuir al fortalecimiento de la identidad urbana y al bienestar colectivo.

Sus proyectos, reconocidos con numerosos galardones como el Premio Nacional de Arquitectura de Colombia, reflejan un compromiso inquebrantable con la identidad colombiana y la calidad del espacio construido. Su influencia trascendió las fronteras nacionales, consolidándolo como uno de los grandes exponentes de la arquitectura latinoamericana.

Legado y controversias posteriores

El legado de Rogelio Salmona ha sido objeto de constante reflexión y debate en el ámbito arquitectónico y cultural. Su propuesta de integrar los materiales autóctonos y la topografía en el diseño ha sido valorada como un ejemplo de cómo la arquitectura puede dialogar con el territorio sin imponerle formas ajenas o artificiales.

Sin embargo, su enfoque también ha generado críticas por parte de quienes consideraban que, en ocasiones, su defensa de la tradición podría verse como una limitación frente a la innovación tecnológica o a la adopción de estilos más internacionales. Este debate ha enriquecido el análisis de su obra, permitiendo que su figura sea revisitada y reinterpretada desde nuevas perspectivas.

A nivel contemporáneo, la figura de Salmona ha sido recuperada como un símbolo de sostenibilidad y respeto por el entorno. En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de armonizar las construcciones con el medio ambiente, su legado adquiere una vigencia renovada. Su énfasis en el uso de materiales locales y en la integración paisajística se percibe como un adelanto de las preocupaciones actuales por la arquitectura sostenible.

Además, su obra ha sido objeto de estudios académicos y exposiciones que buscan profundizar en las múltiples dimensiones de su pensamiento y práctica arquitectónica. Esta continua relectura demuestra que Salmona no solo dejó edificios, sino también un corpus de ideas y valores que siguen estimulando la reflexión crítica y el diálogo en la disciplina.

Perspectivas abiertas sobre su figura

La vida y obra de Rogelio Salmona constituyen un punto de referencia imprescindible para comprender la evolución de la arquitectura latinoamericana en el siglo XX. Su capacidad para fusionar la modernidad con la tradición, para dialogar con el paisaje y para pensar en la comunidad como destinataria de la arquitectura, lo sitúan como un arquitecto de profunda sensibilidad y compromiso.

Hoy, su legado sigue generando preguntas abiertas. ¿Hasta qué punto sus ideas pueden adaptarse a las exigencias de la arquitectura contemporánea, marcada por la globalización y la digitalización? ¿Qué lecciones ofrece su enfoque humanista para la creación de ciudades más inclusivas y sostenibles?

El estudio de su obra, así como la preservación y el análisis crítico de sus construcciones, invitan a seguir explorando la riqueza de su pensamiento. La figura de Rogelio Salmona nos recuerda que la arquitectura no es solo cuestión de formas y materiales, sino también de identidades, de comunidades y de sueños colectivos que, al materializarse, dan forma a la historia misma.

Bibliografía

  • BENÉVOLO, L.: Historia de la Arquitectura Moderna. Barcelona: Gustavo Gili, 1994.

  • CHUECA GOITIA, F.: Historia de la arquitectura occidental, VI El siglo XX, las fases finales y España. Madrid: Dossat, 1980.

  • FRAMPTON, K.: Historia Crítica de la Arquitectura Moderna. Barcelona: Gustavo Gilli, 1994.