Fermín Rivera Malabehar (1918-1991). El matador que conquistó los ruedos internacionales
Fermín Rivera Malabehar (1918-1991),
originario de San Luis de Potosí, México, se consagró como uno de los
matadores más destacados de su generación, marcando su huella en la
historia del toreo tanto en su país natal como en Europa. A través de
su dominio de la tauromaquia y su impresionante carrera, Rivera
Malabehar se convirtió en un referente del arte de Cúchares, siendo
admirado por su técnica y valentía en el ruedo.
Contexto de su Nacimiento y Formación
Fermín Rivera nació en un entorno
que estimulaba su pasión por la tauromaquia. San Luis de Potosí, una
región rica en tradiciones taurinas, fue el escenario que cultivó su
temprana admiración por el mundo de los toros. Desde muy joven, la
afición de Rivera por el toreo se manifestó con fuerza, siendo
influenciado por las costumbres locales y la presencia de figuras
taurinas en la región.
A la edad de apenas 14 años, Rivera
ya manejaba con destreza los engaños, demostrando habilidades poco
comunes para su edad. Este precoz talento llamó la atención de los
aficionados y expertos, quienes vieron en él un futuro prometedor
dentro del mundo taurino. A pesar de su juventud, Rivera sabía que el
momento de dar el salto a la profesionalidad estaba cerca. Su
determinación lo llevó a prepararse intensamente, deseoso de forjar su
propio camino en una de las disciplinas más exigentes y peligrosas.
Logros y momentos importantes de su vida
El 8 de diciembre de 1935, a los
17 años, Rivera Malabehar dio un paso crucial en su carrera al tomar la
alternativa como matador de toros en el coliseo capitalino de El Toreo,
en la Ciudad de México. La ceremonia estuvo a cargo de su padrino, el
célebre Fermín Espinosa Saucedo (conocido como “Armillita Chico”), quien le otorgó la autoridad para lidiar con el toro Parlero,
de la ganadería de Rancho Seco. Con este gesto, Rivera ingresaba
oficialmente en el mundo de los matadores, demostrando que su técnica y
valentía ya estaban a la altura de los grandes nombres de la
tauromaquia.
Su entrada al ruedo fue seguida de cerca por figuras de renombre, entre ellas el torero español Fernando Domínguez Rodríguez,
quien actuó como testigo de la ceremonia. A partir de ese momento,
Rivera Malabehar comenzó a ganar notoriedad en las plazas de toros de
México, enfrentándose a los mejores toros y consiguiendo triunfos
importantes que consolidaron su reputación.
Sin embargo, la ambición de Rivera
lo llevó a buscar nuevos horizontes. En 1944, a fines de la temporada,
cruzó el Atlántico para llevar su arte a España, la cuna del toreo. Su
primera actuación en tierras españolas se dio en la pequeña plaza de
Aranjuez (Madrid) el 4 de septiembre de 1944, donde compartió cartel
con los toreros Luis Gómez Calleja (“El Estudiante”) y Manuel Rodríguez Sánchez
(“Manolete”). La actuación de Rivera fue un primer vistazo de lo que
sería su gran talento, destacando por su templanza y destreza en el
ruedo.
El 8 de julio de 1945, en una
fecha histórica para su carrera, Rivera se presentó en la Plaza de Las
Ventas en Madrid, uno de los escenarios más exigentes del toreo
mundial. Aquella tarde, su padrino de confirmación fue Manuel Álvarez Pruaño
(“El Andaluz”), quien le cedió la oportunidad de enfrentarse a una res
de la ganadería de Sánchez Fabrés. Esta presentación en Las Ventas fue
un hito que marcó su consolidación internacional. A partir de esa
tarde, Rivera empezó a ganar el respeto de los aficionados españoles,
quienes reconocieron su destreza y valentía.
Con este triunfo, Rivera se afirmó
como uno de los grandes nombres del toreo de 1945, saliendo por la
Puerta Grande de Las Ventas el 30 de septiembre, tras cortar dos orejas
y protagonizar uno de los mayores éxitos de la temporada. Su paso por
España fue un éxito rotundo, habiendo lidiado un total de 40 corridas,
lo que le permitió consolidarse como una de las figuras más destacadas
de esa campaña.
Impacto en la Sociedad y su Tiempo
El impacto de Fermín Rivera no
solo se limitó a sus victorias en el ruedo, sino que también dejó una
huella profunda en la sociedad taurina de su tiempo. En una época
marcada por la competitividad entre los matadores, Rivera supo destacar
por su técnica, coraje y actitud. Su destreza con el capote y la
muleta, junto con su inquebrantable determinación, le permitieron
ganarse un lugar entre los más grandes, tanto en México como en Europa.
En México, Rivera Malabehar fue
considerado uno de los principales exponentes de la tauromaquia en la
primera mitad del siglo XX. Su fama trascendió las fronteras del país,
abriendo la puerta a una generación de toreros que, inspirados por su
ejemplo, buscaron hacer carrera en plazas internacionales. De igual
forma, su éxito en España marcó el comienzo de una serie de visitas a
Europa, donde se ganó la admiración de los aficionados franceses y
españoles, quienes reconocieron su valentía y su dominio del arte de
torear.
El regreso de Rivera a México en
1946 fue igualmente triunfal. Su nombre comenzó a resonar con fuerza en
las principales plazas mexicanas, y sus triunfos continuaron. Sin
embargo, el auge de su carrera fue interrumpido en 1955 por un
incidente que afectó su salud. El 18 de septiembre de ese año, en la
plaza de toros de Monterrey, Rivera sufrió un ataque cardiaco tras
cortar las dos orejas de un toro de la ganadería de Tequisquiapán. Este
evento marcó un punto de inflexión en su carrera, obligándole a reducir
su actividad taurina.
Legado y Controversias Posteriores
El legado de Fermín Rivera
Malabehar es un tema de debate y reflexión entre los aficionados a la
tauromaquia. Su capacidad para dominar los ruedos y su pasión por el
toreo siguen siendo admiradas por muchos, y su carrera es un referente
para las nuevas generaciones de toreros. Sin embargo, también es
importante recordar las controversias y desafíos que enfrentó a lo
largo de su carrera, como los conflictos entre las aficiones taurinas
de España y México, que marcaron un periodo difícil para los matadores
hispanoamericanos.
A pesar de su retiro en 1957,
Rivera no pudo mantenerse alejado del ruedo por mucho tiempo. En 1964,
tras un periodo de salud delicada, regresó para disputar una última
corrida en su ciudad natal, San Luis de Potosí, donde compartió el
cartel con Miguel Guillermo Sandoval Gasca. Aquella tarde, marcada por la emotividad de su despedida, Fermín Rivera puso fin a su carrera taurina de forma definitiva.
El Torero Inolvidable
El impacto de Fermín Rivera en el
mundo del toreo sigue siendo objeto de estudio y reflexión. A través de
su valentía, destreza y dedicación al arte del toreo, Rivera dejó un
legado que sigue inspirando a muchos, mientras que su vida y carrera
continúan provocando debates sobre el valor del arte taurino en la
actualidad. La figura de Rivera, marcada tanto por su éxito como por
sus dificultades personales, sigue siendo relevante hoy en día, y su
historia invita a los aficionados a reflexionar sobre los retos que
enfrentan los toreros en su camino hacia la gloria.
Su
figura no solo representa la maestría en el ruedo, sino también la
pasión por un arte que exige sacrificios, entrega y un inquebrantable
amor por la tradición.