Sulamith Mikhailovna Messerer (1909-2004). La vida de una bailarina que rompió barreras y dejó huella en el ballet internacional
Sulamith Mikhailovna Messerer (1909-2004) fue una de las figuras más destacadas en la historia del ballet soviético y, posteriormente, una influyente profesora de danza en el Reino Unido. Nacida en Vilnius el 27 de agosto de 1909, Sulamith alcanzó una prominente carrera artística que la llevó a ser reconocida no solo en la Unión Soviética, sino también en el ámbito internacional. Con una formación sólida y una trayectoria llena de momentos cruciales, su vida está marcada por su paso desde el Ballet Bolshoi hasta su exilio en Occidente, donde continuó contribuyendo al mundo de la danza.
Contexto de su Nacimiento y Formación
Sulamith Messerer nació en una época de cambios radicales para Europa y Rusia. En 1909, Vilnius, entonces parte del Imperio Ruso y hoy la capital de Lituania, vivía bajo una estructura imperial que pronto se desplomaría con la Revolución Rusa de 1917. Sulamith creció en un ambiente marcado por las tensiones políticas y sociales que definirían su visión del mundo y sus decisiones futuras.
Desde muy joven, mostró una inclinación natural hacia la danza. Su familia, profundamente influenciada por la cultura rusa, se vio vinculada al mundo artístico, lo que llevó a Sulamith a ingresar a la Escuela del Ballet Bolshoi, una de las instituciones más prestigiosas de Rusia. Allí, estuvo bajo la tutela del reconocido maestro Vasili Tikhomirov, quien fue una de las figuras clave en la formación de la técnica de la joven bailarina.
El camino hacia la fama en la Unión Soviética
Sulamith se incorporó a la compañía del Ballet Bolshoi en 1926, donde rápidamente demostró su habilidad y versatilidad. A pesar de las estrictas normas del ballet clásico, su estilo se destacó por una mezcla de técnica impecable y una presencia en el escenario que capturaba la atención de los espectadores. Gracias a su disciplina y talento, pronto alcanzó la categoría de ballerina.
En este período, el Ballet Bolshoi se encontraba en una etapa de consolidación bajo el régimen soviético, que veía la danza como una herramienta clave para expresar la grandeza del Estado. A través de su formación en el Bolshoi, Sulamith se convirtió en un referente dentro del ballet soviético, pero su ambición la llevaría a cruzar nuevas fronteras.
Logros y momentos importantes de su vida
Uno de los momentos más significativos en la carrera de Sulamith fue en 1933, cuando se convirtió en la primera bailarina soviética en actuar en el extranjero. En esta ocasión, acompañada de su hermano Asaf Messerer, realizó una serie de presentaciones en importantes ciudades de Europa como Berlín, París y en varias naciones escandinavas. Este evento marcó un hito no solo para su carrera, sino para la presencia del ballet soviético en Occidente, donde la Guerra Fría comenzaba a calentar tensiones políticas.
El tour fue un éxito rotundo, y Sulamith se ganó el reconocimiento internacional como una bailarina de clase mundial. Su capacidad para adaptarse a diferentes públicos y su técnica depurada hicieron de ella una de las estrellas más brillantes del momento, a pesar de las restricciones que aún existían para los artistas soviéticos que deseaban actuar fuera del bloque socialista.
Impacto en la Sociedad y su Tiempo
A través de su carrera, Sulamith no solo dejó una huella en el ámbito artístico, sino que también desempeñó un papel crucial en la construcción de puentes culturales entre la URSS y Occidente. En un periodo en que las tensiones políticas eran intensas, su éxito como embajadora cultural de la URSS permitió que la danza fuera vista bajo una luz más positiva en todo el mundo, generando un entendimiento más profundo sobre la cultura soviética.
Al convertirse en una figura clave en el ballet internacional, su impacto fue más allá de sus presentaciones en los escenarios. Como miembro de la élite del ballet soviético, Sulamith también influyó en la estructura artística de la danza en la URSS, sirviendo de modelo para futuras generaciones de bailarinas y bailarines.
Legado y Controversias Posteriores
La vida de Sulamith Messerer estuvo marcada por importantes giros políticos y personales. En 1980, pidió asilo político en Japón junto a su hijo Mikhail, buscando escapar de las restricciones del régimen soviético. El exilio de Sulamith fue una muestra de la creciente presión política en la Unión Soviética, que forzó a muchos artistas a tomar decisiones difíciles sobre su futuro.
Tras su llegada a Londres, Sulamith continuó su contribución a la danza desde el lado de la enseñanza. Fue profesora en la Escuela y Compañía Royal Ballet y en Ballet Rambert, además de abrir su propia academia, donde transmitió sus conocimientos a nuevas generaciones de bailarines. Su labor docente fue tan significativa como su carrera artística, dejando una marca en la formación de algunos de los bailarines más importantes del Reino Unido.
En 1947, fue galardonada con el prestigioso Premio Stalin, un reconocimiento a su contribución al arte y a la cultura soviética, aunque más tarde su figura sería también vista con escepticismo por algunos debido a su salida del país. Las tensiones políticas y la separación de su tierra natal generaron una reflexión sobre la naturaleza del arte bajo el régimen soviético y el impacto de la política en la vida de los artistas.
Un icono de la danza en tiempos de transformación
Sulamith Messerer vivió en una época de enormes cambios no solo en la política mundial, sino también en el arte y la danza. A lo largo de su vida, su carrera se vio afectada tanto por las presiones políticas de la Unión Soviética como por los avances artísticos del ballet. Sin embargo, su legado continúa siendo un punto de referencia en la historia del ballet.
Su vida nos invita a reflexionar sobre el papel del arte en tiempos de crisis, y sobre cómo la danza, como forma de expresión, ha sido un medio para que los artistas naveguen a través de las tensiones de su tiempo. En la actualidad, el estudio de su figura no solo contribuye a la historia del ballet, sino que también nos invita a pensar sobre las fronteras entre la política, la cultura y la creatividad.
Su historia de superación, lucha por la libertad y amor por la danza sigue siendo un tema relevante y una fuente de inspiración. La vida de Sulamith Messerer continúa provocando debate sobre la relación entre arte y política, así como sobre la eterna búsqueda de los artistas por trascender las limitaciones impuestas por su tiempo.
Reflexión final
La figura de Sulamith Messerer sigue siendo motivo de reflexión, especialmente al considerar los caminos que los artistas deben recorrer en contextos tan complejos como los que vivió ella. El impacto de su vida y su obra sigue siendo un faro para muchos que buscan entender el poder transformador de la danza en la sociedad, además de subrayar la importancia de la libertad creativa y la perseverancia ante las adversidades políticas y personales.
En el análisis de su legado, surge la necesidad de seguir estudiando cómo los movimientos artísticos no solo reflejan su contexto histórico, sino que también pueden alterarlo y redefinirlo. Sulamith, como muchos otros artistas de su tiempo, fue testigo de las complejidades de vivir bajo un régimen totalitario, y su vida muestra cómo el arte puede ser tanto un refugio como una forma de resistencia. Su historia nunca deja de ser relevante, y la reflexión sobre ella sigue siendo esencial en el mundo contemporáneo.