Harry Hamilton Laughlin (1880-1893). El eugenista estadounidense que defendió la mejora racial

Harry Hamilton Laughlin fue un
eugenista estadounidense cuya influencia en la ciencia y en las
políticas de inmigración de su país dejó una huella controvertida y
profunda. Nacido en 1880 en Oskaloosa, Iowa, Laughlin se destacó en los
círculos científicos por sus propuestas sobre la mejora genética de la
población humana, especialmente enfocadas en la inmigración y la
herencia de características consideradas «indeseables». Su trabajo y
sus creencias lo conectaron con figuras prominentes del movimiento
eugenésico, y sus ideas, que hoy día se consideran ampliamente
desacreditadas, influyeron en políticas públicas tanto en Estados
Unidos como en otros lugares del mundo. Este artículo explora la vida
de Laughlin, sus logros, su legado y las controversias que aún
persisten sobre sus postulados.

Contexto de su nacimiento y formación

Harry Hamilton Laughlin nació en
marzo de 1880 en Oskaloosa, Iowa, en el seno de una familia numerosa
que contaba con nueve hijos. Su entorno familiar y social fue clave
para el desarrollo de sus ideas, ya que creció en un momento de gran
transformación científica y social. A medida que su familia se mudó a
Kirksville, Missouri, Laughlin pudo experimentar un cambio de entorno
que lo conectó con diversas ideas sobre la educación y la ciencia. Tras
graduarse en la High School de Kirksville, comenzó su carrera educativa
como maestro de historia en diversas escuelas rurales en Missouri e
Iowa, lo que le permitió afianzar una sólida formación en ciencias
sociales.

En 1907, Laughlin obtuvo el puesto
de maestro de agricultura en el State Teachers College del Missouri del
Norte, donde continuó desarrollando su interés por la ciencia. Sin
embargo, su encuentro con el eugenista Charles Davenport en 1910
marcaría un punto de inflexión en su vida profesional y personal.
Davenport le ofreció un puesto en la Eugenics Record Office, una
institución clave en la historia de la eugenesia en Estados Unidos,
creada por él mismo en Cold Spring Harbor.

Logros y momentos importantes de su vida

El trabajo de Laughlin en la
Eugenics Record Office, apoyado por la Institución Carnegie, fue
fundamental para consolidar su reputación como uno de los principales
promotores de la eugenesia en Estados Unidos. En 1917, obtuvo el grado
de doctor en Ciencias con su tesis titulada La duración de varios estados mitóticos en la división de células tipo raíz de la cebolla común, una investigación realizada bajo la dirección de Edwin Grant Conklin, otro destacado eugenista.

No obstante, la mayor parte de su
trabajo se centró en el estudio de la «debilidad mental» y la
inmigración. En 1920, Laughlin fue nombrado por el representante
republicano Albert Johnson como «agente experto en eugenesia» del
Comité Parlamentario sobre Inmigración y Naturalización. Este
nombramiento le permitió presentar informes y recomendaciones sobre
políticas de inmigración, en los cuales abogó por una reducción de la
inmigración proveniente del este y sur de Europa, argumentando que los
inmigrantes de esas regiones poseían «malos genes recesivos» que
perjudicaban la salud y el progreso de la población estadounidense.

Uno de los informes más polémicos de Laughlin fue Los portadores del plasma germinal de la futura población americana, publicado en 1922. En este trabajo, Laughlin presentaba fotografías de inmigrantes y defendía la teoría biológica de August Weismann
para afirmar que ciertos grupos étnicos no solo eran «inferiores» en
términos físicos y mentales, sino que su presencia en Estados Unidos
dañaba la calidad genética de la población. Su influencia fue tal que
sus ideas se utilizaron para promover la aprobación de la Ley de
Restricción de Inmigración Johnson de 1924, que establecía un sistema
de cuotas que limitaba la entrada de inmigrantes de Europa del Este,
Italia, Polonia y otras regiones.

Impacto en la sociedad y su tiempo

La eugenesia, como campo
científico y movimiento social, fue particularmente influyente en las
primeras décadas del siglo XX, y Laughlin desempeñó un papel crucial en
la expansión de esta ideología. Además de su trabajo con Davenport,
Laughlin fue elegido presidente de la American Eugenics Society en
1927-1928, una organización que promovía la mejora racial a través de
la selección y eliminación de los «genéticamente indeseables». En 1937,
Laughlin ayudó a crear la Pioneer Fund, una fundación privada cuyo
objetivo era financiar investigaciones eugenésicas.

A lo largo de su carrera, Laughlin se asoció con varios eugenistas de renombre, como Alexander Graham Bell, Charles B. Davenport, Frederick Osborn y W. E. Castle,
entre otros. Estas conexiones le permitieron influir en el ámbito
político, judicial y académico. También mantuvo relaciones con
eugenistas alemanes, simpatizando con la política racial nazi,
especialmente en lo que respecta a la prohibición del matrimonio entre
«arios» y judíos, la esterilización obligatoria y otras políticas
eugenésicas extremas que, aunque implementadas en Alemania, tuvieron
sus raíces en las prácticas estadounidenses.

Legado y controversias posteriores

El legado de Harry Hamilton
Laughlin ha sido objeto de intensa controversia, especialmente en lo
que respecta a su influencia sobre las políticas raciales y de
inmigración en Estados Unidos. A pesar de su reconocimiento por parte
de la comunidad científica en su época, las ideas eugenésicas que
defendió han sido ampliamente rechazadas en la actualidad, ya que se
basaban en concepciones racistas y pseudocientíficas de la genética
humana.

La figura de Laughlin se ve hoy a
través de una lente crítica, ya que su trabajo ayudó a consolidar
políticas que promovían la discriminación racial y la segregación. Las
teorías que defendían la inferioridad de ciertos grupos raciales, como
los inmigrantes del este y sur de Europa, los mexicanos, y los
afroamericanos, contribuyeron a la creación de leyes restrictivas de
inmigración que perduraron durante décadas.

Es importante señalar que Laughlin
no solo influyó en las políticas de su tiempo, sino que también dejó
una marca en la historia de la genética y la eugenesia. A pesar de sus
posturas controvertidas, sus trabajos sobre la herencia y la genética
celular, especialmente en el campo de la citogenética, dejaron una
huella significativa en el desarrollo de la biología moderna.

En la actualidad, el nombre de
Laughlin sigue siendo un recordatorio de los peligros de la
pseudociencia y de cómo las creencias erróneas pueden ser utilizadas
para justificar políticas discriminatorias y deshumanizadoras. El
estudio de su figura también sirve para reflexionar sobre el papel que
la ciencia y la ideología han jugado en la formación de las políticas
públicas y en la creación de estigmas raciales que persisten hasta el
día de hoy.

El impacto de Laughlin en el debate contemporáneo

La figura de Harry Hamilton
Laughlin sigue siendo un tema de debate en el contexto contemporáneo.
Hoy, su vida y obra son analizadas desde diferentes perspectivas, y su
legado sigue siendo cuestionado. En un mundo donde las discusiones
sobre la diversidad, la genética y la igualdad social continúan siendo
relevantes, el estudio de Laughlin y sus ideas sobre la eugenesia
ofrecen lecciones cruciales.

Es
fundamental que el análisis de su vida no se limite a un juicio moral
sobre sus creencias, sino que se enriquezca con una reflexión profunda
sobre los peligros de aplicar principios científicos distorsionados
para justificar ideologías excluyentes. La figura de Laughlin, en este
sentido, se convierte en un símbolo de la necesidad de tener una
ciencia ética y responsable, capaz de reconocer sus límites y evitar
que sea utilizada para fines discriminatorios. Su historia nos invita a
seguir cuestionando las bases de las políticas públicas y a continuar
el estudio de su legado en un mundo cada vez más globalizado, diverso y
consciente de la importancia de la inclusión y el respeto a la
humanidad.