José Larrea (s. XIX). El párroco testigo de la batalla de Vitoria
José Larrea, un religioso español del siglo XIX, es una figura histórica cuya biografía permanece parcialmente desconocida, pues se carece de información precisa sobre su fecha de nacimiento y muerte. A pesar de esto, su figura se destaca en la historia de la Guerra de Independencia española, especialmente por su rol como testigo de la batalla de Vitoria en 1813. La importancia de Larrea no solo radica en su papel como párroco en la localidad de Berrosteguieta (Álava), sino también en las valiosas impresiones que dejó por escrito, documentando su experiencia durante este evento crucial para la historia de España.
Contexto de su Nacimiento y Formación
Aunque los detalles sobre el origen y los primeros años de José Larrea son inciertos, se sabe que vivió en un momento de agitación política y social en España. La Guerra de Independencia Española (1808-1814) contra la invasión napoleónica marcó su vida de manera profunda. Nacido en una época en la que la nación se encontraba dividida y amenazada por el poder militar francés, Larrea, como muchos otros, no solo vivió el impacto de la guerra, sino que también fue testigo de los enfrentamientos en su propia tierra. Su rol como cura párroco lo posicionó en una ubicación estratégica, entre la comunidad local y los eventos internacionales que marcarían la historia de España.
El contexto social y cultural
Berrosteguieta, la localidad donde José Larrea desempeñaba su labor pastoral, se encontraba en la provincia de Álava, una región que vivió intensamente los estragos de la ocupación francesa durante la guerra. La población experimentó no solo las invasiones, sino también las tensiones internas derivadas de las luchas entre los partidarios de la monarquía española y los que apoyaban a Napoleón. En este ambiente de caos, Larrea se mantuvo como un líder religioso y moral en su comunidad.
La Batalla de Vitoria y el Testimonio de Larrea
El 21 de junio de 1813 se libró la batalla de Vitoria, una de las más decisivas en la Guerra de Independencia Española. Las fuerzas aliadas bajo el mando del Duque de Wellington derrotaron a las tropas napoleónicas, lo que significó un punto de inflexión en la guerra. José Larrea, en su calidad de párroco en Berrosteguieta, fue testigo directo de este enfrentamiento. El 19 de junio, apenas dos días antes de la batalla, Larrea presentó una protesta formal ante el gobernador Thouvenot, quien en ese entonces era el comandante francés responsable de la región.
Larrea se había visto obligado a actuar debido a los abusos cometidos por las tropas francesas en Berrosteguieta, que incluyeron saqueos y otras atrocidades. A pesar de la intervención del gobernador Thouvenot, quien ordenó cesar los excesos, la situación seguía siendo insostenible, y Larrea, junto a sus vecinos, se vio obligado a abandonar su hogar.
La huida y las dificultades
El párroco, ante el avance de las tropas francesas, escondió la Santa Reliquia en la puerta de la torre de la iglesia de Berrosteguieta, un acto simbólico de defensa de su fe y sus valores. Después, él y su comunidad huyeron hacia el puerto, enfrentándose a duras condiciones. La situación era desesperante, pues no solo sufrían de hambre, sino también de las heridas en los pies que Larrea padeció durante la huida. Allí, esperando con ansias el desenlace de los combates, se mantuvo en una situación precaria hasta que finalmente, el 21 de junio, los ecos de la batalla llegaron a su oído.
El Impacto de la Batalla en Larrea
Tras la victoria de las fuerzas aliadas, Larrea regresó a su pueblo y fue testigo de la recuperación de los bienes robados por las tropas francesas. En su relato de los eventos, publicado en su obra «Los Episodios de la Batalla de Vitoria», Larrea se mostró aliviado por la victoria, pero también reflexionó sobre la conducta de los diferentes grupos implicados en el conflicto. En su escrito, Larrea comparó las virtudes de los franceses y los ingleses, revelando una interesante perspectiva sobre los actores internacionales de la guerra.
Aunque veía a los franceses como los enemigos, Larrea reconoció en ellos «rasgos de política, aseo y urbanidad», virtudes que él atribuía a su visión del catolicismo. Por otro lado, el comportamiento de los ingleses, sus aliados, le resultaba incomprensible, lo que refleja una tensión entre la gratitud por la victoria y el desconcierto ante la actitud de los liberadores.
Legado de José Larrea
El legado de José Larrea no radica solo en sus escritos, sino también en su testimonio como un hombre de fe que vivió en medio de una de las épocas más turbulentas de la historia de España. Sus impresiones sobre la batalla de Vitoria no solo ofrecen una visión desde la perspectiva de un párroco que presenció el conflicto, sino también una reflexión sobre la moralidad y las complejidades de las relaciones internacionales. Además, su actitud ante los franceses, que aunque enemigos, merecían una apreciación por sus virtudes humanas, muestra la humanidad detrás de la lucha bélica.
La publicación de sus memorias en 1963, en el libro Conmemoración de la batalla de Vitoria, revivió su figura, aunque sin proporcionar muchos más detalles sobre su vida personal. No obstante, el relato de su experiencia ha quedado registrado como una fuente importante para entender la mentalidad de los españoles que vivieron la invasión y cómo un líder religioso podría percibir los eventos desde una óptica más ética y moral.
Reflexión final sobre la figura de José Larrea
José Larrea, como religioso y testigo de los eventos de la batalla de Vitoria, deja una huella indeleble en la historia de España. Su escritura sobre los eventos que presenció aporta una visión rica y matizada de la guerra, la fe, y las relaciones humanas en tiempos de conflicto. Sin embargo, el misterio que envuelve su vida personal, como el desconocimiento de su fecha de nacimiento y muerte, solo añade complejidad a su figura. El hecho de que su historia fuera rescatada más de un siglo después de la batalla, muestra el interés continuo por revisar los relatos históricos desde diversas perspectivas.
En definitiva, la figura de Larrea invita a la reflexión sobre cómo los testigos anónimos de la historia, como él, contribuyen a la construcción de una memoria colectiva que sigue viva y en constante revisión. La batalla de Vitoria y sus implicaciones no solo son un tema de estudio para los historiadores, sino también una puerta abierta a comprender las complejidades de la guerra y la paz, la política y la religión, y la lucha por la independencia.