Georges Lacombe (1868-1916). El escultor nabi que fusionó el simbolismo y el primitivismo
Georges Lacombe, nacido el 18 de junio de 1868 en Versalles, Francia, es reconocido como uno de los grandes representantes del movimiento de los Nabis. A lo largo de su carrera, destacó no solo por su pintura, sino especialmente por su escultura, que fusionó el simbolismo con influencias primitivistas y las estéticas de la cultura japonesa. Su obra se alejó del realismo convencional de su época para adentrarse en un terreno más abstracto y simbólico, lo que le permitió ganarse un lugar destacado en el panorama artístico de finales del siglo XIX y principios del XX.
Contexto de su nacimiento y formación
Georges Lacombe nació en el seno de una familia que ya mostraba una fuerte inclinación hacia las artes. Su padre era un hábil constructor de muebles, y su madre, Laura Lacombe, una pintora y grabadora que frecuentaba los círculos artísticos de su tiempo. Este entorno familiar propició el primer contacto de Georges con el arte, ya que desde muy pequeño estuvo rodeado de artistas que eran amigos de la familia, como el pintor Alfred Roll, Henri Gervex, y Georges Bertrand. Esta conexión temprana con el mundo artístico influyó profundamente en su formación.
A medida que fue creciendo, Georges se vio inspirado por estas figuras del arte, quienes le brindaron los primeros conocimientos en pintura y escultura. A los 24 años, hizo amistad con el pintor Paul Sérusier, quien en ese momento ya era miembro de los Nabis, un grupo artístico que buscaba rechazar las normas académicas y adoptar un enfoque más simbólico y subjetivo en sus obras. Esta amistad fue crucial, ya que Lacombe comenzó a admirar la estética primitivista y la búsqueda de una simplicidad formal que definía el movimiento de los Nabis. A partir de ahí, su vida artística cambió de manera significativa.
Logros y momentos importantes de su vida
La influencia de los Nabis en la obra de Lacombe fue profunda. Este movimiento, que surgió a finales del siglo XIX en Francia, se basaba en la figura del pintor Paul Gauguin, cuyo trabajo se caracterizaba por el uso de colores vivos, formas simplificadas y una profunda conexión con las culturas ancestrales, como la japonesa. Lacombe, al igual que otros miembros del grupo como Maurice Denis, Pierre Bonnard, Jean Edouard Vuillard, y otros, adoptó estos principios para dar forma a sus propias creaciones artísticas.
En 1891, Lacombe presentó por primera vez sus esculturas nabis, una serie de estatuillas que exploraban temas simbólicos y que se distinguían por su sencillez formal. Estas esculturas marcaron el inicio de su carrera como escultor, y rápidamente se convirtieron en una manifestación del rechazo a la complejidad técnica en favor de una estética más cruda y directa. Su estilo escultórico, influenciado por el trabajo de su padre en la carpintería, buscaba formas simples y toscas que evocaran una sensación de misterio y profundidad. Este enfoque se consolidó después de su encuentro con Paul Gauguin, entre 1893 y 1894, cuya obra lo impactó profundamente y reforzó su búsqueda de una simplicidad estilística.
Una de las características más destacadas de la obra de Lacombe es la representación simbólica de temas complejos a través de formas aparentemente simples. Un ejemplo de esto es su escultura Magdalena, que actualmente se encuentra en el Museo de Lille, y su obra La cama (1894-96), que se exhibe en el Museo D’Orsay de París. En ambas piezas, Lacombe aborda temas tan profundos como la vida y la muerte, utilizando una estética limpia y directa que deja que el simbolismo hable por sí mismo.
En el ámbito de la escultura, Georges Lacombe también se dedicó a la creación de bustos en madera tallada. Entre los más notables están los retratos de sus compañeros de los Nabis, como Paul Sérusier, Maurice Denis, Pierre Bonnard, y otros artistas cercanos a él. Estas esculturas no solo eran representaciones físicas, sino que también capturaban la esencia de sus sujetos desde una perspectiva emocional y simbólica.
Impacto en la sociedad y su tiempo
El impacto de Georges Lacombe en su época fue significativo, especialmente en el mundo artístico de finales del siglo XIX. A través de su participación en el movimiento de los Nabis, Lacombe contribuyó a una renovación estética que rechazaba las convenciones académicas del realismo. Su obra se alejó de la representación fidedigna de la realidad para adentrarse en un terreno más subjetivo y emocional, lo que permitió a sus contemporáneos ver el arte desde una nueva perspectiva.
Lacombe también fue una figura relevante dentro de las artes decorativas, campo en el que colaboró estrechamente con el pintor Paul Ranson, otro miembro de los Nabis. Juntos trabajaron en el teatro de marionetas de Ranson, creando paneles y decorados para sus representaciones. Este tipo de colaboraciones mostró el interés de Lacombe por explorar diferentes formas de expresión artística, lo que enriqueció su legado como un creador multidisciplinario.
Además, su enfoque hacia el simbolismo y la estética primitivista tuvo un impacto duradero en la pintura y la escultura del siglo XX. Su obra, aunque en un principio fue considerada de nicho, influyó en artistas posteriores que buscaron liberarse de las reglas estrictas del realismo y explorar nuevas formas de expresión. La influencia de Lacombe, junto con la de otros artistas nabis como Paul Gauguin, Maurice Denis, Pierre Bonnard, y Jean Edouard Vuillard, contribuyó a la consolidación de una nueva forma de arte que precedió y preparó el camino para movimientos como el fauvismo y el cubismo.
Legado y controversias posteriores
A lo largo de los años, la figura de Georges Lacombe ha sido vista de diversas maneras. Durante su vida, fue reconocido principalmente como un miembro del grupo de los Nabis y como un escultor de gran talento. Sin embargo, su legado ha sido discutido y reevaluado en las décadas posteriores a su muerte, ocurrida en 1916. Mientras algunos críticos han resaltado la profundidad simbólica y la innovación de su obra, otros han señalado que su enfoque simplista y su rechazo de la representación realista limitó su impacto a largo plazo.
En la actualidad, la obra de Lacombe es valorada principalmente por su contribución al simbolismo y su papel como parte de los movimientos artísticos de fin de siglo. Su escultura, en particular, sigue siendo admirada por su capacidad para fusionar la estética primitivista con la modernidad emergente. No obstante, también existen debates sobre su posicionamiento dentro de la historia del arte, especialmente en relación con otros artistas contemporáneos como Paul Gauguin, quien, a pesar de ser una de sus principales influencias, desarrolló una estética completamente diferente.
El legado de Georges Lacombe: un misterio en la sencillez
La obra de Georges Lacombe, marcada por su estilo sobrio y simbólico, sigue siendo objeto de reflexión y estudio en la actualidad. Su legado plantea preguntas sobre la relación entre la simplicidad formal y la profundidad emocional, así como sobre el papel de la escultura y la pintura en la construcción de nuevas realidades visuales. Su aproximación al simbolismo y su capacidad para integrar diversas influencias culturales siguen siendo de gran interés para los estudiosos del arte, quienes continúan explorando las múltiples capas de su trabajo.
Al revisar su vida y obra, Lacombe invita a los espectadores a cuestionar las convenciones artísticas de su tiempo y a buscar la belleza en lo simple, lo simbólico y lo evocador. La relevancia de su arte, aunque no siempre reconocida en su totalidad, sigue viva en la mirada crítica que permite reinterpretar su legado dentro del contexto contemporáneo.
Bibliografía
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