Fray Narciso Girbal y Barceló (1759-1827). Misionero y explorador en las selvas del Perú colonial
Religioso franciscano y explorador incansable, Fray Narciso Girbal y Barceló
dejó una huella imborrable en la historia de las misiones y la
exploración amazónica durante el periodo virreinal. Su vida estuvo
marcada por una profunda vocación misionera, un firme compromiso con
los pueblos indígenas y una notable contribución al conocimiento
geográfico del Perú. Aunque rechazó altos cargos eclesiásticos, su
influencia en la región fue determinante, consolidándose como una
figura clave del movimiento misional en la Amazonía.
Contexto de su nacimiento y formación
Nacido en 1759 en la villa de Palafrugell,
en el obispado de Gerona, Fray Narciso creció en una Cataluña que, a
mediados del siglo XVIII, vivía bajo el influjo de las reformas
borbónicas. Estas reformas promovían una modernización administrativa
que afectó también a las órdenes religiosas, y en especial a aquellas
vinculadas con la labor misional en América. El ambiente de
religiosidad austera y la fuerte presencia franciscana en su región
natal fueron factores decisivos para su ingreso en la orden.
Desde su juventud, Girbal y
Barceló se mostró atraído por los ideales misioneros, formándose con
rigor en los valores franciscanos. Esta formación sería esencial para
afrontar los múltiples desafíos que encontraría años más tarde en las
zonas selváticas del Perú. La creciente expansión de las misiones en
América ofrecía un horizonte propicio para quienes deseaban combinar la
vida religiosa con el descubrimiento de nuevas tierras y culturas.
Logros y momentos importantes de su vida
En 1784, Fray Narciso partió del
puerto de Cádiz rumbo al virreinato del Perú, en un contexto de intenso
dinamismo en las misiones católicas. El continente americano era un
terreno tanto espiritual como político, donde las órdenes religiosas
competían por expandir su influencia y establecer contacto con pueblos
originarios.
Al llegar, fue destinado al colegio de Ocopa, un centro vital de formación y organización misionera franciscana en el Perú. Desde allí se trasladó rápidamente a las misiones de Cajamarquilla, y luego a las de Manoa, situadas a orillas del río Ucayali, una región selvática de difícil acceso.
Una de sus mayores hazañas se dio en 1792, cuando protagonizó una travesía entre los ríos Huallaga y Ucayali
sin usar las aguas del Marañón. Esta expedición, realizada en
condiciones extremadamente adversas, no solo representó un importante
logro geográfico, sino también un gesto de valentía y determinación. A
lo largo de sus viajes, contó con el apoyo incondicional de su
colaborador, el padre fray Buenaventura Márquez, y del hermano lego fray Juan Dueñas, quienes compartían su visión evangelizadora.
Rechazó el nombramiento como obispo de Mainas,
ofrecido por el Consejo de Indias, eligiendo en su lugar continuar su
labor misionera en terreno. Esta decisión evidencia su profundo
compromiso con la causa evangelizadora por encima de los honores
eclesiásticos. En lugar de una carrera en la jerarquía, optó por la
inmersión en la vida de los pueblos amazónicos y la documentación de
sus realidades.
Una figura clave en sus exploraciones fue el padre Sobreviela,
destacado explorador franciscano, quien no solo compartió sus ideales
sino que también coescribió con él valiosos artículos sobre sus
expediciones. Otro personaje fundamental fue el gobernador Francisco Requena, quien brindó respaldo logístico y político a sus incursiones en la selva.
En 1794, gracias al apoyo del virrey Gil, Fray Narciso encabezó una expedición por la margen izquierda del Ucayali. La magnitud del proyecto fue notable: participaron treinta y seis embarcaciones y cerca de quinientas personas,
lo que demuestra la dimensión estratégica y geopolítica de esta misión.
Este viaje resultó en valiosas observaciones geográficas y
antropológicas, que fueron publicadas en el influyente periódico limeño
Mercurio Peruano entre 1791 y 1795.
Permaneció en el Perú hasta 1815, momento en que regresó a España, falleciendo en Gerona en 1827.
Impacto en la sociedad y su tiempo
La obra de Fray Narciso Girbal y Barceló
fue mucho más que religiosa. Su presencia en las selvas del Perú tuvo
consecuencias políticas, sociales y científicas. En una época en que
las fronteras del imperio español requerían mayor conocimiento y
control, sus expediciones ayudaron a cartografiar zonas poco exploradas
y a establecer contacto con múltiples pueblos indígenas.
Además de evangelizar, su trabajo
sirvió para consolidar la presencia hispánica en áreas fronterizas del
virreinato, enfrentando la amenaza de incursiones extranjeras y
fortaleciendo la soberanía española. Su labor también aportó a la
ciencia ilustrada, en tanto recolectó información geográfica,
lingüística y etnográfica que luego sería aprovechada por los
ilustrados criollos y peninsulares.
Sus publicaciones en el Mercurio Peruano reflejan el espíritu enciclopedista de su época. En colaboración con Sobreviela,
Fray Narciso contribuyó a la difusión del conocimiento científico sobre
la Amazonía, brindando datos valiosos que sirvieron para futuras
misiones, planes de colonización e investigaciones naturalistas. Estos
artículos constituyen uno de los registros más completos del
conocimiento geográfico de la selva peruana a fines del siglo XVIII.
Su influencia también se percibe
en la evolución del enfoque misional. Lejos de una actitud impositiva,
sus escritos sugieren una visión más respetuosa hacia las culturas
indígenas, abogando por una evangelización que tomara en cuenta sus
costumbres y modos de vida. Esta postura, aunque adelantada para su
tiempo, refleja el espíritu franciscano de acercamiento fraterno y
convivencia.
Legado y controversias posteriores
La figura de Fray Narciso ha sido
objeto de distintas interpretaciones a lo largo del tiempo. Durante el
siglo XIX, en pleno auge de los nacionalismos latinoamericanos, su
papel como representante del poder colonial fue visto con ambigüedad.
Por un lado, se le valoraba como un explorador y científico; por otro,
se le reprochaba ser parte del aparato imperial que intentaba dominar
territorios y pueblos.
En el siglo XX, con el desarrollo
de estudios sobre la historia de las misiones en América, su figura fue
rescatada desde una óptica más amplia. Investigadores y teólogos
reconocieron su compromiso con los pueblos indígenas y su decisión de
rechazar el episcopado como un acto de humildad y coherencia con su
vocación.
No obstante, las críticas no han
desaparecido del todo. Algunos sectores contemporáneos cuestionan la
implicación de las órdenes religiosas en los procesos de aculturación y
pérdida de identidad de los pueblos amazónicos. En ese sentido, la obra
de Fray Narciso, aunque menos agresiva que otras, no está exenta de ser
reevaluada dentro de los debates actuales sobre colonialismo,
etnocentrismo y evangelización forzada.
Su nombre permanece, sin embargo,
como un referente en los estudios sobre la exploración amazónica y las
misiones del virreinato. La historiografía más reciente lo incluye como
uno de los protagonistas clave en la interacción entre conocimiento
ilustrado, religión y política colonial.
Una figura para seguir analizando
La vida de Fray Narciso Girbal y Barceló
ofrece un prisma singular para comprender los complejos
entrelazamientos entre religión, ciencia y poder durante el periodo
colonial. Su negativa a ocupar cargos eclesiásticos de mayor jerarquía,
en favor de una labor directa con los pueblos indígenas, lo distingue
dentro del panorama misionero de su tiempo.
A través de sus escritos, viajes y
decisiones, se revela una personalidad comprometida con su tiempo, pero
también dotada de una sensibilidad que hoy invita a la reflexión. En un
contexto actual donde las relaciones entre culturas, religiones y
saberes están en constante revisión, la figura de Fray Narciso sirve
como punto de partida para repensar el legado de las misiones
religiosas y sus implicaciones históricas.
Más allá de los juicios
definitivos, su trayectoria recuerda la complejidad de los procesos
históricos y la necesidad de abordar estas figuras con una mirada
crítica, que no oculte ni idealice, sino que explore con profundidad
sus múltiples dimensiones.