San Felipe Apóstol (siglo I): El Predicador del Evangelio
San Felipe Apóstol fue uno de los doce discípulos de Jesús y desempeñó un papel fundamental en la propagación del cristianismo en el siglo I. Se le menciona en los Evangelios y en el libro de los Hechos de los Apóstoles como un ferviente predicador y un seguidor cercano de Cristo. Su misión evangelizadora lo llevó a predicar en diversas regiones, estableciendo comunidades cristianas y enfrentando la persecución por su fe.
Contexto Histórico y Llamado de Jesús
San Felipe nació en Betsaida, una ciudad de Galilea, al igual que Pedro y Andrés. Fue llamado directamente por Jesús para ser uno de sus apóstoles y aparece en varias ocasiones en los Evangelios, destacándose por su papel en la multiplicación de los panes y los peces y en su diálogo con Jesús durante la Última Cena.
En el Evangelio de Juan, Felipe es quien presenta a Natanael a Jesús, afirmando con convicción: «Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús de Nazaret» (Juan 1:45). Esta declaración muestra su profunda fe en Cristo y su disposición para compartir la buena nueva.
Felipe es mencionado nuevamente en la Última Cena cuando le pide a Jesús que le muestre al Padre, a lo que Cristo responde: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9). Este pasaje refleja la búsqueda de Felipe por comprender mejor la divinidad de Cristo y su conexión con Dios Padre.
Misión y Evangelización
Tras la resurrección de Jesús y el descenso del Espíritu Santo en Pentecostés, Felipe se dedicó con fervor a la evangelización. Se cree que predicó en Samaria, Asia Menor y posiblemente en Grecia. El libro de los Hechos menciona a un Felipe que bautizó al eunuco etíope en el camino de Jerusalén a Gaza, aunque algunos estudiosos consideran que este podría ser Felipe el diácono.
Felipe es reconocido por su capacidad de persuasión y su disposición para explicar las Escrituras a los nuevos conversos. Su enseñanza se centró en la figura de Cristo como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, facilitando la conversión de muchos. También jugó un papel clave en la expansión del cristianismo fuera de los territorios judíos, siendo uno de los primeros en llevar el Evangelio a los gentiles.
Las tradiciones indican que Felipe realizó numerosas conversiones en Asia Menor y que incluso confrontó a los sacerdotes paganos, instándolos a abandonar sus ídolos y seguir a Cristo. Su valentía y devoción lo convirtieron en un líder espiritual respetado y seguido por muchas comunidades cristianas incipientes.
Milagros y Persecución
Según diversas tradiciones, San Felipe realizó numerosos milagros en su labor apostólica. Se dice que curó enfermos, expulsó demonios y convirtió a muchas personas mediante su testimonio de fe. En una de las historias más conocidas, Felipe resucitó a un niño en Hierápolis, lo que llevó a muchas personas a aceptar la fe cristiana.
Sin embargo, su predicación también lo llevó a enfrentar la oposición de las autoridades paganas. En algunas fuentes, se menciona que Felipe predicó en Hierápolis, una ciudad de Frigia (actual Turquía), donde enfrentó la persecución. Según la tradición, fue martirizado allí por proclamar el Evangelio, siendo crucificado o colgado cabeza abajo. Algunas versiones narran que antes de morir, Felipe continuó predicando y orando, perdonando a sus verdugos y fortaleciendo a los creyentes con su ejemplo de fe inquebrantable.
Legado y Culto
San Felipe es venerado como santo en la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y otras denominaciones cristianas. Su fiesta litúrgica se celebra el 3 de mayo en la tradición occidental y el 14 de noviembre en la oriental.
Sus reliquias han sido objeto de veneración a lo largo de los siglos, y se cree que parte de sus restos descansan en la Basílica de los Doce Apóstoles en Roma. Su figura sigue siendo un símbolo de entrega total a la misión evangelizadora y un modelo de fe para los creyentes. También se le considera el santo patrón de los predicadores y misioneros, quienes siguen su ejemplo en la difusión del Evangelio.
La ciudad de Hierápolis, donde se cree que fue martirizado, sigue siendo un sitio de peregrinación cristiana, con ruinas de templos y santuarios en su honor. Su legado es recordado en las Escrituras y en la tradición cristiana como un testimonio de devoción y valentía.
Conclusión
San Felipe Apóstol fue un incansable predicador del Evangelio, cuyo testimonio de fe y valentía en la adversidad marcaron la expansión del cristianismo en el siglo I. Su vida nos recuerda la importancia de proclamar la palabra de Dios con convicción y de mantenernos firmes en la fe, aún en tiempos de persecución. Su legado sigue inspirando a cristianos de todo el mundo, reafirmando su papel como uno de los pilares de la Iglesia primitiva.
Su disposición para seguir a Cristo, su entrega total a la evangelización y su valentía en la adversidad lo convierten en un ejemplo atemporal para todos los creyentes. Su historia sigue viva en la tradición cristiana, animando a cada generación a llevar la luz del Evangelio a todos los rincones del mundo.