Bárbara Campanini (1721-1799). La bailarina que cautivó a Europa y conquistó el corazón de Federico II de Prusia

Bárbara Campanini, nacida en Parma en 1721 y fallecida en Barschau (Silesia) el 7 de junio de 1799, es una de las figuras más relevantes en la historia del ballet europeo del siglo XVIII. Conocida por su sobrenombre «La Barberina», se destacó no solo por su talento artístico, sino también por las intensas relaciones personales y los giros en su vida que la hicieron trascender los límites de la danza. A lo largo de su carrera, conquistó los escenarios más prestigiosos de Europa y dejó una huella indeleble en la historia de la danza. Su figura, además, fue fundamental en la evolución del ballet en las cortes reales de la época, especialmente en Prusia, donde fue favorecida por el propio rey Federico II.

Orígenes y contexto histórico

Bárbara Campanini nació en la ciudad italiana de Parma, un lugar conocido por su rica tradición cultural y artística. El contexto histórico de su nacimiento estuvo marcado por la expansión del ballet clásico, que comenzaba a ganar popularidad en las cortes europeas del siglo XVIII. En un período donde la danza era una disciplina esencial en la vida aristocrática, Campanini mostró desde temprana edad una habilidad excepcional para la danza. Este talento no pasó desapercibido, lo que la llevó a estudiar con el célebre maestro Antonio Rinaldi, quien la formó en los más altos estándares del ballet clásico.

A los 16 años, en 1737, Bárbara dejó Italia para emprender una nueva etapa de su vida en París, centro cultural de la época. En esta ciudad, que albergaba una gran concentración de artistas y pensadores, la joven Campanini comenzó a hacerse un nombre en los escenarios más importantes. El ballet en París estaba en pleno auge, y la joven bailarina no tardó en atraer la atención tanto de los críticos como del público, consolidándose como una de las principales figuras del momento.

Logros y contribuciones al ballet europeo

Bárbara Campanini debutó en 1739 en el prestigioso L’Académie Royale de Musique de París con la obra Les Festes d’Hébé, ou Les Talens Lyriques. Este fue solo el inicio de una brillante carrera que la llevaría a los escenarios más importantes de Europa. En ese mismo año, participó en otras destacadas producciones como Zaïde, Reine de Grenade, Momus Amoureux y Dardanus, donde su técnica y capacidad expresiva le aseguraron un lugar privilegiado en la escena europea. La combinación de gracia, destreza técnica y una intensa carga emocional en sus interpretaciones la hizo destacar rápidamente.

Sin embargo, fue en Londres donde Campanini alcanzó la cima de su fama. Tras un período de dificultades personales debido a su matrimonio fallido con el príncipe de Carignan, La Barberina se trasladó a Londres en 1740, donde fue contratada por John Rich, el director del prestigioso teatro Covent Garden. En Londres, su éxito fue arrollador; su talento conquistó no solo a los espectadores, sino también a la familia real británica, que asistió a varias de sus representaciones. En total, se presentó en 75 funciones, y la familia real acudió a nueve de ellas, un testimonio de la importancia que adquirió en la sociedad londinense.

No obstante, La Barberina no se conformó con este éxito. Decidió, en 1741, regresar a París, solo para darse cuenta de que la atención del público se había desplazado hacia una nueva estrella, Marianne Cochois. Por ello, volvió a Londres y comenzó a recorrer otras ciudades europeas, como Dublín y Venecia, buscando nuevos retos y oportunidades para seguir creciendo como artista.

Momentos clave en su carrera

En 1744, el destino de Bárbara Campanini dio un giro decisivo. Fue contratada por el rey Federico II de Prusia como première danseuse de la recién inaugurada Ópera de Berlín. Esta decisión marcó un hito en su carrera, ya que la llevó a un entorno completamente diferente, en el que su arte sería apreciado por las más altas esferas de la aristocracia europea. No obstante, su llegada a Berlín estuvo marcada por ciertos conflictos personales: en ese momento, mantenía una relación con Lord Stuart MacKenzie en Venecia, lo que provocó un conflicto diplomático entre Prusia y las autoridades venecianas. Finalmente, Federico II intervino, logrando que Campanini fuera deportada a Berlín.

El 13 de mayo de 1744, La Barberina hizo su esperado debut en la Ópera de Berlín. Su actuación fue tan impresionante que Federico II, impresionado por su talento, decidió instaurar un cuerpo de ballet completo en la ópera, lo que representó un gran avance en la historia de la danza en Prusia. Su relación con el rey fue breve, pero significó para ella un periodo de gran privilegio y poder.

Aunque su vida amorosa fue inestable, en 1748 La Barberina se casó con Carl Ludwig von Cocceji, hijo del consejero privado de Federico II. A pesar de la separación que ocurrió en 1758, su matrimonio perduró hasta su muerte en 1788, marcando el final de su vida como una figura pública activa.

Relevancia actual

El legado de Bárbara Campanini perdura en la historia del ballet europeo, aunque su nombre hoy no sea tan conocido como el de otros grandes maestros de la danza. La influencia de La Barberina, sin embargo, sigue siendo crucial para comprender la evolución de la danza en el siglo XVIII. Su arte y su capacidad para fusionar técnica y emoción ayudaron a consolidar las bases del ballet clásico, especialmente en las cortes reales de Europa.

Además, la organización de compañías de ballet en las cortes de la época, como la que ella ayudó a establecer en Berlín, fue un avance significativo que influyó en la forma en que se estructuraron las producciones de ballet durante generaciones. Su vida y sus logros siguen siendo objeto de admiración en el mundo de la danza clásica, y su figura se mantiene como un referente de la época dorada del ballet europeo.

En sus últimos años, La Barberina se alejó de los escenarios y vivió una vida más contemplativa en un convento que ella misma fundó en el condado que Federico II le había regalado. Allí dedicó sus días a la vida religiosa hasta su fallecimiento en 1799. Aunque su vida estuvo llena de altibajos y desafíos, su legado perdura como un pilar fundamental en la historia de la danza.

Reflexiones finales sobre la figura de Bárbara Campanini

La vida y carrera de Bárbara Campanini, La Barberina, es un claro ejemplo de cómo el talento artístico puede trascender no solo en los escenarios, sino también en las esferas más altas de la política y la cultura. Su paso por las cortes reales, especialmente su influencia en Prusia, es un reflejo de la estrecha relación que existió entre el arte y el poder en la Europa del siglo XVIII.

Hoy, su legado sigue siendo importante para los estudiosos del ballet, ya que su obra no solo contribuyó al desarrollo de la danza clásica, sino que también dejó una profunda huella en la estructura social y cultural de su tiempo. Aunque su nombre puede no ser tan conocido como otros grandes de su época, su influencia sigue viva, y su vida continúa siendo objeto de estudio y admiración en el ámbito cultural europeo.