Hans Brenaa (1910-1988). El bailarín danés que dejó huella en el ballet clásico

Hans Brenaa, nacido como Hans
Pedersen en Copenhague el 9 de octubre de 1910, fue una de las figuras
más relevantes del ballet danés durante el siglo XX. Su carrera abarcó
desde los escenarios del Real Ballet Danés hasta el reconocimiento
internacional, dejando un legado duradero en la danza clásica y la
enseñanza del ballet. A lo largo de su vida, Brenaa se distinguió no
solo como un brillante bailarín, sino también como un creador y maestro
que tuvo una profunda influencia en generaciones de bailarines. Su
fallecimiento en Copenhague el 14 de abril de 1988 dejó un vacío en el
mundo de la danza, pero su legado sigue vivo a través de sus
contribuciones artísticas y pedagógicas.

Contexto de su Nacimiento y Formación

El ambiente cultural y artístico de
Copenhague en la primera mitad del siglo XX fue fundamental para el
desarrollo de la carrera de Brenaa. En un período marcado por las
tensiones internacionales y los cambios sociales, la ciudad era un
centro neurálgico del ballet clásico europeo, lo que permitió que
jóvenes talentos como Brenaa pudieran formarse y triunfar en un mundo
de exigencias técnicas y artísticas.

Desde joven, Brenaa mostró un
profundo interés por la danza, y en 1928 se graduó de la Escuela del
Teatro Real. Esta institución fue clave en su formación, no solo por su
rigor académico, sino también por ser un referente en el ámbito del
ballet clásico. Después de finalizar sus estudios, ingresó
inmediatamente al Real Ballet Danés, una de las compañías más
prestigiosas del mundo. Su primer paso en la compañía fue fundamental
para su desarrollo artístico, pues a lo largo de los años ascendió
hasta alcanzar la categoría de bailarín principal en 1945, un puesto
que reflejaba su excelencia técnica y su capacidad interpretativa.

Su formación continuó con una
serie de viajes a diferentes partes de Europa, lo que le permitió
ampliar su perspectiva artística. Entre 1938 y 1939, fue bailarín en Les Ballets de la Jeunesse,
una compañía que le permitió explorar nuevas ideas y enriquecer su
estilo. Sin embargo, fue su estancia en París, donde decidió continuar
su formación con la renombrada maestra Lubov Egorova,
lo que marcó un antes y un después en su carrera. Egorova, conocida por
su enfoque técnico y su capacidad para extraer lo mejor de sus
estudiantes, fue una influencia decisiva en el perfeccionamiento de
Brenaa como bailarín.

Logros y Momentos Importantes de su Vida

Hans Brenaa se destacó como
intérprete en una época donde el ballet clásico danés experimentaba un
auge, y su habilidad para incorporar elementos modernos en la tradición
clásica lo hizo un referente. A lo largo de su carrera, estrenó
numerosas obras de destacados coreógrafos, consolidando su reputación
como uno de los más importantes artistas de su tiempo.

Una de las facetas más destacadas de su carrera fue su relación con el coreógrafo danés Harald Lander, con quien colaboró estrechamente durante los años 30 y 40. Entre los ballets que Brenaa estrenó de Lander se incluyen Tata (1932), Gudindernes Strid (1933), Diana (1933), Fodbold (1933) y Svinedrengen
(1936), entre otros. La capacidad de Brenaa para interpretar estos
trabajos con técnica y emoción, y su habilidad para dar vida a los
complejos personajes de estas coreografías, lo convirtió en un
intérprete esencial en la danza danesa de la época.

En 1949, regresó a Copenhague después de su estancia en París y poco después se unió a la compañía de Kurt Jooss
como artista invitado. Jooss, conocido por su enfoque expresivo y
vanguardista, aportó a Brenaa una nueva perspectiva sobre la danza
moderna, influenciando su desarrollo como coreógrafo y maestro. En esta
etapa, Brenaa también comenzó a coreografiar para el Real Ballet Danés,
creando obras como Las Bodas de Aurora (1949) y Cascanueces Pas de Deux (1950), dos piezas que son hoy en día parte del repertorio tradicional del ballet danés.

Impacto en la Sociedad y su Tiempo

El impacto de Hans Brenaa en la
danza no se limitó únicamente a su trabajo como bailarín. A lo largo de
su carrera, también se desempeñó como maestro, formador de nuevas
generaciones de bailarines y coreógrafo. Su contribución a la técnica y
la interpretación del ballet fue fundamental para mantener viva la
tradición del ballet clásico, al tiempo que introdujo innovaciones que
reflejaban las tendencias más modernas de la danza. Su influencia no
solo se dio dentro de las fronteras de Dinamarca, sino que trascendió a
nivel internacional.

Una de sus creaciones más aclamadas fue la puesta en escena de La Sílfide (1973) para el Scottish Ballet, donde Rudolf Nureyev,
otro de los más grandes bailarines de su época, interpretó el papel de
James. Esta obra, de gran complejidad técnica y emocional, se convirtió
en un hito para la compañía escocesa y solidificó aún más la reputación
de Brenaa como coreógrafo internacionalmente reconocido.

Además de su labor en el
escenario, Brenaa también contribuyó a la preservación y expansión del
legado de los grandes maestros del ballet, como el coreógrafo Auguste Bournonville. A través de obras como Kermessen i Brügge (1951) y Napoli
(1957), Brenaa revivió y recontextualizó las coreografías de
Bournonville, permitiendo que las nuevas generaciones de bailarines
pudieran acceder a este rico patrimonio.

Legado y Controversias Posteriores

El legado de Hans Brenaa es amplio
y sigue siendo una influencia perdurable en el mundo del ballet. Sus
contribuciones como bailarín, coreógrafo y maestro ayudaron a
consolidar la tradición del ballet clásico danés y a posicionar a
Dinamarca como un centro de excelencia en la danza. Sin embargo, como
ocurre con todas las grandes figuras históricas, su figura no está
exenta de controversia. Algunos críticos han señalado que, en su afán
por mantener viva la tradición, Brenaa a veces fue reacio a adaptarse a
las corrientes más innovadoras de la danza moderna. A pesar de ello, su
respeto por las tradiciones del ballet, su rigurosidad técnica y su
capacidad para enseñar a nuevas generaciones lo convierten en un pilar
de la historia del ballet.

El debate contemporáneo sobre su figura también está marcado por su relación con otros grandes de la danza, como Kurt Jooss o Henning Kronstam,
figuras con las que colaboró estrechamente, pero cuya visión artística
no siempre coincidía con la de Brenaa. Sin embargo, todos coinciden en
reconocer su habilidad para mantener el ballet danés relevante durante
décadas y su capacidad para transmitir la pasión por la danza a quienes
tuvieron el privilegio de aprender de él.

La Danza Como Lenguaje Universal

El
trabajo de Hans Brenaa sigue siendo objeto de estudio y admiración. Su
enfoque técnico y su capacidad para transmitir emociones a través del
movimiento le aseguraron un lugar en la historia del ballet, y su
legado vive en la formación de numerosos bailarines que continúan su
trabajo. Más allá de sus logros personales, su vida y obra demuestran
cómo la danza puede ser un lenguaje universal, capaz de transmitir
historias, emociones y valores a lo largo del tiempo.