Abbas Hilmi II (1874-1944). El último jedive de Egipto y su lucha por la independencia frente al dominio británico

Abbas Hilmi II es una figura central en la historia moderna de Egipto, marcado por una era de transición política y geopolítica que transformó al país. Su reinado, desde 1892 hasta 1914, fue una época llena de tensiones y confrontaciones entre el deseo de autonomía de Egipto y el control imperial británico. La vida de Abbas Hilmi II refleja el complejo escenario global de finales del siglo XIX y principios del XX, donde Egipto se encontraba entre la soberanía otomana y la ocupación británica. Su figura se alza como un símbolo de resistencia y de los esfuerzos por la autodeterminación de su pueblo, dejando una huella en la historia egipcia que perdura hasta el presente.

Contexto de su Nacimiento y Formación

Abbas Hilmi II nació el 14 de julio de 1874 en Alejandría, en el seno de la dinastía de Mehemet Alí, la cual había gobernado Egipto desde principios del siglo XIX con relativa autonomía, aunque bajo la soberanía nominal del Imperio Otomano. Su padre, el jedive Mehemet Tawfiq, había sido el gobernante de Egipto hasta su muerte en 1892. Abbas fue educado en el Colegio Teresiano de Viena, lo que reflejaba la fuerte influencia europea en la élite egipcia de la época. Durante este periodo, Egipto se encontraba ya bajo ocupación británica desde 1882, aunque oficialmente seguía siendo parte del Imperio Otomano. Este contexto histórico resultó ser crucial para entender el destino de Abbas Hilmi II y su lucha por mantener la independencia de Egipto frente a las ambiciones coloniales.

A la muerte de su padre en enero de 1892, Abbas Hilmi II fue investido como el nuevo jedive de Egipto por el sultán otomano, el 26 de marzo de ese mismo año. A pesar de ser solo un joven de 18 años, su ascenso al trono estuvo marcado por la aplicación de un firmán de 1866 que determinaba la sucesión hereditaria de padre a hijo dentro de la dinastía de Mehemet Alí. Esta medida consolidó el poder dinástico, pero también vino acompañada de un debilitamiento progresivo de la autoridad local debido a la creciente influencia británica.

Encrucijadas de su Vida y Pensamiento

Tensiones con los británicos

Desde los primeros días de su reinado, Abbas Hilmi II se vio obligado a enfrentar una constante presión por parte de las autoridades británicas. La figura de Cromer, quien actuaba como residente británico, desempeñó un papel crucial en la política egipcia de la época. Abbas, aunque nominalmente el monarca del país, tenía poco poder real y se encontraba bajo la constante sombra del dominio colonial. Su deseo de mayor autonomía fue rápidamente obstaculizado por las imposiciones británicas, las cuales interferían en la toma de decisiones importantes del gobierno.

Un hito clave en este conflicto fue la destitución de Nubar Bajá en 1895, un político de tendencias nacionalistas, quien había sido nombrado primer ministro por Abbas Hilmi II en un intento de reforzar la autonomía egipcia. Este cambio, obligado por las presiones británicas, marcó el inicio de una etapa de mayor sometimiento a las autoridades coloniales. Además, en 1896, el gobierno egipcio permitió la financiación de la expedición anglo-egipcia a Sudán, lo que resultó en un escándalo, ya que muchos juristas británicos consideraban esta maniobra ilegal. La expedición tenía como objetivo recuperar territorios perdidos frente a los mahdistas, consolidando así aún más el control británico en la región.

Relación con el nacionalismo egipcio

A pesar de la creciente interferencia británica, Abbas Hilmi II intentó, en diversos momentos, acercarse a los movimientos nacionalistas. Su apoyo financiero a diversos grupos y su respaldo al periódico nacionalista Al-Mu´ayyad indicaban su intención de promover una conciencia nacional egipcia. Sin embargo, su relación con los movimientos nacionalistas era ambigua. Si bien apoyó el establecimiento de un partido político en 1907, el Partido Nacional Legalista, como contrapeso al Partido Ummah, más moderado y alineado con los intereses británicos, sus acciones fueron siempre limitadas por las presiones externas.

El auge del nacionalismo egipcio, liderado por figuras como Sad Zaglul, fue una constante fuente de tensión durante su reinado. El nombramiento de Kitchener como cónsul general británico en 1912 marcó el inicio de una represión directa de los movimientos nacionalistas, con la encarcelación o el exilio de muchos de sus líderes.

Impacto en la Sociedad y su Tiempo

Durante su reinado, Abbas Hilmi II promovió importantes obras públicas bajo la presión británica, como la construcción de la presa de Asuán y el embalse del Delta. Aunque estas infraestructuras beneficiaron la economía agrícola del país, también sirvieron para consolidar el control de los británicos sobre la nación. El jedive, por más que intentara ciertas reformas, no pudo evitar que las decisiones clave se tomaran desde Londres.

Además, en su gobierno participaron destacados reformistas como Muhammad Abduh, quien influyó en las reformas educativas y judiciales del país, así como Sad Zaglul, quien más tarde jugaría un papel clave en la Revolución Egipcia de 1952. Estas reformas, aunque limitadas por las restricciones coloniales, fueron fundamentales para la evolución de Egipto hacia una nación moderna.

Legado y Controversias Posteriores

El final del reinado de Abbas Hilmi II llegó en 1914, cuando la Primera Guerra Mundial ofreció la oportunidad de desafiar el dominio británico. En ese periodo, el jedive, en una tentativa de rebelión, hizo un llamado al pueblo egipcio y sudanés para que apoyaran a las Potencias Centrales en contra del Reino Unido. Esta acción fue interpretada por los británicos como un acto de traición, y el 18 de diciembre de 1914, el gobierno británico depuso a Abbas Hilmi II, proclamando el protectorado sobre Egipto y poniendo fin al régimen de los jedives.

Tras su derrocamiento, Abbas Hilmi II se exilió a Suiza, donde vivió hasta su muerte en 1944. Aunque perdió su estatus dinástico cuando Egipto se convirtió en un reino independiente bajo el rey Fuad I en 1922, la figura de Abbas Hilmi II comenzó a ser reevaluada por los estudios contemporáneos. Su resistencia política y su apoyo a los movimientos nacionalistas lo han convertido en un símbolo de la lucha por la autodeterminación de Egipto.

Última reflexión

El legado de Abbas Hilmi II sigue siendo un tema de debate entre historiadores y estudiosos de la política egipcia. Aunque nunca logró la plena independencia de Egipto, su resistencia al dominio británico y su apoyo a la causa nacionalista contribuyeron de manera significativa a la configuración de la identidad moderna del país. Su figura representa la transición de Egipto de un estado semi autónomo bajo el Imperio Otomano a un territorio bajo control colonial británico, pero también marca el inicio de los esfuerzos por la independencia que culminarían con la Revolución de 1952.

Abbas Hilmi II no solo fue el último jedive de Egipto, sino también un símbolo de la lucha por la autodeterminación. Su historia es una muestra de cómo la resistencia y la política nacionalista, incluso en condiciones de sometimiento y ocupación, pueden sentar las bases de un cambio histórico profundo.