Torón Goyanes, Saturio (1898-1937).
Matador de toros español, nacido en Estella (Navarra) en 1898, y muerto en Pamplona (Navarra) el 1 de enero de 1937. Comenzó a curtirse en el duro oficio del toreo a base de dar mantazos por las becerradas que se convocaban en su comarca, hasta que decidió canalizar profesionalmente su vocación taurina y adoptar el oficio de banderillero. Como tal, estuvo en activo hasta la temporada de 1926, año en el que decidió mudar la plata del vestido de brega para aspirar al oro que adorna el terno de los matadores de toros. Así pues, se anunció como novillero en la plaza de Zaragoza el día 22 de agosto de 1926, fecha en la que no tuvo a la fortuna de su parte.
En efecto, su fracaso fue tan rotundo que le obligó a desistir en su empeño, por lo que regresó al gremio de los subalternos. Pero tres años más tarde, al torear en las arenas de la Villa y Corte como miembro destacado de la cuadrilla del novillero Enrique Ferrer, despertó la atención de la primera afición del mundo, que descubrió en Saturio Torón Goyanes a un torero en ciernes. Volvió, pues, en la temporada de 1929 a anunciarse como novillero, ahora alentado por la proyección que su andadura profesional había tomado en Madrid. Y así, tras encadenar una larga sucesión de triunfos en calidad de novillero, el día 8 de julio de 1930 cruzó el redondel de la plaza de la Misericordia de Pamplona, dispuesto a ganar la borla de doctor en tauromaquia. Compareció aquella tarde a título de padrino el afamado diestro madrileño Marcial Lalanda del Pino, quien facultó al toricantano para que, bajo la atenta mirada de sus paisanos navarros, lidiara y estoqueara a un morlaco que había pastado en las dehesas de Concha y Sierra. Anduvo aquella tarde el bravo de Saturio Torón tan valeroso y temerario como de costumbre, arrojo que, convertido en la principal característica de su estilo, le reportó no pocas cornadas y le obligó a incumplir, por lesión, muchos contratos.
El día 12 de abril de 1931 volvió a hacer el paseíllo en la plaza de Madrid, ahora dispuesto a confirmar ante sus descubridores que pertenecía por derecho propio al escalafón superior del Arte de Cúchares. Ofició, entonces, de padrino el coletudo madrileño Fausto Barajas Sánchez, quien le cedió los trastos con los que había de acometer la lidia y muerte a estoque de un toro llamado Caraquero, que pertenecía a la ganadería de don Luis Bernaldo de Quirós. A partir de esta fecha, la suerte volvió a mostrarse adversa para Saturio Torón Goyanes, quien apenas recibió oportunidades en las que hubiera podido demostrar si su desmesurado valor se había ido enriqueciendo con un estilo más depurado. Lo cierto es que, desanimado por esta falta de ofertas, decidió abandonar el ejercicio activo de la profesión y cortarse la coleta en la plaza de toros de Zaragoza, el día 29 de septiembre de 1935.