Tomalá (¿-ca.1542).
Cacique indígena ecuatoriano -también conocido por los cronistas como Tumbalá-, señor de la isla de Puná, quien, junto con sus descendientes, fue ejemplo de lucha por la independencia frente a los incas y a los españoles. No se sabe cuándo nació, y se supone que murió hacia 1542. En 1530 Tomalá hizo frente a las tropas de Atahualpa que, llamado por el cacique de Túmbez, intentó someter la isla. Herido en la batalla, Atahualpa tuvo que retirarse a Cajamarca. Entonces, Tomalá aprovechó para atacar Túmbez y tomar más de seiscientos prisioneros que llevó como esclavos a su tierra. En 1531 Tomalá tuvo noticia de que se acercaban unos hombres blancos procedentes de las costas de Manabí. Se trataba del grupo de Pizarroy sus hombres. Calculó que podrían serle de gran ayuda en sus enfrentamientos con el emperador inca, y optó por recibirlos con todos los honores. Después de algunos meses de amable hospedaje en la isla, los españoles comenzaron a cometer atropellos: arrebataron sus riquezas y tomaron sus mujeres. De María, hija de Tomalá, Benalcázar tuvo una hija llamada Isabel. Los puneños, agotada su paciencia, tramaron la matanza de los españoles, pero descubierto el complot por parte de Pizarro, éste se adelantó en la ofensiva y tomó prisioneros a Tomalá y sus principales caciques. Ante esta situación, se produjo un masivo éxodo de habitantes de la isla que en balsas huyeron en dirección a Balao. Desde entonces se generalizaron las guerrillas en los montes y manglares del isla Puná. Tomalá y sus hijos recobraron la libertad cuando Pizarro abandonó las tierras de Puná para dirigirse al Perú. Francisco Tamalá, nieto de Tomalá, fue el Cacique principal de los Partidos de la isla de Puná y Machala por expreso reconocimiento de Felipe II, quien incluso le concedió un hermoso Escudo de Armas. La saga de los Tomalá fue en adelante la mayor defensora de los pueblos indígenas de la costa sur del Ecuador. Muy bien puede ser considerada como la dinastía iniciadora de la soberanía ecuatoriana sobre el golfo de Guayaquil. Sus descendientes se han perpetuado en las más ilustres familias guayaquileñas.