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LiteraturaBiografía

Tolstói, León (1828-1910)

León Tolstoi.

Escritor ruso, conocido por su nombre latinizado de León Tolstoi. Nació en Yásnaia Poliana (Tula) el 29 de diciembre de 1828, y murió en Astápovo (Riazán) el 14 de noviembre de 1910.

Vida y obra.

Sus padres, pertenecientes a la antigua nobleza, murieron cuando él era un niño. Fue criado en la hacienda familiar de Yásnaia por unas tías que, a pesar de ser muy religiosas, mostraban gran interés por la cultura y le pusieron bajo la tutela de preceptores extranjeros. En 1844 se matriculó en la Universidad de Kazán, donde estudió Derecho y lenguas orientales; pero al cabo de tres años, decepcionado por los arcaicos métodos de enseñanza vigentes en su país, abandonó sus estudios universitarios.

Decidió, entonces, completar personalmente su formación cultural, volcado hacia un torrente de lecturas que fueron perfilando sus conocimientos, a la vez que sentaban las bases de su estilo literario y ahondaban en los temas básicos de su posterior producción literaria. Entre esta lecturas, la Biblia ocupaba un lugar destacado, pero también las obras de autores tan singulares o comprometidos como Rousseau, Pushkin, Gogol y Sterne). Al mismo tiempo, frecuentaba sus visitas a los centros literarios de Moscú y San Petersburgo, y redactaba un diario íntimo cuya composición prolongó a lo largo de casi toda su vida.

En el orden social, proyectó una serie de reformas tendentes a mejorar la vida de los campesinos, pero estos iniciales intentos de progreso social fracasaron. En cambio, su vocación literaria comenzó a dar sus primeros frutos, en forma de publicaciones impresas como Relato de la jornada de ayer (1851), y unos capítulos sueltos de Infancia (1851), que fue publicado al año siguiente en la revista Sovremennik.

En 1852 se enroló en acciones bélicas en el Cáucaso, y posteriormente participó como oficial en la Guerra de Crimea, cuyas desastres le surtieron de materia histórico-novelesca para varios relatos (La tala del bosque, 1855; Una tormenta de nieve, 1856; Dos húsares, 1856; y el conjunto formado por los tres Relatos de Sebastopol, 1855-1856). Este último título, a pesar de los inconvenientes que puso la censura, encontró enorme difusión en aquellas fechas, porque, sobre mostrar ya un estilo literario verdaderamente apreciable, describía los horrores de la guerra y el comportamiento heroico de los soldados rusos -no así el de los oficiales- con atinada justeza y plástica precisión.

En 1856, de regreso a San Petersburgo, fue recibido como un escritor consagrado, lo que le animó para dedicarse de lleno al comercio con las Musas. Sucesivamente, fueron apareciendo La mañana de un terrateniente (1856), algunas de las obras -recientemente citadas- influidas todavía por la Guerra de Crimea, y Juventud (1857). A partir de este año, inició una serie de viajes por Europa Occidental (Francia, Suiza, Alemania, Italia e Inglaterra), en los que trabó contacto con grandes personajes contemporáneos suyos (v. gr., Proudhon, Herzen y Dickens). Vuelto a su Rusia natal, imbuido del espíritu progresista que animaba Europa y de la ideología populista difundida entonces entre los intelectuales rusos, retomó sus antiguos proyectos socio-pedagógicos y fundó en su lugar de origen una escuela que valoraba, por encima de todo, la libertad de expresión del educando. En esta misma línea, fundó la revista Yásnaia Poliana (1862), vehículo de difusión de sus propuestas literario-pedagógicas, luego también plasmadas en algunos libros como el ensayo La importancia de la instrucción popular (1862) y la narración Los cuatro libros de lectura (1873).

Empero, esta dedicación al ámbito de la pedagogía no le apartó de su primigenia vocación literaria: al mismo tiempo que se consagraba, en su aldea natal, a la educación de los hijos de los campesinos, iba escribiendo y publicando narraciones como Lucerna (1857), Tres muertes (1857-1858) y Felicidad conyugal (1859). En 1852 contrajo matrimonio con Sofía Andréievna Bers (con la que tuvo trece hijos), cuya amorosa disposición conyugal le proporcionó el equilibrio necesario para ahogar sus constantes inquietudes y aprovechar la pródiga fecundidad de su pluma. Así, publicó una de sus mejores obras, Los cosacos (1863), y, tras una narración menor (Polikushka), dio a la imprenta la primera parte de la novela El año 1805, que andando el tiempo habría de alargarse, completarse y concretarse en la que sería su obra magna, Guerra y paz (1865-1869).

Guerra y paz, monumental plasmación del período histórico ruso conturbado por la invasión de las tropas de Napoleón, está considerada no sólo como la mayor epopeya rusa del siglo XIX, sino también como una de las obras cumbres de la narrativa mundial de cualquier época. Tolstoi, consagrado ya definitivamente como uno de los más grandes escritores de su tiempo, se dedicó durante algunos años al cultivo del teatro, género en el que sobresalió tanto en la comedia (El nihilista, 1865; Una familia contagiada, 1862-1864) como en el drama (La fuerza de las tinieblas, 1886; El cadáver viviente, 1900) y en el panfleto dramático (Los frutos de la instrucción, 1889).

Tolstoi, que ya se había visto muy afectado por el fallecimiento de su hermano Nikolái (víctima de la tuberculosis), sufrió un durísimo revés tras la muerte de dos de sus hijos, acrecentado por una grave dolencia de su esposa. A estos quebrantos espirituales se unió su constante preocupación religiosa, nacida de la insatisfacción moral en que vivía de contino. Se retiró entonces a su hacienda de Yánaia Poliana, donde volvió a la actividad pedagógica (Silabario, 1872) mientras se ocupaba, con especial dedicación, de los problemas cruciales de su tiempo. Simultáneamente, se dio a la lectura de grandes autores del pasado (Homero, Platón, Schopenhauer), en los que encontraba ideas adecuadas para refrendar sus propias tesis. Fruto de estas y otras indagaciones, vio la luz su segunda gran novela, Ana Karenina (1876-1877), preludio ya de la profunda crisis de madurez que amenazaba a su autor.

En efecto, Tolstoi vivía inmerso en una acuciante insatisfacción intelectual y espiritual, originada en la constatación de que en su obra creativa no hallaba respuestas para sus angustias religiosas. De ahí que se volcara, a partir de la publicación de Ana Karenina, en una obsesiva y frenética búsqueda de soluciones para los problemas espirituales que constantemente se le planteaban. Su producción literaria dio un brusco giro hacia la temática religioso-moral, hasta llegar a presentarse como el mensaje de un iluminado tocado por la gracia divina, y encargado de la dura misión de propagar la verdad de su conversión. Tras Confesión (1882), publicó gran cantidad de escritos filosóficos y religiosos, en los que, de paso, vertía nociones estéticas y sociales: En qué consiste mi fe (18849, ¿Qué hacer? (1882-1886), Sobre la vida (1887), La Iglesia y el Estado (1891), El reino de Dios está en vosotros (1891-1893), La doctrina cristiana (1897) y ¿Qué es el arte? (1898).

Sin embargo, y a pesar de que -en teoría- había refutado sus anteriores postulados estético-literarios, continuó enriqueciendo su obra narrativa con relatos tan relevantes como La muerte de Iván Ilich (1886), Sonata a Kreutzer (1889), Amo y servidor (1895), Hadzhi Murat (1896-1904) y El padre Sergio (1890-1898, pero aparecido póstumamente en 1911), y con la novela Resurrección (1899), que provocó la excomunión del escritor, a consecuencia de las críticas que desde ella dirigía contra la familia, la administración zarista y la Iglesia ortodoxa. Decepcionado, Tolstoi se retiró durante un breve período de tiempo al monasterio de Optina Pustin, para volver enseguida a su hacienda, ponerse al lado de los menos favorecidos y vivir con una humildad próxima a la del ermitaño (es conocido que se elaboraba él mismo su propio calzado y araba la tierra que le daba el sustento).

Libre, al fin, de ataduras terrenales, negó el derecho personal a la riqueza y pretendió deshacerse de sus bienes mundanos; pero la enérgica oposición de su esposa le impidió, como era su deseo, repartir sus tierras entre sus siervos. Al mismo tiempo, se iba sintiendo cada vez más agobiado por los honores que sin cesar se le rendía. El 10 de noviembre de 1910, a escondidas, abandonó su hacienda y partió en solitario para recluirse en algún apartado lugar donde no pudiera gozar de ninguno de los privilegios que aún consideraba que tenía. Pero enfermó durante el viaje, y murió en la pequeña estación ferroviaria de Astápovo.

Autor

  • José Ramón Fernández de Cano