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PolíticaBiografía

Saakashvili, Mijáil (1967-VVVV)

Abogado y político georgiano, nacido el 21 de diciembre de 1967 en Tbilisi. Presidente electo de Georgia, en funciones de su 2º ejercicio desde el 20 de enero de 2008.

Perteneciente a una familia acomodada de profesionales liberales, el padre era médico y la madre abogada, recibió la educación secundaria en su ciudad natal, Tbilisi, y luego estudió Derecho en el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Kíev, capital de Ucrania, por la que se graduó con honores en 1992. Con 24 años, prefirió seguir estudiando y labrarse un porvenir profesional en el extranjero en lugar de instalarse en Georgia.

Ese año, en el lapso de pocos meses, se produjo el acceso a la independencia de Georgia como resultado de la extinción de la URSS, el derrocamiento en una insurrección militar del presidente nacionalista y autoritario Zviad Gamsajurdia, el retorno al poder del antiguo jefe del Partido Comunista local Eduard Shevardnadze y el estallido de sendos conflictos armados con los separatistas sudosetios y abjazios. Como resultado de estas circunstancias, Georgia se adentró en un desolador escenario de guerra civil, hundimiento económico y fractura del Estado.

Saakashvili se radicó en Estados Unidos, donde estableció contacto con la importante comunidad georgiano-americana, incrementada en los últimos años con la llegada de muchos compatriotas que habían huido de las convulsiones en la ex república soviética, aunque también hizo desplazamientos por motivos lectivos o profesionales a Francia, Italia, Holanda y Noruega.

En 1994, gozando de una beca del Congreso de Estados Unidos, se licenció en Derecho por la Universidad de Columbia en Nueva York y en 1995 obtuvo el doctorado en Ciencia Jurídica por el National Law Center de la Universidad George Washington sito en Washington D.C. Entre título y título, ejerció la profesión legal en uno de los más afamados bufetes de abogados neoyorkinos, y cursó una diplomatura en Derecho Comparado en Derechos Humanos en el Instituto Internacional de Derechos Humanos (IIDH) de Estrasburgo, Francia.

Zurab Zhvania, presidente del Parlamento de Georgia, le visitó a principios de 1995 en su despacho en Manhattan para solicitarle su colaboración. Estaba reclutando para los cuadros del nuevo partido la Unión de Ciudadanos de Georgia (SMK), formado por el oficialismo con el objeto de impulsar las reformas de tipo liberal, a jóvenes talentos de la diáspora georgiana con experiencia en Occidente, en un momento en que Georgia continuaba afectada por la recesión económica, la crisis energética, las conspiraciones políticas de signo desestabilizador y un gravísimo problema de inseguridad pública. En las siguientes elecciones legislativas del 5 de noviembre de 1995 Saakashvili fue uno de los 106 candidatos de la SMK que obtuvo su escaño.

Saakashvili rápidamente ganó notoriedad como jefe del Comité Parlamentario sobre Asuntos Legales y Constitucionales. Dicha organización recibió el cometido de reformar el código electoral, establecer un sistema judicial independiente, abolir la pena de muerte y crear unas fuerzas de seguridad del Estado despolitizadas.

En 1997 se puso al frente del Comité Anticorrupción del Parlamento y como tal dirigió las acusaciones contra las autoridades municipales de Tbilisi y miembros del Gobierno, lo que generó tensiones en la SMK. A pesar de que sus denuncias no le hacían ningún favor a la imagen del régimen, Shevardnadze lo protegía con un celo casi paternal y le reservó unas cuantas promociones antes de que Saakashvili se rebelara y adoptara un rol inédito en su trayectoria hasta entonces: el de opositor político.

El 4 de octubre de 2000, Shevardnadze nombró a Saakashvili ministro de Justicia sólo unos días después de que levantara otra polvareda política con la acusación al ministro del Interior, Kaja Targamadze, de organizar un dispositivo de espionaje interno en la bancada parlamentaria. A esas alturas, Saakashvili y Zhvania estaban identificados como los rostros conspicuos del ala más progresista del partido. Medios locales y regionales presentaron a Saakashvili como la estrella ascendente del régimen creado por Shevardnadze y destacaron la circunstancia de tratarse de uno de los pocos nombres propios en la política georgiana que se había encaramado al proscenio después de la desaparición de la URSS y el reconocimiento exterior de la independencia nacional, por lo que su carrera hasta la fecha podía calificarse como meteórica.

Su lema "o destruimos a la corrupción, o la corrupción nos destruye a nosotros", le convirtió en el mascarón de proa de su nueva campaña para depurar a los funcionarios deshonestos, la cual se cobró sus primeras destituciones en el sector energético, plaza fuerte del soborno y el tráfico de favores. Saakashvili encajó sus propias acusaciones de corrupto, lanzadas por periodistas que investigaron nebulosas participaciones empresariales, por la misma oficina auditora del Estado, que apuntó a posibles desvíos de fondos públicos para financiar a grupos o personas de interés particular para el ministro.

A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos exigió a Tbilisi con tono de ultimátum que expulsara de su lado de la frontera a grupos de combatientes chechenos calificados de terroristas. Saakashvili aprovechó sus competencias ministeriales para dejar una excelente impresión en la administración republicana de Estados Unidos. Fue él el encargado de sobrellevar el diálogo bilateral sobre colaboración en cuestiones de seguridad con su homólogo en el gobierno de Washington, el fiscal general John Ashcroft, y con el director de la CIA, George Tenet.

Al margen de las polémicas en torno a la corrupción, Saakashvili reflejó un talante nacionalista y antirruso en sus duros reproches a la política georgiana del Gobierno de Moscú, que se resistía a retirarse de las bases militares concedidas por Shevardnadze en el Tratado bilateral de Amistad y Cooperación, de febrero de 1994

A mediados de 2001 las encuestas de opinión indicaban que Saakashvili era el miembro del Gobierno más popular, por delante de un Shevardnadze, que veía erosionarse día a día su crédito como estadista. Había profusión de especulaciones sobre una aspiración del responsable de Justicia a la nominación por la SMK de su candidato a las elecciones presidenciales de 2005, a las que el ex ministro soviético de Exteriores no podía presentarse porque la Constitución de 1995 le impedía el tercer mandato consecutivo.

En agosto de 2001 Saakashvili provocó un revuelo político con un proyecto de ley anticorrupción que facultaba al Estado para confiscar bienes o capital a servidores públicos que no fuesen capaces de justificar el origen de su patrimonio. Saakashvili acompañó la presentación de la propuesta legal con la exhibición de fotografías de lujosas mansiones que se estaban construyendo en el barrio más selecto de Tbilisi miembros del Gobierno, cuyos magros salarios no cuadraban con los costes de las obras. En airada reacción, colegas del gabinete puestos en la picota acusaron a Saakashvili de "populista" y de transgredir la Constitución.

Saakashvili debió extralimitarse a los ojos de Shevardnadze, quien, por primera vez, salió a refutarle en público. El presidente desestimó el borrador de ley porque, a su entender, violaba el principio de presunción de inocencia, y favorecería un desbarajuste de denuncias por presunto patrimonio indebido contra miembros del Ejecutivo, con probables motivaciones políticas detrás. Sin embargo, un sondeo periodístico reveló que el 70% de la población aprobaba las incautaciones de propiedades de los funcionarios que no presentaran sus cuentas en claro.

Este conflicto precipitó la ruptura de Saakashvili con el régimen, el 19 de septiembre presentó la dimisión como ministro de Justicia. Explicó que le parecía "inmoral" seguir formando parte de un Gobierno que era "incapaz de cumplir las promesas electorales de erradicar la corrupción", más la advertencia añadida de que, de continuar el presente estado de cosas, Georgia se convertiría en "un enclave criminal en uno o dos años".

El 21 de octubre disputó y ganó en una elección parcial a una decena de rivales un codiciado escaño correspondiente al distrito capitalino de Vake, el mismo que él venía representando en el Parlamento desde los comicios generales de 1995 y 1999. Lo hizo con una mayoría avasalladora, el 64% de los votos, mientras que su contrincante más adelantado, la presidenta del Partido Nacional Democrático (EDP), Irina Sarishvili-Chanturia, no llegó al 10%.

El siguiente paso de Saakashvili fue dotarse de su propia fuerza política con un ideario de tipo nacionalista y derechista. La primera de estas calificaciones, adjudicadas por comentaristas políticos, era válida sólo como reacción al factor ruso y al separatismo, ya que la plataforma del ex ministro no podía ser sino entusiásticamente prooccidental y más exactamente proestadounidense; en cuanto a la filiación ideológica, prefería el anticomunismo y, en economía, apostaba por la aceleración de las reformas liberales de mercado.

El 7 de mayo de 2002, ante la merma de un reguero de deserciones, constituyó en torno suyo el bloque Movimiento Nacional-Frente Democrático (EMDP), en el que se dieron cita varios partidos, y algunos del bando de Shevardnadze. El EMDP, bajo el liderazgo de Saakashvili, volatilizó las expectativas alumbradas por el entorno presidencial de que entablara una oposición constructiva o moderada. Como eslógan para las elecciones municipales, el EMDP acuñó la frase "Georgia sin Shevardnadze", toda una declaración de intenciones de confrontación, que ante las protestas del aludido, quedó en: Tbilisi sin Shevardnadze.

El 3 de junio de 2003 Saakashvili compareció en Tbilisi junto con Zhvania, que ya había roto todas las amarras con el oficialismo y montado su propio partido, los Demócratas Unidos, Davit Gamkrelidze, líder del Partido de los Nuevos Derechos, Ivane Mamuka Giorgadze, del Partido Popular, y Akaki Asatiani, de la Unión de Tradicionalistas Georgianos, en un demostración pública frente al edificio del Parlamento para anunciar la creación del Frente de Resistencia Unida y exigir la renuncia de Shevardnadze como la mejor garantía de unos comicios sin fraude.

La jornada electoral transcurrió con incidentes y entre denuncias de una organización caótica, y de pasmosas violaciones del procedimiento. Por ejemplo, Saakashvili se encontró con que su nombre no figuraba en el padrón de electores de su colegio de Tbilisi, omisión que se calculó que pudo afectar hasta al 10% del censo. Partidos opositores y monitores electorales reportaron intimidaciones por desconocidos, rupturas de urnas y robos de papeletas en diversos puntos del país. Los primeros resultados del recuento pusieron en cabeza al bloque propresidencial Por una Nueva Georgia (AS, formado en abril a partir de los restos de la SMK y la suma del Partido Socialista, la Unión Cristiano Demócrata y otras agrupaciones), a pesar de que encuestas preelectorales conducidas por medios no oficiales habían otorgado una clara victoria al ENM.

Shevardnadze se felicitó por la "elección más limpia y transparente nunca celebrada en Georgia" y se declaró listo para cooperar con todas las fuerzas políticas que obtuviesen representación parlamentaria. Los monitores de la OSCE y el Consejo de Europa, con su mesura habitual a la hora de valorar los procesos electorales georgianos, hicieron constar en sus pronunciamientos preliminares varias deficiencias a la luz de los estándares internacionales.

Saakashvili no se anduvo por las ramas y voceó que le habían robado las elecciones. La lucha frontal contra Shevardnadze estaba planteada y el 4 de noviembre, ante miles de partidarios concentrados en la capital, el líder georgiano emplazó a Shevardnadze a dimitir en un plazo 24 horas, de lo contrario tendría que afrontar una "revolución". El presidente no se dio por aludido y sus portavoces acusaron a Saakashvili de pretender derrocar al Gobierno mediante la provocación y la subversión.

El 20 de noviembre se publicaron los resultados finales, y se dio a conocer el reparto de los escaños, que conformaban un bloque pro presidencial de 139 legisladores, resultando en mayoría absoluta. Además, quedaban por cubrir 23 escaños de circunscripciones donde las elecciones debían repetirse. Saakashvili rechazó las cifras publicadas y el reparto de escaños por proporcionalidad, y afirmó que "no iba a participar en un Parlamento ilegítimo". De entre las reacciones del exterior destaca la de Estados Unidos, que declaró estar "profundamente decepcionado" por unos resultados oficiales de los comicios que reflejaban "un fraude masivo en Adzharia y otras regiones". El jefe del ENM debió recibir este posicionamiento de los amigos estadounidenses como un espaldarazo a su protesta.

El 21 de noviembre, en la víspera de la sesión constituyente del legislativo electo, Saakashvili dio un ultimátum a Shevardnadze para que dimitiera "sin derramamiento de sangre" y exhortó a los policías y soldados que protegían los edificios institucionales de la capital a "unirse al pueblo". El rumor del momento era que Shevardnadze se disponía a nombrar a Abashidze presidente del Parlamento, como primer paso de un proceso que culminaría con la sucesión en la jefatura del Estado por el líder adzhario.

Los acontecimientos del día 22 fueron trepidantes. Minutos después de iniciarse la ceremonia de constitución de la Cámara, con la participación de Shevardnadze y los diputados electos pro gubernamentales, centenares de seguidores de Saakashvili rompieron los cordones policiales y asaltaron el edificio. Un grupo consiguió irrumpir en el hemiciclo profiriendo consignas nacionalistas, y se adueñó de la tribuna sin que nadie se atreviera a hacerles frente. Shevardnadze fue sacado a toda prisa por una puerta secundaria.

Trasladado a un lugar seguro, su residencia de Krtsanisi, situada a cinco kilómetros del centro de Tbilisi, Shevardnadze declaró el estado de emergencia en todo el país por 30 días y calificó el episodio vivido de "golpe de Estado armado". Entonces, Nino Burdzhanadze invocó su condición de presidenta del Parlamento saliente, y amparándose en la previsión constitucional se declaró jefa del Estado provisional a causa de la "imposibilidad de confirmar la capacidad de Shevardnadze de cumplir sus funciones".

Saakashvili, inspirado en el alzamiento popular que en octubre de 2000 derrocó a Slobodan Milosevic en Serbia, como resultado de unas elecciones amañadas, entró triunfalmente en el Parlamento, mientras en la calle se enzarzaban a golpes sus partidarios y los de Shevardnadze, y anunció que una "revolución pacífica" para acabar con el "dictador" estaba en marcha. La cancillería del Estado, sede de la Presidencia, cayó también en manos de los insurrectos.

Shevardnadze se mostró dispuesto a resistir, pero a menos que las fuerzas del orden impusieran por la fuerza su decreto del estado de emergencia, lo que auguraba una violencia de imprevisibles consecuencias, pero poco probable, puesto que los manifestantes ya habían invadido las sedes de los poderes legislativo y ejecutivo, y ya se avizoraban divisiones en las Fuerzas Armadas, su poder podía darse por perdido. La peligrosa situación que vivía Georgia desató las preocupaciones de Rusia, los países vecinos, Estados Unidos y la Unión Europea.

La diplomacia del Kremlin se movilizó y por la noche aterrizó en Tbilisi el ministro de Exteriores, Igor Ivanov, quien realizó unas gestiones que aceleraron el desenlace de la crisis. A primera hora de la tarde del día 23, conocidas la renuncia del secretario Dzhaparidze y las vacilaciones del ministro de Defensa, Davit Tevzadze, Saakashvili amenazó con lanzar a sus acólitos contra el complejo residencial de Krtsanisi, custodiado por tropas y blindados.

En lugar de esa peligrosa maniobra, Saakashvili acudió él mismo, junto con Zhvania e Ivanov, para entrevistarse con el atrincherado Shevardnadze. Tras una hora de reunión, Shevardnadze reapareció para anunciar la dimisión, puesto que no quería ser partícipe de un "derramamiento de sangre". La perspectiva de un exilio del ya ex presidente fue borrada por el propio Saakashvili, quien, en un giro de tono, propiciando una conciliación, señaló que era una "cuestión de honor nacional" que el veterano estadista permaneciera en el país.

Así transcurrió la llamada "revolución de terciopelo" georgiana, también llamada la "revolución rosa" (por la profusión de esta flor en las manos de los manifestantes), que había conseguido derribar, no ya a un presidente, sino a todo un régimen, sin provocar un sólo muerto, algo insólito en la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y más todavía en la turbulenta Georgia, mérito que debía asignarse a los dos bandos enfrentados y que encaramó a la cúspide del liderazgo nacional al triunfador de estas jornadas: Saakashvili.

Hasta la celebración de elecciones presidenciales anticipadas, fijadas por el Parlamento para el 4 de enero de 2004, el poder quedaba en manos de un triunvirato informal: Burdzhanadze, como presidenta en funciones, Zhvania, como secretario de Estado (una especie de jefe del Gabinete gubernamental en ausencia del puesto de primer ministro), a partir del 27 de noviembre, y Saakashvili como candidato conjunto a la Presidencia de la República. La plataforma unitaria se llamó Movimiento Nacional Unido (ENM) y a ella se unió el partido Unión de la Solidaridad Nacional. El ENM realizó la formalidad de nominar a Saakashvili en un congreso celebrado el 10 de diciembre. En cuanto a las elecciones legislativas, el 25 de noviembre la Corte Suprema anuló los resultados correspondientes a los 150 escaños elegidos por el sistema proporcional sobre listas de partidos.

Hasta la nueva cita con las urnas el clima de optimismo fue perturbado por algunos nubarrones que presagiaban futuras contestaciones a Saakashvili, presidente anticipadamente, frente al, como mínimo, 80% de apoyos que le adjudicaban los sondeos. El 27 de noviembre miles de estudiantes se echaron a la calle para protestar contra la "nueva dictadura" y denunciar la "caza de brujas" lanzada contra las autoridades académicas de la Universidad Estatal de Tbilisi.

Los congregados señalaron en particular a la organización ultranacionalista juvenil Kmara! (¡Basta!, en georgiano), a la que acusaron de haberse convertido en la "guardia de asalto" del ENM y de haber intimidado hasta forzarlos a dimitir al rector de la Universidad y al decano de la Facultad de Periodismo. Saakashvili se acercó hasta la Universidad, se encaró con los estudiantes y les amenazó con "movilizar a 100.000 personas cuyos gritos acallarán a los vuestros". Por otra parte, los partidos de la desvanecida, la izquierda en pleno (laboristas, socialistas y comunistas), parte del centroderecha (tradicionalistas y nacional demócratas) y los partidarios de Abashidze rehusaron presentar candidato y, con diferentes matices, se opusieron a un proceso que iba a otorgar un formidable manto de legitimidad popular a quien les parecía encarnar a un inquietante demagogo.

El 4 de enero los sondeos fueron ratificados, y Saakashvili arrasó con el 96,3% de los sufragios a sus rivales. Saakashvili fue recompensado además con tres méritos añadidos que redondearon su extraordinaria victoria, el elevado índice de participación, que llegó al 88%; la certificación local e internacional de los comicios, los más transparentes de los celebrados en la última década; y, el anuncio hecho por Shevardnadze a la salida de su colegio electoral de que había votado por el hombre que le defenestró, ya que, si bien "carecía de experiencia", Misha (le llamó por su nombre familiar, comúnmente empleado por sus seguidores) le parecía una "persona inteligente" con "iniciativa" y "talento para contactar con la gente", por todo lo cual estaba listo para ofrecerle todos los sabios consejos y la cooperación que precisara. Tan cálidas palabras se situaban en las antípodas de lo declamado hacía dos meses, cuando el mandatario calificó a Saakashvili de "persona peligrosa" cuya gente "destruiría y devastaría todo con tal de llegar al poder".

Saakashvili, que en la toma de posesión de su cargo quinquenal, se vio legatario de un país casi desmembrado, dependiente de los suministros energéticos de Rusia, fuertemente endeudado y socialmente maltrecho por el paro y la pobreza, enfatizó los ejes principales de su agenda de gobierno, prometió en principio luchar sin cuartel contra el crimen organizado y la corrupción. Anunció la adopción en breve de medidas especiales para erradicar a las bandas de malhechores y a los criminales especializados en el secuestro y la extorsión; en un segundo frente, aludió a una nueva legislación anticorrupción de la que no dio detalles.

No faltó el compromiso de elevar los estándares de vida de los georgianos con la mejora de los servicios de electricidad y agua, la red de carreteras y el sistema de salud, que calificó de "uno de los más bárbaros del mundo". Buscó también convencer que el país se beneficiaría de la posición estratégica que dispone Georgia: su condición de país de tránsito entre Occidente y Oriente, como pasillo de mercancías en la vasta plataforma euroasiática y ramal de exportación del petróleo de Azerbaiján y del gas de Asia central, a través de la ruta terrestre hacia Turquía (el Oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan), en fase de construcción, y las rutas marítimas con término en los puertos de Ucrania y Rusia.

Saakashvili tenía claro que la solución del retorno a sus hogares abandonados en 1993 por las decenas de miles de refugiados de etnia georgiana correspondía a Moscú, así que se mostró abierto a inaugurar una nueva era en las relaciones bilaterales en la que los dos países deberían tratarse en un plano de equilibrio, con actitud cooperativa. Georgia aceptaba el principio de la colaboración antiterrorista, incluso la vigilancia conjunta de sus fronteras exteriores para impedir la infiltración de guerrilleros chechenos, mercenarios o islamistas subversivos de otros países, pero deseaba a cambio la retirada de las dos últimas bases militares que Rusia mantenía desde 1994, las de Batumi y Ajalkalaki. Las relaciones de buena vecindad con el poderoso vecino eslavo serían parejas a unos tratos de privilegio con Estados Unidos y Europa occidental, sin renunciar, por supuesto, al ingreso algún día en la OTAN y la UE.

En el acto de asunción a la presidencia, se izó la nueva enseña nacional, era de hecho la bandera política del ENM desde su fundación, y un emblema enarbolado por las masas durante la revolución de terciopelo de noviembre, consistente en una cruz de San Jorge (patrón de Georgia) tachonada de cuatro cruces paté igualmente rojas, y la bandera de la UE.
En su discurso inaugural, Saakashvili planteó la necesidad de formar un Ejército nacional fuerte, trazó el objetivo de hacer de la georgiana "una democracia modélica para toda la región", agradeció a Estados Unidos su ayuda, la cual el país "no iba a olvidar", y tendió la mano a Rusia porque Georgia "necesita de su amistad". Esto fue escuchado por el ministro Ivanov y el secretario de Estado Colin Powell en la tribuna de autoridades invitadas al evento. Por su parte, Powell anunció después que Estados Unidos iba a conceder al año siguiente 166 millones de dólares en asistencia, primera concreción de la manifiesta proclividad de la administración de George W. Bush hacia el flamante Gobierno de Saakashvili.

En las siguientes elecciones presidenciales, que se celebraron el 5 de enero de 2008, la Comisión Electoral Central de Georgia anunció los resultados oficiales: el jefe del Estado, Mijail Saakashvili, había logrado renovar el cargo para un nuevo mandato. Los resultados finales indican que Saakashvili logró el 53,47% de los sufragios, muy por delante de su principal rival, el candidato de la alianza opositora Levan Gachechiladze, quien consiguió el 25,69% de los votos. El empresario Badri Patarkatsishvili obtuvo el 7,1% de las papeletas y el líder de la Nueva Derecha David Gamkrelidze, el 4,05%. El líder del Partido Laborista, Shalva Natelashvili, logró un 7,11% de los votos, mientras que los demás candidatos no alcanzaron el 1% del apoyo.

La oposición denunció fraude electoral y exigió la celebración de una segunda vuelta. Con ese objetivo ha convocado a un gran acto de protesta pacífica. Las elecciones presidenciales anticipadas fueron anunciadas después de las manifestaciones de principios de noviembre de 2007, que exigían la dimisión del Saakashvili por supuestos escándalos de corrupción, protestas que fueron reprimidas por la policía.

En junio de 2008 se conocen declaraciones del presidente georgiano referidas al desplazamiento de tropas de Rusia hacia Abjazia, estado que intenta separarse, "es la primera vez que Rusia desprecia abiertamente la ley internacional, ...antes trajeron unidades de combate, misiles , artillería..., y ahora las tropas ya ni siquiera pretenden ser pacificadoras". "El orden europeo de posguerra está siendo socavado y lo que sucede en Georgia determinará el rumbo de Europa para los próximos 50 años", concluyó.

Autor

  • Carlos Benavides Martínez