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HistoriaBiografía

Pizarro, Gonzalo (1502-1548).

Soldado y conquistador español, nacido en Trujillo (Cáceres) en 1513 y muerto en Lima (actual capital del Perú), tras perder en la batalla de Jaquijaguana (Xaxahuana) contra el virrey Pedro de La Gasca. Hijo natural del coronel Gonzalo Pizarro el Largo (padre de todos los Pizarros) y de su sirvienta María Viedma, y hermano del conquistador del Perú, Francisco Pizarro.

Poco se sabe de sus primeros años en Trujillo ya que su vida está íntimamente vinculada a las vicisitudes de su hermano mayor, Francisco Pizarro. Tras participar en varias campañas militares en Italia con el grado de capitán de Guardas, en 1530 aprovechó la breve estancia en la Corte de su hermano Francisco, que había vuelto de América con el objeto de informar al emperador Carlos V (1516-1556) de las enormes riquezas que atesoraba el Imperio Inca y pedir su nombramiento como gobernador del mismo, para embarcarse rumbo al Nuevo Mundo en compañía de sus otros dos hermanos (Hernando y Juan). Desde su llegada al continente americano, Gonzalo acompañó a su hermano mayor en todas sus campañas de conquista. En noviembre de 1532, Gonzalo entró triunfal en la ciudad de Cajamarca para después intervenir en la captura y ejecución de Atahualpa, en 1533, tras de lo que fue nombrado por su hermano Francisco regidor de la capital de los incas, Cuzco, en 1534. En Cuzco, Gonzalo tuvo que soportar con su hermano Hernando el asedio de Marco Capac, al frente de un enorme ejército inca a lo largo de 1536. Cuando, al año siguiente, Diego de Almagro, enemigo acérrimo de Francisco Pizarro, tomó Cuzco, ambos hermanos fueron hechos prisioneros, aunque lograron escaparse para reunirse con Francisco.

Gonzalo tuvo una actuación decisiva en el transcurso de la batalla de Salinas, en 1538, en la que los hombres liderados por Francisco Pizarro derrotaron a los de Almagro. Una vez acabada la batalla, Hernando Pizarro mandó ejecutar a Almagro sin previo aviso ni permiso de Francisco Pizarro. Por una acción tan irreflexiva, Francisco Pizarro le mandó a España con el pretexto de pedir a la Corona más fuerzas y auxilio para proseguir la conquista, donde inmediatamente fue hecho prisionero.

La marcha de Hernando a España convirtió a Gonzalo en el presunto heredero de su hermano Francisco en la gobernación del Perú. En noviembre de 1539, Gonzalo recibió de su hermano Francisco el gobierno de Quito, con la misión de descubrir y conquistar las legendarias tierras del "país de la canela" y El Dorado, ambos territorios situados al este de la sierra andina. A comienzos de 1540, Gonzalo partió desde Quito con un ejército compuesto de 4.000 indios y 350 españoles. Al entrar en la espesa selva amazónica, la expedición comenzó a sufrir todo tipo de penalidades y sufrimientos, atacados por los insectos y reptiles, y padecieron enfermedades por el clima tan insalubre y, lo más grave, sin apenas alimentos. Ante semejante tesitura, Gonzalo encargó a Francisco de Orellana que se adelantara por el río para intentar conseguir provisiones. El pequeño destacamento de Orellana se dejó llevar por las corrientes naturales del río, lo que posibilitó sin querer la realización de una de las hazañas más resonantes del proceso colonizador de los españoles en América; el descubrimiento, recorrido y bautismo del río más grande de la Tierra, el Amazonas. Cansado de esperar el regreso de Orellana, Gonzalo y los pocos supervivientes que aún quedaban en la expedición dieron marcha atrás, por lo que vadearon el río Santa Ana hasta llegar a Quito, en junio de 1542, totalmente desmoralizados por el fracaso.

Nada más arribar en Quito, Gonzalo fue enterado del asesinato de su hermano Francisco a manos de un grupo de partidarios de Almagro, el 26 de junio de 1541. Gonzalo asumió desde ese preciso momento el liderazgo del bando pizarrista. Aprovechando el estallido de una guerra civil larvada entre los partidarios del nuevo gobernador del Perú, Vaca de Castro, y los almagristas, liderados por Almagro el Joven (hijo de Almagro), Gonzalo ofreció su apoyo al primero, quien, cauto y previsor, le agradeció el gesto pero no se lo aceptó, a la vez que conminó a Gonzalo a que permaneciera en Quito en espera de que la situación de crisis se resolviera definitivamente. En septiembre de 1542, Vaca de Castro derrotó a los almagristas en la batalla de Chupas, tras de lo cual marchó a Cuzco para reorganizar la región. Gonzalo Pizarro se entrevistó con el gobernador, a quien mostró todo su apoyo, para después retirarse plácidamente a sus haciendas de Chaqui, en La Plata, donde se dedicó al cateo y explotación de las minas de plata del lugar.

Resignado a pasar el resto de su vida como un rico hacendado, Gonzalo Pizarro abandonó su "exilio dorado" en virtud de dos noticias sorprendentes procedentes del Perú. La primera de ellas era la entrada en vigor de las Leyes Nuevas de 1542, aprobadas por el emperador Carlos V por las que se restringían de una manera palpable los privilegios que venían gozando hasta la fecha todos los encomenderos. La segunda, mucho más grave, se refería a la llegada al Perú de su primer virrey, Blasco Núñez Vela, quien estaba más que dispuesto a ejercitar al pie de la letra las nuevas disposiciones imperiales. Gonzalo Pizarro, enemigo de cualquier tipo de innovaciones jurídicas y menos si estas iban en contra de sus intereses, se convirtió, paradójicamente, en una especie de defensor de las libertades de los españoles y en abanderado de la causa de los encomenderos. Bajo el pretexto de luchar contra unas leyes "injustas", Gonzalo se propuso adueñarse del Perú sin más, lo que dio comienzo a una de las intentonas secesionistas más serias desde la llegada de los españoles a América del Sur. Gonzalo Pizarro forzó al virrey Blasco Núñez Vela a declararle la guerra; tras lo cual, los hombres del primero fueron vencidos en la batalla de Iñaquito el 18 de enero de 1546. Después de la batalla, Gonzalo hizo su entrada triunfal en Lima, donde fue aclamado con los títulos de libertador y protector del pueblo.

Cuando las noticias de la secesión y posterior derrota de las fuerzas reales se supieron en España, el emperador Carlos V determinó mandar a un hombre experimentado capaz de pacificar la región, cargo que recayó en el licenciado Pedro de La Gasca, quien, nada más conseguir que acatasen la autoridad regia algunos de los antiguos partidarios de Gonzalo Pizarro (Hernán Mejía, el almirante Hinojosa y Lorenzo Aldava), reunió un gran batallón con el que se enfrentó al rebelde en la batalla de Jaquijaguana. Pizarro se vio perdido en medio de la contienda y se entregó voluntariamente a las autoridades regias buscando así salvar su vida. Pero, sometido a un brevísimo consejo de guerra, acabó siendo condenado a la pena de muerte: fue decapitado al momento en la plaza mayor de Lima. Su cabeza fue expuesta varios días en una picota, mientras que el resto de su cuerpo recibió sepultura en el monasterio de las Mercedes de Cuzco.

Bibliografía

  • CARDENAL IRACHETA, Manuel. Vida de Gonzalo Pizarro. (Madrid: Ed. Cultura Hispánica, 1957).

  • LAFAYE, Jacques. Los conquistadores. (México D. F: Ed. Fondo de Cultura Económica, 1998).

  • LOHMANN VILLENA, Guillermo. Las ideas jurídico-políticas en la rebelión de Gonzalo Pizarro: la tramoya doctrinal del levantamiento contra las Leyes Nuevas en el Perú. (Valladolid: Ed. Universidad de Valladolid, 1977).

  • VARÓN GABAI, Rafael. La ilusión del poder: apogeo y decadencia de los Pizarro en la conquista del Perú. (Lima: Ed. Instituto de Estudios Peruanos, 1996).

CHG

Autor

  • Carlos Herraiz García