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HistoriaPolíticaBiografía

Muhammad VIII al-Amín, Bey de Túnez (1943-1957).

Vigésimo y último bey husayní de Túnez (1943-1957). Hijo del viejo bey Muhammad VI al-Habib (1922-1929), se hizo cargo del beylakato en plena Segunda Guerra Mundial, tras la destitución por parte de las autoridades coloniales del bey Muhammad VII al-Muncif (1942-1943), acusado de colaborar con las fuerzas del eje.

Desde un primer momento, Muhammad VIII intentó desempeñar el papel de mediador entre el Gobierno de París, que se resistía denodadamente a desprenderse de la colonia, y las fuerzas nacionalistas, aglutinadas por completo en torno al Neo Destur y su líder Habib Bourguiba. En este sentido, en el año 1950 Muhammad VIII mandó a un respetado hombre de negocios tunecino, Muhammad Chenik, la formación de un gobierno que contó con el respaldo del nuevo residente general Perillier, con la misión de negociar en nombre del bey los cambios institucionales que habrían de llevar progresivamente a Túnez a su autonomía administrativa. Como era de esperar, este nuevo gabinete siguió sin satisfacer a los líderes nacionalistas del Destur, cuyo único y principal objetivo no era otro que conseguir la independencia total de Túnez, y no que el país pasara a ser un departamento más de Francia.

La primera consecuencia de la nueva crisis política fue la caída el 27 de marzo del año 1951 del breve Gobierno de Chenik, acto que el bey se vio obligado a ratificar, presionado por el residente general francés. Su sucesor, Salehedin Becouche no tuvo más fortuna que el anterior gobierno, ya que éste fue suprimido de un plumazo por Muhammad VIII el 18 de abril del mismo año. Ante el cariz que estaba tomando la situación en Túnez, en medio de una guerra de liberación larvada por parte de los nacionalistas contra objetivos franceses o procoloniales, el Gobierno de París ofreció la posibilidad de formar una Comisión Mixta que los líderes del Neo Destur se negaron a reconocer y mucho menos a formar parte de ella, a pesar de la petición expresa del bey Muhammad VIII. Las continuas llamadas del bey al pueblo tunecino para pedir cordura, tranquilidad y el cese de los atentados y sabotajes fueron inútiles. La senda hacia la independencia ya había sido abierta por los nacionalistas y éstos no estaban dispuestos a abandonarla ni un ápice. El Gobierno francés reaccionó tarde con la aprobación de un Convenio el 3 de junio del año 1955 por el que concedía a Túnez la autonomía interna. El 20 de marzo del año 1956, Francia reconoció oficialmente la independencia de Túnez.

Muhammad VIII duró algo más de un año en el cargo, hasta que el 25 de julio del año siguiente, la dinastía beylikal husayní, que había reinado en Túnez durante los últimos doscientos cincuenta años, caía para dejar paso a la joven República tunecina. Era la consecuencia lógica y esperada en el vertiginoso camino emprendido por la juventud tunecina desde principios de siglo, que no se avenía a construir su nuevo Estado, al que veían ágil y dinámico, bajo el peso muerto de un régimen que todavía conservaba sus raíces profundamente ancladas en el pasado y no daba muestra alguna de adaptarse a las circunstancias que el momento histórico exigía.

CHG

Autor

  • Carlos Herraiz García