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HistoriaPolíticaBiografía

Moura, Cristóbal de (1538-1613).

Político portugués nacido en Lisboa en el año 1538 y muerto en Madrid el 28 de diciembre de 1613.

Síntesis biográfica

Llegado a la corte española de la mano de Juana de Austria, que le había tenido a su servicio en Portugal. Ocupó importantes cargos en la administración de Felipe II, el cual le consideró como uno de sus más leales consejeros. Moura ejerció un papel fundamental en las negociaciones que propiciaron que el monarca español accediera al trono portugués en el año 1581. Tras la muerte del rey Prudente y la llegada al poder de Felipe III, fue apartado de la casa real aunque pudo mantener su puesto en los Consejos de Estado, de Guerra y de Portugal. Nombrado virrey de Portugal en dos ocasiones, regresó a Madrid poco antes de morir.

Primeros años en la corte portuguesa

Educado en el seno de una de las familias más importantes del Portugal, por vía paterna estaba emparentado con los Moura y por vía materna con los Tavoras; cuando cumplió catorce años su tío, Lorenzo Pérez de Tavora; utilizó sus influencias para que Juana de Austria, que había contraído matrimonio con el infante Juan Manuel, le tomara a su servicio en calidad de menino (paje). Muy pronto el joven Cristóbal se ganó el aprecio de la infanta, ya que en numerosas ocasiones realizó importantes servicios para ella y en todo momento demostró ser un leal servidor digno de su confianza. Así fue tal la estima que le tomó Juana de Austria que cuando enviudó y tuvo que abandonar Portugal, por requerimiento de su padre y su hermano, ésta le incorporó a su séquito para que la acompañara en su viaje de regreso a España.

La corte española

Los años siguientes Cristóbal afianzó su posición en la corte de Felipe II, puesto que además de ejercer su papel como sirviente de la casa de la infanta, realizó algunos encargos para el monarca, que enterado de los frecuentes viajes que éste realizaba a Portugal, con la misión de entregar la correspondencia de su madre a don Sebastián y los numerosos obsequios que ésta le enviaba; decidió utilizarlo como correo para conocer de forma directa los progresos de su sobrino y para fijar la fecha del encuentro que tuvo con éste el 22 de diciembre de 1576. Además como consecuencia de estos viajes Cristóbal de Moura se convirtió en un personaje muy conocido en la corte lusa, lo cual le permitió establecer importantes relaciones con los miembros de la clase dirigente portuguesa e incluso con miembros de la alta nobleza, a la cual estaba unido dado la elevada condición de su familia.

En el año 1560 obtuvo los primeros frutos por sus servicios, ya que por mediación de su protectora, la mencionada Juana de Austria; Felipe II le nombró caballero de la Orden de Calatrava, lo cual supuso un enorme espaldarazo para su carrera. Años después, en 1573, la infanta elogió al caballero portugués en su testamento y recomendó a su hermano que lo tomara a su servicio en calidad de consejero para todo lo referente a Portugal, ya que no habían pasado desapercibidos para ella los numerosos contactos que este había realizado en el reino.

Cristóbal de Moura embajador en Portugal

En el mes de julio de 1578 se recibió con profundo pesar en la corte española la noticia de la desaparición de Sebastián I, en la batalla de Alcazarquivir. De este modo, inmediatamente después, Felipe II decidió enviar Cristóbal Moura en misión diplomática a Portugal, ya que era necesario conocer todas las opiniones que se tenían en la corte a cerca del futuro del trono luso, puesto que el nuevo monarca, el cardenal-infante don Enrique, dada su condición de clérigo y su avanzada edad; era muy difícil que pudiera proporcionar a la corona un heredero. Pero era muy importante, para no levantar las suspicacias del rey portugués, que Moura se desenvolviera con la máxima discreción. Así el 25 de agosto de ese mismo año, Moura se presentó ante el mencionado cardenal-infante con el pretexto de hacerle llegar las más sentidas condolencias del monarca español, lo cual sorprendió gratamente a don Enrique, que pensaba que el motivo de su visita era presentar la candidatura de Felipe II al trono de Portugal. Poco tiempo después el leal portugués, que no había olvidado las principales directrices de su misión, tras informar puntualmente a Felipe II sobre la situación del reino, comenzó a preparar el advenimiento de éste al trono, intentando anticiparse a las maniobras del resto de candidatos y ganando importantes apoyos en todas las esferas del poder, desde simples funcionarios hasta los miembros de las más importantes familias. Tampoco descuidó Moura la opinión del pueblo llano, por este motivo fueron frecuentes los donativos que realizó en nombre de Felipe II para que se llevaran a cabo numerosas obras piadosas o para rescatar a los cautivos de Alcazarquivir. Cumplida la primera parte de su misión, Moura comenzó a obstaculizar los planes de matrimonio del monarca portugués, ya que sí éste lograba dar a la corona un heredero, Felipe II no podría realizar sus propósitos.

En febrero de 1579 se puso a prueba la obra de Moura, ya que con el fin de presentar su candidatura al trono de forma oficial, Felipe II envió al duque de Osuana a Portugal. Los acontecimientos se desarrollaron con mucha rapidez, lo cual benefició al monarca español, ya que Moura, tras el anuncio de Osuna, presentó ante la opinión pública a los numerosos miembros que formaban parte del partido que apoyaba a Felipe II, además, con el fin de dar más solidez a su declaración, éste leyó una carta del monarca español donde se afirmaba que sí llegaba a ser elegido rey se comprometía a conservar y proteger los territorios de ultramar; y a respetar de forma escrupulosa los usos y costumbres del reino. Con la lectura de la mencionada carta Moura pretendía dejar clara la legitimidad de la candidatura de Felipe II, ya que su madre, Isabel de Portugal, había sido la hija primogénita de Manuel I el Afortunado. Enrique sobrepasado por los acontecimientos, tal como tenía previsto Moura, convocó una reunión de las Cortes del reino, pero muy pronto pudo comprobar que el servidor del rey de España había cumplido a la perfección con su cometido, ya que no sólo contaba con el apoyo de gran número de nobles, sino que también había logrado obtener el respaldo de importantes letrados, de jurisconsultos, del alto clero y hombres destacados de la administración.

En el mes de abril de 1579 Moura regresó a Madrid por orden de Felipe II, el cual le felicitó por su destaca actuación y le nombró gentil hombre de su casa y mesa. A finales de mayo Moura regresó a Lisboa, donde pudo comprobar que todo marchaba mejor de lo previsto, ya que don Enrique a través de uno de sus servidores, Juan de Mascareñas, le comunicó que estaba de acuerdo con la candidatura de Felipe II. Así pocos días antes de morir, 18 de enero de 1580; el cardenal-infante nombró a Felipe II como su legítimo heredero. Por último hay que señalar que a pesar de que fue necesario iniciar la invasión de Portugal para que Felipe II fuera reconocido en las Cortes de Tomar (1581); como rey de mencionado país, sin la colaboración y la experiencia de Moura no hubiera sido posible conservar el título, ya que éste aconsejó a su rey sobre las acciones que debía emprender y el modo en que debía conducirse con sus nuevos súbditos. Así, como prueba de su gratitud, Felipe II le otorgó el título de conde de Castel Rodrigo y le nombró comendador mayor de la Orden de Alcántara.

El tránsito entre Felipe II y Felipe III

Durante los últimos años del reinado de Felipe II, Cristóbal de Moura permaneció siempre próximo al monarca, el cual tenía en muy alta estima sus opiniones. Ambos mantuvieron una nutrida correspondencia durante los periodos que éste permaneció en Portugal en calidad de embajador; así cuando los médicos convencieron a Felipe II de que era necesario que redujera su volumen de trabajo, Moura ocupó un puesto destacado en el Consejo de Estado y en el de Guerra, y fue nombrado presidente del Consejo de Portugal. Además de los títulos mencionados anteriormente, ocupó el puesto de camarero mayor y sumilier de corps. Fue Moura quien le comunicó al rey Prudente el fracaso de la Gran Armada y fue junto al duque de Alba el encargado de amortajar a Felipe II, por expreso deseo de éste, cuando llegó la hora de su muerte. Debido a sus notables servicios el monarca recomendó a su hijo, Felipe III, en su testamento político, que siguiera los consejos de su fiel servidor, sobre todo en lo tocante a Portugal; y que se dejara guiar por su experiencia.

La llegada de Felipe III al poder supuso el inicio del fin de la carrera de Moura, ya que el nuevo monarca muy influenciado por su valido, el duque de Lerma, eliminó de las altas esferas del poder a los antiguos colaboradores de su padre. Pero Lerma no podía despedir a tan ilustre colaborador de forma deshonrosa, por este motivo se le permitió conservar sus cargos en los diferentes consejos y en la orden de Alcántara. Su título de marques de Castel Rodrigo pasó a engrosar las listas de los Grandes de España y se le concedió una importante pensión anual. Finalmente con el fin de mantenerle alejado de la casa del rey, en la que no gozó desde ese momento de ningún privilegio, ocupó el puesto de virrey de Portugal en dos ocasiones.

Cristóbal de Moura falleció en su palacio de Madrid el 28 de diciembre 1613, a la edad de 75 años y aunque los últimos años de su vida no había jugado un papel tan determinante, pasó a la historia por su profunda lealtad primero a Juana de Austria y posteriormente a Felipe II.

Bibiografía

FERNANDEZ ALVAREZ, M. Felipe II y su tiempo. Madrid, Espasa Calpe, 1998.
JOVER ZAMORA, J. M. España en tiempo de Felipe II. Historia de España de Menéndez Pidal. (Vol. XXII). Madrid, Espasa Calpe, 1994.

CGS

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  • 0207 CGS.