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BiografíaFotografía

Merisio, Pepi (1931-VVVV)

Fotógrafo italiano nacido en Caravaggio (Bérgamo) en 1931.

Se inició en la fotografía con 16 años y ya en estos momentos su incipiente obra tenía las notas que la caracterizaron a lo largo de toda su trayectoria: austeridad y nitidez, la sustancia mas no la apariencia, la distinción de lo cierto sobre lo fácil.

En 1954 entró en contacto con fotógrafos del Circolo Fotografico Milanese y participó en algunos certámenes para, dos años más tarde, realizar colaboraciones para el Touring Club Italiano, así como para otras editoriales y revistas. En 1963 entró a formar parte de la plantilla de la revista Época y le fue concedido el premio New Talents por la revista americana Popular Photography. Fue en 1965 cuando ganó el premio internacional de periodismo de Génova y empezó a exponer su obra.

Sus imágenes muestran el intenso espíritu participativo de mujeres y hombres que trabajan, ríen, cantan...; para él, el hombre no debe permanecer aislado, sino en armonía con seres y objetos. No en vano nació en el bajo Bérgamo donde los hombres han tenido siempre que estar unidos para enfrentarse a la adversidad de plagas y hambre. Su referente fundamental fue, pues, el universo austero y al tiempo amable de la civilización campesina, sobre la que intentó aplicar aquellas máximas descritas por Bresson y Brasaï.

Su álbum se pobló de imágenes de labradores, leñadores, arrieros, etc. que testimonian, al más puro estilo de la Farm Security Administration americana, una forma de vida individual y concreta, más propia de seres dedicados a Dios que a la evolución y revolución tecnológica de la urbe. Se interesó por la civilización rural en un momento en que ésta, tras perder toda su vigencia económica, estaba a punto de desaparecer de la memoria colectiva. Por otro lado, entendió que la sociedad urbana tiende con nostalgia a buscar en este entorno, un mundo ingenuo sin aspectos negativos. Estas imágenes van destinadas a los campesinos que, con tanta facilidad, han abandonado la idiosincrasia de su propia cultura cediendo a la adulación de la oferta consumista. La problemática de la sociedad industrial está ausente por completo de su espectro temático.

Trató de ofrecer en sus obras sentimientos de temporalidad pese a la “humillante uniformidad a la que nos hallamos sometidos. La moda, por ejemplo, es un condicionamiento externo que anula los caracteres temporales y locales a la vez que la tradición y realidad propias”. Visto así, podría decirse que sus fotografías suponen un rechazo sin retórica a la uniformidad en pro del registro casi documental de vidas menos anónimas y gratuitas. Para ello se dejó guiar por la razón interior, por un ritmo no exclusivamente visual: “al hacer una fotografía no intento encontrar nada, no razono, aunque tal vez haya reflexionado sobre ella con anterioridad”.

Fue frecuente encontrar en su obra series de fotografías. El sentido de esta narración lo concretó afirmando que en el relato fotográfico es más importante establecer sólidamente el tiempo que determina la totalidad del suceso que describir un acontecimiento a partir de una sucesión de instantáneas. Aunque para Merisio una sola fotografía nunca puede por sí sola llegar a ser una obra maestra, sus imágenes, extraídas del continuo espacio-temporal, si bien pierden esta última dimensión que le da sentido para adquirir otra con un sentido bien diferente, poseen una fuerza que rebasa los límites del marco hacia el espacio-tiempo de lo fugaz.

Sus fotografías mantuvieron tal coherencia estilística que le confirieron personalidad a un estilo muy propio, el que devino de la relación estrecha entre fotógrafo e historia: sus tierras, sus gentes, sus costumbres. Merisio se puso totalmente de parte del sujeto al que fotografiaba, de modo que avanzaba en el carácter documental de la Farm Security Administration para extraer de ese mundo su profunda dimensión humana. A ello añadió su preocupación por la búsqueda formal. Es por esta razón que sus encuadres no responden a la casualidad aunque no esté perfectamente calculado: su composición es siempre equilibrada, donde el centro aporta estabilidad y solidez al conjunto rechazando lo artificioso. Sus imágenes tienen gran riqueza tonal y escasas dialécticas entre componentes de un mismo encuadre; pretendió así alcanzar la absoluta credibilidad documental. Pese a ello se alejó de la tradición Magnum: sus referentes fueron signos de vida, no puntos de un catálogo humano.

Autor

  • Mª del Mar Marcos Molano