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LiteraturaBiografía

Melville, Herman (1819-1891)

Herman Melville.

Narrador estadounidense, nacido en Nueva York el 1 de agosto de 1819 y fallecido en su ciudad natal el 28 de septiembre de 1891. A pesar de que no gozaron en su época de ese reconocimiento mundial que se les otorgó a partir de 1920, sus obras, caracterizadas por la indagación en la psicología humana y el alcance metafísico de sus contenidos, influyeron decisivamente en la evolución de la narrativa universal del siglo XX.

Nacido en el seno de una familia venida a menos, a los diecisiete años de edad abandonó sus estudios para enrolarse como mozo de cabina en una embarcación que cubría el trayecto entre Nueva York y Liverpool, viaje que despertó en él esa pasión marítima que luego habría de tener reflejo en muchas de sus obras. Anduvo un tiempo por Inglaterra y, a su regreso a los Estados Unidos, se instaló en Boston para dedicarse a la docencia. Pero la llamada del mar volvió a manifestársele poderosamente en 1841, año en el que decidió dejar su profesión para embarcarse a bordo de un barco ballenero (el Acushnet) que partía hacia los Mares del Sur.

Después de dieciocho meses de travesía, abandonó el Acushnet en las islas Marquesas, donde pasó un mes rodeado de caníbales, constantemente amenazado por su feroz hostilidad. Al cabo de dicho período, consiguió huir a bordo de un mercante austríaco que le llevó hasta Papeete (Tahití), donde su constante vagabundeo acabó por llevarle a prisión. Puesto en libertad, Herman Melville decidió hacerse sedentario e instalarse en dicha isla para dedicarse a cultivar la tierra; pero, una vez más, la aventura marina pudo más que sus intentos de sedentarizarse. Navegó entonces, hasta Honolulú (Hawai), donde permaneció durante algún tiempo sin dedicarse a ninguna labor, hasta que, en 1843, se embarcó en una fragata de la Marina norteamericana que le devolvió a su patria.

Instalado, de nuevo, en su país natal, Melville decidió utilizar sus experiencias aventureras como materia de las novelas que había decidido escribir. Así, comenzó a participar activamente en los círculos literarios de Nueva York y Boston, y, en 1846, dio a la imprenta su primera novela, Typee, obra a la siguieron Omoo (1847) y Mardi (1849), todas ellas ambientadas en los Mares del Sur. Esta tres novelas, difundidas en medio de una enorme popularidad, convirtieron a Melville en uno de los autores predilectos de los lectores norteamericanos.

En 1849 dio a la imprenta Redburn, una novela basada en su primera travesía marítima, y un año después volvió a los anaqueles de las librerías con La guerrera blanca, donde contaba sus experiencias militares. Ambas obras fueron recibidas por críticos y lectores con los mismos elogios que habían destinado a sus tres primeras entregas narrativas, con lo que el escritor neoyorquino se convirtió en una de las grandes figuras literarias de su país.

Decidido, entonces, a quedarse definitivamente en los Estados Unidos (aunque sin olvidarse por ello de los viajes, ya que en 1849 había vuelto a visitar Londres), Herman Melville se estableció en una explotación agropecuaria cerca de Pittsfield (Massachusetts), donde conoció al famoso novelista Nathaniel Hawthorne, con quien mantuvo una estrecha relación de amistad durante el resto de su vida. Además, la obra literaria de Hawthorne influyó notablemente en la creación de Melville, quien le dedicó la novela por la que, muchos años después, alcanzaría fama universal: Moby Dick.

En efecto, en 1851 Melville dio a la imprenta en Londres este famoso relato de las tribulaciones del capitán Ahab, el patrón del ballenero Pequod, obsesionado con la captura de una ballena blanca que le había arrancado ambas piernas a la altura de las rodillas. Un ciego deseo de venganza anima, desde entonces, todos los empeños del capitán Ahab, quien se convierte así en un símbolo literario de las fuerzas del mal gobernadas por la premeditación y la obstinación. En efecto, el Pequod surca los mares con el único objetivo de encontrar y dar caza a Moby Dick, la gran ballena blanca, y en su rumbo obsesivo y absurdo, dirigido por el ansia de venganza de Ahab, acarrea la infelicidad y la desgracia a todos los miembros de su tripulación, muchos de los cuales son arrastrados a una muerte estúpida. Por su parte, la feroz ballena representa una alegoría de las fuerzas del mal encarnadas en misterios y profundidades insondables, una maldad abstracta que ataca y destruye cuanto queda a su alcance, y cuya razón de ser se escapa a los intentos de explicación que puede hallar el ser humano.

A pesar de la fama de que gozaría Moby Dick or the Whale en el siglo XX, lo cierto fue que, en su época, constituyó el primer gran fracaso comercial de Herman Melville. Al año siguiente de su aparición, el narrador neoyorquino publicó otra novela titulada Pierre o las ambigüedades (1852), obra en la que se servía de complejas indagaciones alegóricas para adentrarse en la naturaleza del mal desde una perspectiva metafísica. Pero esta profundidad filosófica tampoco fue del agrado de los críticos y los lectores contemporáneos de Melville, y la novela se convirtió en el segundo fracaso -éste, si cabe, aún más estrepitoso- del ya cuestionado escritor. La mala racha continuó con su siguiente novela, Israel Potter (1855), una narración de temática amorosa que fue unánimemente rechaza por el público norteamericano de mediados del siglo XIX.

Sin embargo, Herman Melville no se desanimó por estos fracasos y continuó escribiendo algunas obras que, al cabo de los años, se han convertido en piezas destacadas de la literatura universal. Así ocurre con el volumen de narraciones breves titulado The Piazza Tales (Cuentos de la piazza, 1856), donde tienen cabida algunas obras maestras del género cuentístico, como "Bartleby el escribiente" y, sobre todo, el célebre relato titulado "Benito Cereno", en el que Melville exploraba el desgraciado asunto de la esclavitud y lo exponía como una clara muestra del espíritu nacional norteamericano. Además, en esta recopilación de narraciones breves también están recogidas "Las Encantadas", diez espléndidas descripciones fragmentarias del archipiélago ecuatoriano de las Islas Galápagos.

Un año después, Herman Melville intentó regresar a la novela con El timador (1857), composición que no llegó a concluir. Publicada posteriormente, esta novela inacabada muestra el intento del escritor por reflejar el egoísmo y el materialismo emergentes en su época y en su entorno geográfico, a través de una sátira ambientada en un vapor que surca el Mississippi. Pero ya por aquel entonces el desánimo se había apoderado de Melville, quien se veía cada vez más abandonado por críticos y lectores, y apartado de esos círculos literarios en los que tanto se había pronunciado su nombre en los comienzos de su carrera. Para colmo de males, su influyente amigo Nathaniel Hawthorne, después de un largo viaje por Europa, se retiró en 1860 a la ciudad californiana de Concord, con lo que el aislamiento de Melville se hizo ya insoportable.

Así las cosas, olvidado por esos mismos lectores que tanto le habían aplaudido, entre 1866 y 1885 se vio forzado a desplazarse a Nueva York, para ganarse la vida trabajando como inspector de aduanas. Renegó, entonces, del género narrativo, y se consagró al cultivo de la poesía, dedicación de le cosechó algunos frutos espléndidos (aunque también desestimados por sus contemporáneos). Entre esta producción poética, resulta obligado destacar los libros titulados Aspects of the War (Aspectos de la guerra, 1886), Clarel (1976), John Marr and Other Sailors (1888) y Timoleon (1891). En general, las piezas que componen el corpus poético de Herman Melville pueden encuadrarse dentro de cuatro grandes bloques temáticos: su propia búsqueda religiosa, la descripción de sus últimas experiencias viajeras (principalmente, a través de Italia y Grecia), los recuerdos de la guerra civil estadounidense y la indagación filosófica. Precisamente fue el redescubrimiento de esta faceta lírica de Melville lo que, en la tercera década del siglo XX, contribuyó a la revalorización mundial del conjunto de su producción literaria.

Pero su condición de narrador no le permitió abandonar por completo la escritura en prosa. Y así, en 1891, agobiado por la vejez, la enfermedad y las numerosas deudas que había contraído desde su caída en desgracia, terminó su extraordinaria novela Billy Budd, marinero (1924), en la que relataba la historia de un joven grumete que, en la pluma alegórica de Melville, se convertía en un símbolo universal de la inocencia. La obsesión del viejo escritor por el poder omnímodo de las fuerzas del mal se encarnaba aquí en la figura de un inicuo oficial consagrado en cuerpo y alma a amargar la vida del joven protagonista. Al poco tiempo de haber concluido esta espléndida novela (que en el siglo XX ha dado pie a una versión teatral, una adaptación cinematográfica y un libreto operístico), Herman Melville falleció en Nueva York, totalmente olvidado por los lectores y la intelectualidad de su tiempo, y convencido de que era un escritor fracasado.

Autor

  • José Ramón Fernández de Cano