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Ingeniería y tecnologíaBiografía

Marín Aguilera, Diego (1757-1800).

Inventor y pionero de la aviación español nacido en Coruña del Conde en 1757 y muerto el 11 de octubre de 1800 en la misma localidad. Pese a su condición humilde y a los pocos medios de los que disponía, ha pasado a la historia por ser el primer hombre en realizar un vuelo efectivo (atestiguado por recientes investigaciones llevadas a cabo por las autoridades de la aviación española), más de cien años antes de que lo hiciera quien es tenido por verdadero pionero de la aviación mundial, el alemán Otto Lilienthal.

El mayor de siete hermanos, Marín Aguilera tuvo que trabajar desde muy pequeño como pastor para ayudar a la economía familiar, lo que le convirtió en un gran observador de la naturaleza, muy especialmente de las aves. Desde muy joven demostró una gran capacidad para la inventiva, y logró desarrollar algunos ingeniosos mecanismos que sirvieran para ayudar a su padre y convecinos en los quehaceres del campo y en otros menesteres, aunque su auténtica obsesión fue intentar volar. Así, durante seis años se dedicó a observar sistemáticamente el vuelo de los buitres y las águilas de la zona, e investigó cómo se distribuían las plumas de estas aves, llegando incluso a desplumarlas para hallar el peso del plumaje, así como la envergadura de sus alas.

Con todos estos datos comenzó, en secreto, la construcción de un artefacto que le permitiera volar, con la única ayuda (y, por supuesto, la complicidad) del herrero local; dicho artilugio, a la postre, consistió en un bastidor de madera y unas varillas de hierro, con una alas cuya envergadura alcanzaba los ochos metros por cada lado y un cuerpo que contaba con una longitud de cuatro metros y medio, siguiendo las proporciones de las aves que había observado, todo ello recubierto con telas y las plumas que había ido quitando a estas aves en sus largos años de estudio. Mediante unas rudimentarias manivelas podía controlar las alas, y se ayudaba asimismo con unos estribos con los que podía orientar la dirección de la cola. Se desconoce si Marín pudo conocer los diseños de Leonardo da Vinci, ya que su artilugio tenía unas proporciones parecidas, y estaba basado en el mismo principio: mantener el vuelo mediante el batir de unas alas artificiales.

El 15 de mayo de 1793 Marín, con la ayuda de algunos amigos, subió su artilugio hasta el castillo, y lo posó en una plataforma caliza que en él se encuentra. Tras lanzarse al vacío y levantarse del suelo cuatro o cinco metros, inició un errático vuelo en dirección al Burgo de Osma, adonde quería dirigirse. Tras volar unos trecientos cincuenta metros, un pernio del ala derecha se quebró, precipitando el aparato al suelo. A pesar del aparatoso accidente, Marín salió ileso y muy satisfecho con el resultado de su experimento.

Al saber de la arriesgada maniobra, sus vecinos recelaron, en parte por el peligro que suponía y en parte porque consideraban que un acto como aquel era cosa de brujería, y no querían que la Inquisición tomara cartas en el asunto. Así, a los pocos días el artilugio de Marín apareció destrozado y quemado. Al enterarse de la noticia, éste cayó en una profunda depresión, y desistió de volver a intentar su hazaña. Murió pocos años después, sin dejar documentación alguna de su construcción.

La memoria de su hazaña se perdió en el tiempo, hasta que los estudiosos de la aviación rescataron su historia del olvido. Las autoridades de la aviación española comenzaron unas investigaciones en fecha reciente y comprobaron la veracidad de su historia; así, su vuelo ha sido admitido como válido, por lo que se ha convertido en el primer ser humano en conseguir realizar un vuelo controlado. Para conmemorar su hazaña, la Aviación Española le ha dedicado un pequeño monumento en la entrada de la localidad, y una placa recuerda el lugar desde el cual Marín realizó su corto pero histórico vuelo.

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  • 0302 FDS