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HistoriaPeriodismoBiografía

Maas, Peter (1929-2001).

Escritor y periodista estadounidense, nacido en Nueva York el 27 de junio de 1929 y fallecido en su ciudad natal el 23 de agosto de 2001. Famoso por sus profundas investigaciones, el secretismo con que llevó su vida impide saber muchos detalles para realizar una correcta biografía; por ello, tal vez sean sus libros, la gran mayoría de ellos convertidos en best seller, lo más destacado de su devenir.

Apenas se conoce información sobre su adolescencia y juventud, ignorándose, por ejemplo, si cursó algún tipo de estudios o si su formación cultural fue totalmente autodidacta. Sí se sabe que en la Segunda Guerra Mundial se embarcó en la marina estadounidense y que combatió en Europa. Después de la guerra, trabajó como corresponsal en París para el Herald Tribune, el que fue su primer empleo relacionado con el mundo del periodismo y donde ya demostró unas dotes de sabueso impecable, casi más en la línea de un espía o de un investigador privado que en la de un periodista. Cuando regresó a Estados Unidos, hacia 1953, se instaló en Manhattan, donde trabó amistad con otros colegas aficionados al género de las investigaciones periodísticas, como Tom Wolfe o Jimmy Breslin. Guiado por estos avales, Maas se hizo con un puesto de redactor en el Saturday Evening Post, periódico en el que se haría famoso por sus artículos sobre las conexiones del mundo mafioso neoyorquino.

Estas investigaciones y conexiones le depararon el que fue su primer best seller: Los papeles de Valachi. El libro, publicado en 1969, arrancó de la confesión efectuada por Joe Valachi, un capo mediano de la Cosa Nostra siciliana instalada en Estados Unidos, que fue el primer arrepentido de la organización en declarar ante el Senado norteamericano, en 1963, los crímenes cometidos por Vitto Genovese y Thomas Lucchese, los principales capos del crimen organizado. El carácter de Valachi, el típico siciliano emigrante que todavía se sentía un extraño en Nueva York, con sus aires toscos, procaces y genuinamente mafiosos, fascinó al periodista norteamericano, que porfió durante largo tiempo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos para conseguir ser su confesor. En la prisión, los cientos de conversaciones entre ambos personajes fueron el material sobre el que Maas elaboró las memorias de Valachi. No obstante, el clima se enrareció y comenzaron los primeros ataques contra los responsables de las delaciones. Ante estas acciones, Maas optó por ficcionar el relato y presentarlo como una novela ante los editores. La respuesta de éstos fue negativa, pues se negaban a considerar como atractiva para los lectores una novela basada en la vida de un mafioso.

Finalmente, la obra vio la luz en el citado año de 1969 y se convirtió en uno de los libros más vendidos. El tirón y el éxito del tema mafioso, por denominarlo así, llegó tres años más tarde con la publicación de El Padrino (1972), novela de Mario Puzzo que, con guión del propio autor, fue llevada al cine por Francis Ford Coppola. Las andanzas de Vito Corleone hicieron que, de camino, la novela de Maas alcanzase los tres millones de copias vendidas. De hecho, al igual que hiciese Mario Puzzo, el autor de Los papeles de Valachi intentó refrendar el éxito de la novela en las pantallas cinematográficas, reescribiendo un guión. Sin embargo, ni el protagonista del filme, Charles Bronson, ni el resto de reparto de Los secretos de la Cosa Nostra (como se tradujo al castellano) dieron la talla en una historia que, más que para verla, estaba escrita para ser leída.

Para cuando se estrenó la película, Peter Maas ya había dejado sus labores periodísticas y pudo dedicarse a la investigación para sus novelas merced a los suculentos ingresos que Los papeles de Valachi le habían proporcionado. En el mismo 1972, Maas entró en contacto con una apasionante trama verídica: la corrupción organizada del departamento de policía de Nueva York. Fue así cómo conoció a Frank Serpico, un oficial de policía que se prestó al juego de la corrupción para lograr desenmascarar a los altos cargos implicados en el asunto. Esta vez, al contrario que con Valachi, Maas reelaboró a la vez la novela y el guión cinematográfico, no andándose por las ramas a la hora de señalar a Al Pacino, uno de los exitosos protagonistas de El Padrino, como el actor que iba a encarnar en el celuloide la vida de Frank Serpico. La película, Serpico (1973), obtuvo un éxito ensordecedor, tanto por la brillantez del guión como, especialmente, por el fabuloso papel que Al Pacino había realizado y que le valió una nominación al premio Oscar de Hollywood. En agradecimiento, Maas cedió al verdadero Frank Serpico la mitad de los derechos que le correspondían como autor del guión de la película.

Después de acometer estas tareas, Maas, ya convertido en millonario, se relajó un tanto de su actividad investigadora y novelística para llevar una vida más disipada. Su siguiente novela, Made in America (1979), fue su primer relato de pura ficción, en un intento de alejarse de los tintes reales que habían tenido sus anteriores y exitosas obras. El publico le dio la espalda y Maas captó inmediatamente el mensaje: regresar a las novelas con el subtítulo de "basado en una historia real". En 1983 publicó Marie: una historia verdadera, una descarada imitación de la historia de Serpico en versión femenina. Esta vez, la protagonista era una funcionaria pública que se negaba a participar en un caso de corrupción política. La historia funcionó mejor en el celuloide (1985), con Sissy Spacek en el papel principal, que en las ventas de la novela. Su última novela en esta década, Manhunt (1986), recreaba la vida de un conocido traficante de armas, Edwin Wilson, pero la historia carecía del tirón de relatos anteriores.

El gran mérito de Peter Maas fue que supo reciclarse en la década de los 90 del siglo XX con nuevas historias que atrajeron a sus antiguos lectores y fueron capaces de granjearle otros distintos. De esta forma, volvió a conocer las mieles del éxito rotundo en 1995, con la publicación de Killer Spy, un relato ambientado en los años de la Guerra Fría y basado en la captura de un agente doble de la CIA y el KGB, Aldrich Ames. Animado por este éxito, Peter Maas regresó al filón mafioso que le había proporcionado fama con Underboss (1997), la historia de Bull Gravano, otro capo mediano de la mafia neoyorquina. Aunque no consiguió en ningún momento reeditar el éxito de Valachi o Serpico, al menos sí obtuvo un lugar destacado en las listas de ventas.

Su última novela volvió a situarle entre los autores más leídos de Estados Unidos: Las horas terribles (1999). En este relato, extraordinariamente documentado hasta el detalle más insospechado, narraba las tensiones internas y externas de personajes anónimos con ocasión del rescate de los tripulantes de un submarino, averiado y hundido durante la Segunda Guerra Mundial. La suerte también acompañó a Maas en esta última novela, pues en el verano del año 2000, medio mundo se estremeció ante la tragedia del submarino ruso Kursk, que se hundió sin que la ayuda ofrecida por algunos países pudiese salvar la vida de los marinos que viajaban en él. En los días posteriores al hundimiento del Kursk, la novela de Maas cosechó un súbito incremento de ventas.

Fiel a su estigma de secretismo, nada se supo de su vida hasta pocos días antes de su fallecimiento, en que su familia confirmó que se hallaba ingresado en el neoyorquino hospital Monte Sinaí. Con su muerte, a la vez que un gran número de secretos, también desapareció uno de los narradores más intensos de la literatura estadounidense de finales del siglo XX.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez