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LiteraturaBiografía

Lastanosa y Baraiz de Vera, Vincencio Juan de. Señor de Figueruelas (1607-1684).

Humanista, numismático y mecenas español, nacido en Huesca en 1607 y fallecido en su ciudad natal en 1684. Poseedor de una vasta cultura y una considerable fortuna, transformó su palacio oscense en un foco de ebullición intelectual en el que, alrededor de una espléndida biblioteca, florecieron algunas de las obras maestras de la literatura aragonesa del siglo XVII. Su mecenazgo propició la aparición de algunos de los mejores escritos de la religiosa doña Ana Francisca Abarca de Bolea, del polígrafo Juan Francisco Andrés de Uztarroz y del jesuita Baltasar Gracián, a quien llegó a prestar su propio nombre para eludir la censura de la Compañía de Jesús.

Hombre de vasta formación cultural, animado espíritu emprendedor y singular don de gentes, Vincencio Juan de Lastanosa se distinguió por su empeño en recuperar, dentro de la inestable incertidumbre de la mentalidad barroca, el equilibrio cultural y humano propio de los humanistas del Renacimiento. No han llegado hasta nuestros días demasiadas noticias acerca de su peripecia vital, pero sí las suficientes para reconocer que, gracias a su curiosidad y su tenacidad, salió airoso en todas las empresas que acometió, tanto en su faceta de intelectual como en la de hombre público comprometido con la realidad de su tiempo. Contrajo nupcias con la sevillana Catalina Gastón y Guzmán, quien falleció a los diecinueve años de matrimonio, después de haber afrontado catorce partos. En su calidad de señor de Figueruelas y gentilhombre de la Casa del Rey, asumió elevadas responsabilidades cívicas en su tierra natal, donde ejerció durante algún tiempo como regidor del Hospital y lugarteniente del Justicia de Aragón, cargos que subrayaron su condición de ciudadano notable. A pesar de su talante humanista y su predilección por las Letras antes que por las armas, cuando se vio forzado a combatir no rehuyó sus obligaciones militares, y, en plena guerra de Cataluña, luchó valientemente en el sitio de Monzón al frente de las tropas reclutadas en Huesca. Asimismo, cumplió con las obras pías que, en su tiempo, se esperaban siempre de un hombre de su linaje y calidad, como queda patente en su financiación de los gastos de edificación, dentro de la catedral oscense, de la capilla consagrada a san Orencio y santa Paciencia -padres de San Lorenzo-, capilla que, a partir de entonces, se convirtió en el panteón familiar de los Lastanosa.

La casa de Lastanosa -ubicada en la actual calle del Coso, frente a las dependencias de los jesuitas oscenses- pronto se convirtió en un auténtico santuario del arte y la sabiduría, debido en parte a su condición de anticuario y coleccionista de los más diversos objetos (monedas antiguas procedentes de las civilizaciones griega y romana, armas pertenecientes a sus ilustres antepasados, obras de arte de muy variada procedencia, etc.), y en parte a su vasta curiosidad intelectual, que le animó a fundar en sus extensos y exquisitos jardines un museo de ciencias naturales en el que clasificó y expuso diferentes fósiles hallados en los Pirineos y en el Moncayo, así como numerosos piedras preciosas traídas de lugares exóticos. Estos amplios y cuidados jardines que rodeaban la mansión de Lastanosa, adornados con bellísimas esculturas de inspiración clásica y surcados por decorativos canales y estanques, causaron gran admiración entre la población de Huesca, hasta el extremo de que uno de los protegidos del mecenas aragonés, el susodicho Andrés de Uztarroz, se sirvió de una afortunada combinación de verso y prosa para celebrar tanta belleza en una obra titulada Descripción de las antigüedades i jardines de don Vincencio Juan de Lastanosa (Zaragoza: Diego Dormer, 1647), en la que, haciendo gala de grandes conocimientos históricos y artísticos, elogiaba la sabia combinación entre arte y naturaleza que el mecenas exhibía en los alrededores de su casa.

Con todo, la belleza del exterior no sobrepasaba la riqueza y calidad de la nutrida biblioteca que Lastanosa fue reuniendo dentro de su palacio. Humanista fecundo y polifacético, el prócer oscense dio cabida en su colección de impresos y manuscritos a disciplinas tan variadas como las matemáticas, la astronomía, la historia, la botánica y, desde luego, la literatura, con lo que logró reunir, en las habituales tertulias celebradas en sus posesiones, a los ingenios más conspicuos de toda la región, como los ya citados Uztarroz, Abarca de Bolea y Gracián, que compartieron animada conversación con otros intelectuales aragoneses como Francisco Ximénez de Urrea y fray Jerónimo de San José. Pero el fecundo mecenazgo de Vincencio Juan de Lastanosa no se limitó a este papel de mero animador cultural: poseedor, él mismo, de una vasta formación humanística, leyó pacientemente gran parte de las obras de sus protegidos, desarrolló una espléndida labor de crítico literario y, con sus consejos y reconvenciones, contribuyó a perfilar algunas de las grandes obras que fueron creciendo a su amparo. El mejor testimonio de ello lo ofrece Baltasar Gracián en la dedicatoria de El Héroe (1637), donde, tras solicitar las oportunas revisiones y enmiendas del mecenas, no escatima elogios para la brillantez intelectual de Lastanosa y el lujo de su palacio: "Yo, aprendiz de ingenio, acudo al maestro con este no rasgo, sino borrón, para que, cogiéndole Vm. entre su agudeza y juicio, lo castigue y reforme [...]. En este culto camarín, retrete de la curiosidad, donde no entra sino lo muy perfecto, merezca un rincón entre tantas curiosidades ésta del ingenio, digo después que, por muy enmendada, sea muy propia de Vm. [...]. Desocupado Vm. de real empleo, no por falta de caudal, sí de materia, ha transformado el archivo de los reyes en panteón de héroes, en efigies, en monedas y en historias [...]. Toda la casa de Vm. es un non plus ultra del gusto; su librería, esfera de la agudeza; su jardín, eliseo de la primavera; y toda junta, el teatro de la escultura, de la pintura, de la antigüedad, de la preciosidad, y de la fama". Años después, en su inmortal obra El Criticón (1651, 1653, 1657), el jesuita bilbilitano aprovecha los cauces de la ficción para hacer llegar a sus personajes a la casa de Lastanosa y elogiar la calidad intelectual y humana de su propietario: "Solicitaba un entendido por todo un ciudadano emporio, y aun dicen que corte, una casa que fuese de personas, mas en vano; porque, aunque entró en muchas curioso, de todas salió desagradado, por hallarlas, cuanto más llenas de ricas alhajas tanto más vacías de las preciosas virtudes. Guióle ya su dicha a entrar en una, y aun única; y al punto, volviéndose a sus discretos, les dijo: -Ya estamos entre personas: esta casa huele a hombres. -¿En qué lo conoces? -le preguntaron. Y él: -¿No veis aquellos vestigios de discreción? Y mostróles algunos libros que estaban a mano" (Criticón II, "Crisis IV. El museo del discreto").

A estas labores de mecenas, crítico y consejero ("maestro" llega a llamarle, como se ha visto en el parágrafo anterior, el autor del Criticón), Vincencio Juan de Lastanosa sumó su infatigable actividad como editor, plasmada en la publicación de algunas obras de su círculo de protegidos (entre ellos, el propio Gracián, al que llegó a prestar su nombre para que diera a la imprenta algunos escritos -como el Oráculo manual y arte de prudencia- cuando los superiores de su Orden se lo habían prohibido). Fue autor, además, de varios prólogos y dedicatorias para las obras de sus amigos; y, alentado por sus vastos conocimientos, no se conformó con promocionar los escritos de sus protegidos, por lo que editó también algunas obras propias en las que dejaba patente su sapiencia como anticuario, coleccionista y numismático. Entre sus escritos originales más difundidos, cabe destacar el Museo de las medallas desconocidas españolas (Huesca, 1645) -que dio pie a una réplica de Francisco Fabro Bremundan, titulada Disertación sobre las medallas antiguas de Lastanosa (1663)-, y el Tratado de la moneda jaquesa y de otras de oro y plata del Reino de Aragón (1681, Huesca). Lastanosa fue, asimismo, un esmerado traductor, y vertió al castellano los Elementos químicos del francés Jean Béguin.

Bibliografía

  • ARCO, Ricardo del. La erudición aragonesa en el siglo XVII en torno a Lastanosa (Madrid: Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1934).

  • ARCO, Ricardo del. "Noticias inéditas acerca de la famosa biblioteca de don Vicencio Juan de Lastanosa", en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), nº LXV (octubre de 1914), págs. 316-342.

  • ARCO, Ricardo del. "Más noticias acerca de la famosa biblioteca de don Vicencio Juan de Lastanosa", en Linajes de Aragón (Zaragoza), nº VII (1916), págs. 8-20.

  • SELIG, K. L. "Lastanosa and the brothers Argensola", en Modern Language Notes (Baltimore [U.S.A.]), nº LXX (1955), págs. 429-430.

  • TORRE, Guillermo de. "El universo intelectual de Gracián" en La difícil universalidad española (Madrid: Gredos, 1965), págs. 48-75.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.