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HistoriaPolíticaBiografía

Isabel de Farnesio. Reina de España (1692-1766)

Reina de España desde el 24 de diciembre de 1714 hasta el 9 de julio de 1746. Nacida en Parma el 25 de octubre de 1692 y muerta en Aranjuez el 11 de julio de 1766.

Síntesis biográfica

Hija de Eduardo Farnesio y de Dorotea Sofía de Neoburgo, pasó los primeros años de su vida en Parma donde recibió una educación esmerada. Gracias a las negociaciones llevadas a cabo por el futuro cardenal Alberoni, Isabel contrajo matrimonio a finales de 1714 con el monarca español Felipe V. Tras su llegada a España la reina pudo imponer sus opiniones a su esposo, que siempre se mostró poco interesado por los asuntos de gobierno. De este modo durante sus años de reinado se obstinó en recuperar los territorios italianos perdidos durante la Guerra de Sucesión para asegurar el futuro de sus hijos, motivo por el cual cambió por completo la orientación que había seguido la política española hasta ese momento y fue la principal impulsora de la firma del Primer y Segundo Pacto de Familia (véase Pacto de Familia). Tras la muerte de su esposo en 1746 se produjo el advenimiento al trono de Fernando VI y se vio obligada a retirarse, aunque tras la muerte de éste sin herederos en 1759, se hizo cargo del reino por unos meses en calidad de regente, en nombre de su hijo primogénito Carlos III, al que aconsejó hasta su muerte.

Busto de Isabel de Farnesio. Rene Fremín. Palacio Real. Madrid.

Primeros años

Hija del por entonces heredero al ducado de Parma, el príncipe Eduardo Farnesio y de Dorotea Sofía de Neoburgo, Isabel pasó los primeros años de su vida en su ciudad natal, donde creció rodeada de comodidades. Apenas conoció a su padre, puesto que éste murió en el año 1693, cuando la joven contaba aproximadamente con un año, motivo por el cual Isabel pasó a estar en primer lugar bajo la tutela de su abuelo, el duque Ranuncio II (1630-1694), y poco después bajo la de su tío, el también duque de Parma desde el año 1694 Francisco (1678-1727), que se convirtió en su padrastro tras contraer matrimonio con su madre.

Recibió Isabel una educación esmerada como correspondía a una joven de su posición, en la que no se descuidó ningún detalle. De este modo durante sus años de infancia y juventud, de la mano de algunos de los preceptores más prestigiosos del momento, cursó estudios de gramática, retórica, historia y geografía. Además hay que destacar que el aprendizaje de diferentes idiomas ocupó un puesto predominante en su formación, lo cual la llevó en su juventud a dominar casi con total corrección siete lenguas, entre ellas, además del castellano, el latín, el francés y el toscano.

También como era común en la época Isabel de Farnesio tuvo una notable formación artística, que la llevó a recibir desde su infancia clases de baile, de música, en las que aprendió a tocar el clavicordio con gran soltura; y de pintura, actividad artística en la que parece que adquirió gran maestría gracias a los desvelos de su maestro, el pintor Avanzini.

Así, todo parece indicar que Isabel tras sus años de formación se convirtió en una joven culta, dotada, además de gran inteligencia, de un amplio sentido político en su calidad de futura heredera del ducado de Parma, título que recibió en el año 1727 debido a que ninguno de sus tíos tuvo descendencia.

Algunos autores sostienen que su formación fue insuficiente y tradicionalmente la mayor parte de los historiadores han mantenido que Isabel nunca llegó a estar a la altura para ocupar el puesto de reina de España, aunque esta visión está siendo revisada. Así lo que es innegable es que desde su juventud patrocinó la obra de numerosos artistas, como era costumbre en su familia, y fue durante toda su vida una lectora empedernida, afición que la llevó a adquirir una importante colección de libros, que con los años se convirtió en una de las bibliotecas más importantes de Europa en la época.

El matrimonio de Isabel de Farnesio y el giro de la política española

En principio Isabel de Farnesio no tenía muchas posibilidades de contraer matrimonio con ningún miembro de la realeza europea, posiblemente porque durante su adolescencia la viruela había afeado notablemente su rostro, pero esta situación cambió el 14 de febrero de 1714, momento en el que falleció María Luisa de Saboya, la primera esposa de Felipe V. Así tras la muerte de la reina muy pronto tanto la princesa de Ursinos como Jean de Orry, fueron conscientes de la necesidad que tenía el monarca español de contraer nuevas nupcias, ya que a pesar de que contaba con dos hijos varones que podrían sucederle en el momento de su muerte, Felipe V tenía 30 años y por tanto era todavía un hombre joven.

Pero la princesa de Ursinos, fiel colaboradora del abuelo del rey, Luis XIV, y defensora de mantener las buenas relaciones con Francia, no era partidaria de que la nueva reina de España fuera capaz de hacerle sombra y arrebatarle el ascendiente que tenía sobre Felipe V, por lo que puso especial cuidado en encontrar una candidata que no fuera un obstáculo para sus planes. En estos momentos fue vital para el destino de Isabel la intervención del futuro cardenal Alberoni, el cual hizo todo lo posible por acrecentar las posibilidades de ésta en la corte española. De este modo presentó a Isabel de Farnesio como una "princesa sumisa, obediente, sin deseos de mando, a la que no le gusta mezclarse en los negocios de la nación ni en las intrigas que rodean al trono (…)" y añadió para eliminar todas las dudas que la citada princesa pudiera albergar, que sólo se trataba de "una buena muchacha, regordeta, saludable y bien alimentada… acostumbrada a no escuchar otra cosa que no se refiera a la costura y el bordado". Dicha descripción debió convencer a la todopoderosa princesa de Ursinos, que ejerció toda su influencia para que Felipe V aceptara a la que ella consideraba la candidata ideal, sin encontrarse con mucha oposición por parte del monarca, que estaba deseoso de que se celebrara la boda lo antes posible.

Culminadas las negociaciones, el compromiso oficial quedó sellado de forma oficial aproximadamente a mediados del año 1714 para gran satisfacción de Alberoni y sobre todo del duque de Parma que lograba mejorar sustancialmente su posición en Europa. Isabel parece que también se mostró muy satisfecha por su compromiso y tras terminar con los preparativos de su ajuar emprendió la marcha hacia España, donde Felipe V la esperaba impaciente. Durante su largo viaje, que transcurrió en su mayor parte por tierras francesas, Isabel de Farnesio tuvo conocimiento exacto de la situación política de España, aunque posiblemente Alberoni en su calidad de embajador de Parma en tierras españolas, ya la había instruido para que procediera con prudencia cuando llegara a su futuro reino. De este modo con el fin de conocer de primera mano el carácter de sus nuevos súbditos, Isabel aprovechó la ocasión para visitar a su tía materna, Marina de Neoburgo, la viuda de Carlos II, la cual la previno sobre el control que tenía sobre su futuro esposo la princesa de Ursinos, que prácticamente gobernaba el reino de forma dictatorial sin que Felipe V pareciera percatarse de ello.

No fueron vanas las advertencias de Marina de Neoburgo ya que Isabel tras su llegada a España logró que la princesa de Ursinos abandonara para siempre el país. Ignoramos cuál fue el contenido de la primera y única charla que ambas mantuvieron el 22 de diciembre de 1714 en Jadraque, pero no hay duda que la nueva reina supo imponer su autoridad desde el principio, ya que de nada sirvieron a la princesa los firmes partidarios con los que contaba en el gobierno. Pocos días después, el 24 de diciembre, se celebró en Guadalajara la boda de Felipe V y de su segunda esposa, que rápidamente se ganó el cariño de los españoles, que creían que la nueva reina sería capaz de eliminar del gobierno a los golillas o miembros del partido francés instalados sólidamente en la Corte. Así fueron muchos los que alentados por el apellido de la joven reina, recordaron muchas de las antiguas formas de gobierno de los Austrias y por un tiempo vieron cumplidas sus expectativas, ya que 7 de febrero de 1715 fueron despedidos del gobierno Orry y Macanaz. Aunque poco después fueron conscientes de su error, ya que la reina colocó en el poder a sus favoritos, especialmente italianos, los cuales tuvieron un notable protagonismo durante gran parte del reinado de Felipe V.

Isabel de Farnesio durante los años siguientes se hizo con el poder e influenció a su marido para que cambiara la orientación de su política exterior. Así parece que fue ella la que animó a su esposo a reclamar la corona francesa y a firmar el Primer y Segundo Pacto de Familia. En vista de que sus hijos no iban a heredar la corona, Isabel centró su atención en Italia, donde ésta pretendía mejorar la situación de sus descendientes recuperando las antiguas posesiones españolas. No es extraño por tanto que ésta fuera odiada por sus súbditos, ya que éstos consideraban que los esfuerzos militares llevados a cabo en tierras italianas no beneficiaban en nada a España, ya que por el contrarío sólo contribuían a precipitar la decadencia de la que había sido en épocas anteriores la mayor potencia europea.

Política dinástica de Isabel de Farnesio.

Vida familiar de Isabel de Farnesio

El control que ejerció Isabel de Farnesio sobre el inestable Felipe V estuvo determinado por las grandes atenciones que ésta le prodigó durante los años que duró su matrimonio. De este modo la nueva reina desde un principio expresó delante de su esposo sus opiniones políticas, que fueron escuchadas atentamente por el monarca, que no podía separarse de ella en ningún momento, motivo por el cual Isabel acudía de forma asidua a los consejos en los que participaba su marido.

En el plano personal también supo ganarse el favor de su esposo, ya que si atendemos a lo que comenta don Luis Salazar y Castro en la obra que dedicó a la reina en 1717, es posible afirmar que ésta intentó compartir todas las aficiones del monarca para aumentar su poder sobre él. "El Rey, es inclinadisimo al honesto ejercicio de la caza y la Reyna tiene tal gusto y tal destreza en ella que su más delicioso tocado es el campo y arcabuz la enseñanza de los más expertos cazadores. El Rey ama la música, y la Reyna la sabe con mucha gracia, y encuentra en ella la más inocente diversión, que deleyta tanto los ánimos más racionales, más cultivados, y más sensibles. La pintura es el ídolo del Rey y nuestra dichosa Reyna hace del pincel su más agradable aguja. En todo es su majestad conforme a los gloriosas o inculpables inclinaciones de su marido y siendo esto un nuevo estímulo de agrado y de cariño, fortifica la Real Unión (…)". Otro de los factores indicativos de las buenas relaciones personales que mantuvieron Isabel y su esposo es el nacimiento de sus 7 hijos, ya que en opinión de algunos biógrafos de Felipe V el monarca era muy activo sexualmente y la reina siempre intentó complacerle en este sentido, ya que llegó a ser una de sus armas más eficaces para conseguir todos sus objetivos.

La numerosa prole de los monarcas siempre contó con el firme apoyo de su madre, la cual se desvivió por asegurar su futuro y en todo momento estuvo en contacto con ellos, incluso cuando les llegó el momento de abandonar la corte. Prueba de las esperanzas que puso Isabel en sus descendientes es que todos los que sobrevivieron a la edad infantil lograron una sólida posición, así el infante Carlos nacido en 1716 fue nombrado rey de Nápoles y Sicilia antes de ocupar el trono de España; la infanta María Ana Victoria nacida en 1718 contrajo matrimonio con el rey de Portugal José I; el infante Felipe nacido en 1720 recibió de manos de su madre el título de duque de Parma; la infanta María Teresa nacida en 1726 contrajo matrimonio con el delfín de Francia Luis de Borbón; el infante Luis Antonio nacido en 1727 por su parte fue nombrado arzobispo de Toledo, aunque años después renunció a este cargo tras recibir el condado de Chinchón y por último habría que mencionar a la infanta María Antonia Fernanda, la cual fue la esposa del duque de Saboya Víctor Amadeo III.

Por lo que respecta a las relaciones que mantuvo Isabel con los hijos habidos en el primer matrimonio de Felipe V, hay que señalar que si bien en todo momento la reina se mostró cordial con Luis, el heredero al trono que llegó a gobernar durante unos meses en 1724 hasta que se produjo su muerte; siempre sintió una profunda antipatía por el futuro Fernando VI, como lo prueba el hecho de que se mostrara reacia a que éste formara parte del Consejo de Estado, lo cual dificultó enormemente que el heredero se familiarizara con las distintas instituciones políticas del reino.

Últimos años

Los últimos años de la vida de Felipe V estuvieron marcados por su profunda inestabilidad mental, lo cual no fue un impedimento para que Isabel pasara la mayor parte de su tiempo con él, como había hecho desde que contrajo matrimonio. Pero a pesar de la precaria salud de Felipe V Isabel no pudo o no quiso congraciarse con el heredero, por lo que tras producirse la muerte del rey el 9 de julio de 1746, ésta se vio obligada a retirarse de la vida pública.

Desde julio de 1746 hasta agosto de 1759 Isabel llevó una vida ordenada alejada de toda responsabilidad en el palacio de La Granja en Segovia, donde había pasado largas temporadas junto a su esposo. Poco se puede destacar de estos años salvo la nutrida correspondencia que mantuvo con sus hijos, especialmente con su primogénito Carlos, al que siempre estuvo muy unida. Finalmente en agosto de 1759 Isabel abandonó su retiro ya que tras la muerte de Fernando VI, el nuevo monarca, que fue coronado como Carlos III, pidió a su madre que se ocupara de los asuntos del gobierno en calidad de regente, proposición que ésta no rechazó. Así entre los meses de agosto y diciembre del mencionado año 1759 Isabel preparó con ilusión la llegada de su hijo, el cual se mostró muy complacido por la labor desarrollada por ésta y la mantuvo junto a él mientras la reina viuda tuvo fuerzas.

Isabel de Farnesio murió en el palacio real de Aranjuez a la edad de 73 años, el 11 de julio de 1766, tras haberse retirado de la vida pública algunos meses antes, llena de achaques por su avanzada edad. Sus restos mortales fueron depositados junto a los de su esposo en la colegiata del palacio de La Granja.

Bibliografía

  • JOVER ZAMORA, J. M. Historia de España. La época de los primeros Borbones. La nueva monarquía y su posición en Europa 1700-1759. (Madrid, Espasa-Calpe, 1976)

  • KAMEN, H. Felipe V, el rey que reinó dos veces. (Madrid, Temas de Hoy, 2000).

  • LYNCH, J. Historia de España. El siglo XVIII. (Barcelona, Planeta, 1997).

  • SALAZAR Y CASTRO, L. Indice de las Glorias de la Casa Farnese que se consagra a la augusta Reyna de las Españas Doña Isabel Farnese. (Navarra, Wilsen, 1970).

Autor

  • Cristina García Sánchez