Avicebrón o Selomoh ben Judá ibn Gabirol (ca. 1022-ca. 1058).
Poeta, filósofo y músico hispano de origen judío, nacido en Málaga hacia el año 1022 y fallecido en Valencia hacia el año 1058. Se trata de uno de los más afamados eruditos hispano-hebreos de la Edad Media, cuyo fulgor de sabiduría abarcó casi todas las ramas literarias de manera espectacular. También fue conocido por su denominación árabe, Abú Ayyub Sulaymán ibn Yahya ibn Jabirul, o por la forma romanceada de su nombre hebreo, Avicebrón.
Vida
Como suele ser frecuente en estos casos, la información para reconstruir el itinerario biográfico de Ibn Gabirol es muy escasa y procede, en su mayor parte, de referencias autobiográficas efectuadas por el autor a lo largo de su obra, en especial la introducción a su obra ética titulada Tikkun Middot ha-Nefesh ('Libro de la corrección de los caracteres'). En cualquier caso, el también poeta y erudito hebreo Moses ibn Ezra ya realizó la primera gran aproximación a la figura de Ibn Gabirol; de forma más moderna, y en el ámbito peninsular, son notorios los trabajos de Millás Vallicrosa y de Sáenz-Badillos, de capital importancia para comprender el significado del erudito hebreo en la cultura hispana medieval.
Resumiendo todos los datos de que se dispone en la actualidad, parece que Ibn Gabirol nació en Málaga, pues él mismo se denomina en algunos poemas como malaqí, es decir, natural de Málaga, donde debió de nacer hacia el año 1020. Su familia era originaria de Córdoba, y algunos críticos sostienen que su establecimiento en Málaga se debía a las purgas internas realizadas en el seno del califato cordobés por el que entonces era su gran dominador, el caudillo y militar Ibn Abú Amir, más conocido en las fuentes cristianas con el nombre de Almanzor. De hecho, también es posible vislumbrar que esta época de incertidumbre política, así como los problemas económicos acontecidos en el seno del reino taifa de Málaga, hicieron que la familia de Ibn Gabirol se trasladase hacia el interior, concretamente hacia el reino de Zaragoza, tal vez el más próspero espacio musulmán de la época. Allí, durante el gobierno de Mundir II, la capital aragonesa vivió una de sus épocas más brillantes, por la protección que este soberano realizó sobre los intelectuales musulmanes y hebreos, de ahí que la familia de Ibn Gabirol optase por emigrar hacia este reino.
Selomoh debió de llegar a Zaragoza acompañado de su padre cuando apenas era un niño, y paulatinamente se le fue uniendo el resto de la familia. A los pocos años de edad ya comenzó a vislumbrarse la frágil y delicada salud que arrastraría Ibn Gabirol y que le condicionaría durante toda su vida. Por si fuera poco, su padre falleció a los pocos meses de establecerse en Zaragoza, lo que dejó a Selomoh sumido en un estado de profunda tristeza y melancolía, como puede vislumbrarse en algunas elegías poéticas que compuso con motivo de tal circunstancia. Era Selomoh un joven débil, de pequeña talla, de no demasiado agradable presencia física y marcado por algunas enfermedades, especialmente una afección cutánea que él mismo describió, de forma terrible y desgarrada, en su poema Ha-Lo Ezdak, aunque hay críticos que consideran que este poema no debe interpretarse de forma literal, sino alegórica.
En cualquier caso, como las dolencias de Ibn Gabirol están totalmente atestiguadas y sumando su temprana condición de huérfano, parece evidente que estas circunstancias humanas desfavorables le hicieron volcar su vida en las letras, donde sí alcanzó la solvencia que en el plano cotidiano le negaban sus continuos achaques y sus enfermedades. Para ello, recibió una educación realmente exquisita en el seno de la corte zaragozana de Mundir II; algunos estudiosos han especulado acerca de que fuese maestro de Ibn Gabirol nada menos que el filósofo hispano-musulmán al-Himmar, cuya obra no se ha conservado hasta la actualidad pero del que se sabe que fue uno de los primeros filósofos musulmanes del Medievo peninsular. Sea como fuere, sí parece claro que Ibn Gabirol conoció al menos la obra de al-Himmar, y que éste habría de causar una profunda influencia en la primera construcción del pensamiento intelectual del hebreo. Tampoco se sabe demasiado acerca de su formación científica y cultural, pero, a juzgar por los resultados, Ibn Gabirol obtuvo un inmejorable aprovechamiento de los conceptos adquiridos.
Introvertido y tímido, a veces encerrado demasiado en sí mismo, el carácter de Ibn Gabirol era el de un joven tremendamente observador y con una capacidad de juicio moral mucho más madura que la de personas con más edad; en el lado contrario de su balanza, en su carácter pesaba demasiado su gran autoestima intelectual, que le hacía caer en algunos momentos en la arrogancia de quien se sabe mentalmente superior. En uno de los poemas de Azharot se nos presenta las más clara descripción del literato:
Yo soy la poesía, y la poesía es mi esclava.
Para poetas y músicos soy un arpa.
Mis poemas son como coronas de reyes,
tiaras en las cabezas de los magnates.
Aquí me veis, tengo dieciséis años,
mas mi mente comprende como un octogenario.
(Recogido por Sáenz-Badillos, El alma lastimada, p. 32).
No obstante, al elegir dedicarse a la vida literaria, Ibn Gabirol debió de sujetar su arrogancia más de una vez, ya que esta vida se basaba en encontrar apoyo, patrocinio y mecenazgo en alguno de los influyentes personajes de la corte zaragozana de Mundir. Lo halló Ibn Gabirol en la persona de Jekuthiel ben Isaac ibn Hasán, maestro de Talmud, en cuya casa vivió Selomoh durante varios años, probablemente entre 1036 y 1040. En sus poemas son frecuentes las alabanzas a Jekuthiel, por su sabiduría y por su interés en la composición lírica, así como a Hai ben Sherira Gaon, a quien dedicó una grave elegía con ocasión de su muerte.
La situación social de Selomoh empeoró considerablemente en el año 1040, cuando su protector Jekuthiel fue asesinado por culpa de una de las muchas conspiraciones políticas albergadas en el seno de la corte taifa de Zaragoza. A partir de entonces, Ibn Gabirol se vio obligado a cambiar de protector constantemente, dado que las luchas políticas se incrementaron, debido al momento de descomposición del reino taifa, a punto de ser absorbido por los emergentes reinos cristianos peninsulares. Por si fuera poco, el carácter de Ibn Gabirol había sufrido un nuevo vuelco, hasta el punto de que su soberbia fue la causa de su expulsión de diversos entornos nobiliarios de Zaragoza.
En el año 1045, fecha de composición del Tikkun Middot ha-Nefesh ('Libro de la corrección de los caracteres'), Ibn Gabirol se encontraba todavía en Zaragoza, pero parece que emigró poco después aunque, de hecho, las noticias de su vida se vuelven muy confusas desde la fecha citada al principio. Algunos investigadores sostienen que viajó hacia Granada, donde fue acogido por otro de los más destacados eruditos hebreos de la época, Samuel ha-Nagid, visir del reino granadino. Sin embargo, a los pocos meses, y buena prueba del irascible carácter que de Ibn Gabirol, ambos sostuvieron una violenta discusión, al criticar éste de no muy buenas maneras los poemas de Samuel. Por esta razón, hay motivos suficientes para dar por cierto que Selomoh viajó hacia Valencia, estableciéndose allí al amparo de Nissim ben Jacob ibn Shanin. En la capital levantina sería donde las continuas dolencias de Ibn Gabirol, agravadas por los viajes, acabarían por pasar factura al débil físico del poeta, que falleció entre el año 1058 y 1060. Como había expresado en sus obras filosóficas, el alma de Selomoh había abandonado la prisión corpórea para iniciar nuevas experiencias.
En los años posteriores a su muerte, y aun con el auge ocultista de los siglos XVI y XVII, se fomentaron diversas leyendas sobre el postrero momento de Ibn Gabirol. Fue tenido por cierto durante todos estos siglos que el nivel de conocimientos filosóficos y cabalísticos del judío malagueño le habían permitido construir un golem, la tradicional máquina humanoide de la mitología hebrea, con la salvedad de que era un golem femenino, nunca visto hasta entonces. De igual modo, cierta tradición señaló que fue asesinado en Valencia por un árabe, al parecer molesto con la atención que Ibn Gabirol despertaba entre las mujeres de la comunidad por su fina poesía amorosa. El asesino enterró en secreto el cadáver debajo de una higuera, la cual daba un fruto de extraordinario valor, por su dulzura y sabor que, de paso, sirvió para averiguar la verdad. La crítica actual considera todas estas leyendas como rotundamente falsas, pero, en cualquier caso, es buena prueba de la fama imperecedera que rodeó a Selomoh ibn Gabirol durante toda su vida, incluso en el mismo momento de abandonarla. Ibn Ezra, pocos años más tarde, contribuiría a ensalzar su fama mediante una encomiástica descripción:
Era un autor admirable y un literato insigne; supo amaestrar admirablemente su espíritu poético, pudiendo alcanzar los propósitos más elevados y las ideas más nobles. Su espíritu poético es muy delicado y se parece a los poetas modernos árabes. Fue llamado caballero de la palabra y maestro de la poesía. Sus palabras son delicadas y tiernas, y sus temas son conmovedores. Todos los ojos inteligentes estaban vueltos hacia él, y aun los envidiosos le señalaban con gesto de admiración.
(Recogido por Millás Vallicrosa, op. cit., pp. 21-22).
Obra
Como en el caso de su biografía, de nuevo hay que recurrir a las acotaciones realizadas por el autor en su obra para conocer la extensión de la misma. En principio, Ibn Gabirol declara haber escrito una veintena de libros, lo que, a nivel actual de las investigaciones, se tiene por verídico a pesar de que únicamente hayan llegado hasta nuestros días dos obras plenamente atribuidas a su pluma: Mekor Hayyim y Tikkun Middot ha-Nefesh. De manera tradicional, también ha recaído la paternidad de Ibn Gabirol sobre el Sefer Al ha-Nefesh (conocido a partir de su traducción latina, Liber de anima) y sobre la colección de Mihvar Peninim, pero no existen demasiadas pruebas para certificar con total claridad estos trabajos al erudito aragonés de adopción. El más grave escollo para la atribución de éstas y otras obras radica en que la posterior popularidad de Ibn Gabirol ha hecho enorme la circulación de sus obras conocidas a base de antologías, breves pasajes o incluso pequeños apuntes dispersos por otros escritos, de ahí la dificultad de concretar dónde está el límite entre lo que sin duda fue una idea original de Ibn Gabirol y los posibles añadidos posteriores. En cualquier caso, las siguientes líneas únicamente pretenden hacer un somero repaso a los principales escritos del sabio hispano; recurra el interesado en mayor profundidad a la voz Literatura hebrea.
Poesía
Sin tener en cuenta sus otras meritorias aportaciones al terreno de la cultura, Ibn Gabirol ya tendría un lugar de oro en las letras hispanas tan solo por su papel en la lírica medieval, pues creó un nuevo modo de hacer poesía que sería posteriormente imitado en todo el espacio de Sefarad. Selomoh parte de una posición clásica en su primera obra poética, Anaq, ('El collar'), escrita cuando el autor sólo tenía dieciséis años. En ella hace un elogio de la lengua hebrea, considerándola como la única digna para elaborar lírica, pues tal es su autoridad y majestuosidad. Más apreciada es, sin duda, su colección de Azharot ('Perlas'), utilizando la típica estrofa sefardí llamada piyut, de origen todavía incierto. El uso hecho de esta estrofa por Ibn Gabirol ayudó a popularizarla incluso en la actualidad, ya que los Azharot del sabio hispano son muy utilizados por la comunidad hebrea en diversas ceremonias: en las celebraciones correspondientes al Yom Kippur, es frecuente que los versos recitados sean del Azharot de Ibn Gabirol. Sin embargo, su obra cumbre en cuanto a poesía religiosa lo constituye el Keter Malkut ('Corona Real'), una impresionante reflexión filosófica sobre la existencia de Dios, su grandiosidad y el papel del individuo en la sociedad religiosa. Se trata, en efecto, de un resumen lírico del pensamiento teológico de su autor.
Dejando atrás la poesía religiosa, en la poesía secular es donde mejor se demuestra el carácter innovador de Ibn Gabirol, ya que incorpora la originalidad de utilizar estrofas de origen árabe, hasta entonces no utilizadas en poesía hebrea, con el consiguiente efecto de brillantez. Uno de los más bellos poemas hebreos medievales es Bi-Ymei Yekuti'el Asher Nigmaru, una elegía de Ibn Gabirol al fallecimiento de Yekuthiel, su protector zaragozano, asesinado en 1040 durante una intriga política cortesana:
Fíjate en el sol al atardecer, rojo
como revestido de un velo de púrpura;
va destapando los costados del norte y el sur,
mientras cubre de escarlata el poniente;
abandona desnuda a la tierra
al buscar en la sombra de la noche albergue y cobijo;
en ese momento el cielo se oscurece, como si
se cubriera de saco por la muerte de Yekutiel.
(Recogido por Sáenz-Badillos, El alma lastimada, p. 67).
También son destacados sus poemas más triviales, sobre el vino, el amor, la belleza, así como la impronta filosófica que Ibn Gabirol dejó en algunos poemas de caracter personal, donde puede apreciarse toda la carga vital de su existencia.
Filosofía y ética
Tal como era frecuente en la época, Ibn Gabirol utilizó el árabe para redactar sus escritos filosóficos, aunque, en esencia, constituye la parte de su obra que más menoscabo ha sufrido con el paso del tiempo, ya que nada se ha conservado salvo el Mekor Hayyim ('La fuente de la vida'). Originalmente escrita en árabe, el Mekor se conoció durante toda la Edad Media por su traducción al latín, Fons vitae, efectuada por dos conocidos traductores de la escuela toledana, Juan Hispano y Domingo Gundisalvo, que fueron quienes otorgaron fama entre los cristianos a "Avicebrón". Posteriormente, circuló también un resumen hebreo de la obra, que puede ser considerada, a grandes rasgos, como un intento aperturista de la tradición filosófica hebrea hacia la corriente neoplatónica.
La influencia del pensamiento filosófico de Ibn Gabirol no fue demasiada en el mundo judaico, mucho más cerrado a corrientes aperturistas que el cristiano; si acaso, cabe destacar precisamente que Ibn Gabirol intentó domesticar ideas platónicas hacia el tradicional credo hebreo, demostrando con ello un ejercicio mental ampliamente valorable. Sin embargo, el influjo del Mekor fue más variado en la Cábala hebrea, donde sí fue valorado por los sabios que construían en Sefarad el que habría de ser el sistema cabalístico de los judíos. Tanto Abraham ben David como Isaac el Ciego, fundadores del Zohar (libro cabalístico de los hebreos, compuesto en el siglo XIII), beben de la rica fuente representada por Ibn Gabirol. Por otra parte, a través de la traducción latina, Fons vitae, Ibn Gabirol fue conocido entre los filósofos y teólogos cristianos, especialmente la rama franciscana del siglo XIII (Guillermo de Auvernia y Alejandro de Hales), que acabó cristalizando en el siglo XIV con la síntesis de Juan Duns Scoto, quien tenía a "Avicebrón" como una de sus principales fuentes de conocimiento. La escuela dominicana, hegemónica en la Escolástica, no comulgó nunca con el neoplatonismo de Ibn Gabirol, ni siquiera con los comentarios del filósofo cristiano que mejor comulgó con el hebreo, David de Dinant, cuya síntesis fue tachada de panteísta y condenada.
La última de las aportaciones del sabio hebreo es el tratado Tikkun Middot ha-Nefesh ('Libro de la corrección de los caracteres''), planteado como la construcción de un sistema ético y moral de vida del hombre. Se sabe con total rigor que el Tikkun fue compuesto en árabe en el año 1045, para ser un siglo más tarde traducida al hebreo.
Pensamiento filosófico
El pensamiento filosófico de Avicebrón se configura a partir del neoplatonismo de Filón y de Plotino, y más directamente a partir del pseudo-empedoclismo de la escuela de Abenmasarra, la Theologia Aristotelis, la teología árabe y el monoteísmo y moralismo judío-bíblicos.
Teología: Dios creador y los seres creados
La metafísica de Avicebrón considera a Dios, concebido en forma de persona, como realidad primera. Dios es simplicidad y unidad absoluta, mientras que el resto de los seres son múltiples y compuestos. De Dios, al que llama Factor primus, Factor non factus y Principium rerum, derivan todos los seres por creación ex nihilo (de la nada). La materia y la forma son los elementos constitutivos de todas las cosas y existen desde la eternidad en Dios, quien al crear "las extraña", las hace externas. Sin embargo, Dios no crea a los seres directamente, sino que lo hace a través de su voluntad. La doctrina de la voluntad es una de las partes más profundas, aunque también más inciertas, del pensamiento de Avicebrón; la voluntad es necesaria como elemento mediador que permita entender cómo dios, que es pura simplicidad y unidad, es la causa de las cosas compuestas y múltiples. Pero describir en qué consista la voluntad es imposible, de ella sólo se puede explicitar cuál es su función, a saber, "creare omnia, disponere omnia, movere omnia"; por ello la voluntad es llamada Fuente de vida. La voluntad es productora directa de las formas, que son principio de actividad; también une dichas formas a la materia y vincula a los seres entre sí confiriéndoles determinado orden. El problema que se debe resolver entonces es el de las relaciones entre Dios y la voluntad divina, problema que Avicebrón no consigue esclarecer del todo.
Fuera de Dios, todo lo real se compone de materia y forma, conceptos que son caracterizados de manera especial por Avicebrón y que influyeron notablemente en toda la metafísica escolástica. La materia es pura posibilidad, divisible y múltiple, subsistente por sí, y tiene la función de sostener las formas; la forma, por el contrario, subsiste in alio, en lo otro, o sea, en la materia, y tiene la función de dar a las cosas su propio ser y de perfeccionar su esencia. La forma, por tanto, es principio de diferenciación en los seres, mientras que la materia es el género que comparten todos ellos y que se diferencia únicamente en tanto que toma distintas formas. Los seres se definen entonces como "materia informada", es decir, materia dotada de forma. Estos seres se ordenan según una jerarquía ontológica de perfección, en donde los distintos grados de perfección son consecuencia de la mayor o menor distancia que guardan con Dios.
Las sustancias simples
La doctrina de las sustancias simples viene a completar la doctrina de la voluntad en el pensamiento de Avicebrón. Entre Dios y el universo de los seres corpóreos existen tres sustancias simples: la Inteligencia (o Entendimiento), el alma universal y la Naturaleza (Intelligibilitas, Sensibilitas, Vegetabilitas). La Inteligencia es la primera criatura de Dios, el primer ser creado; se identifica con lo que los árabes llamaron "entendimiento agente", y se compone de materia y forma, aunque su forma es el conjunto de todas las formas. El Alma universal es producida por la Inteligencia mediante emanación, debido a una sobreabundancia de su virtud; al igual que la Inteligencia, se halla difundida en todo el universo, y es la causa directa de la Naturaleza y de las almas individuales. La Naturaleza, anterior a la sustancia del universo, es la causa de éste y de su devenir. Por último, el mundo físico, o universo, compuesto por todos los seres corpóreos (tanto celestes como terrestres), adquiere en Avicebrón un aspecto espiritualista: es el conjunto de la materia corpórea y de la forma de la corporeidad, y se presenta como una serie de formas corpóreas que van desde las más universales a las más individuales. Se trata de una emanación o proyección del mundo espiritual y, al modo de un rayo de luz que se oscurece y difumina a medida que se aleja de su foco, así el universo no representa sino la misma realidad en un grado inferior. Toda la realidad es el fruto del descenso de la sustancia superior a la inferior y, del mismo modo, existe en los seres un movimiento ascensional a la sustancia superior, a la Unidad primera, debido a su deseo de perfección o amor universal de unidad, que es fruto de la voluntad divina y que impulsa a todos los seres a amar la unión con lo que es más elevado.
Valoración
Ibn Gabirol es un perfecto exponente de la llamada "España de las Tres Culturas", en la que la convivencia en un mismo espacio geográfico de tres culturas, la cristiana, la hebrea y la musulmana, posibilitó unos contactos culturales de enorme riqueza, cuya difusión fue asegurada por las diferentes traducciones de uno a otro idioma. En el Renacimiento, la filosofía de Ibn Gabirol contó con un comentador de excepción, el maestro Yehudá Abravanel, más conocido como León Hebreo, que fue quien puso en circulación sus textos hasta llegar a Giordano Bruno. A su vez, éste fue la fuente de Baruch Spinoza, con lo que puede observarse la tremenda vigencia del pensamiento de Ibn Gabirol.
Las palabras de Sáenz-Badillos suponen un colofón a estas líneas dedicadas a glosar la vida y la obra del gran literato hebreo:
Los escritores judíos de Sefarad de las generaciones sucesivas no le olvidaron, sino que en todo momento hicieron patente la admiración que despertaba en ellos su obra polifacética. Para todos los que de algún modo recordaron la historia literaria de los judíos de al-Andalus, Ibn Gabirol se encontraba siempre en la máxima categoría entre los poetas. Puede decirse que fue recordado e imitado.
(Sáenz-Badillos, El alma lastimada, p. 171)
Bibliografía
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MILLÁS VALLICROSA, J. M. Selomó ibn Gabirol como poeta y filósofo. (Madrid: CSIC, 1945).
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ORTEGA MUÑOZ, J. F.: Ibn Gabirol (1021/22-1059/60), Madrid: Editorial del Orto, 1995.
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SÁENZ-BADILLOS, A. Literatura Hebrea en la España medieval. (Madrid: Fundación Amigos de Sefarad, 1991).
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SÁENZ-BADILLOS, A. El alma lastimada: Ibn Gabirol. (Córdoba: El Almendro, 1992).
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SÁENZ-BADILLOS, A. & TARGARONA, J. Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos X-XV). (Córdoba: El Almendro, 1990).
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SALVATIERRA, A.: La muerte, el destino y la enfermedad en la obra poética de Y. ha-Levi y ?. ibn Gabirol, Granada: Univ. de Granada, 1994.
Enlaces en Internet
http://www.jewishgates.org/personalities/2gabirol.stm; Página web con información biográfica y filosófica de la obra de Ibn Gabirol (en inglés).
http://www.kabbalahsociety.org/papers/wayne2.htm; Página web con una biografía de Ibn Gabirol e información sobre su influencia en la Cábala hebrea (en inglés).