Carvajal Garibay, Guillermo (1927-1995).
Matador de toros mexicano, nacido en Gómez Palacio (en el estado de Durango) el 4 de julio de 1927 y fallecido el 13 de enero de 1995. A muy temprana edad se trasladó, en compañía de su familia, a la ciudad de San Juan del Río (también perteneciente al estado de Durango), por lo que en ciertas historias de la tauromaquia se le considera -erróneamente- natural de allí. Considerado como uno de los mejores exponentes "de la típica imagen del torero mexicano desesperado, de valor escalofriante y capaz de asustar al miedo" (según dejó escrito acerca de él el crítico español Carlos Abella), protagonizó una vibrante trayectoria profesional en la que los graves percances alternaron con éxitos rotundos y fracasos estrepitosos.
Su firme vocación taurina, manifiesta en él desde que era un niño de corta edad, le impulsó a abandonar en su juventud los estudios que había comenzado a realizar con la intención de cursar una carrera técnica, para lanzarse de lleno al duro aprendizaje del oficio de torero. Así las cosas, en 1944, cuando contaba apenas diecisiete años de edad, comenzó a dar sus primeros capotazos merced al apoyo que le brindaron los hermanos Guerrero, propietarios de la ganadería de Xajay. Tras varios años enrolado en el escalafón novilleril sin atisbar la menor oportunidad que le permitiría pasar a engrosar la nómina de los matadores de toros, a una edad ciertamente tardía (los veintiséis años) Guillermo Carvajal consiguió tomar la alternativa en la plaza de Mexicali (en el estado de Baja California Norte). Corría, a la sazón, el día 4 de enero de 1953, fecha en la que hizo el paseíllo acompañado por su padrino, el coletudo madrileño José González Lucas ("Pepe Dominguín"); el cual, bajo la atenta mirada del espada de Linares (Nuevo León) Humberto Moro Treviño, que comparecía en calidad de testigo en dicha ceremonia, cedió al toricantano la muleta y el estoque con los que había de lancear y enviar al desolladero a una res criada en las dehesas mexicanas de Jesús Cabrera. En el transcurso de aquella temporada de 1953, el día 20 de diciembre, Guillermo Carvajal Garibay cosechó un éxito clamoroso en la plaza de toros Monumental de México, donde compartió cartel con el torero de San Luis de Potosí Fermín Rivera Malabehar y con el diestro sevillano Manuel Vázquez Garcés ("Manolo Vázquez").
Consolidado, en fin, como uno de los matadores punteros del escalafón superior mexicano (a pesar de las serias cornadas que su extraordinario arrojó le hacía recibir), el día 30 de enero de 1955 hizo el paseíllo en la capital mexicana dispuesto a confirmar la validez de su título de doctor en tauromaquia. Fue su padrino en aquella ocasión el coletudo de Aguascalientes Alfonso Ramírez Alonso ("Calesero"), quien facultó a Guillermo Carvajal para que diera lidia y muerte al primer toro de la tarde, marcado con la señal de Jesús Cabrera. De nuevo la fatalidad se cruzó en el camino del animoso espada de Durango, ya que, en el transcurso de aquella tarde de su confirmación de alternativa, cayó herido con varias cornadas.
A comienzo de la temporada siguiente, convencido de que sólo la afición española era capaz de otorgar o negar a un coletudo el título de gran figura del Arte de Cúchares, Guillermo Carvajal cruzó el Atlántico y emprendió un exitosos recorrido por las principales plazas de la Península Ibérica. Debutó, en suelo hispano, en el coliseo taurino de Valencia, donde asombró a los espectadores con la variedad vistosa y tremendista de su toreo auténtico, plagado de lances tan pintureros y arriesgados como el farol de rodillas y los muletazos de espaldas. Los triunfos obtenidos en diferentes cosos de provincias le condujeron, el día 23 de septiembre de aquel año de 1956, hasta el redondel de la madrileña plaza Monumental de Las Ventas, donde Guillermo Carvajal Garibay vio cumplido su sueño de confirmar su doctorado taurino ante el severo dictamen de la primera afición del mundo. Fue su padrino de confirmación española el diestro sevillano Antonio Vázquez Garcés, quien, en presencia del coletudo hispalense Mario Carrión Bazán, que hacía las veces de testigo, facultó al espada de Durango para que diera lidia y muerte a estoque a una res que había pastado en las dehesas de El Pizarral de Casatejada. Como dato tristemente anecdótico de aquella ceremonia de confirmación, cabe recordar que al susodicho Mario Carrión le echaron un toro a los corrales.
Volvió a torear en Europa Guillermo Carvajal en 1957, temporada en la que se vistió de luces aquí en veinte ocasiones y sufrió dos fuertes cornadas, ambas recibidas en plazas francesas (una en Beziers, el día 8 de junio, y otra en Toulouse, de extrema gravedad). Retornó luego a su México natal para seguir triunfando en los cosos ultramarinos, a pesar de que una grave afección de columna le hizo perder muchos contratos a comienzos de los años sesenta. En 1962 volvió a pisar las arenas españolas, pero con tan escasa fortuna que sólo hizo el paseíllo en dos ocasiones, para protagonizar además un penoso espectáculo en la segunda de ellas, verificada en la plaza de Málaga, en la que fue incapaz de pasaportar a su segundo enemigo, que volvió por sus propios medios a los corrales.
En 1963 firmó cuatro ajustes en la Península Ibérica, por lo que, a partir de entonces, su toreo quedó prácticamente relegado al circuito taurino mexicano. El día 1 de enero de 1966, en la plaza de toros de Monterrey (Nuevo León), cuando alternaba con Alfonso Ramírez Alonso ("Calesero") y Jaime Bravo Arciga, un astado perteneciente a la ganadería de Boquilla del Carmen le asestó una seria cornada en el muslo derecho, preludio sólo de la gravísima herida que sufrió, dos años después, en el ruedo de Mazatlán (en el estado de Sinaloa). Corría, a la sazón, el día 4 de febrero de 1968, fecha en la que un toro marcado con el hierro de La Puya le infirió una certera cornada que llegó a seccionar su vena femoral, de resultas de lo cual Guillermo Carvajal Garibay anduvo a pique de perder la vida sobre la misma arena. El pronto auxilio de las asistencias médicas evitó la muerte del espada de Gómez Palacio, aunque no pudo impedir que este gravísimo percance pusiera fin a su accidentada trayectoria taurina.
Bibliografía
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- ABELLA, Carlos y TAPIA, Daniel. Historia del toreo (Madrid: Alianza, 1992). 3 vols. (t. 3: "De Niño de la Capea a Espartaco").
- COSSÍO, José María de. Los Toros (Madrid: Espasa Calpe, 1995). (2 vols.).
- GUARNER, Enrique. Historia del toreo en México (México, 1979).
- VINYES RIERA, Fernando. México, diez veces llanto (Madrid: Espasa-Calpe, 1987).
J. R. Fernández de Cano.