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HistoriaReligiónBiografía

Antonio de Padua, San (1195-1231)

Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia, nacido en Lisboa 15 de agosto de 1195 (según la tradición) y muerto en Campo di Ponte (junto a Padua) el 13 de junio de 1231.

Síntesis biográfica

Primeramente fue canónigo regular de San Agustín en Lisboa y Coimbra, hasta que hacia 1220 ingresó en la nueva orden franciscana. Deseoso de dar su vida, marchó casi inmediatamente a Marruecos, pero una enfermedad le obligó a volver a Europa. Predicó y enseñó infatigablemente en el norte de Italia y en el sur de Francia, regiones afectadas por herejías maniqueas. En 1226 fue nombrado provincial de la Romaña, cargo al que renunció en 1230, retirándose entonces a Padua hasta su muerte. Es un santo de gran devoción popular.

De canónigo regular a fraile franciscano

Su nombre de nacimiento era Fernando Martins, el hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira. Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde, en torno a 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como maestros al propio prior, Pedro, y a un hombre de amplios conocimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar. Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro de enseñanza religiosa que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar recibió la influencia de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de profesores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad, pues el monasterio se vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso II de Portugal y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al primero.

Hacia 1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote, conoció a la pequeña comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en la nueva orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y carecía del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito franciscano (verano de 1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida. Tras un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos, parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia Marruecos junto con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para alcanzar él mismo el martirio. Sin embargo, al poco de desembarcar enfermó de malaria; convaleciente todo el invierno, ello le obligaría a abandonar el país además de dejarle secuelas para toda la vida (véase Orden de los franciscanos).

Predicador en Italia y Francia

Su intención era ahora llegar a las costas españolas y desde ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia. Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), donde había una comunidad franciscana, para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís (“capítulo de las Esteras”, que convocó a 3.000 franciscanos); allí conoció a San Francisco y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia). Éste lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad), con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos. Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Recorrió así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en Rímini en 1223, por ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas acabaron teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo, obispo cátaro. A finales de este año o principios de 1224 estuvo también en Bolonia, enseñando teología a otros frailes franciscanos en el convento de Santa María de la Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para ello el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole “mi obispo”.

Hacia 1224 o 1225 sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve. A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la región. Antonio señaló a los prelados la necesidad de vivir sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.

La muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó a viajar a Asís, como custodio de Limoges, al capítulo general que debía elegir nuevo ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de Romaña. Muy querido por sus frailes, recorrió los lugares de su provincia donde había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo. También por entonces debió estar durante estancias largas en Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie de sermones. Fruto de su labor fue el aumento de las misiones de predicación y la fundación de numerosos conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud. El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó “Arca del Testamento”. Es posible que colaborase en la redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas planteados por la orden al pontífice.

Después marchó al que sería su último destino, Padua, en la que se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la ciudad, Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad. Escribió por petición del cardenal Reinaldo dei Segni (el futuro Alejandro IV) una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió gran parte de la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del “Estatuto de San Antonio”). Poco después, el podestá Esteban Badoer le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de varios nobles paduanos que tenia prisioneros; de este modo, viajó a Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito (unos meses después de la muerte de Antonio acabaría por ceder). En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al cercano lugar de Camposampiero para descansar y terminar de escribir los Sermones. Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en masa a oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y, ante el próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para evitar las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa misma tarde tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales, no tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.

Canonización, devoción y escritos de San Antonio de Padua

La triste noticia se difundió rápidamente por la toda la ciudad con el grito de "¡Ha muerto el santo!". El 17 de junio, tras discutirse si debía ser enterrado donde había muerto o en el convento de los franciscanos, se trasladaron sus restos al convento, en gran procesión presidida por el obispo Conrado y el podestá, en la que marchaba asimismo muchísima gente. Su cuerpo fue depositado en un sarcófago de mármol y aún continúa en la capilla de Santa María, integrada en la basílica que se construyó en su honor desde muy pronto, en las décadas siguientes. Poco después de la sepultura, en julio, el obispo paduano solicitó al papa Gregorio IX su canonización. En la comisión nombrada a tal efecto estaba el propio Conrado; tras el necesario examen y el estudio de los resultados por el papa, Gregorio IX lo canonizó el 30 de mayo de 1232, menos de un año después de su muerte (ha sido uno de los procesos más cortos de toda la historia), y lo comunicó a toda la Iglesia mediante la bula Cum dicat Ecclesia. Siglos más tarde, el 16 de enero de 1946, Pío XII lo declaró doctor de la Iglesia con el título de “Doctor Evangélico” (bula Exulta Lusitania felix).

Al tiempo que la temprana canonización creció la devoción hacia San Antonio de Padua: su orden compuso y propagó un oficio litúrgico propio. También se hicieron manifestaciones de caridad inspiradas en su ejemplo como el “pan de los pobres”. Su fiesta, extendida a toda la Iglesia por el papa Sixto V (s. XVI), también franciscano, se celebra el día de su muerte, el 13 de junio. Precisamente por la gran difusión de su devoción es llamado a veces “el santo de todos”. Se le han atribuido milagros como la “predicación a los peces” en Rímini, una bilocación en Montpellier, o la “adoración de un borrico a la Eucaristía” en Rímini o Arlés. Se le suele representar vestido con el hábito franciscano, un Niño Jesús en brazos, y un lirio y un libro; en la iconografía medieval lo corriente es que sólo esté acompañado de alguno de estos elementos, o de una llama o corazón en llamas.

Se conservan de sus escritos los Sermones Dominicales (1229-1230 aproximadamente) y los Sermones in solemnitatibus Sanctorum (1231); tienen como fin ayudar a otros franciscanos a preparar sus catequesis. Su teología está próxima a San Agustín a través de la escuela de San Víctor, con influencias de San Francisco, y trata fundamentalmente cuatro grandes temas: fe, cristología-mariología, moral y el sacramento de la Penitencia. En su cristología destaca el abajamiento humilde de Dios haciéndose niño, y también es característico su tratamiento de la “Virgen pobrecilla”, propio de la espiritualidad franciscana. Insistió además en la caridad frente a la pobreza.

Bibliografía

  • ANTONIO DE PADUA. Sermones dominicales y festivos. (Murcia, Instituto Teológico Franciscano: 1995).

  • BELTRÁN, M. “Cronología de la vida de San Antonio de Padua”, en Selecciones de Franciscanismo, XXVIII, 83 (1999) 283-296.

  • CORREDOR GARCÍA, A. Milagros de San Antonio de Padua. (Sevilla, Apostolado Mariano: 1984).

  • DOBRACZYNSKI, J. San Antonio de Padua. (Madrid, Palabra: 1990).

  • Fonti agiografiche antoniane. 4 vols. (Padua, Centro di Studi Antoniani: 1981-1992).

  • MARTÍNEZ PUCHE, J.A. Nuevo año cristiano. Junio. (Madrid, Edibesa: 2001).

  • MIGLIORANZA, C. San Antonio de Padua. (Buenos Aires, Castañeda: 1977).

  • MIGLIORANZA, C. San Antonio de Padua. Escritos selectos. (Sevilla, Apostolado Mariano: 1992).

  • SALVINI, A. San Antonio de Padua. (Bilbao, Paulinas: 1966).

  • VIÑAYO, C. El santo de todo el mundo, San Antonio de Padua. (Santander, El Santo: 1985).

  • VV.AA. Para conocer a San Antonio de Padua: VII centenario de su nacimiento, 1195-1995. (Madrid, CONFRES: 1995).

Enlaces en Internet

http://www.centrostudiantoniani.it/ ; Página del Centro de Studi Antoniani (en italiano).
http://www.corazones.org/santos/antonio_padua.htm ; Página con información sobre San Antonio y la devoción a este santo (en español).
http://www.franciscanos.org/sanantonio/sanantoni.html ; Página con información y enlaces sobre San Antonio (en español).
http://www.sanantoniodepadua.org/ita/homeint.asp ; Portal antoniano, con diversa información sobre el santo y la basílica bajo su advocación en Padua (en español y otros idiomas).
http://san_antonio.galeon.com/san_antonio_enlaces.htm ; Página con numerosos enlaces a otras relacionadas con San Antonio (en español).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez