Alí Iqbal Ad-Dawla, Rey de la taifa de Denia (1009-1081).
Rey taifa de Denia, nacido en Denia en 1009 y muerto en Zaragoza en 1081. Bajo su reinado Denia desarrolló una intensa política exterior. Su reino fue anexionado a la expansiva taifa de Zaragoza en 1076.
De origen europeo (saqáliba), fue hijo de Muyahid de Denia, que entre 1010 y 1045 constituyó un reino independiente en Denia que dominó las rutas del mar y de la tierra. En 1016 Alí, que era aún un niño, se encontraba con su padre en la conquista de Cerdeña, pero la alianza de pisanos y genoveses consiguió la victoria sobre las tropas musulmanas de Muyahid que hubieron de huir a Baleares. Alí fue retenido como rehén junto con su familia por los italianos. Muyahid, desde el momento en que llegó a sus posesiones, tramitó la libertad de sus familiares, pero sólo consiguió el éxito en parte: su esposa -y madre de Alí-, de origen cristiano, rehusó volver a Al-Andalus y Alí fue retenido como garantía de que el rey de Denia no emprendería nuevas acciones sobre Cerdeña. Durante su cautiverio permaneció en la corte de Enrique IIde Alemania, donde fue educado en la religión cristiana y olvidó el idioma árabe. En 1026 fue rescatado gracias a la intervención de los Hammadíes de Bugía, que intercedieron ante sus carceleros, tras lo cual regresó al reino de su padre.
Aunque Muyahid tuvo más hijos varones nombró heredero suyo a Alí, que tomó el título de Iqbal Ad-Dawla ('prosperidad de la dinastía'); su hermano Hasan, que hasta la liberación de Alí creía merecer la sucesión fingió someterse a la voluntad de Muyahid, pero la realidad, como se verá más adelante fue otra. Este príncipe tomó el título honorífico de Sad Ad-Dawla ('felicidad de la dinastía'). Como el propio Alí cuenta en una carta a Abd al-Aziz de Valencia, en su proclamación tras la muerte de su padre (1045) le juraron fidelidad todos los poderosos de Denia, incluyendo a su hermano Hasan. En todo caso, la decisión de Muyahid de nombrar heredero a Alí y no a Hasan no respondía a ningún favoritismo, sino a que el primero era el primogénito; en las monedas de la época de Muyahid ambos príncipes aparecen con el mismo rango.
Pero el poderoso rey de Sevilla, Abu Amr Abbad Ibn Muhammad, no estuvo conforme con la designación de Alí como heredero y prefería ver a Hasan, de quien era cuñado -había casado con una hija de Muyahid- en el trono de Denia, por lo que envió a la corte de Alí a un esclavo llamado Salama que se convirtió en paje de Hasan; su propósito, según las órdenes de Muhammad de Sevilla, eran matar a Alí. Hasan Sad Ad-Dawla entró en connivencia con el régulo sevillano y se eligió un viernes, después de la oración oficial, para cometer el asesinato. Como cada viernes Alí acudió a la mezquita aljama de Denia para presidir las preces; como era su costumbre, tras abandonar la mezquita salió con su séquito hacia la orilla del mar, para regresar después a palacio, tomando un camino de callejones estrechos. Allí aprovechó Salama para intentar acuchillar al soberano, pero falló el golpe y fue abatido por la guardia de Alí, Hasan aprovechó el tumulto y huyó de la ciudad. Alí fue trasladado a palacio donde se recuperó de una herida en la mano, tras lo cual reunió a sus generales para asegurarse de que ninguno se pasase al bando de su hermano. Mientras tanto Hasan había viajado a Sevilla para convencer a Muhammad de que invadiese el reino de Denia y le proclamase rey, pero el sevillano no quiso enfrentarse con un enemigo que, en caso de vencer, cerraría las puertas de Sevilla al Mediterráneo. Mientras, Alí comenzó a propagar la noticia de la traición de su hermano, por lo que Hasan no logró encontrar ayuda y se retiró a Valencia con su hermana. Se sabe que Hasan murió en Valencia, pero ni las crónicas ni la documentación volvieron a nombrarlo.
Existen noticias puntuales de las relaciones exteriores durante el reinado de Alí; los contactos con otros reinos comenzaron durante el gobierno de Muyahid, sobre todo a través de enlaces matrimoniales. En primer lugar, el rey de Denia entabló relaciones con los Hammadíes de Bugía, en el Mediterráneo central, y con los Ziríes de Ifriqiya, en el Mediterráneo oriental. Los primeros fueron los que negociaron su rescate cuando estuvo prisionero en Cerdeña; con los segundos, parientes de los Ziríes de Granada, los motivos fueron eminentemente comerciales. Pero la acción más importante de Alí, en lo que a política exterior se refiere, es el inicio de las relaciones entre el reino de Denia y Egipto: en 1055, conocedor de la gran hambre que había sufrido el país africano, Alí envió al califa fatimí, al-Mustánsir, un barco lleno de alimentos, acompañado con una carta de presentación, obra de su secretario, Ibn Arqam; a cambio recibió el barco cargado de dinero y obras de arte. La consecuencia más negativa del inicio de estas relaciones fue que Ibn Arqam fue atacado por sus enemigos y abandonó Denia para refugiarse en el reino de Almería, con lo cual Alí perdió uno de sus principales colaboradores. Como su padre, Alí trató de mejorar las relaciones con los reinos vecinos mediante una intencionada política matrimonial: el único matrimonio del que tenemos noticias fehacientes es el de una hija de Alí con Muhammad al-Mutasim de Almería (hacia 1050), enlace que motivó la composición de una epístola en prosa rimada, obra del secretario Ibn Arqam.
Las crónicas árabes recogen la noticia de que en 1065 Alí Iqbal Ad-Dawla ayudó a Fernando I de Castilla en el asedio de Valencia. Abd al-Malik de Valencia pidió ayuda al rey de Toledo, que terminó tomando la ciudad y apoderándose de ella. En las crónicas cristianas no ha quedado constancia de que el rey de Denia ayudase a Fernando I en su intento de conquista de la ciudad.
En 1076 una serie de circunstancias hicieron que Alí entregase el reino de Denia a Ahmed I al-Muqtadir de Zaragoza: este rey había capitaneado la guerra santa que se proclamó entre las diferentes taifas de Al-Andalus cuando en 1064 los cruzados tomaron Barbastro (fue tras la victoria que Ahmed de Zaragoza tomó el título de al-Muqtadir); tras esta victoria Ahmed comenzó una política expansionista que le llevaría a la conquista del reino de Denia. En un principio, al-Muqtadir sólo intentó tomar algunas plazas que pertenecían a Alí para entregárselas a su hijo Mungir, que gobernaba Tortosa. Se ignora cuáles eran estas plazas, dados los confusos límites que separaban en esta época los reinos de Zaragoza, Denia, Valencia y Tortosa. Alí dio la orden a sus alcaides para que entregasen las plazas al zaragozano, pero después, convencido por sus consejeros, dio la orden contraria a los dichos alcaides y pidió ayuda a sus aliados de Sevilla y Almería por medio de su ministro Ibn Muslim, ayuda que no consiguió. Cuando al-Muqtadir vio que las plazas no le eran entregadas marchó con su ejército a Denia, donde se entrevistó con el príncipe Muizz Ad-Dawla. En las negociaciones intervino el ministro de al-Muqtadir, Ibn Ar-Royolo -su nombre romance fue el Rojuelo-, que era deniense y según la Dhajira de Ibn Bassam fue quien intrigó para que el rey de Zaragoza pensara en apoderarse de Denia. Esto ocurrió cuando al-Muqtadir entró en la ciudad y sus altos dignatarios firmaron la rendición reconociendo la soberanía de Ahmed sobre el reino, en marzo de 1076.
Alí fue trasladado por al-Muqtadir a Zaragoza vestido con un traje tosco que mostraba a los zaragozanos su derrota. Al-Muqtadir, de quien era pariente, le entregó unas tierras en feudo, de cuya posesión vivió hasta su muerte en 1081.
Alí Iqbal Ad-Dawla fue un hombre refinado que había recibido durante su cautiverio en Cerdeña una esmerada educación cristiana y que a su vuelta a Al-Andalus se vio rodeado por una pléyade de filólogos de la corte de Muyahid, el primero de los cuales fue su propio padre. Sin embargo, el hecho de haber olvidado la lengua árabe durante su infancia hizo que no alcanzase los niveles de dominio lingüístico de su familia. La tolerancia hacia el cristianismo de que hizo alarde hizo sospechar a algunos historiadores que fue un criptocristiano; este dato no ha podido nunca ser contrastado, y, en cambio, las crónicas le muestran como un buen musulmán y un riguroso seguidor de los preceptos coránicos. Pero al aspecto que más aluden las crónicas cuando se refieren a la personalidad de Alí es a su afición a los negocios, a los que dedicó más esfuerzos que a la defensa del reino. Efectivamente, Alí Iqbal Ad-Dawla llegó a ser un personaje muy rico. Ibn Bassam censura que sacaba dinero incluso de los matrimonios de sus hijas -aunque el único documentado es el enlace de su hija con el rey de Almería-, en virtud de la costumbre islámica de ser el novio el que paga la dote o mahr. Al contrario que su padre, Iqbal sintió más afición a las bellas letras que a la filología. En su corte se encontraron más especialistas en prosa rimada que filólogos puros. Uno de sus gustos fue el intercambio de epístolas en prosa rimada, redactadas por sus secretarios, con los soberanos de los reinos vecinos. También es mencionada en las crónicas la afición del rey de Denia por los caballos. Bajo su reinado Denia fue un reino tolerante en el que convivieron en paz musulmanes, judíos y cristianos, tal y como ocurría en Toledo de Alfonso VI.
Bibliografía
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LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J. E. "Los reinos de Taifas", en Historia de Andalucía, vol. II. Madrid-Barcelona, 1980.
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JOVER ZAMORA, J.M. (dir). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.
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RUBIERA MATA, Mª J. La taifa de Denia. Alicante, 1985.