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HistoriaPolíticaBiografía

Washington, George (1732-1799).

Estadista, general en jefe del Ejército Continental norteamericano y primer presidente de los Estados Unidos de América (1789-1797). Nació el 22 de febrero de 1732, cerca de Frederickburg, perteneciente el condado de Westmoreland (estado de Virginia), y murió el 14 de diciembre de 1799, en Mount Vernon (estado de Virginia). Dueño de valiosas y extensas propiedades agrícolas de tabaco y uva, George Washington se convirtió en uno de los más poderosos terratenientes de Virginia. Está considerado como el Padre de la Patria y fue uno de los redactores de la Constitución estadounidense, vigente hoy día.

Juventud y primeros años

George Washington nació en el seno de una rica familia de propietarios, oriunda del condado inglés de Northampatonshire, que había llegado a las colonias inglesas de América a mediados del siglo XVII. Su padre, Augustine, logró incrementar todavía más las propiedades de la familia al casarse, en segundas nupcias, con Mary Ball, perteneciente a una familia todavía más rica y poderosa que la suya y con un gran capital acumulado. De este matrimonio nacieron seis hijos más, entre ellos George Washington.

El joven George Washington recibió una educación breve y accidentada; fue a escuelas rurales donde aprendió a leer y a escribir, junto a algunas nociones de geografía y matemáticas, las necesarias para, siendo apenas un adolescente, ser capaz de dirigir él solo el cultivo de tabaco y el almacén de las uvas. Cuando apenas contaba con once años murió su padre, circunstancia que hizo que George Washington pasara a depender directamente de su hermano mayor, Lawrence, quien le despertó una temprana vocación militar que ya no abandonaría jamás. A la edad de dieciséis años viajó como ayudante de agrimensor en una expedición encargada de medir las tierras de lord Fairfax en el valle de Shenandoah, enclavado en los recién conquistados territorios del Oeste.

Poco después de cumplir veinte años, en el año 1752, George Washington se convirtió en el dueño absoluto de todas las posesiones de la familia tras la repentina muerte de su hermano. George Washington se vio dueño de Mount Vernon, con 8.000 acres de un rico terreno para el cultivo y 18 esclavos, pasando a ser uno de los hombres más ricos de todo el estado. Aunque el joven y ya rico hacendado aun no tenía aspiraciones políticas serias (era fiel a la Corona de Inglaterra), su vieja ilusión de ser un soldado volvió a renacer con más fuerza si cabe, aspirando convertirse en un brillante militar de carrera.

George Washington: terrateniente y soldado

A raíz de las continuas disputas que venían enfrentando a franceses e ingleses por el control de las rutas de la cabecera del río Ohio, los colonos fronterizos de Virginia vivían en una constante amenaza militar por parte de los franceses, los cuales pretendían expansionarse el desde su colonia francesa de Luisiana. Washington se alistó en el ejército inglés y fue nombrado por el gobernado Robert Dinwiddie comandante del distrito. Fue así como, en el año 1754, Washington logró derrotar a un destacamento francés, al que sorprendió cerca de Fort Duquesne (antiguo Fort-Le Boeuf), convirtiéndose en involuntario protagonista de las primeras escaramuzas militares que darían inicio a la Guerra de los Siete Años (1756-1762), que enfrentó a Francia e Inglaterra.

Nada más comenzar la contienda, Washington fue nombrado coronel del regimiento en Virginia, donde sirvió bajo las órdenes directas del general inglés Fry, y, al morir éste, del general Edward Braddock, a la sazón general en jefe de todas las tropas inglesas en el continente americano. Gracias a sus innatas facultades de mando y a un excelente conocimiento de la frontera, Washington entró a formar parte del Estado Mayor del general inglés. Convertido pronto en jefe de las fuerzas virginianas al servicio de la Corona británica, combatió con éxito en diversas campañas decisivas, defendiendo las fronteras que el alto mando británico le había encomendado. El 9 de julio de 1755 se distinguió especialmente en la batalla de Monongahela, en la que fue herido de bala cuatro veces, ninguna de las cuales le llegaron a atravesar la casaca militar, por lo que Washington, imbuido desde muy niño por un alto sentimiento religioso, llegó a creer que estaba protegido por la Divina Providencia. El joven coronel virginiano conservó el mando de las tropas entre los años 1755 a 1758, el mismo año en que fue elegido representante del condado de Frederickburg para la Cámara de los Burgueses de Virginia, puesto desde el que se labró un sólido prestigio político gracias a su experiencia y tacto, a pesar de su juventud.

Tras el cese de las hostilidades entre ambas potencias en el continente americano, George Washington planteó a las autoridades de la metrópoli su nombramiento como oficial de alto rango en premio a su actuación en la guerra y a su probada fidelidad a la Corona. Pero, al no ser escuchado, desilusionado por el curso de la guerra y por la actuación ingrata de sus superiores, Washington dimitió de todos sus cargos militares y se retiró a su plantación de Mount Vernon para dedicarse al cultivo del tabaco, el cual sufrió un espectacular aumento de su precio en las décadas de 1730 y 1740 que hizo todavía más rico al brillante líder político virginiano. El 6 de enero de 1759 contrajo matrimonio con Martha Dandridge, una mujer rica y viuda del coronel Parke Curtis, y dueña de una de las mayores fortunas de las trece colonias americanas (15.000 acres y un gran número de esclavos).

George Washington y la Revolución

El final de la Guerra de los Siete Años, el 10 de febrero de 1762, por la firma del Tratado de París, dio el poder a los ingleses de las ricas ciudades canadienses de Quebec y Montreal, a la par que establecieron su hegemonía en América del Norte a costa de los franceses y españoles. Pero la discrepancia mercantil entre la metrópoli y sus colonias aumentó a raíz de la decisión del gobierno regido por Jorge III de enjugar el tremendo déficit provocado por el alto coste de la guerra mediante la imposición a las colonias de una serie de impuestos que atacaban frontalmente los derechos tradicionales de los colonos. En marzo de 1765, el Parlamento británico votó el impuesto sobre el uso de papel timbrado para toda clase de documento; al año siguiente impuso una serie de derechos aduaneros sobre el papel, el vidrio, el plomo y el té. Paulatinamente, y ante la intransigencia desplegada por el Gobierno de Londres, las reivindicaciones de los colonos se tornaron políticas. Inglaterra optó por imponer su autoridad mediante las armas. Los colonos norteamericanos se agruparon en diversas ligas patrióticas contra el consumo de todas la mercancías inglesas. A la vanguardia de las luchas prerrevolucionarias se colocaron los aristócratas virginianos y los demócratas de Massachusetts, precisamente los más perjudicados por las medidas fiscales inglesas. Washington, profundamente moderado por naturaleza, en un primer momento intentó hacer gala de una paciencia exquisita y de moderación en los asuntos políticos, hasta que, por fin, se decidió apoyar y liderar a todos los colonos descontentos, oponiéndose sin reservas a la política colonial inglesa, después de que tuviera noticias de los hechos sucedidos en el puerto de Boston, en 1773, donde la población en masa arrojó al mar los cargamentos de té (Boston Tea Party). En los años 1774 y 1775 asistió como representante de Virginia a los dos congresos que los independentista convocaron en Filadelfia. Precisamente, en el segundo de ellos, George Washington fue designado como general en jefe del futuro ejército norteamericano, el llamado Ejército Continental para distinguirlo del inglés. Sus cartas de esa época muestran que Washington no estaba decidido por la independencia política de las colonias, pero sí totalmente decidido, como buen representante del liberalismo económico de la época, a no renunciar a..."los derechos y privilegios que son esenciales a la felicidad de todo Estado libre y sin los cuales la vida, la libertad y la propiedad se tornan totalmente inseguras".

George Washington y la Guerra por la Independencia

A pesar de que las colonias estaban poco unidas y sujetas a múltiples rivalidades, a que tenían poca industria, nula preparación militar, escaso armamento y ningún aliado, frente a unas tropas inglesas bien entrenadas y equipadas, de una gran potencia militar, Washington se puso al frente del Ejército Continental, al que creó prácticamente desde la nada. Gracias a sus excelentes dotes como organizador y a su incansable energía, organizó un grupo de revolucionarios, medianamente preparados, con los que pudo expulsar a los ingleses de Boston, tras de lo cual se instaló en Long Island esperando la contraofensiva lógica de las fuerzas británicas, donde no tuvo más remedio que retirarse hacia el sur, en agosto de 1776, debido a su manifiesta inferioridad. A partir de ese momento, la pauta de la guerra fue algo parecido a un reparto equitativo entre ambos ejércitos de victorias y derrotas.

Replegado en Pennsylvania, Washington empleó una táctica de desgaste con la que pudo conseguir las victorias sucesivas de Trenton y Princeton, el 3 de enero de 1777, pero al tratar de bloquear el avance del general británico Howe hacia Filadelfia sus tropas sucumbieron estrepitosamente en las batallas de Brandywine Creek, en septiembre, y Germantown. Washington y sus hombres pasaron el crudo invierno en Valley Forge, en las inmediaciones de Filadelfia, tiempo que aprovechó para preparar concienzudamente a su ejército, consciente de que sus soldado serían capaces de cualquier proeza, como así demostraron en las batallas de Saratoga y Monmouth. Cuando en el año 1778 el Gobierno de Francia firmó un alianza con los Estados Unidos, a la que se sumó en seguida Carlos III de España, Washington pudo recuperar Filadelfia con ayuda del conde de Rochambeau, a la par que ordenó al marqués de La Fayette, que comandaba las tropas revolucionarias en Virginia, que evitara a toda costa el avance de las tropas del general inglés Lord Cornwallis. A finales de septiembre de 1781, las tropas de george Washington tomaron contacto con la tropas de La Fayette. El ejército conjunto franco-estadounidense llevó a cabo una gran ofensiva sobre la ciudad de Yorktown, el 17 de octubre, que obligó al general británico a capitular. Dicha rendición provocó la definitiva victoria de los colonos y el reconocimiento de la independencia por parte de Inglaterra antes de que se firmase la Paz de Versalles, el 20 de enero de 1783.

El constructor de un nuevo Estado

En plena guerra, en 1778, las trece colonias se habían reunido en un nuevo Congreso en el que promulgaron la Declaración de la Independencia, pero la fórmula se mostró totalmente ineficaz para construir convenientemente un nuevo país, con tantos elementos disconformes y que exigía una dirección fuerte y centralizada. Defensor a ultranza de una postura federalista que abogaba por un poder central fuerte y eficiente, capaz de defender los intereses de los estadounidenses en el exterior y equilibrase las tendencias territoriales partidistas de los territorios, Washington supo conciliarse con los republicanos, partidarios de conservar la independencia política y económica de los estados. Elegido delegado de Virginia en la Convención Constitucional del año 1787, fue nombrado presidente de la Convención, encargada de promulgar la primera Constitución escrita que reguló la forma de Gobierno de un país (actualmente en vigor). Finalmente, el 30 de abril de 1789, George Washington fue nombrado el primer presidente de los Estados Unidos de América.

Su primer período presidencial

Sus ocho años de presidencia estuvieron marcados por la prudencia, la sensatez y, sobre todo, por un respeto rayano en lo religioso por la ley escrita, revistiendo al cargo presidencial de una dignidad enorme. Una de sus primeras medidas, de vital importancia a largo plazo, fue la de crear el gabinete presidencial, a pesar de que la Constitución no lo contemplaba, en el que estableció un equilibrio perfecto entre federalista y republicanos: Thomas Jefferson, en la secretaría de Estado; el general Henry Knox, en la secretaría de la Guerra; Alexander Hamilton, en la del Tesoro; y, por último, a Edmund Randolph en la de Justicia.

George Washington apoyó sin reservas las medidas fiscales y económicas llevadas a cabo por Alexander Hamilton, sin duda alguna el político más preparado de aquella generación revolucionaria. Aplicó una política férrea frente a los graves problemas económicos por los que atravesaba el país como consecuencia del desgaste sufrido por una guerra tan larga y destructiva. Hamilton consolidó la deuda nacional, se esforzó por asociar a los grandes capitales con el Estado con la finalidad de comprometerles en la estabilidad del país, creó el Banco Nacional de los Estados Unidos, derogó todas las deudas a los estados del país, instauró una serie de impuestos sobre el consumo con lo que el Gobierno afirmaba su poder para recaudar impuestos, emitió las primeras monedas estadounidenses y dictó una serie de medidas proteccionistas que le valieron el apoyo incondicional de la gran burguesía de la nación. De igual forma se comportó con el resto de los miembros de su Gabinete, a los que dejó trabajar para levantar el nuevo país, como hizo con Jefferson al permitirle llevar a cabo una política favorable al comercio y a la cooperación con todos los estados europeos más poderosos. Washington actuó siempre que pudo al margen del Congreso, con lo que logró evitar el desarrollo de facciones que pudieran poner en peligro la unidad del Gobierno.

El segundo mandato

Ante la tesitura de presentarse a una segunda presidencia, Thomas Jefferson logró convencerle para que asumiera un segundo mandato, con John Adams (segundo presidente) como vicepresidente. En el nuevo mandato Washington tuvo que afrontar serios problemas suscitados, en el año 1794, en los territorios del Oeste, por la frontal oposición a los impuestos decretados por el Gobierno sobre los aguardientes. La revuelta, conocida como Whiskey Rebellion, fue reprimida por las tropas gubernativas por orden expresa del presidente. Pero el elemento más serio de desgaste fue el inevitable choque que se produjo entre Hamilton y Jefferson, motivado por el estallido y posterior radicalización de la Revolución Francesa y el conflicto bélico consiguiente que asoló a toda Europa.

El plan de Hamilton de ampliar la deuda nacional pasaba obligatoriamente por hacer las paces con Inglaterra, dueña comercial de los mares. Jefferson, por su parte, no tardó en declarar sus simpatías por el Gobierno revolucionario francés, alegando la enorme deuda moral que el país tenía contraía con Francia por su valiosa ayuda en la pasada Guerra de la Independencia. Washington intentó mantener la armonía entre ambos, pero al final decidió apoyar a su secretario del Tesoro una vez que estalló la guerra en Europa, lo que trajo consigo el debilitamiento progresivo de las relaciones entre Francia y los Estados Unidos. Thomas Jefferson manifestó su total disconformidad abandonando el Gobierno y pasándose a la oposición, desde la que no dejó de criticar y atacar el excesivo centralismo del Gobierno presidido por Washington. La estrella política del viejo general comenzó a declinar hasta que acabó ensombreciéndose totalmente cuando el Congreso conoció los términos del acuerdo comercial firmado con Gran Bretaña, el Tratado Jay, el 25 de junio de 1794, totalmente favorable para los intereses comerciales ingleses.

A pesar de su declive político, Washington volvió a ser postulado para un tercer mandato,en el año 1797, a lo que se negó aduciendo deseos de regresar a la paz de su hogar y a la tranquilidad de la vida privada en su plantación de Mount Vernon. El motivo real de su voluntario retiro político parece haber sido el temor a caer en disposiciones dictatoriales y traicionar los ideales democráticos por los que tanto luchó.

Los dos últimos años de su vida los pasó dedicados a cuidar de su familia y de sus inmensas propiedades, salvo una breve interrupción en 1798, cuando el nuevo presidente John Adams le nombró comandante en jefe del ejército ante el peligro de invasión que proyectaba el Directorio francés para recuperar los territorios alrededor de su colonia de Luisiana, la cual no llegó a llevarse a cabo. En el invierno siguiente, George Washington una cabalgata de varias horas, por el frío y la nieve, provocó una rápida y brusca enfermedad que le condujo a la muerte.

Su muerte fue considerada por todo el país como una tragedia pública y una pérdida irreparable del que, a partir de ese momento, empezó a ser considerado como el Padre de la Patria. Como escribió el propio Jefferson, su enemigo político al final de su carrera, ..."era un hombre inaccesible al temor". Venerado y respetado por todos, el propio Napoleón Bonaparte hizo guardar luto a su oficiales por su muerte.

Bibliografía

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  • JONES, Maldwyn. A: Historia de los Estados Unidos (1607-1992). Madrid: Cátedra, 1995.

Carlos Herráiz García

Autor

  • Carlos Herráiz García