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PinturaHistoriaBiografía

Wang Xizhi o Hsi-chi (303-361).

Calígrafo chino considerado hasta hoy como el más grande de todos los tiempos, un modelo nunca superado. Nació y murió en China (321-379), bajo el reinado de la dinastía Qin. Durante este periodo, en la literatura y en las artes se impusieron nuevas formas y actitudes. La caligrafía se transformó en un arte autónomo y los caracteres todavía un poco rígidos de la escritura de la época Han (25-205) fueron reemplazados por formas fluidas y más elegantes; la escritura se convirtió en una actitud personal. En China, la caligrafía es considerada un arte mayor, equiparable a la escultura en Occidente; los grandes calígrafos son venerados entre los más prestigiosos espíritus de la cultura (véase China: escritura).

El monosilabismo y la ausencia de flexión de la lengua china han dado lugar a la creación de un escritura no fonética, compuesta de signos invariables. Cada signo, denominado "carácter", se enuncia a través de una sílaba y designa (significa) una idea. Los signos fundamentales son pictogramas, representaciones altamente esquemáticas de las cosas que nos rodean. La escritura se enriquece de signos compuestos según otros principios, como puede ser la asociación de ideas, pero la intención de significar la realidad a través de una representación visualmente evocadora persiste en estas combinaciones más complejas. Esto es así porque el signo-esquema, sea cual sea su complejidad, nos proporciona la impresión de asir, de forma directa y global, la cosa significada a través de él, al captar la imagen por sus trazos esenciales.

Paradójicamente, los caracteres, en tanto que signos, tienen una grafía fuertemente abstracta. Cada signo está compuesto por una serie de trazos cuyo número puede oscilar de uno a cuarenta, y que pueden ser rectos o curvos, cortos o largos, verticales, horizontales u oblicuos, gruesos o finos. Estos trazos pueden cruzarse o ir separados, y se disponen de múltiples maneras. Esta complejidad de formas origina grandes dificultades a la hora de confeccionar ordenadores capaces de memorizarlas, pero, desde el punto de vista gráfico, constituye un soporte excelente para la proyección estética de nuestra visión interior. Se trata de un arte pictórico abstracto codificado, pero capaz de dotar al artista de una gran libertad de expresión.

En los paneles caligráficos que decoran los edificios en China es donde se aprecia la mejor fusión de literatura y caligrafía. En el panel central suspendido sobre la entrada, el nombre del edificio aparece inscrito en enormes caracteres, visibles desde lejos. Este nombre es simbólico y pleno de sentidos. Las columnas del edificio, a izquierda y derecha de la entrada, están adornadas desde arriba con paneles que portan dos versos caligráficos paralelos. En el pensamiento chino, los versos paralelos proceden de una concepción acendrada del dualismo del mundo, que no se manifiesta solamente en la filosofía del Yin y del Yang (véase Yin Yang). Así pues, mientras el niño occidental aprende las reglas de gramática, el escolar chino, antes del proceso de occidentalización de la educación, hacía ejercicios de paralelismo. El maestro ofrecía, por ejemplo, la palabra “cielo” y el niño debía responder con “tierra”, “mar” u otra palabra de la misma categoría gramatical pero de significado opuesto a “cielo”. El juego de la oposición también afecta al plano musical del lenguaje: una palabra de tono sonoro se opone a otra de tono sordo o no sonoro. La búsqueda de paralelismos va desde un solo carácter a toda un frase poética. El escolar aprendía así el vocabulario, la sintaxis y las riquezas poéticas de su lengua.

La caligrafía es el arte de las letras por excelencia. En los exámenes imperiales el estudiante era juzgado no solamente por la calidad literaria y filosófica de su redacción, sino también por la calidad estética de su caligrafía. Yang Hsiung dijo: ”la caligrafía es la imagen del corazón. A través de esta imagen se puede distinguir al hombre de bien del mal hombre”. Los grandes calígrafos son, a veces, primeramente, grandes escritores; en este caso, las dos artes se corresponden o se complementan.

El texto caligráfico más célebre es, sin duda alguna, el Prólogo de Reunión en el Pabellón de las Orquídeas (Lan-ting xu). Con esta obra, el poeta Wang Xixhi se convirtió en el paradigma del espíritu creativo de su tiempo. En el año 353, Wang Xixhi reunió a sus amigos en la fecha de la Purificación de la Primavera. Durante la celebración bebieron y compusieron poemas. Wang Xixhi redactó, con motivo de la compilación de los poemas, un prólogo en el que se evoca la alegría del encuentro y, por contraste, la angustia de la brevedad de la vida. El texto está escrito en Hsing shu o "escritura corriente", y pronto se convirtió en el modelo de este particular estilo de escritura. Los más ambiciosos estudiantes del arte caligráfico, a lo largo de los tiempos, han copiado los caracteres de Wang Xixhi, preservando de esta manera los trazos de su estilo. El incidente histórico que motivó la creación del Prólogo se convirtió en tema popular para los pintores de tiempos posteriores, especialmente durante la Dinastía Ming (1368-1644), con su marcado interés por los acontecimientos antiguos.

El Prólogo de Reunión en el Pabellón de las Orquídeas ha encontrado cabida en todas las antologías de poesía china. El manuscrito original, perdido, encontrado, calcado, copiado, gravado sobre piedra, y perdido de nuevo, se ha convertido, con el paso del tiempo, en una obra plena de leyenda y misterio.

Bibliografía.

  • FRANKE, H.-TRAUZETTEL, R.: El Imperio Chino, México: Siglo XXI, 1973.

  • KANRRU, L.: Breve historia de la Literatura clásica China, Pekín: Ediciones en lenguas extranjeras, 1986.

Autor

  • ICF