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HistoriaBiografía

Rodolfo I de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio (1218-1291).

Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1273-91) y fundador de la dinastía de los Habsburgo. Nació el 1 de mayo del año 1218, en el castillo de Limburgo, y murió en el mes de mayo del año 1291, en la ciudad de Spira, lugar que él mismo había elegido como su sepulcro. Hijo del conde de Habsburgo, Alberto IV, heredó y conquistó a lo largo de su vida un gran número de territorios que conformarían en un futuro el núcleo central de la dinastía de los Austrias.

El joven Rodolfo tuvo como padrino bautismal al último emperador de la casa Hohenstaufen, Federico II, quien le puso bajo su tutela y lo armó caballero, en el año 1241. Antes de ello, al morir su padre, heredó la casi totalidad de sus estados, pues sus dos hermanos mayores habían fallecido. Le quedaba, pues, tan sólo una hermana, Isabel, a la que casó con Federico de Nuremberg. Rodolfo I se vio dueño de la Alta Silesia y de extensos territorios de la Suiza alemana. Tras regresar de la campaña imperial, en la que acompañó al emperador Federico II, Rodolfo se enfrentó a su tío materno, Rodolfo de Lanffenburg, el cual sostenía pretensiones sobre los territorios de su sobrino, al que acabó venciendo. En el año 1245, Rodolfo se casó con Gertrudis de Hohemberg, completaba de esa manera sus dominios con el valle de Wyler y el castillo de Ortemburgo, a las que se les sumó otras posesiones cedidas por el emperador Federico II y Conrado V. En el año 1262, derrotó completamente a su otro tío materno, Hartmann, y se anexionó sus amplios territorios, que comprendían las poblaciones de Coburgo, Turgovia, Mellingenlezburg, con lo que se convirtió en el señor más poderoso de toda la región de Suabia.

Dicha política de anexiones territoriales dio pronto sus frutos, en el año 1273, cuando los príncipes electores alemanes decidieron nombrar a Rodolfo emperador, y así dar por terminado el período de interregno causado tras la muerte del anterior emperador, Federico II, en el año 1250. La elección fue llevada a cabo, con unanimidad absoluta, por Luis de Baviera, los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, y por los obispos de Worms y Spira, en detrimento del otro candidato, el rey de Castilla Alfonso X el Sabio, que también reclamaba su candidatura en virtud de su descendencia directa de Constanza de Suabia. Rodolfo I llegó a un acuerdo con el papa Gregorio X por el que se comprometía a renunciar solemnemente a sus derechos como emperador sobre Roma y los Estados Pontificios, a cambio de que el Papa convenciese al rey castellano para que retirase su candidatura, éste no tuvo más remedio que aceptar, espoleado por problemas serios dentro de su propio reino (muerte de su heredero Fernando de la Cerda y la rebelión de su hijo Sancho, futuro Sancho IV).

Como emperador, Rodolfo I se impuso un triple objetivo bajo su reinado: restablecer el orden en el Imperio, desbaratado tras casi veinte años de anarquía producida por el interregno; recuperar los territorios abandonados en manos extranjeras; y, por último, mantener estrechas y cordiales relaciones con el Papado, olvidando su pasado gibelino (antipapal) al lado del anterior emperador, Federico II. Pero el primer gran escollo serio que tuvo que solucionar Rodolfo I fue la rebelión directa del rey de Bohemia, Otakar II, quien todavía no había jurado fidelidad al nuevo emperador. El rey de los bohemios intentó aprovecharse de los primeros años de acoplamiento del reinado de Rodolfo I, y así sacudirse la molesta tutela germánica y extender su autoridad a costa del territorio adriático. Rodolfo I, fiel a su política de recuperación territorial, reaccionó a tiempo y venció definitivamente, con la inestimable ayuda de un gran contingente de húngaros, a Otakar II en la batalla de Dürnkurt, el 26 de agosto del año 1278. Tras la derrota de su más molesto enemigo, Rodolfo I dejó al hijo del derrotado, Wenceslao, como rey de Bohemia y Moravia; para él se reservó los territorios de Austria, Estiria, Carintia y Carniola, que a la postre se transformarían en el centro del futuro Imperio de los Austrias.

Rodolfo I se preocupó por mantener la paz y cohesión interna dentro de sus dominios, gracias a múltiples edictos imperiales, legislando sobre todo tipo de asuntos. Pero no pudo evitar que en Suabia se diera un clima de total anarquía, con los nobles caballeros convertidos en auténticos bandidos dados a la rapiña, que estaban causando un gran mal a la autoridad imperial. Rodolfo I, decidido a intervenir en Suabia, tuvo que desistir del empeño al no poder contar con el beneplácito de los príncipes electores alemanes, celosos y temerosos de su exceso de poder. Por todo ello, se tuvo que contentar con ostentar un poder nominal pero no efectivo sobre el territorio de Suabia. En cambio, sí tuvo el suficiente poder para imponer su parecer en los territorios más orientales y meridionales del Imperio, donde sí disponía de fuerzas y apoyos importantes por parte de sus nobles vasallos.

Rodolfo I también se preocupó por renovar los estatutos, fueros y privilegios de las ciudades alemanas, muchas de ellas expoliadas continuamente por las diferentes bandas nobiliarias durante las duras luchas por el poder imperial. Limitó el poder de los magnates y prelados y desarrolló la economía en el norte del Imperio, favoreciendo las empresas mercantiles de la Hansa, auténtico motor económico del Imperio. Para asegurar en el trono imperial a su dinastía, Rodolfo I convocó en Francfort, en el año 1291, una asamblea para que los príncipes electores eligiesen a su hijo Alberto como su sucesor imperial, a lo que se negaron rotundamente los poderosos príncipes electores alemanes, puesto que no les convenía sentar un precedente hereditario en la sucesión imperial y así fortalecer aún más a la casa de los Habsburgo, lo cual significaría el fin del equilibrio de poderes en el Imperio. Tras el fracaso de su política dinástica, Rodolfo I, sintiéndose morir, se trasladó con celeridad a la ciudad de Spira, donde acabó sus días a finales del mes de mayo del mismo año.

Bibliografía

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CHG.

Autor

  • Herraiz.