A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaBiologíaBiografía

Plinio el Viejo (ca. 23-79).

Escritor romano nacido en la colonia de Novum Comum, actual Como, al final del 23 o al comienzo del 24 d.C. en el seno de una familia de equites; falleció el 25 de agosto de 79, durante una expedición marítima que partió de su residencia en Miseno (lugar situado en el noroeste del golfo de Nápoles) para observar una de las erupciones del Vesubio; según testimonio de su sobrino, Plinio el Joven, parece que murió al ser alcanzado por la lava lanzada por el volcán, aunque hoy abundan los estudiosos que creen que murió por causas naturales durante ese viaje por mar.

A Plinio el Joven se le deben muchas de las noticias que tenemos sobre la vida y obra del autor de la Naturalis historia. Otras fuentes son los escritos del propio Plinio el Viejo y una vita de Suetonio. Trabajó como alto funcionario del Imperio (con varias procurationes) y tuvo, entre otros, destino en Germania (donde luchó codo con codo con Tito, el futuro emperador), la Galia Narbonense, Hispania (concretamente, en la provincia Tarraconense, que lo recibió en 74 dC, y que vio cómo redactaba su Naturalis historia) y en la Galia Bélgica; al final de su trayectoria como servidor de la cosa pública, tuvo empleo de almirante de la flota del Tirreno.

En su carrera militar, sólo hubo una interrupción de unos diez años desde el 57 ó 58 en adelante; en ese tiempo, en que pudo no contar con los apoyos necesarios para seguir su cursus honorum, Plinio se dedicó al estudio de la retórica y la gramática. De ese modo, este verdadero polímata dio un magnífico ejemplo, para sus contemporáneos y para los hombres del futuro, de la posibilidad de mezclar con pleno provecho el otium y el nec otium o negotium. Por otra parte, con su Naturalis historia, dio buena muestra de cómo es posible hermanar el conocimiento del mundo y la naturaleza con unas lecciones de Filosofía Moral que apuntalan el conjunto de la obra.

A lo largo de los siglos, este enciclopedista fue considerado como el gran sabio de la Antigüedad romana, al igual que Aristóteles lo fue de la griega. Tras el olvido en que se vio sumida su obra en los siglos medievales, Plinio fue uno de los grandes autores del Quattrocento italiano y del siglo XVI en toda Europa. La fortuna de su gran enciclopedia se comprueba en una riquísima tradición textual, sustentada en más de 200 códices. En su Naturalis historia, entretejió continuas lecciones de tipo moral y político, en las que apuesta decididamente por la causa imperial de Tito y Vespasiano, frente a los modos sanguinarios de otros emperadores anteriores (entre otros, él conoció de forma muy directa los excesos de Nerón). Por esa vía, la de la susodicha Filosofía Moral, el Renacimiento europeo reivindicó con entusiasmo la obra de Plinio.

La obra literaria perdida

Las noticias acerca de la producción de este escritor, de la que nada nos queda fuera de la Naturalis historia, se las debemos a su propio sobrino, Plinio el Joven, en una carta a Tácito (III, 5). Ahí se enumeran las obras siguientes, en el mismo orden en que se señalan:

Teoría militar

-De iaculatione equestri (Sobre el manejo de la jabalina a caballo). Esta obra encaja a la perfección en la obra de un miles como Plinio; en concreto, compuso la obra cuando era sólo jefe de escuadrón o praefectus alae.

Escritos históricos

-De Vita Pomponi Secundi (Vida de Pomponio Segundo). Esta obra, escrita en dos libros, es un homenaje a quien fue su segundo comandante en jefe en Germania, autor de tragedias y admirado militar, que triunfó sobre tribus germánicas como la de los catos.
-Bella Germaniae (Guerra de Germania). Se trata de un testimonio de primera mano sobre las campañas en la Germania anteriores al año 47, en que rinde homenaje a Druso César. Constaba de un total de 20 libros y fue una fuente primordial para Tácito en Germania y Annales.
-A fine Aufidi Bassi (Continuación de la historia de Aufidio Baso). Los 31 libros que la componían, escritos entre los años 71 y 77, constituyen una muestra clara del género historiográfico en Roma, tras la senda abierta por Aufidio Baso y, de lo lejos, por Tito Livio.

Escritos gramaticales

-Studiosi tres in sex volumina propter amplitudinem divisi, quibus oratorem ab incunabulis instituit et perficit. Es un tratado acerca de la formación del orador basado en sententiae para controversiae. Los fundamentos para esta obra, que concluyó el año 67, se encuentran en el título siguiente, primer peldaño para los estudios de retórica.
-Dubii sermonis libri octo. Como se acaba de indicar, ésta es sólo una simple introducción al arte de la oratoria, aunque gozó de gran prestigio en su época.

La Naturalis historia

Los monumentales 37 libros de la Historia natural de Plinio son lo único que se conoce de este exitoso autor romano. En ellos, su autor quiso reunir un verdadero compendio de sabiduría para servicio de todos los hombres del presente y el futuro, como una gran obra de referencia; para ello, en el prefacio de su obra, Plinio señala que ha sido capaz de reunir más de 20.000 datos procedentes de la lectura de más de 2.000 libros de 100 autores principales (la cifra de escritores latinos es de 146, mientras la de extranjeros, griegos en su mayor parte, llega a las 327), además de otros que no se encuentran en ninguna fuente escrita.

Los materiales reunidos son hechos o res, sucesos o historiae y una diversidad de aportaciones personales que el propio autor tilda de observationes. El conjunto sólo podía agavillarlo un hombre que leía sin cesar y que, durante la noche, hacía que le leyesen obras de diversa naturaleza durante largas horas, aprovechando que dormía muy poco. A pesar de su criterio homogéneo para fuentes de valor y naturaleza muy diversas (a ojos de un lector moderno), la Naturalis historia es un verdadero monumento de la literatura romana.

Del mismo modo, la empresa pliniana suponía un magno proyecto lexicográfico, que dio en ricos glosarios de tipo técnico en los que abundan los helenismos y otros tantos términos foráneos que documenta en distintas zonas del Imperio. Por desgracia, el estilo de Plinio ha contado con no pocos detractores a lo largo de los siglos, aunque en los últimos años abunden las investigaciones llamadas a reivindicar los méritos de la escritura de la Naturalis historia.

Tras un exordio como éste, en que rinde homenaje a los sabios que le precedieron y arremete contra los plagiarios que silencian las fuentes de las que parten, Plinio traza un libro primero en que resume todas las materias que habrá de abordar en el conjunto de los 36 libros restantes, dispuestos en nueve secciones en las que pretende la exhaustividad en todo momento:

Libro II: Cosmos.
Libros III-VI: Geografía.
Libro VII: Antropología.
Libros VIII-XI: Animales.
Libros XII-XIX: Vegetales.
Libros XX-XXVII: Fármacos vegetales y su uso médico.
Libros XVIII-XXII: Animales y su uso médico..
Libros XXXIII-XXXVII: Minerales y su uso médico; arquitectura.

En conjunto, la obra está perfectamente organizada y trabada, a pesar de que el origen esté en infinitas notas de trabajo; con ellas, Plinio supo montar un conjunto en que el epicentro no es otro que el propio hombre, al que la naturaleza sirve de las maneras más diversas. Con esta idea primaria en mente, se entiende que se pase del universo al mundo y de éste al hombre; por fin, la gradación lleva a los animales, vegetales y minerales. En puridad, el conjunto no forma propiamente una enciclopedia, ya que su autor se volcó por completo en aquello que le interesaba (la naturaleza desde la óptica de los físicos o médicos y farmacéuticos) e ignoró casi todo lo demás.

Esta obra fue continuada por numerosos enciclopedistas medievales, con Isidoro de Sevilla al frente de todos.

La tradición textual

En gran medida, la fijación del texto se debe al Prerrenacimiento carolingio, pero su resurrección fue obra de los humanistas del Quattrocento; por supuesto, en esta recuperación de Plinio el Viejo para la cultura occidental fue decisiva la edición príncipe veneciana de 1469, que fue continuada por otras tantas ediciones incunables y posincunables en distintas partes de Europa. Los nombres de los editores de la Historia natural brillan por sí solos, pues Ermolao Barbaro está tras la de 1492 de Roma, Sabellico tras la de 1502 de Venecia, Erasmo tras la de 1525 de Basilea, mientras Dalechamp dio fundamentos a la riquísima edición de 1587 en Lyón.

A pesar de tales esfuerzos, durante dos siglos, la vulgata pliniana estuvo en la edición de Hardouin de 1685, con sucesivas reediciones; de hecho, sobre ella fundamentó Lemaire su texto de 1827-1831. A mediados de esa centuria tomó el relevo la alta filología alemana, con las ediciones de Sillig (1851-1855), la de Jan (1854-1870), la de Detlefesen (1866-1882) y la de Mayhoff (1892-1909). En esos mismos años, vio la luz la Chrestomathia Pliniana de Urlichs (1857), que reúne los comentarios a la Naturalis historia. Las ediciones modernas deben mucho al esfuerzo llevado a cabo por los estudiosos recién citados, aun cuando las más de las veces se haya llevado a cabo una nueva recensio y la preceptiva collatio codicum.

En España, la enseñanza de Plinio se inicia en el tardío siglo XV con la llegada de humanistas italianos como Lucio Marineo Sículo; en 1513, nos consta que era la Historia natural el texto explicado por Nebrija en la Universidad de Alcalá; en 1524, aparece la Glossa litteralis in primum et secundum Naturalis Historiae libros, compuesta por el médico real Francisco López de Villalobos; en 1544, la edición de Hernán Núñez, también conocido como El Pinciano o El Comendador Griego, sale a la calle desde las prensas salmantinas; en 1546, el erasmista Juan de Jarava imprime en Amberes La Philosophía natural brevemente tratada y con mucha diligencia compilada de Aristótiles, Plinio, Platón y otros graves autores. Por fin, en 1576 remató su versión romance el humanista Francisco Hernández, que por desgracia quedó en forma manuscrita y sólo ha sido editada en fecha reciente (1998); por fortuna, la traducción comentada que preparó el licenciado Gerónimo de Huerte, quien se la dedicó a Felipe IV, pudo ver la luz en Madrid en 1624.

Bibliografía

  • Los interesados en el texto original latino deben basarse en ediciones sólidas como la de J. Beaujeu et al. (París: Budé [Les Belles Letres], 1950-1972), en 35 volúmenes; para el lector que se contente con una traducción castellana, es recomendable el volumen primero de la de A. Fontán, A. Moure et al., con prólogo de G. Serbat (Madrid: Gredos, 1995).

AGM

Autor

  • agm