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LiteraturaBiografía

Ovalle, Alonso de (1601-1651).

Escritor chileno nacido en Santiago en 1601. Era hijo de Francisco Rodríguez del Manzano y Ovalle, capitán encomendero y poseedor de mayorazgo en Salamanca, que había llegado a Chile en 1599, y de María Pastene de Astudillo y Lantadilla, nieta del marino Juan Bautista Pastene. Realizó sus estudios en las escuelas de Gramática del Colegio de San Miguel, de la Compañía de Jesús, destacando como un muchacho estudioso, fino, aristocrático y sensible.

Ingresó en el convento de los jesuitas en Santiago el 8 de Diciembre de 1618, y fue enviado a Córdoba (Argentina) a hacer el noviciado. Allí recibió una excelente formación basada en la lectura de los clásicos griegos y latinos, y los grandes escritores españoles del siglo XVI. De regreso a Santiago fue ordenado sacerdote y comenzó un intenso trabajo apostólico entre los campesinos que vivían cerca de la capital. Dictó también clases de Gramática, Filosofía y Teología. Ejerció el cargo de Rector del Colegio Convictorio de San Francisco Javier desde 1636. Debido a la necesidad de crear interés entre los nuevos sacerdotes para que viajaran a Chile a realizar labores de evangelización, fue enviado a Europa en 1641, llegando a Cádiz al año siguiente, después de breves estadías en Lima y Panamá. Estuvo en Sevilla y en Salamanca, donde buscó información sobre su genealogía, lo que originaría dos obras menores que destacan por ser las primeras de este tipo en Chile. En Madrid presentó a Felipe IV diversas peticiones en su calidad de representante de la Viceprovincia jesuita, de los Obispos Diocesanos de Chile, del Cabildo de Santiago y del gobernador del Reino, siendo autorizado por el Consejo de Indias para llevar doce sacerdotes al país. En 1643 viajó a Italia, donde recibió gracias y donaciones del Papa y de la Emperatriz de Alemania.

La misión fundamental de su viaje, conseguir vocaciones, no se había logrado, dado el desconocimiento que había de Chile. Esto le hizo tomar la decisión de escribir un libro que diera a conocer su país, mostrando su geografía, su historia y, lo más importante, las actividades misioneras desarrolladas por los jesuitas. En 1646 apareció en Roma la Histórica Relación del Reino de Chile y de las Misiones y Ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús en versiones en castellano e italiano. El padre Ovalle viajó a Chile, desde Cádiz, el 8 de junio de 1650, acompañado finalmente de 16 sacerdotes. Desembarcaron en Cartagena de Indias, se trasladaron luego a Panamá, donde transbordaron para navegar al sur. Tras sentirse enfermo, Ovalle desembarcó en Paita y cabalgó hasta Lima, lo que agravó su estado de salud. Murió en esa ciudad el 11 de mayo de 1651.

La edición original de su libro en castellano constaba de 413 páginas a dos columnas y estaba adornada con retratos de gobernadores de Chile, planos y dibujos de conventos y ciudades. La obra apareció en Chile sólo en 1888, en dos volúmenes de la "Colección de Historiadores de Chile". El texto comienza con un "Prólogo al lector" que explica la razón de su escritura y las dificultades para encontrar información adecuada; hace algunas advertencias acerca del contenido y anticipa el plan general del libro. Las fuentes de información fueron las obras de su propio conocimiento que hablaban de Chile, relatos de otros misioneros que habían recorrido el país, entrevistas con el padre Luis de Valdivia, las cartas que desde Chile contestaban sus consultas y sus propias experiencias. Por otra parte, no dudó en transcribir extensos párrafos de otros autores, a menudo sin comillas ni indicación de su procedencia. Los autores más citados son Alonso de Ercilla, Álvarez de Toledo, Antonio de Herrera, y Juan y Teodoro de Bry; también menciona los Anales de la Compañía de Jesús en Chile.

La obra, dividida en ocho libros, consta de los siguientes temas, señalados por el propio autor en el "Prólogo al lector":

"Entre tanto verá aquí en el primero y segundo libro la naturaleza y propiedades de aquella tierra; en el tercero, las de sus habitadores; en el cuarto y quinto, la entrada de los españoles y su conquista; en el sexto, varios sucesos de la guerra que ha ocasionado la valerosa resistencia que han hecho los araucanos a los españoles; en el séptimo, los medios de paz que intentó el P. Luis de Valdivia, de la Compañía de Jesús, para facilitar la predicación del Santo Evangelio, y la muerte de sus dichosos compañeros; y en el último, que es el más largo de todos, el modo que hubo de plantar la fe y los progresos que ha hecho y hace, particularmente por medio de las misiones y ministerios de nuestra Compañía..."

En un sentido artístico destacan, según menciona Maximino Fernández Fraile, dos características fundamentales: el empleo de un lenguaje pertinente, ágil y elegante; y la descripción poética del paisaje, en especial de la cordillera. A través de la escritura de Ovalle se puede apreciar un correcto dominio del idioma, aspecto que lo hizo acreedor de una nombradía como experto en asuntos de lenguaje. Esta característica fue la que prevaleció para que en la primera edición del Diccionario de la Real Academia se incluyera su nombre certificando el correcto empleo de determinadas palabras, en concreto en 1.004 ocasiones, 316 de las cuales lo citan como única autoridad.

Tal vez la característica más sobresaliente de la Histórica Relación... sea la expresión primera del paisaje chileno. Ni Alonso de Ercilla ni Pedro de Oña se detuvieron en la descripción de la geografía de estas tierras, pues su interés mayor se centraba en la narración de las acciones humanas. En las obras anteriores existe, además, una cierta "idealización" de este aspecto. Lo descrito muchas veces nada tiene que ver con la realidad de este país sino, más bien, con el paisaje europeo. El jesuita sabe apreciar las bellezas naturales y se complace en cantarlas, llamándole la atención, particularmente, la belleza andina, la espectacularidad de las montañas, la frescura del agua y la inmensidad del mar. También están presentes las flores, con su color y perfume, la dureza o suavidad de las piedras, el murmullo del agua, el sabor de los alimentos (las frutas, el pan, los vinos). En definitiva, una narración hecha a partir de los sentidos, por medio de la cual va descubriendo y dando a conocer de manera maravillosa el espacio geográfico y cultural de Chile y la Araucanía. Las alusiones a su propia persona contribuyen a crear una atmósfera de intimidad que se trasluce espontánea y llamativamente en el libro. La caracterización del indígena americano está influida por el ejemplo de la narrativa de Ercilla y la concepción del paisaje pues, siendo su intención atraer españoles al país, destaca el exotismo y la riqueza natural frente a las características guerreras del pueblo mapuche.

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