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HistoriaPolíticaBiografía

Orbegoso, Luis José (1795-1847).

Político peruano, nacido en 1795 en la hacienda Chuquisongo, en Huamachuco, parte de la entonces intendencia de Trujillo, y muerto el 5 de febrero de 1847 a los 51 años de edad. Fue presidente provisional de Perú en 1833, enfrentó una guerra civil en 1835 y contribuyó a la fundación de la Confederación Peruano-Boliviana formada en 1836, en la que fue designado presidente del estado Nor peruano.

Vida

Miembro de una familia de terratenientes del norte del país, su padre fue Justo de Orbegoso, vecino de Trujillo, y su madre doña Francisca de Moncada, heredera del título de conde de Olmos, que su bisabuelo obtuvo del rey Carlos II en el siglo XVII.

Estudió en Lima, en el Convictorio de San Carlos. En 1815 regresó a Trujillo, donde el virrey Abascal le confirió el grado de cadete del regimiento de milicias de caballería, época de militarización tras las revueltas políticas que siguieron a las Cortes de Cádiz, el levantamiento de los hermanos Angulo en Cuzco y otras movilizaciones sociales que preludiaban el fin del coloniaje en los Andes.

También fue en Trujillo donde otro noble, el marqués de Torre Tagle, proclamó la independencia peruana, Orbegoso abrazó esa causa, dándole su confianza el libertador San Martín, que lo nombró primero Sargento mayor y luego Alférez Real en 1821. Fue Orbegoso comisionado por los vecinos trujillanos que apoyaban al presidente Riva Agüero en 1823 para pedir que el general Santa Cruz, que operaba en el sur, fuese a Trujillo a sofocar las guerras civiles que amenazaban generalizarse. Sin embargo, su misión fracasó al encontrarse diezmado el ejército de Santa Cruz. Tras regresar a Trujillo, Orbegoso encontró a Bolívar, quien lo nombró Prefecto del departamento que se llamaba, en honor a la proclamación independentista, de La Libertad. En 1826 ascendió a general de brigada. Sus relaciones personales, provenientes de su cuna, le hicieron ser comisionado nuevamente por una corporación, esta vez el propio Congreso de la República, del que era diputado en 1826, para ir a Guayaquil a anunciar al general La Mar su nominación como presidente del país.

Entonces la milicia era la prolongación directa de la política y Orbegoso continuó su carrera militar al tomar parte en la guerra con Colombia en 1829, de la que Perú salió derrotado. No se sometió a la revolución de Piura, que destituyó a La Mar después de esa derrota, y se retiró entonces a su hacienda Chuquisongo. Fue allí donde el Congreso le alcanzó su promoción a general de dvisión en 1832, a finales del gobierno de Gamarra. Elegido diputado a la Convención Nacional que nombraría al sucesor de Gamarra, quien intentaba nombrar a su allegado el general Bermúdez, Orbegoso fue designado como presidente provisorio. La eventualidad de una derrota fue prevista por el autoritario Gamarra, lo que llevó a Bermúdez a encabezar una sublevación en enero de 1834. El pueblo de Lima apoyó a Orbegoso, que ya había tomado los bastiones de El Callao. Una escena repetida en el siglo XIX se sucedió en Lima, los bandos se enfrentaron en las calles de la capital y, finalmente, Orbegoso se alzó la victoria. La violencia continuó hasta que los militares de uno y otro bando se reconciliaron en pleno campo de batalla, en el famoso “abrazo de Maquinhuayo”. Triunfante, Orbegoso renunció a la designación provisoria a la que había sido promovido por la Convención, pero fue conminado a continuar hasta que se promulgara una nueva constitución, que Orbegoso juró en 26 de junio de 1834.

La situación no se pacificó. Tras la salida del presidente de la capital, ante la eventualidad de un levantamiento de Gamarra en el sur, donde tenía sus predios políticos más sólidos, Lima fue tomada por un joven y aguerrido General, norteño también, Felipe Santiago Salaverry, que se proclamó Jefe Supremo en febrero de 1835. Entonces, Gamarra atacó en el sur, donde Orbegoso no tenía sino un escuálido ejército. Atacado por todos los flancos, el presidente pidió ayuda a Santa Cruz, quien conspiraba en Bolivia desde hacía años, para tomar el mando en el Perú. Con la autorización del presidente, Santa Cruz entró en territorio peruano, derrotando a Gamarra en Yanacocha el 13 de agosto de 1835. Luego, el ejército unido, que en realidad era el comandado por Santa Cruz, enfrentó en la misma región que a Gamarra, a Salaverry en Socabaya el 7 de enero de 1836. Con esta acción victoriosa los escollos estaban salvados y se proclamó la Confederación Peruano-boliviana, fruto de la determinación de sendas asambleas populares realizadas en Sicuani (17 de marzo) y Huaura (6 de agosto.

En este clima de continua crisis política e institucional, la situación social era de perpetuo desorden. Los asaltos y las incursiones de bandas de negros, zambos, mestizos -llamados "castas"- y de gentes marginales se producían en los alrededores de Lima, en medio de una horrible crisis agraria. En este contexto se produce un hecho simbólico; un bandolero, llamado León Escobar, negro de los alrededores de Lima, tomó la ciudad y fue presidente de Perú durante unas horas.

Otro de los hechos sobresalientes del gobierno de Orbegoso fue su viaje a las provincias del sur. Una vez estabilizado, el presidente partió en una visita de buena voluntad y observación del país. No hubiese trascendido si su capellán, el cura José María Blanco, no hubiera escrito un magnífico diario de ese viaje. Por ese documento se pueden conocer las costumbres de los pueblos en el nuevo país, la algarabía pueblerina por el paso del mandatario, la voluntad de estabilidad, ilustración y progreso que animaba a todos y, lo que para esta nota biográfica importa, la bonhomía del personaje, su afabilidad y adaptación a costumbres y tendencias muy diferentes a las que conocía en el norte, de donde era oriundo. No bien regresado de esa gira, que sólo tiene parangón con la que hizo hacía siglos el virrey Toledo, Orbegoso tuvo que enfrentar las tendencias disruptivas que aquejaban el conjunto nacional. En octubre de 1838, en uso de su mando militar, se había visto comprometido en las batallas que llegaron a Lima y otros lugares. En 1844 por fin regresó a Trujillo a disfrutar de su hacienda y su palacio de Trujillo.

Autor

  • Luis Miguel Glave