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LiteraturaBiografía

Nabokov, Vladimir (1899-1977).

Escritor norteamericano, novelista, crítico literario y profesor de origen ruso nacido en San Petersburgo el 22 de abril de 1899 en el seno de una familia nobiliaria y fallecido en Lausana (Suiza) el 2 de julio de 1977.

De Rusia a Occidente

Su infancia fue la propia de un hijo de la aristocracia rusa, con una magnífica educación, de la que formaron parte los grandes escritores rusos, franceses y, en definitiva, europeos; además, desde sus primeros años, contó con una niñera inglesa y un instructor francés, lo que le aportó un sólido y temprano trilingüismo (en breve, a esas tres lenguas se añadiría el alemán). Su padre era un político liberal, dedicado a la jurisprudencia y a dos grandes aficiones que heredaría más tarde el joven Vladimir: el ajedrez y las mariposas. La actividad política de su padre se puede resumir en su oposición al zar y en la creación del Partido Constitucional Democrático; con todo, tras la Revolución Bolchevique, los Nabokov hubieron de exiliarse, primero en Crimea y, poco después, en Berlín.

El joven Vladimir, becado por el prestigioso Trinity College de Cambridge (1919-1923), siguió estudios de literatura inglesa y alemana en Inglaterra, reforzados por una formación adicional en Filología Románica y hasta ciertos cursos de zoología. Volvió a Berlín, donde vivió entre 1923 y 1937. Por esos años, inmerso en la cultura germánica, tradujo al ruso a los grandes poetas simbolistas de Francia, junto a otros autores británicos y alemanes. Por esas fechas, Nabokov escribió sus primeros poemas, de corte simbolista, además de varios relatos breves, bajo el seudónimo de "Sirin". En 1922, su padre resultó asesinado por un par de rusos blancos; dos años más tarde, conoció a Vera, que pronto se convertirá en su esposa; en 1934, nació su primer hijo, Dimitri.

En Berlín, Nabokov contaba con un amplio público ruso, aunque todavía no había dado el gran salto hacia la fama, que se produjo algo después y desde otros espacios. Por esos años, aún no podía ser ni siquiera novelista a tiempo completo, pues había de alternar la creación literaria con clases de inglés, ajedrez e incluso de tenis. Desde Alemania, siguió su peregrinación europea a través de Praga, París (donde tuvo su residencia entre 1937 y 1940) y distintos lugares en la Costa Azul. Justo aquí comenzó a crecer su figura a ojos del lector occidental, para quien era el único escritor ruso contemporáneo de nombre conocido tras los grandes realistas.

En Estados Unidos

De nuevo, no obstante, las circunstancias obligaron a un nuevo cambio de país, pues estamos en pleno ascenso del nacionalsocialismo; por ello, los Nabokov decidieron felizmente la marcha a los Estados Unidos en 1940, al poco de estallar la Segunda Guerra Mundial. La determinación fue decisiva, pues salvó su vida y dio inicio a la época dorada de este escritor, que comenzó con La verdadera historia de Sebastián Knight (1941). Si en un primer momento, Nabokov consiguió trabajo de entomólogo (concretamente, de especialista en mariposas) en el Museo de Historia Natural de Nueva York, pronto fueron las universidades de mayor prestigio las que requirieron sus servicios como profesor de literatura rusa y europea.

Los centros académicos que acogieron a Nabokov no pueden ser de mayor prestigio: el Wellesley College y, pronto, Harvard y Cornell (1948-1959); en esas tres instituciones, fue toda una autoridad, en realidad un verdadero mito, por su pericia en la enseñanza de los clásicos europeos de los siglos XIX y XX, junto a la gran narrativa rusa, con los nombres de Dostoievsky, Chéjov, Gogol, Gorki, Tolstoi o Turgueniev. De su paso por las aulas, que desató pasiones entre los estudiantes, queda constancia gracias a la edición de sus apuntes por Fredson Browers. En el recuerdo queda un sensacional curso sobre el Quijote recogido en la bibliografía especializada.

Ese es el marco en el que escribe, en 1955, Lolita, su archiconocida novela, que lo llevó a las listas de grandes ventas de libros al tiempo que le deparó un sinfín de enemistades a causa del contenido de la obra: el amor entre un hombre maduro, Humbert-Humbert, y una niña de doce años; por su estilo (la virtuosa adjetivación de ambos narradores) y también por su presunta pedofilia, Nabokov fue relacionado automáticamente con Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas a quien el ruso admiraba profundamente. Fascinado por el texto, fue nada menos que el director de cine Stanley Kubrick el que decidió llevarlo a las pantallas; por esa vía, gracias al desahogo económico que esta operación supuso, Nabokov abandonó la docencia y dedicó todo su tiempo a la escritura. El resultado de los años que siguieron fue Pálido fuego, Ada o el ardor y Cosas transparentes.

El retorno a Europa

Cuando Nabokov parecía definitivamente instalado en Estados Unidos, país que le había dado la gloria y una considerable fortuna, Nabokov decidió que era hora de volver a Europa; en su decisión, pesó notablemente el hecho de que era un europeo por los cuatro costados y, además, que la sociedad norteamericana había sido hipercrítica con sus obras por razones morales. En 1960, partió para el Viejo Continente y se instaló en Suiza, más concretamente en Montreux. Allí lo encontró la muerte, entregado a la literatura y a su nunca oculta pasión: la entomología.

Los libros de Nabokov

Como se ha indicado, la obra de Nabokov está redactada en varias lenguas. En ruso escribió Mashenka o María (1926); El ojo (1930), que se ambienta en el exilio ruso en Alemania; La defensa (1930); Cámara oscura (1932); Gloria (1932); Desesperanza (1936); El don (1937) e Invitación a una decapitación (1938). En inglés escribió La verdadera vida de Sebastián Knight (1941), supuesta biografía de este personaje en que el autor se mueve en los abismos del ser humano; Barra siniestra (1947); Puin (1957); su obra maestra, Lolita (1955); Pálido fuego (1962), en que arremete con las armas de la ironía contra el American Way of Life; Ada o el ardor (1967), sobre una relación erótica incestuosa entre dos hermanos que lo son sin saberlo: Van Veen y Ada; y Objetos transparentes (1972), donde su autobiografía vuelve a aflorar, al igual que en Mira los arlequines (1975). Por fin, junto a los libros resultantes de sus cursos y conferencias, hay que citar sus Lecciones sobre literatura (1980), en que deslumbra su dominio de autores como Dickens, R. L. Stevenson, Joyce o, desde una relación peculiar de amor-odio, J. Austen; igualmente notable es Habla, memoria (1967), una ingeniosa y entretenida autobiografía.

Autor

  • AGM