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PolíticaHistoriaBiografía

Muyahid Yusuf al-Amir, Rey de la taifa de Denia (ca. 990-1045).

Rey taifa de Denia, nacido en Córdoba hacia 990 y muerto en Denia el 15 de julio de 1045. Creó en Denia un reino estable y poderoso al que añadió diferentes territorios; al final de sus días había constituido un reino que dominaba las principales rutas comerciales de Levante, así como las rutas marítimas del Mediterráneo.

Hijo de Abd Allah, un saqáliba (esclavo de origen europeo) de la corte cordobesa, Muyahid se educó en la corte de Almanzor, de quien fue paje. Su nombre, que significa 'guerrero', e incluso su sobrenombre, Abu-l-Yaish, que significa 'padre del ejército', indican que fue destinado desde la infancia para el ejercicio de las armas. Anteriormente a 1010, Muyahid atacó Tortosa y se proclamó independiente, a raíz de lo cual, una serie de alcaides de castillos y gobernadores de ciudades reconocieron su soberanía, en una época en la que Córdoba era duramente asediada por Sulayman, califa de los beréberes; posteriormente se apoderó de Valencia, cuyos gobernadores, los saqáliba Mudáffar y Mubárak le juraron sometimiento, aunque más tarde decidieron prescindir de él y Muyahid marchó a Denia, donde en 1010 ya se había establecido como soberano. El único documento conservado de esta época son unas monedas atribuidas a él y acuñadas en la ceca de Al-Wata, que no ha sido localizada. La historiadora María Jesús Rubiera cree que el paso de Tortosa a Valencia y de allí a Denia obedecía a un plan predeterminado: la conquista de Baleares, que le daría el dominio sobre el mar.

Los límites del reino de Muyahid eran, por el norte Bairén, en la Safor, y por el sur la Marina Baja. En el momento de la conquista de Córdoba por los beréberes (1010), algunos amiríes de la ciudad califal huyeron y fundaron reinos en el territorio del Levante peninsular. En un principio no interfirieron unos con otros, comprendiendo que debían legitimar su poder, rebelde al califa Al-Musta'in. Pero en julio de 1014 el amirí Jayran tomó Almería y mató a su rey, Aflah. Estos hechos alarmaron a Muyahid, que para legitimar su gobierno tomó una insólita decisión política: nombrar un califa omeya en Denia del que él sería el háyib; efectivamente, en diciembre de 1014 fue proclamado califa un Quraishí de la tribu de Mahoma, Abu Abd al-Rahman Abd Allah Ibn Ubayd Allah Al-Muaiti, que tomó el título honorífico de Al-Mustánsir, mientras que Muyahid, como su háyib, se tituló al-Muwáqaf. Este Al-Muaiti era un alfaquí que había huido de Córdoba junto con otros estudiosos y se había refugiado en Denia, acogiéndose a la protección de Muyahid. La proclamación de Al-Muaiti causó que Jayran de Almería proclamase otro anticalifa de origen beréber, Alí Ibn Hammud, que reinó en Ceuta y Málaga. En todo caso, la existencia de estos dos anticalifas no menguó significativamente el poder y la legitimidad de al-Musta'in de Córdoba, porque los valedores de los dos primeros estaban más interesados en conservar el gobierno de sus taifas que en sustituirlo en el trono de Córdoba.

Inmediatamente después de conseguir la legitimidad, Muyahid inició la conquista de Baleares. La ausencia de noticias de una conquista militar hace pensar que el háyib aprovechó el vacío de poder producido tras la muerte de su último gobernador, Muqátil. La flota, en la que viajaba el califa al-Muaiti, partió de Denia a principios de 1015 y su primer destino fue Ibiza, desde donde las tropas pasaron a Mallorca. La conquista pacífica fue complementada con una serie de medidas destinadas a evitar levantamientos de la nobleza árabe y que, según Ibn al-Jatib, fueron efectivas. La conquista de Baleares hizo de Muyahid el más importante gobernante saqáliba, por encima de los de Tortosa y Almería y basaba su fuerza en la flota califal, anclada en la bahía de Palma. Esto causó el enfrentamiento marítimo de Jayran y Muyahid, del cual sólo ha quedado constancia gracias a un texto literario de Said de Bagdad, panegirista de Almanzor que se había refugiado en Denia, y al que Muyahid envió desde Mallorca una bolsa de dinero junto con la noticia de su victoria sobre Jayran.

En Baleares Muyahid impuso un riguroso control de las yeguadas y estableció un registro de las mismas y sus características. El háyib obligó a los propietarios de caballos a registrar los potros cuando nacieran y a criarlos hasta que pudiesen ser montados, después de lo cual el caballo era confiscado por cinco dinares de oro. En caso de que el caballo no fuese entregado, su dueño debería justificarlo ante las autoridades y conseguiría un certificado eximiéndole de toda responsabilidad si podía demostrar su inocencia. Se establecieron castigos para aquellos que negociasen con los caballos de manera fraudulenta, como marcar la propia oreja de quien intentase cambiar la marca que los potros llevaban en la suya. Esta preocupación de Muyahid por los caballos no respondió a motivos comerciales sino militares, ya que su ejército calificado como una "caballería de marina", necesitaba cabalgaduras para la conquista de Cerdeña, que ya estaba siendo planeada por Muyahid.

Al-Muaiti ordenó oficialmente a su háyib la conquista de Cerdeña, ambicionada por los musulmanes desde su llegada al Mediterráneo occidental. El ejército de Muyahid, compuesto por 125 barcos y más de 1000 jinetes, partió de la bahía de Palma con destino a Cerdeña en 1015. La flota atracó cerca de Cagliari, donde encontraron la oposición de las tropas sardas, capitaneadas por Malut, pero la caballería arrolló a los defensores y mató a su jefe. Que el ataque de Muyahid no fue una simple razzia lo demuestra el hecho de que tras conquistar la llanura de Campidano y parte de la provincia de Cagliari, Muyahid hizo construir una serie de fortalezas y torres defensivas y adaptó una fortaleza en Castro Mugete, cerca de la aldea de San Gregorio. Siguiendo la costumbre andalusí, convirtió una antigua villa romana en residencia de verano y habilitó sus termas transformándolas en baños árabes. Es muy probable que el topónimo de Castro Mugete responda a la transformación del nombre de Muyahid.

La presencia de Muyahid en Cerdeña tomó visos legendarios y alertó a las repúblicas italianas que organizaron una cruzada contra el invasor. La leyenda dice que Muyahid envió al papa Benedicto VIII un saco de castañas significando la gran cantidad de musulmanes que estaban dispuestos para atacar a la cristiandad, a lo que el pontífice respondió enviando a Muyahid un saco de mijo para hacer ver que era aún mayor el número de cristianos prestos para la defensa. Pisa y Génova se aliaron para expulsar al invasor de Cerdeña, pero su flota no estuvo preparada hasta 1016, tiempo que aprovechó Muyahid para volver a Baleares en busca de refuerzos. Cuando la flota genovesa-pisana apareció en el horizonte hubo divergencias entre las tropas de Muyahid: un sector se rebeló contra el háyib y rechazó el enfrentamiento contra los cristianos, proponiendo abandonar la isla con las riquezas adquiridas en los saqueos. Según Ad-Dabbi y al-Humaidi, Muyahid envió sus tropas a la mar para sofocar la rebelión más que para hacer frente a los italianos. Los barcos de la flota califal fueron sorprendidos por la flota coligada y cayeron en poder de los italianos uno a uno. Ante la inminente derrota Muyahid ordenó a su almirante, Abu Jarrub, que buscase refugio en un puerto sardo que no estaba al abrigo de los vientos; en contra de la opinión del almirante se cumplió la orden de Muyahid y entonces se desató una enorme tormenta que hizo naufragar a la mayor parte de la flota invasora. El cronista oriental Thábit al-Yuryani, que acompañaba al rey de Denia, narra como Abu Jarrub reprochó el error de Muyahid, ente los gritos de desesperación de éste. Los pocos barcos que consiguieron escapar se dirigieron a Baleares; la familia de Muyahid quedó prisionera en Cerdeña y el rey de Denia nunca volvió a la isla. Los genoveses y los pisanos se disputaron el honor de haber expulsado a Muyahid y en la leyenda creada después, le hicieron volver a Cerdeña, donde fue convertido al cristianismo.

Cuando Muyahid regresó a Baleares en 1016 encontró que su califa, al-Muaiti, tal vez pensando que su háyib no iba a regresar, había prescindido de él para el gobierno de Denia y Baleares. La reacción de Muyahid fue la destitución del califa, a quien embarcó hacia la costa africana, donde éste vivió hasta el final de sus días dedicándose a la enseñanza de los niños como un simple maestro de escuela. La solución del destierro contrasta con la de otros personajes de su época, que se deshacían de los califas que ellos mismos habían promovido, mediante el asesinato. Después, desde Baleares, Muyahid intentó reconstruir la flota e hizo todas las gestiones posibles por lograr la libertad de su familia, presa en Cerdeña, lo cual consiguió rápidamente con algunas excepciones: su madre rehusó volver a Al-Andalus, dato que ha servido a algunos historiadores para establecer la teoría del origen sardo de la familia de Muyahid; Alí, su primogénito fue retenido como rehén, para evitar nuevas expediciones del rey de Denia contra Cerdeña y fue criado en la corte de Enrique II de Alemania. No volvería a Denia hasta 1026.

Durante el tiempo que Muyahid había permanecido en Cerdeña, Jayran de Almería, aliado con el beréber Alí Ibn Hammud, habían entrado en Córdoba y asesinado al califa Sulayman al-Musta'in y el segundo se proclamó califa, adoptando el título de An-Násir. Esto causó la ira de Jayran, que lo que pretendía era la restauración de Hisham II, por lo que buscó un nuevo pretendiente omeya a quien erigió califa en Játiva en abril de 1018: al-Murtadá. El nuevo monarca fue reconocido por Mudáffar y Mubárak de Valencia, Labib de Tortosa y Mundir Ibn Yahya de Zaragoza, Ibn Hud, gobernador de Tortosa e Ibn Qasim de Alpuente. Aunque algunos autores contemporáneos citan a Muyahid entre los régulos que apoyaron esta restauración legitimista, ninguna fuente árabe lo menciona. En todo caso, la restauración omeya fue efímera y tras el asesinato en Granada de al-Murtadá fue proclamado califa Al-Qasim ibn Hammud, hermano del desaparecido Sulayman.

En 1019 Muyahid fue asociado al trono de Valencia y Játiva, asumido en principio por Labib de Tortosa, tras la muerte de sus gobernadores, Mudáffar y Mubárak. Esta asociación vino causada por los problemas que se le plantearon a Labib al tomar el poder, pues los valencianos no lo aceptaron plenamente, pues le acusaban de pro-catalán y llamaron para sustituirle al gobernador de Lérida, Sulayman Ibn Hud. Esta destitución también apartaba a Muyahid del gobierno de Valencia y Tortosa, por lo que lanzó su ejército contra las tropas de Ibn Hud. La guerra terminó en 1021, cuando el rey de Denia abandonó sus aspiraciones al gobierno de los reinos levantinos, aceptando el nombramiento como háyib de Abd al-Aziz, nieto de Almanzor y que como su abuelo tomó el título de al-Mansur. Sin embargo, Jayran de Almería no aceptó este nombramiento y por su cuenta nombró háyib a Muhammad Ibn Abd al-Malik, también nieto de Almanzor y primo de Abd al-Aziz, a quien entregó el gobierno de Murcia. No obstante hacia 1022 Abd al-Aziz fue expulsado de Játiva por los mismos fatas que le habían entregado el poder. Éste marchó a Valencia donde siguió gobernando, pero Jayran consiguió que se reconociese su soberanía sobre Játiva. Desde este momento Muhammad ya sobraba en sus planes y fue expulsado de la ciudad, huyendo a Denia, donde fue acogido por Muyahid, a pesar de que anteriormente éste había reconocido a su primo Abd al-Aziz.

En 1025 el Hammudí Yahya ibn Alí ibn Hammudse proclamó califa de Córdoba, después de un periodo de restauración omeya. En 1026 Muyahid y Jayran fueron llamados por los cordobeses, que no deseaban un califa beréber. Ambos, a pesar de ser enemigos, acudieron a la llamada sin establecer un plan de acción; sin embargo, la noticia de su presencia en la ciudad causó una rebelión de la población, que desencadenó una matanza de beréberes y terminó con el gobierno de Yahya Ibn Hammud. Los dos reyes taifas abandonaron entonces la ciudad sin intentar ninguna maniobra para una restauración omeya, ya que sus intereses estaban ya plenamente centrados en sus reinos levantinos. Lo único que hizo Muyahid fue dejar en Córdoba a Muhammad Ibn Abd al-Malik, que consiguió el título de háyib en el gobierno del que fue proclamado nuevo califa, Hisham III.

Hacia 1026 Alí, el hijo de Muyahid que había quedado como rehén en Cerdeña, fue rescatado por los Banu Hammad de Bugía y regresó a Denia. En sus diez años de cautiverio había abandonado el Islám y se había convertido al cristianismo y también había olvidado la lengua árabe. A su regreso volvió a adoptar su primitiva religión y a aprender de nuevo el idioma coránico. Aunque Muyahid había tenido más hijos varones, nombró a Alí su heredero.

En 1028 Muyahid rompió el equilibrio que se había establecido entre las distintas taifas de Al-Andalus al iniciar una operación para ampliar su área de influencia y controlar las rutas comerciales existentes. Aquel año murió Jayran de Almería y fue sucedido por Zuhayr, que heredó un reino ensanchado al que reconocían su soberanía Játiva, Tudmir (desde Alicante hasta Lorca), la provincia de Albacete con su importante enclave viario de Chinchilla, Almería y Jaén. Muyahid trató de incorporar a su reino los territorios de su vecino y empezó por Tudmir, cuyo gobierno había sido encomendado por Zuhayr a Abu Bakr Ibn Táhir, un noble murciano de rancio abolengo. Este gobernador encontró la oposición de Abu Amr Ibn Jattab, cuya nobleza provenía de los Omeya por parte de padre y de los visigodos por parte de su madre. Muyahid intervino en la confrontación entre ambos tomando partido por el segundo. Sus tropas capturaron a Ibn Táhir, que fue rescatado por Zuhayr por una elevada cantidad de dinero. Con esta operación Muyahid no logró controlar Tudmir, pero creó intereses a su favor entre la poderosa familia de Ibn Jattan, a quien Zuhayr llevó a Almería para evitar nuevos conflictos.

Poco más adelante, en 1035 Muyahid suscribió un alianza con los Abbadíes de Sevilla, que habría de ser muy beneficiosa para ambos reinos: Abul Qasim Muhammad I, señor de Sevilla proclamó la noticia de que el califa omeya Hisham II estaba vivo y pidió al resto de los reyes de taifas que aceptasen su soberanía. Se trataba de una treta, ya que el falso califa era en realidad un esterero de Sevilla cuyos rasgos se parecían a los del fallecido gobernante. Sin embargo Muyahid y otros reyes admitieron la farsa y proclamaron su sometimiento a Sevilla. Zuhayr de Almería no lo hizo y, en cambio, siguió mostrando su fidelidad a la causa Hammudí. Esto llevó a Zuhayr a aliarse con Granada en contra de Sevilla y a la muerte del rey de Granada, Habbus ibn Maksan, a intentar conquistar su reino, pero murió en el intento (1038). Zuhayr, que era eunuco, fue sucedido por Abd al-Aziz de Valencia, aquel nieto de Almanzor a quien Muyahid había apoyado en su intento de gobernar Játiva. El nuevo rey quiso proseguir con la conquista de Granada y para ello pidió la ayuda de Muyahid, que se la prestó sin mucho convencimiento y le recomendó prudencia; Hubo un enfrentamiento verbal en Lorca entre el nuevo señor de Almería y el rey de Denia en el que el primero llamó cobarde al segundo; Muyahid abandonó su alianza y dejó a Abd al-Aziz en una situación muy comprometida. Muyahid, que era un hombre rencoroso, aprovechó la debilidad de Abd al-Aziz para atacar sus tierras (1041), comenzando por Lorca, Jódar y Játiva. Abd al-Aziz pidió ayuda a los castellanos y consiguió someter a los fatas de Játiva. La causa real de la guerra debió ser la enemistad que se creó entre los dos reyes a raíz de la disputa de Lorca, ya que durante toda la contienda ambos cruzaron cartas con insultos y literatura satírica, en la que Abd al-Aziz era acusado de borracho -un insulto muy grave, si tenemos en cuenta que el Islám prohíbe el alcohol- y Muyahid de servil. La guerra terminó gracias a la mediación de Sulayman al-Mustasin de Zaragoza, que pidió a ambos reyes que cesaran la lucha en nombre del Islám. Finalmente se firmaron las paces junto con una triple alianza matrimonial: Alí, el primogénito de Muyahid casó con una hija de Sulayman y Abd al-Aziz de Valencia casó con una hija del rey de Denia. El resultado de la guerra fue muy favorable para Muyahid, que tomó de su vecino los territorios del norte del Segura hasta Orihuela, Baeza, Jódar y probablemente el territorio que hoy ocupa la provincia de Albacete, con una gran riqueza maderera.

Al final de sus días, Muyahid afianzó su alianza con la taifa de Sevilla mediante un nuevo enlace matrimonial: casó a una hija suya con Abu Amr Abbad Ibn Muhammad, rey de la ciudad del Guadalquivir; la fiesta que se celebró tras la boda duró una semana La importancia política de este matrimonio se aprecia en el hecho de que la princesa deniense fue la única esposa legítima del régulo sevillano, que contaba con un harén de más de 700 concubinas. Poco después murió Muyahid y fue sucedido por su hijo Alí; la alianza suscrita entre su padre y Abu Amr Abbad marcó en gran parte su reinado.

Muyahid fue además un hombre de letras y un generoso mecenas. Aficionado a la filología, especialmente la coránica, se rodeó de coranistas y lexicógrafos, a los que encargó desentrañar el arcaico árabe del Corán y cultivó su estudio. Sin embargo no mantuvo poetas en su corte ya que, según se dice, sus conocimientos filológicos le permitían descubrir cualquier incorrección en la poesía y avergonzar al poeta por ello. En este sentido, se le atribuye la autoría de un libro de retórica que se usaría para corregir las faltas que cometiesen sus contemporáneos. Su personalidad ha sido descrita por diferentes cronistas: Ibn Hayyan, que fue coetáneo suyo, habla de una personalidad compleja y un carácter voluble que motivaba drásticos cambios de humor y de actividades; sufría grandes depresiones que le llevaban a pasar largas temporadas dedicado al estudio, como a prescindir totalmente de los libros y abandonarse a los placeres. Aunque Ibn Hayyan atacó a los saqáliba -su descripción de Mudáffar y Mubárak de Valencia está cargada de tintes peyorativos- valora positivamente el gobierno de Muyahid; el cronista Ibn Bassam, que escribió a principios del siglo XII, coincide con Ibn Hayyan en la descripción del complejo carácter de Muyahid, aunque valora negativamente su reinado y le tacha de traidor por haber abrazado la causa de Muhammad al-Mahdi. Según este cronista, esta traición había sido motivada por su carácter ambicioso.

Bibliografía

  • LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J. E. "Los reinos de Taifas", en Historia de Andalucía, vol. II. Madrid-Barcelona, 1980.

  • JOVER ZAMORA, J.M. (dir). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

  • RUBIERA MATA, Mª J. La taifa de Denia. Alicante, 1985.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero