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PolíticaHistoriaBiografía

Médicis, María de. Reina de Francia (1573-1642)

Princesa italiana, reina de Francia entre 1600 y 1642. Nacida el 26 de abril de 1573 en Florencia y muerta el 3 de julio de 1642 en Colonia. Sus padres fueron Francisco II, gran duque de Toscana y la archiduquesa Juana de Austria. Fue mujer de Enrique IV de Francia, con el que contrajo matrimonio en 1600, año en el que adquirió la condición de reina de Francia. De su matrimonio nació Luis, el futuro rey Luis XIII. Murió en el exilio en un estado de abandono que dio lugar a una pobreza casi completa.

El nacimiento de María de Médicis (Óleo sobre lienzo, 1621-1625). Museo del Louvre (París, Francia).

Reina de Francia

En octubre de 1600 contrajo matrimonio con el rey Enrique IV de Francia, que se había separado poco antes de Margarita de Valois. El rey pretendió con este matrimonio que la fortuna de los Médicis le ayudara a equilibrar las cuentas de la monarquía. Pero a pesar de que era muy hermosa, se hizo odiar por su esposo. Esto fue debido tanto a su carácter frío y autoritario como por la ligereza de sus costumbres e igualmente por su deseo de mando. No obstante, el propio rey Enrique tenía sus devaneos amorosos y de hecho al poco tiempo de que se celebrase su matrimonio con María, instalaba a su amante, la marquesa de Vernouil, cerca de la reina, al darle un puesto en la casa de la misma. Igualmente María de Médicis realizaba continuos gastos de dinero, que repartió entre personajes que le eran partidarios, entre ellos su favorito, Concino Concini, así como Leonor Galigai, la esposa de este. Con estas circunstancias las relaciones con el rey no eran muy cordiales. Cuando en 1601 nació el hijo de ambos, el delfín Luis, futuro rey Luis XIII, la situación en la relación de ambos cónyuges, en lugar de mejorar, empeoró. Esto pese a que en los ocho años siguientes el matrimonio tuvo cinco hijos más. Pero el príncipe los desunió aún más, porque fue el pretexto para que en torno a la reina María se formase un sólido grupo de partidarios, agrupando a su alrededor, y que eran favorables a la política de la monarquía española, la gran rival de la francesa. Había en esta facción varios religiosos, así como al elemento italiano, entre el que descollaba Concino Concini, el favorito de la reina. Estaban así las cosas cuando Enrique IV inició los preparativos de la campaña que pretendió realizar en Alemania. Debido a estos preparativos María obtuvo de su esposo que este la nombrase regente en su ausencia. Igualmente logró que se celebrase la ceremonia de la consagración, que había sido aplazada hasta entonces, cosa que ocurrió el 13 de mayo de 1610. Al día siguiente el rey murió asesinado. Esta coincidencia de hechos levantó muchas sospechas y se supuso que María podría tener alguna complicidad en el fallecimiento del monarca. Sin embargo nadie pudo probar nada contra la reina.

Regencia y exilio

Como vimos, antes de que muriera asesinado el rey Enrique IV, María de Médicis fue nombrada regente durante la menor edad de ahora rey Luis XIII. Durante su período de regencia cambió las líneas generales de la política internacional de la monarquía de Francia, por lo que ahora se buscó la amistad de España. Un fruto de esta nueva línea de acción política fue la realización de los matrimonios franco-españoles en 1615, en los que el rey Luis XIII se casó con la infanta Ana de Austria y a Isabel de Francia con el príncipe de Asturias, Felipe. En un primer momento mantuvo a su lado a colaboradores como Sully, pero también inició los honores para personajes como Guisa o Condé, así como a los que habían sido enemigos de su difunto marido. Pero esta política, en la que la ayudó Concino Concini, también motivó el descontento de los nobles. Estos obligaron en 1614 a la reina regente a que reuniera los Estados Generales y en ellos se repartió el dinero que había ahorrado el tesoro de Francia durante el reinado de Enrique IV, aún así los nobles siguieron con sus reivindicaciones por lo que empleó la fuerza contra ellos. El 20 de octubre de ese mismo año se nombró a Luis XIII mayor de edad.

La situación llegó al límite cuando su favorito, Concino Concini, fue asesinado el 24 de abril de 1617 por Carlos Alberto de Luynes, favorito del rey Luis XIII y que cumplía órdenes directas del soberano. Pese a que Luis XIII ya había sido reconocido mayor de edad, el gobierno había continuado en manos de María de Médicis y de Concino Concini, que había obtenido de esta el título de marqués de Ancré, por lo que el aseisinato de Concini significaba un intento del nuevo rey de desvincularse de la política materna. Luynes forzó a María a retirarse de la corte en 1617 y fue recluida en la fortaleza de la localidad de Blois.

En febrero de 1619 pudo abandonar su reclusión y nuevamente, con el fin puesto en obtener el poder, reunió en su entorno a algunos nobles descontentos. Su pretensión era la de enfrentarse a su hijo, cosa que finalmente no sucedió debido a que ambos se reconciliaron hacia 1622. Dedicó todas sus energías e influencias para que en 1624 se nombrara cardenal a Richelieu, su confesor, que el 29 de abril entró en el consejo real y que además el rey le diera en agosto de ese mismo año el cargo de primer ministro. Esto sucedió una vez que murió Luynes, que había sido uno de los mayores enemigos de María de Médicis. Luynes fue sustituido por Richelieu en esa labor, y pronto mostró independencia de criterio y se negó a doblegarse a las exigencias de María, que inició las conspiraciones contra el cardenal. Este se oponía a una alianza franco-española y además se alineó con las potencias protestantes contra la monarquía hispánica.

En 1629 parecía que María había ganado la partida política cuando su hijo la nombró regente ya que dio inicio a la campaña de Italia. Cuando su hijo volvió de Italia le planteó, el 10 de noviembre de 1630, que Richelieu debía abandonar el gobierno. Inicialmente pareció que el rey se plegó a sus planteamientos, pero el cardenal maniobró hábilmente y logró en febrero de 1631 que la reina fuera desterrada nuevamente, esta vez en Compiègne. En abril logró la fuga de su lugar de confinamiento y se refugió en los Países Bajos españoles, en concreto en la ciudad de Bruselas, a la que llegó en el mes de julio. Aquí continuó las conspiraciones y además se le reunió otro de sus hijos, Gastón de Orleans que también conspiraba contra su hermano aunque la actitud de este hacia la monarquía hispánica era tan negativa como la del rey Luis XIII. En Bruselas, donde según rumores había llegado María de Médicis con ayuda directa del conde-duque de Olivares, continuó María su política proespañola y tenía en su corte al abad Scaglia, que actuaba cono el embajador de la monarquía hispánica ante María, además, María recibió una ayuda económica considerable, 333.000 escudos, por parte de la monarquía hispánica, cuando se inició la guerra contra Francia. En 1638 continuó su huida, esta vez hacia Inglaterra, donde llegó en otoño de ese año ya que Londres se había convertido en la ciudad donde residían los nobles más significativos descontentos con el gobierno de Luis XIII. Sin embargo en 1641 y por la presión que ejerció el Parlamento sobre su yerno, el rey Carlos I que estaba casado desde mayo de 1625 con Enriqueta María, una de las hijas de Enrique IV y María de Médicis, hubo de salir de Inglaterra y se dirigió hacia Alemania. Allí y a pesar de todos los esfuerzos que realizó, no pudo regresar a Francia y murió en Colonia el día 3 de julio de 1642.

Como noble ejemplar de origen italiano, protegió las artes, y a ella se debió la construcción del palacio del Luxemburgo, en el que Rubens pintó la galería de este nombre. Igualmente gastó enormes cantidades de dinero con las que se embelleció la capital francesa con magnificas construcciones, comenzó el palacio del Luxemburgo e hizo pintar entre 1622 y 1624 a Pedro Pablo Rubens una serie de 21 pinturas al fresco en la que se narraban acciones de la vida de María de Médicis y que se conservaron en el palacio real y posterior museo del Louvre.

Bibliografía

  • ALBERTIS, D. de, María de Médicis, reina de Francia. Barcelona, 1943.

Autor

  • Sagrario Arenas Dorado / Manuel Flores Díaz