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HistoriaPolíticaBiografía

María Teresa de Austria, Emperatriz del Sacro Imperio (1717-1780).

Emperatriz del Sacro Imperio, reina de Hungría y Bohemia, nacida en Viena el 13 de mayo de 1717 y muerta en esta misma ciudad el 19 de noviembre de 1780.

Síntesis biográfica

Nombrada heredera de los territorios patrimoniales de la Casa de Austria y de los reinos de Bohemia y Hungría desde su nacimiento, gracias a la Pragmática Sanción de 1713. Su advenimiento al trono en 1740 estuvo rodeado de dificultades debido al estallido de la Guerra de Sucesión de Austria. Dicha guerra, que no fue sino el reflejo de los enfrentamientos entre las principales potencias europeas, supuso una dura prueba para la joven reina, que logró gracias a su extraordinaria inteligencia que sus derechos fueran reconocidos en toda Europa tras la firma de la paz de Aquisgrán y que su marido Francisco de Lorena recibiera el título de emperador. Enfrentada durante la mayor parte de su reinado con el rey de Prusia Federico II, en la Guerra de los Siete Años y en la Guerra de Sucesión de Baviera, María Teresa gracias al extraordinario manejo de la diplomacia consiguió mantener a éste alejado de sus territorios, aunque perdió el control de la importante zona industrial de Silesia. Defensora de la creación de un Estado fuerte y centralizado, durante los años que permaneció en el poder llevó a cabo importantes reformas, que contribuyeron a mejorar no sólo la situación política austríaca sino también su situación económica.

Vida de María Teresa de Austria

Hija del emperador alemán Carlos VI y de la princesa Isabel Cristina de Brunswich, María Teresa desde su nacimiento ocupó una posición destacada en la corte de su padre, puesto que a pesar de su condición de mujer, fue nombrada heredera de las coronas de Hungría y Bohemia y del resto de los territorios patrimoniales de la Casa de Austria, gracias a la Pragmática Sanción emitida por el emperador en el año 1713. De este modo la vida de la joven princesa estuvo marcada por la responsabilidad que suponía sustituir a su progenitor, por ese motivo recibió una educación esmerada y se le inculcó desde su infancia un gran respecto por los valores tradicionales de la monarquía, los cuales la llevaron a rechazar en todo momento las ideas ilustradas. Tampoco se descuidó la formación religiosa de la futura emperatriz, así a pesar de que su madre fue protestante, ésta siempre fue una católica ferviente y demostró en repetidas ocasiones durante su vida adulta, sus profundos sentimientos religiosos. Completado su periodo de formación, María Teresa muy pronto participó en los asuntos de Estado, puesto que desde era muy joven fue frecuente que Carlos VI la llevara a las reuniones que celebraban los diferentes Consejos, ya que éste opinaba que su hija debía adquirir experiencia en el funcionamiento de las distintas instituciones y de la administración de sus futuros reinos.

Mucho se discutió en la Corte austríaca sobre los posibles candidatos para contraer matrimonio con María Teresa, ya que según se especificaba en la mencionada Pragmática el esposo de la heredera debía ocupar el puesto de corregente cuando ésta llegara al trono. Finalmente el elegido fue Francisco Esteban de Lorena, con el que contrajo matrimonio en el año 1736, cuando contaba con 19 años. Parece que dicho matrimonio fue feliz, aunque Francisco no intervino directamente en los asuntos políticos, ya que a pesar de que fue nombrado emperador en 1475, prefirió ocuparse de la gestión de la fortuna de la Casa de Austria. De este matrimonio nacieron 12 hijos, de los cuales sobrevivieron 8, los cuales fueron supervisados en todo momento por María Teresa, la cual incluso llegó a reprenderlos cuando éstos ya estaban casados y por tanto muy lejos de su jurisdicción, así este hecho fue patente sobre todo en el caso concreto de sus hijas María Antonieta, reina de Francia, y de María Amalia, duquesa de Parma. De este modo hay que señalar que a pesar de sus múltiples ocupaciones María Teresa intentó mantener una vida familiar armoniosa, aunque siempre fue partidaria de que sus hijos fueran capaces de asumir las responsabilidades que implicaba su elevada posición, por lo que algunos investigadores han señalado que ésta fue en ocasiones una madre excesivamente intolerante, aunque en contrapartida la emperatriz fue descrita por sus contemporáneos como una mujer de carácter alegre, simpática y sincera.

María Teresa ocupó el trono de Hungría y Bohemia y recibió el título de archiduquesa de Austria tras producirse la muerte del emperador, en el año 1740, pero la coyuntura política existente en Europa en aquellos años no iba a beneficiar que el traspaso de poderes se produjera de forma pacífica, puesto que muchas potencias decidieron aprovechar la falta de experiencia de María Teresa y sobre todo su falta de recursos económicos para obtener importantes beneficios territoriales. A pesar de los esfuerzos de Carlos VI, la Pragmática Sanción no había sido reconocida por la mayor parte de las potencias europeas, por lo que desde distintos puntos se presentaron reivindicaciones, que sí bien no englobaban toda la herencia de la joven reina, eran lo suficientemente peligrosas como para desintegrar por completo los dominios de la casa austríaca.

La chispa que hizo saltar el conflicto armado fue la ocupación de Silesia por parte de las tropas de Federico II de Prusia, el cual intentó negociar con María Teresa para asegurar su nueva conquista, aunque la reina se negó a firmar el acuerdo que éste propuso. De este modo tras la firma del Tratado de Nymphenburg y del de Breslau, María Teresa se vio cercada por sus enemigos, así sin mediar declaración de guerra un ejército franco-bávaro ocupó Bohemia y entró en la ciudad de Praga en 1741. La situación se hizo desesperada entonces para la archiduquesa que intentó conseguir el apoyo de Inglaterra, aunque la falta de iniciativas del gobierno inglés y la derrota que sufrió Carlos de Lorena en Chotusits la obligó a firmar el segundo Tratado de Breslau en el mes de julio de 1742, por el cual reconocía la pérdida de Silesia.

Tras la firma del mencionado tratado María Teresa lejos de resignarse con la nueva situación, decidió aprovechar la desunión de sus adversarios en su propio beneficio, por lo que tras arduas negociaciones con los nobles húngaros decidió pasar a la ofensiva y recuperó gracias al apoyo de éstos, el control sobre Bohemia. Poco tiempo después ordenó a sus ejércitos que penetraran en Baviera, así la definitiva adhesión de Inglaterra a su causa, provocó no sólo que muchos príncipes alemanes le prestaran su apoyo, sino también que los ejércitos austríacos consiguieran importantes victorias en Italia, lo cual permitió a la archiduquesa ser coronada como reina en Praga en la primavera del año 1743. Pero las hostilidades entre las distintas potencias europeas fueron reanudadas nuevamente. En abril de 1744 Luis XV declaró la guerra a Inglaterra y a Austria. La contienda dio comienzo apenas un mes después tras la formación de la Unión de Frankfurt, que tenía como objetivo arrebatar Baviera a los austríacos y conseguir que Carlos VII fuera proclamado emperador. Pero Federico II tenía otros planes, así éste inició la ocupación de Bohemia, que fracasó por la retirada de sus aliados franceses, los cuales iniciaron las negociaciones con Austria. Aunque estas negociaciones no llegaron a buen puerto y Federico II continuó siendo aliado del rey francés, María Teresa presionada por los diplomáticos ingleses aceptó firmar la paz de Dresde, el 25 de diciembre de 1745. La mencionada paz supuso el final, aunque de forma oficiosa, de la Guerra de Sucesión de Austria, ya que el conflicto no quedó definitivamente resuelto hasta la firma de la paz de Aquisgrán el 28 de octubre de 1748.

María Teresa una vez que el conflicto armado quedó definitivamente resuelto y fue reconocida como reina, de todos los territorios que formaron parte de su herencia, por los monarcas de las principales cortes europeas, dedicó todos sus esfuerzos a la reorganización de sus reinos. Así entre 1748 y 1756 emprendió numerosas reformas orientadas a conseguir que Austria se trasformara en un Estado fuerte, en el cual todo el poder estuviera centralizado con el fin de evitar que se produjeran abusos por parte de la nobleza. Por este motivo la emperatriz decidió rodearse de colaboradores eficaces, entre los que podríamos destacar a reformistas como Haugwitz o Kautnitz, los cuales en estos años desarrollaron una importante labor tanto en el interior como en el exterior. Interesada en reactivar la economía, María Teresa intentó fomentar el comercio y sobre todo la creación de nuevas industrias. Del mismo modo en previsión de que se produjeran nuevos conflictos armados, emprendió la reforma del ejército y fomentó la creación de nuevas alianzas con otros estados a través de frecuentes contactos diplomáticos. En estos años además se crearon escuelas de primaria, institutos de secundaria, se reformó la universidad y parece que también se planteó la necesidad de eliminar la servidumbre, así aunque la emperatriz nunca se mostró conforme con las ideas de los pensadores ilustrados, aplicó muchas de las reformas que propugnaron éstos.

Desde 1756 la atención de María Teresa se centró en un nuevo conflicto internacional, así el estallido de la Guerra de los Siete Años supuso la reactivación de muchos de los conflictos que se habían producido durante la anterior contienda y que no habían quedado resueltos en la paz de Aquisgrán, ya que en el caso concreto de Austria la emperatriz no había renunciado a recuperar Silesia. De este modo la firma del tratado de Versalles en 1756, supuso un notable avance para las aspiraciones que albergaban los austríacos en este sentido, puesto que la alianza con Francia suponía que Federico II perdiera uno de sus principales apoyos, aunque finalmente María Teresa se vio obligada a firmar la paz el 15 de febrero de 1763 y a renunciar a la recuperación del mencionado territorio, tras años de sangrientas luchas y dilatadas negociaciones diplomáticas.

No hay duda que el relativo fracaso de la Guerra de los Siete años marcó la actuación posterior de María Teresa, que a partir de ese momento decidió mantenerse al margen, en la medida de lo posible, de los numerosos conflictos que mantuvieron las potencias europeas. A pesar de sus deseos, en estos años tuvo que hacer frente a numerosos conlictos internos como la sublevación campesina en Bohemia de 1775. En el año 1777 se reanudaron las hostilidades con Prusia, ya que tras el fallecimiento del último Witlelsbacher estalló la llamada Guerra de Sucesión de Baviera (1777-1779), aunque María Teresa intentó en repetidas ocasiones solucionar el conflicto de forma pacífica. Por esas fechas, su hijo José II que ocupaba el puesto de corregente desde la muerte de Francisco de Lorena, ignoraba por completo las actuaciones políticas de su madre. El motivo para que María Teresa ocultase sus deseos de paz a su hijo se encuentra en el hecho de que José II era un firme partidario de la recuperación de Silesia por cualquier medio, postura que suponía un inconveniente para la firma de la paz con Federico II que buscaba María Teresa. Finalmente la emperatriz consiguió su propósito gracias al apoyo que obtuvo de Francia y Rusia, por lo que en 1779 se firmo la paz de Teschen.

Los últimos años de su reinado María Teresa emprendió importantes reformas en la administración, así creó seis departamentos ministeriales colegiados, aumentó las prerrogativas de la Cámara de Cuentas, que acabaría transformándose en el Ministerio de Economía, y sobre todo consolidó la autonomía de Hungría con la creación de una Cancillería independiente para este Estado. Por su parte en el campo de la justicia, se llevó a cabo la modernización de todo el aparato judicial austríaco y se introdujeron nuevos métodos procesales y penales. Por lo que respecta a la economía aunque se produjo una mejora, no se siguió una línea de acción definida, sino que se fueron aprobando diferentes medidas según las exigencias del momento.

María Teresa murió a la edad de 63 años en la ciudad de Viena, el 29 de noviembre de 1780, aquejada de un fuerte resfriado que había contraído mientras observaba una cacería de faisanes en el parque de Schönbrun. En su lecho de muerte la emperatriz estuvo acompañada por casi todos sus hijos, los cuales lloraron su pérdida amargamente.

Bibliografía

  • CEPEDA, J., MARTÍN, M., FRANCO, G., MARÍN, F., MARTÍNEZ, E., CAPEL, R. Manual de Historia Universal. El siglo XVIII. (Madrid, Historia 16, 1992).

  • VICENS VIVES, J. Historia general Moderna. Siglos XVIII-XX. (Barcelona, Vicens Vives, 1997).

  • VAN WENITZ, A. Dinastías europeas. Historia, genealogía y estado actual desde el siglo V. (Madrid, Bitácora, 1990).

CGS

Autor

  • Sagrario Arenas Dorado / 0210 CGS