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PolíticaHistoriaBiografía

Marcos, Subcomandante (s. XX).

Político y revolucionario mexicano, que fue líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), grupo armado que se levantó contra el gobierno de México en el estado de Chiapas en enero de 1994.

Vida

La identidad del Subcomandante Marcos, pseudónimo bajo el que se oculta el cabecilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ha sido objeto de numerosas especulaciones, ya que este personaje ha mantenido oculto su rostro con un pasamontañas en sus frecuentes comparecencias ante los medios de comunicación nacional e internacional. Pese a todo, en febrero de 1995, el gobierno de México identificó al Subcomandante Marcos como Rafael Sebastián Guillén Vicente. Según fuentes del ejecutivo de Ernesto Zedillo, Guillén nació el 10 de julio de 1957 en Tampico (Tamaulipas), en el seno de una familia numerosa en la que los progenitores regentaban un comercio de muebles. En su localidad natal hizo sus primeras letras, más tarde pasó por las ciudades de Guadalajara y Monterrey para continuar sus estudios, y después ingresó en la Universidad Autónoma de México, donde se licenció en Filosofía y Letras. Las mismas fuentes apuntan que contaba aproximadamente 24 años cuando decidió dejar su trabajo como profesor de Estética para trasladarse a Chiapas y convertirse en defensor de los derechos de los indígenas chiapanecos.

El aspecto indígena es quizá el más relevante de la insurrección zapatista, ya que el movimiento trata de destapar las causas de fondo de un atraso acumulado durante siglos para exigir un desarrollo social, en el que participen las comunidades indígenas. El hecho de que el subcomandante Marcos haya sido identificado como una persona que no pertenece a ninguna cultura indígena, y de que no sea originario del estado de Chiapas, fueron argumentos utilizados por el gobierno de Zedillo para intentar desacreditar el movimiento. Según el gobierno mexicano, tras el Subcomandante Marcos se ocultaba el intento de ideólogos izquierdistas de clase media de manipular a los indígenas mexicanos para poner en aprietos al ejecutivo nacional.

Sea como fuere, una de las claves de la popularidad del movimiento zapatista ha sido el acierto del Subcomandate Marcos en conectar con la opinión pública internacional a través de unos mensajes cargados de poesía, humor y crítica política, firmados por los Comités Clandestinos Revolucionarios Indígenas (CCRI-CG), pero cuyo responsable parece ser el propio Marcos. En dichos comunicados, publicados a través de Internet (sin duda otra de las claves de la popularidad de esta revolución en el exterior del país), se exige la aceptación de México como un república pluricultural y el reconocimiento del derecho de las comunidades indígenas a acceder a los gobiernos municipales, a acudir con garantías a la justicia, y a hacer valer y reafirmar sus usos, tradiciones y costumbres. Asimismo, estos documentos defienden que los estados mexicanos sean garantes de que los municipios mayoritariamente indígenas los gobiernen los propios indígenas y de que los pueblos indígenas tengan jurisdicción para resolver ciertos conflictos de carácter civil, penal, laboral y mercantil, de tal manera que se concilien los usos y costumbres con el sistema jurídico nacional.

El Subcomandate Marcos, al frente del Ejército Zapatista de Liberación Zapatista, tomó el día primero de enero de 1994 seis ciudades en el estado de Chiapas, entre ellas San Cristóbal de las Casas. Tras doce días de enfrentamientos y numerosos muertos y heridos, se iniciaron las conversaciones entre el EZLN y el gobierno. A partir de entonces, Marcos (según el gobierno, Rafael Sebastián Guillén Vicente enmascarado) ha participado en dichas conversaciones y continúa destacando como la figura más emblemática del movimiento zapatista.

En febrero de 1996, delegados del gobierno y de la guerrilla firmaron en San Andrés un acuerdo sobre los derechos que asisten a la comunidad indígena pero, meses después, el EZLN acusó al gobierno del presidente Zedillo de incumplir los acuerdos y el diálogo entre las partes quedó interrumpido. El pacto firmado establecía un amplio margen de autodeterminación para los diez millones de indígenas mexicanos. El documento compremetía al Estado a reconocer en la Constitución la existencia de los pueblos indígenas, sus formas de gobierno y sus usos y costumbres pero el ejecutivo de Zedillo propuso varias revisiones del texto que el EZLN no aceptó y en enero de 1997 se retiró del proceso negociador.

Tras la derrota electoral del PRI en las elecciones de julio de 2000, el líder del PAN y nuevo presidente de la República, Vicente Fox, nombró al ex senador Luis Álvarez, Comisionado para la Paz en Chiapas. Álvarez había formado parte de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) encargada de redactar un proyecto de ley que resume el espíritu de los acuerdos cuyo cumplimiento íntegro exigen los zapatistas.

Investido ya presidente de México, Fox propuso reanudar las conversaciones con la guerrilla y Marcos aceptó la oferta comprometiéndose, incluso, a viajar a la capital federal del estado para reiniciar las negociaciones sobre los acuerdos firmados en 1996. El líder del EZLN manifestó, en rueda de prensa multitudinaria celebrada un día después de la toma de posesión del presidente, que las exigencias de la guerrilla para recuperar el diálogo pasaban por la retirada del ejército de la zona, el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés y la liberación de los activistas del EZLN presos.

El acercamiento de posiciones entre el gobierno y la guerrilla resultó también favorecido por la derrota electoral del PRI en el estado de Chiapas y la formación de un nuevo ejecutivo de coalición entre el partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, y el Partido Acción Nacional (PAN) del presidente Fox. El nuevo gobernador chiapaneco, Pablo Salazar, tomó posesión del cargo el 8 de diciembre de 2000 y prometió trabajar por la reconciliación en un estado con complejas divisiones sociales, políticas, agrarias y religiosas. El gobernador se comprometió a iniciar los procedimientos legales para liberar a los presos zapatistas, una de las principales exigencias de Marcos para reanudar el diálogo.

En sus primeros días de gobierno Fox ordenó la liberación de cuarenta presos zapatistas, un repliegue parcial de las tropas del ejército acantonadas en Chiapas y el envío al Congreso del proyecto de ley sobre los derechos indígenas pactado en 1996. Marcos respondió a las medidas con la convocatoria de una gran marcha zapatista que partiría hacia la capital para exponer en el Congreso las reivindicaciones de la guerrilla. Se había conseguido una frágil distensión del conflicto pero se rompió en pocos meses. El EZLN solicitó que la caravana indígena hacia México D.F. fuera escoltada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pero el gobierno, presionado por el empresariado y el ejército, bloqueó esta posibilidad. Fox acusó a la guerrilla de no dar una respuesta favorable a las medidas del gobierno y paralizó el repliegue militar y la liberación de presos, mientras Marcos acusaba al presidente de aparentar interés por solucionar el conflicto sin buscar una solución real para la paz en Chiapas.

Con un nuevo clima de enfrentamiento entre las partes, el 24 de febrero de 2001 arrancó la prometida marcha zapatista hacia el Congreso mexicano. Quince días después de iniciar el viaje y tras recorrer más de 3.000 kilómetros por las zonas más pobres del país, la caravana zapatista encabezada por el subcomandante Marcos llegó a la plaza El Zócalo de México D.F. El líder de la guerrilla insurgente manifestó su intención de permanecer en la capital hasta obtener la aprobación parlamentaria del proyecto de ley que concediera la autonomía demandada por los diez millones de indígenas mexicanos. El 12 de marzo, los representantes del EZLN celebraron una primera reunión con la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), paso previo al encuentro entre la guerrilla y los representantes del Congreso y el Senado mexicanos. El gobierno ofreció al líder rebelde una reunión con diez diputados y diez senadores pero Marcos rechazó la oferta y exigió que la delegación rebelde pudiera comparecer ante el pleno de las Cámaras parlamentarias. Ante la falta de acuerdo, y a pesar de que se daba por segura la aprobación del proyecto de ley reclamado por la guerrilla zapatista, el subcomandante insurgente anunció por sorpresa su decisión de abandonar la capital y regresar a las montañas de Chiapas.

La presión sobre el gobierno surtió un efecto inmediato y el presidente, Vicente Fox, decidió aceptar las condiciones originarias impuestas por la guerrilla para reanudar el diálogo y evitar así que el regreso de los zapatistas a Chiapas provocará un nuevo estancamiento en el proceso de paz. El jefe del Estado anunció la liberación de todos los presos zapatistas y la retirada del ejército de tres instalaciones militares en la zona rebelde y prometió hacer gestiones para que la delegación insurgente fuera recibida en el Congreso.

En una sesión histórica, celebrada el 22 de marzo de 2001, la Cámara parlamentaria mexicana aprobó (218 votos a favor, 210 en contra y 7 abstenciones) la posibilidad de que la delegación del EZLN ocupara la tribuna de oradores del Congreso para defender el proyecto de ley que buscaba el reconocimiento constitucional de los indígenas. Los 23 delegados de la guerrilla insurgente ocuparon el 28 de marzo las primeras filas de escaños de la Cámara mexicana y, en un nuevo golpe de efecto, no fue Marcos quien se dirigió a diputados y senadores desde la tribuna sino la 'comandante' Esther, miembro de la dirección política del EZLN. Después de su intervención en defensa de los derechos indígenas, la representante zapatista anunció que, cumplido el objetivo de la marcha iniciada el 24 de febrero, se reactivarían el proceso de paz y los primeros contactos entre la guerrilla y el gobierno. Marcos y la delegación zapatista emprendieron, visiblemente satisfechos, el regreso a Chiapas el 30 de marzo.

Pese a la conquista mediática, la demanda de los líderes del indigenismo no obtuvo la respuesta esperada. El Senado y el Congreso aprobaron en abril un texto legal que preveía modificar la Constitución para reconocer los derechos de la población indígena pero las enmiendas introducidas en el proyecto original limitaban sustancialmente los Acuerdos de San Andrés y suscitaron airadas reacciones. Los grupos civiles indígenas acabaron por rechazar la ley sobre Derechos y Culturas Indígenas pues, a su juicio, no contemplaba los mecanismos necesarios para ejercer los derechos reconocidos. También los zapatistas manifestaron su rotunda oposición al texto aprobado por las Cámaras mexicanas porque no permitía "ni la libre determinación ni una verdadera autonomía". El subcomandante Marcos anunció en un comunicado que el EZLN no reanudaría las negociaciones con el Gobierno, suspendidas en 1996, y se mantendría en estado de resistencia y rebeldía.

Grupos indigenistas, intelectuales de izquierda y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) presentaron más de 300 demandas contra la ley aprobada por el Congreso pero, en septiembre de 2002, todas ellas fueron rechazadas por la Suprema Corte de Justicia.

En agosto de 2005 y en su primera aparición pública desde la primavera de 2001, Marcos anunció en Chiapas su intención de no prestar apoyo a ninguno de los candidatos a la presidencia en las elecciones de 2006 y criticó con dureza a las formaciones progresistas del país, especialmente al candidato presidencial del PRD y ex alcalde de Ciudad de México, Manuel López Obrador. El subcomandante manifestó igualmente que la inminente integración del movimiento zapatista en el sistema político mexicano se produciría mediante la constitución de un amplio frente izquierdista. El primer día del año 2006, Marcos inició una nueva gira por el país para sumar apoyos al llamado "Programa Nacional de Lucha Anticapitalista y de Izquierda".

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  • ABR ; 0012 (a.ISC).