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LiteraturaBiografía

Lunacharsky, Anatoli Vasilievich (1875-1933).

Dramaturgo, ensayista, crítico teatral, político y diplomático soviético, nacido en Poltava (Ucrania) en 1875, y fallecido en Menton (Francia) en 1933. Recordado principalmente por sus estudios teóricos de la creación literaria enfocados desde la perspectiva marxista, fue uno de los escritores e intelectuales más prestigiosos del realismo socialista y de la literatura de adoctrinamiento comunista que floreció en la Unión Soviética a raíz de la Revolución Rusa. Además, se distinguió en vida por una fecunda actividad política que le llevó a desempeñar altos cargos de responsabilidad en la administración de su país.

Vida

Nacido en el seno de una familia de militares -su padre era oficial del ejército ucraniano-, con apenas diecisiete años de edad adquirió una acusada conciencia política que le llevó a hacerse revolucionario y participar en las principales revueltas populares que agitaron el Este de Europa a finales del siglo XIX. No descuidó, por ello, su formación académica, amparada en las grandes dotes intelectuales que había mostrado desde su niñez y completada con esmero en un internado de Zürich (Suiza).

A su regreso a Rusia en 1896, el joven Anatoli Vasilievich Lunacharsky participó de forma activa en numerosos escarceos antizaristas que le granjearon varios períodos de arresto, hasta que, a comienzos del siglo XX, intervino de forma decisiva en la primera revolución de 1905, al lado de la facción bolchevique de los social-demócratas rusos liderados por Lenin. Sin embargo, el fracaso de este movimiento revolucionario le condujo a renegar de sus ideas y criticar con saña el marxismo, al que llegó a tildar de corriente religiosa en uno de sus primeros libros impresos.

Ya en plena madurez, asistió con asombro a la Revolución de 1917 y, de nuevo entusiasmado con el marxismo, se adhirió otra vez a las fuerzas bolcheviques. En recompensa por su ardoroso apoyo intelectual, fue nombrado Comisario del Pueblo para la Educación, cargo que en un principio intentó rechazar ante la avasalladora maquinaria destructiva que se puso en marcha durante los primeros levantamientos de noviembre. Al parecer, fue el propio Lenin quien reclamó su concurso y persuadió a Lunacharsky para que asumiera un cargo de tanta responsabilidad, equivalente al de ministro en los gobiernos occidentales. Ante esta insistencia, el escritor y político ucraniano ocupó dicha comisaría de Educación desde 1917 hasta 1929, en un dilatado período de doce años en el que se llevaron a la práctica las principales reformas escolares propuestas por la revolución, la mayor parte de las cuales estaban condenadas inevitablemente al fracaso. No obstante, Lunacharsky no se dejó desanimar por las dificultades halladas en su ardua tarea como gobernante, y desde la altura de su cargo, a pesar de las ruidosas polémicas suscitadas entre creadores e intelectuales, apoyó con valentía el desarrollo de la literatura y el arte de vanguardia. En efecto, fue una de las figuras decisivas en el triunfo de la estética y el pensamiento futuristas en la Unión Soviética, y mostró un claro entusiasmo hacia el teatro de Meierhold, el grupo literario de los Hermanos de Serapión y el trabajo cinematográfico de Sergei Mikhäilovitch Eisenstein.

Con todo, sus mayores éxitos como Comisario de Educación en la primera etapa de la Unión Soviética quedaron reflejados, más que en el apoyo y estímulo ofrecidos a las grandes figuras artísticas y literarias del país, en su celoso esfuerzo a la hora de preservar las riquezas culturales de la antigua Rusia durante el período revolucionario y post-revolucionario. Así, Lunacharsky consiguió preservar indemnes numerosas bibliotecas populares, galerías de arte, y edificios notables, que, a la postre -junto a sus escritos teóricos- pueden considerarse como la mayor aportación del humanista ucraniano a la cultura de la naciente Unión Soviética.

En la década de los años treinta, Lunacharsky fue nombrado embajador de su nación en España. Cuando se dirigía a ocupar la delegación diplomática en Madrid, la muerte le sorprendió en la ciudad francesa de Menton, a los cincuenta y ocho años de edad.

Obra

En su faceta de escritor, Anatoli Vasilievich Lunacharsky produjo una serie de piezas teatrales que, concebidas desde unos planteamientos excesivamente academicistas, escolásticos y acartonados, no constituyen en modo alguno su mejor legado intelectual. Entre los títulos más sobresalientes de su dedicación creativa al género dramático, conviene recordar los de las obras Fausto y la ciudad (1918), Cromwell (1920) y Tomás Campanella (1920-21).

Sin embargo, sus contribuciones teóricas al desarrollo de la crítica artística y literaria constituyen, desde la perspectiva marxista, una de las mayores aportaciones del pensamiento soviético, hasta el extremo de que aún hoy constituyen materia de consulta obligatoria en las principales aulas universitarias de todo el mundo. Entre estos ensayo teóricos de Lunacharsky, resulta obligado mencionar algunos títulos tan relevantes como Perfiles literarios (1923-1925), Teatro y revolución (1924) y Estudios críticos (1925).

J. R. Fernández de Cano

Autor

  • JR