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EsculturaPinturaBiografía

Legarda, Bernardo (ca. 1700-1773).

Escultor y pintor ecuatoriano, nacido en Quito hacia el año 1700 y muerto en la misma ciudad el 1 de junio de 1773, reconocido como el máximo exponente del barroco en Ecuador. Fue calificado por Juan de Velasco como "hombre de monstruosos talentos y habilidad para todo". Casado muy joven con Alejandra Velázquez, ante la infidelidad de ella pronto la abandonó, quedando así libre para dedicarse a tiempo completo al arte en su casa, ubicada frente al convento de los franciscanos. Convertida su vivienda en un gran taller, allí vivía en compañía de un carpintero y de un pintor. Fue un artista polifacético: ebanista, tallador, imaginero, pintor, espejero, impresor y platero. Pero dos aspectos cabe resaltar entre todos: como retablero y como imaginero.

El primer aspecto lo ejerció dorando diversos retablos, como el del templo de los jesuitas y, sobre todo, realizando el retablo mayor de la iglesia de la Merced de Quito, en el cual llevó al barroco a la máxima expresión del buen gusto. Sin duda, Legarda marcó un estilo en los retablos, que fue seguido luego por sus discípulos en obras como la capilla de Cantuña, el Carmen Bajo y el Hospital de San Juan de Dios. Pero donde más marcada dejó su huella en la historia del arte ecuatoriano fue en las imágenes, y más concretamente en las Inmaculadas. La típica Inmaculada Alada de Legarda aparece en actitud de aplastar la cabeza de la serpiente, gesto que imprime un airoso movimiento a la figura y sus vestidos. Se cree que el primer ejemplar de esta imagen es el que realizó en 1734, que hoy se venera en el retablo central de la iglesia de San Francisco. Pero a esa primera le siguieron muchas otras, grandes y pequeñas, para las iglesias y familias nobles de toda la Audiencia de Quito. Fue tal la profusión de esta representación mariana durante el siglo XVIII en Quito, que hoy día simplemente se la conoce con el nombre de "Virgen Quiteña". Las Inmaculadas y las Vírgenes del Tránsito de Legarda muestran una vitalidad y un donaire casi profano, manifiesto en esas alas que le imprimen como el deseo de volar, en una actitud casi de danza. Es fácil así entender por qué ninguna de las imágenes de Legarda ha llegado a ser objeto de culto popular ni ha motivado esa piedad tierna que suscitan, por ejemplo, las imágenes de Diego de Robles o los cuadros de Fray Pedro Bedón. Por eso el P. José María Vargas puede afirmar que las imágenes de Legarda son más artísticas que devotas, dando lugar a que su autor sea considerado como "la representación máxima del imaginerismo quiteño barroco". Son también famosos sus calvarios -en especial el de la capilla de Cantuña, en San Francisco- y sus adoraciones de los Reyes Magos. Su última obra fue la mampara de Santo Domingo (1767).

Autor

  • CCG.