Gregorio XVI. Papa (1765-1846)
Papa, natural de Belluna, nacido en 1765 y muerto el 1 de junio de 1846. Su nombre secular fue Bartolomeo Alberto Cappellari. Pertenecía a la orden de los camaldulenses, de la que fue nombrado general en 1814. Desempeñó los cargos de consultor de la Inquisición, de la Propaganda y examinador de los obispos. Fue elegido cardenal en 1826 por León XII, y en el cónclave de 1826 que eligió a Pío VIII era Cappellari el candidato de Francia, apoyado vivamente por el vizconde de Chateaubriand, embajador de aquella potencia en Roma. Fue elegido el 2 de febrero de 1831 después de sesenta y cuatro días de cónclave, y sucedió a Pío VIII.
Al poco tiempo de ocupar la sede apostólica, estalló la revolución de Italia: todas las ciudades de la Romania se sublevaron y proclamaron la abolición del poder temporal. El Papa se negó a toda concesión en sentido liberal, a pesar de los consejos de todas las potencias de Europa y de las capitulaciones firmadas por los legados. Así, pudo reducir a sus Estados a la obediencia con el auxilio de las armas austríacas y los sanfedistas y firmó sentencias de muerte, de destierro, de galeras y de prisión.
Aunque apasionado por las artes y las ciencias, miraba con horror los adelantos de la época: jamás quiso oír hablar de telégrafos, caminos de hierro, ni otras innovaciones de la industria. Fiel a su odio hacia las ideas de libertad, secundó al emperador de Rusia, e invitó al clero polaco a prestar obediencia al zar. Algunas tentativas de las sociedades la Joven Italia y los Reformistas, fueron castigadas con cadalsos y deportaciones. Por último, en toda la Romania se vieron reproducirse las tiranías y penas tenebrosas: el obispo de Sinigaglia obligaba a todo hombre joven a casarse con la joven soltera en cuya casa había entrado tres veces. El arzobispo de Ferrara prohibió a los médicos asistir a enfermos que no se confesaran; otro prelado mandó castigar a los blasfemos con la perforación de la lengua y el padre Scala, inquisidor general, publicó su famoso edicto contra los israelitas. Gregorio XVI murió de un cáncer en la nariz. Desde que tuvo que guardar cama, lo dejaron completamente aislado, sin asistencia alguna y sin revelar a nadie su estado. Éste sólo se supo cuando las campanas doblaron para anunciar su muerte. Le sucedió Pío IX.
