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HistoriaBiografía

Fulvia Celera (s. I-II).

Sacerdotisa y esclavista hispanorromana, nacida en Tarraco (actual Tarragona) en la segunda mitad del siglo I de la era cristiana y fallecida en su ciudad natal en la primera mitad de la centuria siguiente. Figura de gran prestigio social dentro de la alta jerarquía social de la capital de la Hispania Citerior, desplegó una intensa labor comercial y espiritual que trascendió el ámbito de su ciudad natal para extender su influencia por toda la vasta provincia hispanorromana de la mitad superior de la Península ibérica.

Nacida en el seno de una de las familias más poderosas de Tarraco, Fulvia Celera era hija de Popilia Segunda, una sacerdotisa flamínica (es decir, de las consagradas al culto de la familia imperial) que había alcanzado con este honor el cargo público más elevado al que podía acceder una mujer romana de la época, ya que éstas no podían desempeñar ninguna magistratura civil o militar. La vía, pues, espiritual fue la seguida por Fulvia Celera para buscar la misma proyección social que había logrado su madre, a la que, andando el tiempo, rindió un fastuoso homenaje en forma de estatua pública. Agradecida por la formación religiosa, cultural y social que le había proporcionado su progenitora -de su padre, Marco Fulvio, apenas han llegado noticias hasta nuestros días-, Fulvia Celera hizo grabar en el pedestal de la estatua que erigió en honor de Popilia Segunda la elogiosa inscripción de "madre excelente".

Madre e hija protagonizaron, así, una de tantas relaciones matriarcales de progreso social que fueron frecuentes entre las clases pudientes de la Hispania romana, donde la mujer ejerció una poderosa influencia a través de las instancias de representatividad religiosa. Aleccionada por el ejemplo de su madre, Fulvia Celera llegó también a ser investida como flamínica perpetua de la Concordia Augusta, una divinidad que -al parecer- tuvo un templo consagrado a ella en la misma ciudad de Tarraco. La Concordia transfería, además, a sus propias sacerdotisas el enorme prestigio de que gozaba como deidad encargada de velar por la paz en el Imperio y la armonía entre los miembros de la familia imperial. Años después, Fulvia Celera fue designada flamínica perpetua de toda la colonia, jalón de su trayectoria espiritual con el que vino a superar la brillante carrera sacerdotal de su madre (ya que ésta también fue nombrada en su día flamínica de la colonia, pero en un puesto de duración anual, no vitalicio como el de su hija).

Pero la cúspide de su ascenso religioso tuvo lugar un tiempo después, cuando la sacerdotisa de Tarraco alcanzó el máximo honor que podía recaer, desde instancias oficiales, en cualquier dama romana de provincias: su nombramiento como flamínica de toda la provincia de la Hispania Citerior. Por aquel entonces, Fulvia Celera ya había contraído nupcias con un hombre perteneciente a una familia de su mismo rango social, Cayo Vibio Latro, originario de la vecina localidad de Segarra, en donde su clan familiar era uno de los más representativos de la elite local. Tras su matrimonio con la sacerdotisa, Cayo Vibio Latro fue definitivamente admitido entre las capas superiores de la sociedad de Tarraco, donde empezó también a adquirir una serie de honores que le permitieron, cuando su esposa fue nombrada flamínica perpetua, acceder él por su parte al cargo de flamen provincial (pues era frecuente en la Hispania Citerior que el flaminado fuera ejercido conjuntamente por los dos miembros de un matrimonio).

La riqueza de la familia de Fulvia Celera permitió a ésta sobresalir desde un honor tan destacado entre los miembros de su comunidad. Uno de los signos más elocuentes del poderío económico en la época era la posesión de esclavos, y la sacerdotisa no reparó en gastos a la hora de alardear sobre el grado de independencia o servidumbre que otorgaba a los que poseía. Así, fue notable el hecho de que uno de sus esclavos manumitidos, Fulvio Diadoco, erigiera una estatua en recuerdo, homenaje y agradecimiento a su señora, acto por el que celebraba las bondades de la figura legal de la manumisión, al tiempo que venía a reflejar, en piedra, los deberes de respeto y clientelismo que seguían uniendo al liberto con su antiguo señor.

Pero las noticias acerca de la opulencia de Fulvia y su familia no quedan reducidas a este signo, ya que se conoce el nombre de otros dos libertos de la sacerdotisa, Fulvio Museo y Fulvio Mosco, que, a la muerte de su señora, se plegaron con obediencia a lo dispuesto en su testamento y se encargaron de levantar otra estatua en memoria suya. De este dato se puede inferir, tal vez, que el matrimonio formado por ambos flámenes no tuvo descendencia, y de ahí que fueran sus libertos los encargados de perpetuar su recuerdo. Con todo, lo más llamativo es que la flamínica nombró a estos dos libertos suyos herederos de su vasta fortuna, con el mandato expreso de que erigiesen otra estatua conmemorativa de su esposo, Cayo Vibio Latro. Al margen del significativo detalle de constatar que Fulvia Celera contaba entre sus clientes con, al menos, tres libertos (lo que invita a suponer que poseyó, a lo largo de su vida, un nutrido número de esclavos), resulta también muy elocuente el modo en que el prestigio y la influencia social de la flamínica alcanzaba no sólo a los miembros de su familia (como es el caso de su esposo, uno de los pocos flámenes que debían su nombramiento a la posición social de su esposa, cuando lo normal en un matrimonio de la Hispania romana es que sucediera todo lo contrario): uno de sus citados libertos, Fulvio Museo, llegó a alcanzar el cargo de séviro augusto, una especie de dignidad pseudosacerdotal que permitía a los libertos enriquecidos velar por el culto debido a la familia imperial.

Bibliografía

  • Année Epigraphique, 127 (1928).

  • Corpus Inscriptionum Latinarum, nº II (1956), 4253, 4270, 4276 (Berlín, 1971 [suplemento 1900]).

  • HOYO CALLEJA, Javier del. La importancia de la mujer hispanorromana en la Tarraconense y Lusitania a la luz de los documentos epigráficos (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1987).

  • MIRÓN PÉREZ, María Dolores. "Fulvia Celera", en Mujeres en la Historia de España (Madrid: Planeta, 2000), pp. 41-43.

  • MIRÓN PÉREZ, María Dolores. Mujeres, religión y poder: El culto Imperial en el Occidente Mediterráneo (Granada: Universidad de Granada, 1986).

  • NAVARRO, María José. "La mujer como propietaria en la Cataluña romana: algunos ejemplos epigráficos", en Estudios de la Antigüedad, nº 3 (1986), pp. 145-147.

JR.

Autor

  • 0012 JR